Opinión


Principios de los años 80, nadie estaba preparado para lo que iba a pasar. Un director de nacionalidad británico-australiana llamado Brian Trenchard-Smith se embarcaba en la realización de una nueva muy libre adaptación del clásico literario "El juego más peligroso" de Richard Connell, publicado en 1924. Tras otras propuestas de la obra estrenadas con resultado ciertamente maravilloso, El malvado Zaroff (The Most Dangerous Game) de 1932 con Joel McCrea y Fay Wray protagonizando es una de las obras maestras de la RKO y Huida hacia el sol (Run for the Sun) enfrentando a Richard Widmark contra nazis en centro américa, en 1982 llegaba a los cines El imperio de la muerte (Turkey Shoot aka Escape 2000 aka Blood Camp Thatcher), una de esas joyas cinematográficas del cine australiano, film de culto absoluto de obligada visión, culmen de la ozploitation, y adaptación extrema, hardcore y distópica del comentado relato.

Cartel británico de Turkey Shoot, lo que véis es real y brutal
Cartel británico de Turkey Shoot, lo que véis es real y brutal

Si bien a día de hoy todo está por lo general muy contado, de hecho la reciente y muy jugosa La caza (The Hunt) es en gran parte otra libre adaptación del relato de Connell, que en aquellos años llegara a cines El imperio de la muerte dejó a más de uno con el culo prieto y la mandíbula desencajada. El film de Trenchard-Smith, director acostumbrado a bregar con presupuestos pírricos y retos mayúsculos, suyas son la también ozploitation Campo de exterminio (Dead End Drive-In), El secreto del lago (The Quest), La noche de los demonios 2 (Night of the Demons 2), Asalto a Firebase Gloria (The Siege of Firebase Gloria) o Los bicivoladores (BMX Bandits)… de todo hay en la viña del Señor, optaba por un camino no esperado donde destacaba de principio a fin la extrema violencia de muchas de sus secuencias, el sadismo que se profesa en la prisión donde se encuentran encerrados los protagonistas, y la combinación de actores de todas partes del mundo: Steve Railsback (protagonista de la fantástica Lifeforce: Fuerza Vital), Olivia Hussey (sueño de mujer en Romeo y Julieta de Zeffirelli o parte de la seminal Black Christmas de Bob Clark), Michael Craig (guionista y actor en por ejemplo La isla misteriosa) o Roger Ward (el calvo Fifi de la obra maestra también australiana Mad Max: salvajes de la autopista).

Otro de los carteles de... Escape 2000, título más genérico pero mítico entre la serie B de los años 80
Otro de los carteles de… Escape 2000, título más genérico pero mítico entre la serie B de los años 80

En El imperio de la muerte nos trasladan a un sádico futuro distópico donde aquellos que no cumplen con el régimen totalitario que todo lo domina acaban encerrados en un campo de concentración, muy orwelliano todo. Esta sociedad fascista, ofrece a ricachones afortunados y corruptos la oportunidad de dar rienda suelta a la mayor de sus perversiones como seres humanos. Bajo el amparo de una total inmunidad e impunidad, estos ricachones VIP participan en un "juego", uno que consiste en una caza mortal de 12 horas de duración en la que indefensos presos son liberados en el páramo que rodea a la prisión para ser acechados y asesinados por estos. Los presos no se pueden negar y prefieren jugársela bajo la esperanza de salir vivos… ilusos. Algo que queda claro y que no se puede negar: la película se la mire por donde se la mire es muy serie B, pero maravillosa, y muy trash, pero embaucadora. El guión escrito por Jon George y Neill D. Hicks, no escatima en brutalidad, sacando a la luz una caterva de personajes que son a cada cual más estrambóticos, al tiempo que juega con muchos de los elementos que poblaban como cliché las películas de género de esas épocas que alcanzaban clasificaciones rotundas: sexo gratuito, violencia y testosterona. La obra juega con cierto tono satírico, lo que hace que no acabe resultando tan salvaje como los films de la saga de Ilsa, si bien de alguna forma hay en El imperio de la muerte reflejos de esas ansias de dominación y perversión que eran lo habitual en las películas dirigida por Don Edmonds y protagonizadas por Dyanne Thorne.

Uno más de los carteles del film, que recuerda a los diseñados para películas brutas como La última casa a la izquierda por ejemplo
Uno más de los carteles del film, que recuerda a los diseñados para películas brutas como La última casa a la izquierda por ejemplo

Como buena distopia la historia trata de castigar a aquellos que no siguen las reglas. Por ahí vemos campar a disidentes políticos que no hay quien los reeduque, rebeldes en lucha permanente contra este régimen totalitario, o sospechosas de vidas licenciosas como la prostitución… Para ello planta en pantalla a los habituales villanos perversos entre los que destacan los habituales altos cargos del gobierno, depravados aristócratas, sádicos violentos porque sí, etc. Llama la atención entre tanta cochambre humana la presencia de un pseudohombre, un troglodita salido de un circo de freaks con ansias caníbales y vestido con camisa. El imperio de la muerte no da puntada sin hilo y todo en ella destaca por lo exaltado, hiperbólico y paródico que acaba resultando.

En fin, otra de esas obras de culto que deben verse y disfrutarse. Disponible en Filmin para el que le interese, combinando metraje doblado con original. Tras una rodaje repleto de recortes de presupuesto, menos días de rodaje, desacuerdos entre los actores y los productores respecto a ciertas escenas comprometidas, reajustes de guión, etc., fue estrenada en Australia como Turkey Shoot, reestrenada en USA como Escape 2000, y llevada al Reino Unido, censurada, con el título Blood Camp Thatcher… de aquella era Primera Ministra Margaret Thatcher. Lo dicho, una joya que es rememorada junto a otras en el documental Not Quite Hollywood: The Wild, Untold Story of Ozploitation!

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La ciencia ficción como alocada propuesta, a medio camino entre una cómica historia juvenil (puerta John Hughes), un viaje de madurez personal y laboral, el espionaje extraterrestre más arbitrario, y el surrealismo esmeralda más pintoresco. Esto es Repo Man (el recuperador), una de las obra de culto del inclasificable Alex Cox, hombre orquesta que tan pronto ha brillado por su particular aportación como guionista (ese biopic punk que es Sid y Nancy y ya de paso descubrimiento de un grande como Gary Oldman), como director (la premiada y callejera El patrullero) o incluso como actor (ese retorno al mundo de Barry Gifford que fue la Perdita Durango del gran Alex de la Iglesia).

Se pone en marcha Repo-Man... primer WTF en toda la cara
Se pone en marcha Repo-Man… primer WTF en toda la cara

Y en esas estamos, Cox se toma unos copazos acompañados por no sé qué productos lisérgicos y nos presenta a mediados de los 80 una historia en permanente movimiento y repleta de cosas extrañas, una historia que comienza con un Chevy Malibú del 64 que cruza un desierto y en el que hace un calor de tres pares de cojones, uno que oculta en su maletero uno de los MacGuffins más locos jamás imaginados… ni Quentin Tarantino iluminó como Alex Cox con ese arranque desintegrador.

No se puede molar más que Otto (Emilio Estevez) y Bud (Harry Dean Stanton)
No se puede molar más que Otto (Emilio Estevez) y Bud (Harry Dean Stanton)

Sin venir a cuento, o con todo el sentido del mundo, Repo man es en realidad una parte de la historia de Otto (Emilio Estevez), un joven punk de Los Angeles que de buenas a primeras se ve en la calle sin tener donde caerse muerto: primero lo largan del supermercado en el que trabaja; segundo sus padres se gastan el dinero que le prometieron tras su graduación; tercero, y ya de paso, su novia se la pega con su mejor amigo. Vamos, pleno al 15. Ante ese nuevo desafiante presente Otto deambula desubicado para acabar cruzándose en el camino de Bud (Harry Dean Stanton), un tipo trajeado que le invita a conducir por unos dólares su coche hasta un garaje al otro lado de la ciudad: el garaje de la Helping Hand Acceptance Corporation. En ese mismo instante Otto se adentra en un nuevo mundo, el de los repo man, un equivalente a nuestros cobradores del frac, o los torero del moroso, pero fusionados con los cazarrecompensas de Huida a medianoche (Midnight Run). Por lo tanto, te pagan por localizar y robar lo que otro no ha pagado, en este caso coches.

El mundo de color radioactivo que oculta el coche protagonista de Repo Man
El mundo de color radioactivo que oculta el coche protagonista de Repo Man

Con estos mimbres, y como punto de partida bastante pizpireto, Cox se sirve de la imaginación y el absurdo para adentrarnos en un mundo la mar de pintoresco y marciano. La historia construida por Cox deambula en varios frentes con su propia personalidad y destino que, sin embargo, acaban confluyendo todos ellos en su inclasificable y liberador final en torno a ese fulgurante Chevy Malibú del 64 que sirve de reclamo de principio a fin. Cox mete en el mismo saco a los mencionados recuperadores de la agencia Helping Hand, y al tiempo a unos empresarios del mismo ramo conocidos como los Hermanos Rodriguez. Pero no contento con construir esa historia de rivalidad absurda y cómica, las ideas más estrambóticas surgen donde menos te lo esperas, mete en ese mismo saco por un lado a bandas de punks matones que quieren llevarse el coche, a una agencia del gobierno comandados por una agente con un brazo robótico, a una panda de televangelistas, y hasta una caterva de ufólogos… ¿qué más tiene cabida en la historia de Cox? Pues una historia de amor teenager entre Otto y Leila (Olivia Barash), a la postre otra que también busca el famoso coche… si es que.

Un sobreexpuesto verde esmeralda, color que ilumina y anima
Un sobreexpuesto verde esmeralda, color que ilumina y anima

De regalo una retahíla interminable de personajes con nombre propio e interés sobre todos ellos. Fantoches, pirados, perturbados, seres singulares y casi místicos como Miller (encarnado por ese actor carente de ánimo y mirada perdida que es Tracey Walter) o el conductor del coche MacGuffin interpretado por Fox Harris (misma pinta de loco que en Galaxia prohibida de Allan Holzman). Todo en Repo Man debería ser citado y tenido en cuenta. Por ello nada mejor que echarle un vistazo a este film icónico que a mediados de los 80 llegó para convertirse en obra de culto a tener en cuenta y film clave en el nacimiento de Emilio Estevez como actor (Rebeldes, El club de los cinco, St. Elmo, punto de encuentro y esta), además de confirmar que Harry Dean Staton está en todas las joyas raras de la década (París, Texas, Corazón salvaje o La muerte en directo).

Póster de la excéntrica Repo Man
Póster de la excéntrica Repo Man

Al que le interese Alex Cox planificó una secuela en 1997, escribió un guión y hasta la comenzó a filmar, si bien lo dejó. Luego se curró una novela gráfica titulada "Waldo’s Hawaiian Holiday" en la que Otto, que se cambia el nombre por Waldo, regresaba a la tierra tras pasar 10 años en Marte… la cosa toma forma. La historia de la secuela presente en el cómic es una paja mental similar a la de Repo Man, disparatada y fabulosa: Waldo, telemarketing, vacaciones, burocracia y Los Angeles convertida en una prisión de los marcianos para testar a los seres humanos. Ala.

En fin, otros comentarios de clásicos de culto las tenéis visitando otras entradas como: Terror en el espacio de Mario Bava, Robot Jox de Stuart Gordon, Humanoides del abismo de Barbara Peeters y Kung-Fu contra los 7 vampiros de oro de Roy Ward Baker o Campamento sangriento de Robert Hiltzik. Pronto más marcianadas molonas.

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En plena era dorada del slasher más campista alguien tuvo las santas narices, por no decir otra cosa, de sacarse la chorra para escribir y dirigir un film de terror protagonizado por verdaderos adolescentes, hormonas hasta las cejas (cómo si no), veteranos con shorts extremos y una buena ristra de perturbados de los que meten verdadero miedo. Sí, hoy toca hablar de Campamento sangriento (Sleepaway Camp), o Campamento de verano, del singular Robert Hiltzik, director one-hit-wonder y total responsable de esta delicia gore del slasher absurdo, obra que todo sea dicho, con los años, gana.

Hay que tenerlos bien puestos... un slasher protagonizado por Jonathan Tiersten (17) y Felissa Rose (14)
Hay que tenerlos bien puestos… un slasher protagonizado por Jonathan Tiersten (17) y Felissa Rose (14)

Ni que decir tiene que estamos ante una de las joyas más auténticas de ese género dentro del ya mundo aparte que es el slasher, y ya de paso de una de las películas, o la película, con el final más alucinante jamás rodado. Para comenzar hay que indicar que Campamento sangriento es una de las muchas hijas bastardas nacidas a raíz del bombazo Viernes 13 (Friday the 13th) de Sean S. Cunningham, y compañera de fatigas de otros muchos títulos que a lo largo de los gloriosos años 80 invitaban a no irte de campamento cuando tus padres te lo planteaban. Por ahí uno puede divisar propuestas cargadas de sangre como La quema (The Burning), con un Tom Savini dándolo todo en cuanto a uso magistral de los FX más salvajes, Madman el loco (Madman), Animadoras asesinas (Cheerleader Camp) o La revolución de las mariposas (Summer Camp Nightmare), amén de esas segunda y tercera parte de la propio Viernes 13 que acontecían igualmente a orillas de Crystal Lake… el resto son historia.

Uno de los monitores de campamento... así todo el rato, en qué narices pensabas Robert Hiltzik
Uno de los monitores de campamento… así todo el rato, en qué narices pensabas Robert Hiltzik

Pero vamos con lo que nos quiere ofrecer Campamento sangriento. Estamos ante un slasher modo sota, caballo y rey donde aquellos que pululan por un campamento de verano acaban acuchillados, desmembrados, quemados o descuartizados. Angela Baker (Felissa Rose) es una joven traumatizada, su hermano y padre fallecieron trágicamente hace varios años y ahora, con su primo Ricky (Jonahtan Tiersen), se dirige al campamento Sleepaway en lo que parece ser es su primera toma de contacto con el mundo tras su trágica infancia. Angela no habla, es apocada, se burlan de ella. Ricky domina la situación junto a su colega Paul (Christopher Collet). La intrascendencia más absoluta es lo que pasa en Sleepaway: bailes de salón, actividades deportivas, baños en pelotas a la luz de la luna, flirteos con un poco de marihuana y mucho despertar sexual. Lo normal en este tipo de películas hasta que se desata el habitual vendaval de asesinatos.

Unos de los estudiantes que pasan a mejor vida en Campamento sangriento
Unos de los estudiantes que pasan a mejor vida en Campamento sangriento

El tema es que en el fondo Campamento sangriento no deja de ser una cualquiera de una lista de películas que decidieron explotar una idea ya pergeñada en Viernes 13. El film transita por un universo de malas actuaciones, forzadas hasta el extremo y rozando lo paródico… por dios el soliloquio de Mel (Mike Kellin) ante el cuerpo sin vida de Meg (Katherine Kamhi). Eso sí, y todo sea dicho, al tiempo no escatima en la brutalidad de sus crímenes, tan pronto una pandilla de chavales de unos 10 años acaba troceada con un hacha como alguien usa un rizador de pelo para… en fin. Pero dentro de esa violenta generalidad que a todas las une, ahí en el fondo se esconde una perturbadora historia traumática diferente, inimaginable y acomodada en una historia hábilmente conducida por Hiltzik. Porque sí, el giro final es de las cosas más grotescas e insospechadas que os podéis echar a la cara en la historia del cine, pero si uno se para a ver la película en detalle descubrirá que el bueno de Robert Hiltzik no deja agujeros que te hagan adelantarte al inconcebible y subversivo final… que si, que está bastante claro desde el minuto cero, pero para nada como Hiltzik te lo planta ante los ojos. Así, a las bravas, con pelos y señales.

Fuera zoom y WTF...
Fuera zoom y WTF…

Pues nada, otra de esas que merecen ser vistas, ahora que pronto comienza el verano todos de viaje al Campamento sangriento a ritmo del tema central de la película compuesto y cantado por Frankie Vinci.

El icónico cartel de Campamento sangriento... un slasher con mayúsculas
El icónico cartel de Campamento sangriento… un slasher con mayúsculas

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Han pasado 17 años desde que muy brevemente "escribí", en los albores de este blog, sobre esta película titulada Kung-Fu contra los 7 vampiros de oro (The Legend of the 7 Golden Vampires) de Roy Ward Baker. En pleno confinamiento toca revisar esta quintaesencia del cine psicotrónico inconcebible, esta magnífica obra de la catastrófica y eventual fusión entre la Hammer Films y la Shaw Brothers.

Kha (Shen Chan) se encuentra con Drácula (John Forbes-Robertson)
Kha (Shen Chan) se encuentra con Drácula (John Forbes-Robertson)

Resulta que dos de la empresas más prolíficas y molonas en aquellos tiempos (si bien se encontraban ya en su declive) se juntaron para hacer una serie de películas donde combinarían las bases del cine al que más estaban habituadas. Por el lado de los responsables británicos el horror, su marca de la casa, por el lado de los orientales el cine wuxia que llevaban cociendo largo tiempo… para el que no entienda, el cine de kung fu. El otro film de este proyecto colaborativo llamado Hammer/Shaw Productions fue un thriller con asesinatos varios y artes marciales titulado Shatter, con Stuart Whitman (Los comancheros), Peter Cushing y peña como Lung Ti (A Better Tomorrow – la de John Woo – o Los 5 Maestros de Shaolin), surgido todo a raíz del éxito cosechado por la Golden Harvest con Operación Dragón (Enter the Dragon). Tanto Hammer Films como la Shaw Brothers vieron el posible filón del film protagonizado por Bruce Lee, John Saxon y Jim Kelly, pero obviamente no lograron repetir éxito. Para confirmar el descalabro, ambas películas fueron duramente castigadas por los críticos mainstream de la época tachándolas de incoherentes de principio a fin. El tiempo sin embargo las ha encumbrado a cine de culto y todo, curiosamente, basado en eso, en esa supuesta incoherencia que reflejan.

Los Shaw Brothers movieron ficha... Drácula "camuflado" a lo monje shaolin
Los Shaw Brothers movieron ficha… Drácula "camuflado" a lo monje shaolin

En fin, vamos a centrarnos en Kung-Fu contra los 7 vampiros de oro. La historia es bastante sencilla, resulta que Drácula (John Forbes-Robertsonepic fail) se va a oriente por petición de su acólito Kah (Shen Chan), fusionándose con este, y junto a sus vampiros de oro y un ejército de zombis arrasarán una remota y perdida provincia de la China (todo por tratar de recuperar el poder que se ha ido perdiendo por la ineficacia de los vampiros estos). Curiosamente el profesor Van Helsing (Peter Cushing) está dando unas master class en las universidades de la zona, y tras recibir la llamada de Hsi Ching (David Chiang) no dudará en ofrecer su ayuda y unirse a 7 hermanos y una hermana para luchar de nuevo contra las fuerzas de la oscuridad. Por ahí acompañando el hijo de Van Helsing, Leyland (Robin Stewart), y una ricachona que se cuela en la historia porque sí (la espectacular Julie Ege). El objetivo estaba claro: revivir unas sagas ya en horas bajas que agonizaban tras muchas décadas triunfando y generando un legado impagable.

El profesor Van Helsing sabe cómo vencer al enemigo sin manchar la espada (a patada limpia)
El profesor Van Helsing sabe cómo vencer al enemigo sin manchar la espada (… a patada limpia)

La cacareada incoherencia del film es que este acaba convertido o derivando, por pura absorción, en un nuevo film wuxia con algo del terror de la Hammer. El factor británico, aunque no por ello propio si uno analiza los diferentes tipos de Oni, podría venir por los famosos vampiros de oro, que terminan luchando tanto o más que los comentados 7 hermanos y hermana. De hecho la seña de identidad Van Helsing, marca de la casa inglesa representada por su gran valor Peter Cusing, queda muy disimulado ya que el hijo del erudito profesor no duda en copar el protagonismo brincando, rodando y soltando patadas como si de un hijo más de la Shaw Brothers se tratara. Digamos que la película se representa en una campana de Gauss, tristemente tan de moda hoy. Abajo y poquita área la cubre Hammer Films (al inicio y al final), el resto, y abarcando la práctica totalidad del metraje, lo engloba la compañía china.

Uno de los vampiros de oro con su antifaz de hojalata
Uno de los vampiros de oro con su antifaz de hojalata

Como punto final comentar dos aspectos. Primero y crucial para darse cuenta de lo pírrico que quedó representado el poder de Hammer Films en cuanto al argumento, lo totalmente anecdótico que resulta Drácula, el no muerto, el príncipe de las tinieblas y por ende el primer vampiro. Visto y no visto. Sus minutos finales son casi ridículos cayendo de rebote ante un Van Helsing que, de ninguna otra forma, podría haber vencido al mítico conde. Por otro lado el curioso desparpajo con el que la fusión Hammer / Shaw apostó por el destape. Vampiros arrancando ante cámara la ropa a las jóvenes de las aldeas chinescas, estas tumbadas antes de ser mordidas con cero sensualidad (el efecto Drácula de nuevo desaparecido) dejando ver a todo tren sus desnudos pechos. Una serie de detalles que hacen comprender que Kung-Fu contra los 7 vampiros de oro fuera vilmente castigada en su momento. Ojo, viéndola es gloria bendita. Os dejo ahora con el cartel de la película… impagable.

Cartel de Kung-Fu contra los 7 vampiros de oro
Cartel de Kung-Fu contra los 7 vampiros de oro

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A falta de pan buenas son tortas, y entre col y col, Bruselas. Eso es lo que debió pensar Barbara Peeters cuando alguien le animó a visitar el submundo más retorcido y grotesco de lo que podría entenderse a principios de los años 80 por una intromisión en el glorioso universo de H.P. Lovecraft. Tras no ofrecer nada potable con Summer School Teachers, Camareras sobre ruedas (Starhops) y Los diablos de la moto (Bury Me an Angel), madre mía, este ya su último film, tras Humanoides del abismo (Humanoids from the Deep) la Peeters cayó en desgracia (se le vio mucho el plumero), es un alucinado viaje que va de cabeza a por una de las ideas recurrentes dentro de la obra del genio de Providence: la existencia de seres submarinos, hombres-pez / profundos, que se cuelan en tierra para tener una familia y, why not, procrear. Lo más divertido del tema, ni se indica que esto sea un rip-off de relatos como "Dagón" o "La sombra sobre Innsmouth".

Menuda cara tienen los Humanoides del abismo...
Menuda cara tienen los Humanoides del abismo…

El tema es que en Humanoides del abismo, historia de unos tal Martin B. Cohen y Frank Arnold, los hijos de Cthulhu se cuelan en las vidas de un grupo de habitantes de un pobre y secundario pueblo pesquero de la costa de los USA y, claro está, se arma el belén. Por el pueblo transcienden sin mayor importancia personajes con rostros clásicos como los de Doug McClure ("El virginiano" o la archimítica En el corazón de la tierra junto a Peter Cushing o Caroline Munro), Vic Morrow (uno de los protagonistas de En los límites de la realidad fallecido en el fatal accidente de helicóptero que tuvo lugar durante el rodaje de ese film y que amargó la vida de John Landis), o Ann Turkel, rostro reconocible de un montón de series de la década de los 80. Junto a ellos, muchas jóvenes, demasiadas, ligeras de ropa que ya sea por bien o por mal acaban sucumbiendo de forma obligada (violación) a los no encantos de las criaturas marinas, una serie de seres de los fondos marinos creados por, entre otros, míticos de los FX cumbre de los años 80 y 90 como Steve Johnson, Chris Walas y se supone que Rob Bottin.

Uno de los varios ataques de los seres de las profundidades
Uno de los varios ataques de los seres de las profundidades

El tema es que Humanoides del abismo no tiene ni pies ni cabeza, ni debemos pretender que los tenga, y por eso desprende encanto además de hedor a pez podrido. Por lo pronto los seres subacuáticos podrían ser, aparentemente, fruto de la evolución y la mutación por vertidos y contaminación, cosa por completo absurda porque ¿a razón de qué tendrán ganas de paladear jóvenes humanas? Me decanto más por la idea lovecraftiana, mucho más lógica y por lo tanto adecuada. Por otro lado, lo que ocurre entre las jóvenes lozanas y los profundos viene a producirse… pues porque ellas en parte se lo han buscado (menudo argumento, digno de una serie B o serie Z… justo lo que Humanoides del abismo es). El tema es que salvo un par de ataque, el que a la Tiburón (Jaws) se acaba medio merendando al hijo del personaje de Doug McClure y a la Tiburón 2 (Jaws 2) termina con 3 marineros y el hijo de de uno de estos y en formato rewind, el resto de mujeres adolescentes se ven atacadas a raíz de estar en situación digamos ardiente. La primera en la playa junto a su mozo, el cual no para de meter mano bajo el agua mientras ella lo esquiva, la segunda en una tienda de campaña donde su también novio, esta vez ventrílocuo, pervierte a la joven (¿o ella le pervierte a él?) mientras su muñeco de madera observa la jugada (y no es broma, digno de Magic: el muñeco diabólico), la tercera (amén de otras cuantas en la hecatombe final) por ir ligera de ropa por ser Miss Salmón (que puesto más idóneo para un pueblo pesquero).

Metáforas grotescas y muy sexualizadas del momento
Metáforas grotescas y muy sexualizadas del momento

Todo en Humanoides del abismo merece ser visto y escuchado. Desde la música de James Horner, una de sus primeras incursiones en la composición cinematográfica de este maestro ganador de dos Oscar por Titanic pero también responsable de las superlativas bandas sonoras de Aliens: El regreso (Aliens), Braveheart, Una mente maravillosa (A Beautiful Mind), Avatar, o Enemigo a las puertas (Enemy at the Gates), y hasta el final… ese final digno de David Cronenberg y seguramente imitado por este en ese malsano sueño sufrido por Geena Davis en La mosca (The Fly). En fin, Humanoides del abismo, otra serie B / Z digan de recuperar por todos.

Uno de los carteles de Humanoides del abismo, el centro claramente son ellasOtro de los títulos usados para Humanoides del abismo... Monsters a secas
Un par de carteles de Humanoides del abismo aka Monsters (a secas)

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Pues a falta de estrenos en salas de cine, veremos cuándo, toca seguir echando un vistazo a viejas películas de referencia nacidas en otro tiempo. Esta semana ha caído una de esas rarezas / joyas de los virtuosos y creativos años 80, la divertida y referencial Robot Jox del tristemente fallecido Stuart Gordon. Hora de escribir…

Robot Jox, joya oculta y film de culto
Robot Jox, joya oculta y film de culto

Si uno decide invertir tiempo para disfrutar de una generosa dosis de serie B como es Robot Jox, descubrirá en ella una sorprendente propuesta nacida un par de décadas antes de poder hacerse realmente… estamos hablando de una peli rodada en 1987 pero estrenada en 1989 debido a la bancarrota de Empire Pictures, la compañía del mítico Charles Band. Robot Jox es un pedacito (importante) del origen de la fabulosa Pacific Rim de Guillermo del Toro, y Stuart Gordon un visionario como ninguno de un cine de dimensiones titánicas en tiempos de presupuestos ajustados y a por todas. La historia del film escrito por el propio Gordon y Joe Haldeman, nunca más, nos traslada a un futuro distópico post-apocalíptico, tras un holocausto nuclear, y donde todo dios va con mascarilla… vamos, como la vida misma. En ese futuro el entretenimiento recuerda al tiempo de los gladiadores de la antigua Roma, pero quienes se enfrentan son robots titánicos manejados por pilotos que bien podían ser los padres de Raleigh Becket, Stacker Pentecost o Herc Hansen.

Stop Motion para dar y tomar y diseños geniales
Stop Motion para dar y tomar y diseños geniales

A nivel historia la cosa es muy molona. Los poderes gubernamentales dominantes del nuevo mundo pelean por regiones, en este caso Alaska, usando robots gigantes contratados. En el lado de la Confederación, los villanos, está Alexander (Paul Koslo), asesino de nueve oponentes previos y que tiene todo a su favor. Por el lado del Mercado libre está Achilles (Gary Graham), que igual que Alexander ha llegado a la gran final pero sin rematar a sus oponentes. Cada uno maneja su robot y se zurran en la arena. Y ahí está toda la grandeza de Robot Jox, película hecha con mucho corazón y grandes dosis de esfuerzo donde todo su presupuesto (cerca de 10 millones de la época) se lo llevaron unos efectos visuales que explotan el stop motion a destajo y el uso masivo de maquetas, por ahí anduvo el nominado al Oscar David Allen (El secreto de la pirámide, La serpiente voladora, The Stuff, Willow o Aullidos).

Lo que veis es lo que hay... y no, no es Pacific Rim, es Robot Jox
Lo que veis es lo que hay… y no, no es Pacific Rim, es Robot Jox

El resto es pura imaginación (absurda o no), introduciendo elementos como clonación genética regada con evidentes referencias a "El juego de Ender", o algo tan presente a día de hoy como la piratería tecnológica, pero de la misma forma plagada de irrisorias actitudes de macho alfa, traiciones de baratillo, espantosos actores, escenografía desmontable o la siempre agradable presencia de Jeffrey Combs, visto y no visto. Hay que echársela encima para descubrir en ella elementos tomados directamente de Mazinger Z o incluso Transformers, pero a la vez se pueden descubrir ideas directamente homenajeadas o exploradas con mucho éxito algunas décadas después. Ah, para el que le interese, este merecido cult film está disponible en Filmin.

Uno de los carteles de Robot Jox
Uno de los carteles de Robot Jox

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A golpe de lunes, y tras un sábado y domingo muy tranquilitos, no hay nada que contar. Salvo el dato de que el estreno de The Batman ha sido movido por Warner Bros., del 25 de junio de 2021 a 1 de octubre de ese mismo año, junto a otros films como The Flash o Shazam 2 (estos ya 2022), pues nada de nada. Por ello, y ya que aproveché para ver Vinieron de dentro de… (Shivers) de David Cronenberg, Quien a hierro mata de Paco Plaza, y Terror en el espacio (Terrore nello spazio) de Mario Bava, pues vamos a hablar de…¡la última (que cosas)!

De vez en cuando vale mucho la pena echar la vista atrás, recordar los clásicos y nada mejor que visitar el superlativo horror colorista del maestro Mario Bava con Terror en el espacio (Terrore nello Spazio), film seminal basado en un relato de ciencia ficción de Renato Pestriniero, "Una noche de 21 horas". Referencia absoluta de las historias contadas en Alien o Prometheus de Ridley Scott, amén de otras, en Terror en el espacio se nos cuenta la aventura de dos naves espaciales, la Argos y la Galliot, cuando responden a una señal enviada por el misterioso y lejano planeta Aura. Cuando aterrizan, aturdidos por la atracción gravitatoria, la tripulación de la Argos comienza a luchar entre ellos, pero su Capitán (Barry Sullivan) impide que se maten. Poco después el drama… descubren la Galliot cerca, pero todos sus tripulantes a bordo están muertos. Pero claro, siempre hay secreto, y en este caso este frenesí asesino se debe a que Aura está habitada por criaturas parasitarias dispuestas a matar y tomar posesión del cuerpo (muerto si es necesario) de otro para huir de su planeta moribundo…

Terror en el espacio es una muy disfrutable obra donde se juntan dos géneros tan molones como son la ciencia ficción y el terror, este sembrado de cierto factor gótico merced al toque vampírico de los parásitos que atacan a las tripulaciones de la Argos y la Galliot, amén de los zombis resultantes tras las "posesiones" o lo también fantasmagórico de estas criaturas. La historia contada por Bava tiene lugar en varios escenarios a cada cual más icónico: primero el interior de las naves ya mencionadas (dicen que creadas por Carlo Rambaldi, extrañamente cutre-modernas pero no exentas de elementos teconógicos curiosos y trucos de rodaje para jugar con el espectador); segundo el planeta, con sus nieblas, sus pantanos de lava y sus coloristas rocas (todo creado por Giorgio Giovannini). El ambiente se engrandece gracias al juego de color aplicado por la fotografía de Antonio Rinaldi, amén del propio Bava, y el punto molón lo logra sin lugar a dudas Gabriele Mayer que presenta aquí el primer acercamiento a lo que luego sería el traje de faena del gran John Phillip Law en Diabolik (también de Bava)… estos trajes espaciales son puro espectáculo,.

El resto es historia, merece tanto verse que lo mejor es no contar nada, pero uno puede descubrir en Terror en el espacio evidentes reflejos a elementos de Alien, como puede ser la presencia de gargantuescos esqueletos tripulantes de esa especie de Derelict estrellada en Aura, o el body count de la tripulación que fallece, que poco a poco van sucumbiendo ya sea por que han palmado (los de la Golliat), o porque ceden a los influjos del lugar. En fin, que mola un huevo… os animo a verla, en Filmin sin ir más lejos.

Cartel de la restauración 4K de Terrore nello spazio realizada por Nicolas Winding Refn, presentada en los festivales de Turin 2015, y en Cannes y Sitges 2016
Cartel de la restauración 4K de Terrore nello spazio realizada por Nicolas Winding Refn, presentada en los festivales de Turin 2015, y en Cannes y Sitges 2016

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Hace un par de días se estrenó en diversas plataformas de streaming un fabuloso documental gestado por Paco Limón y Julio Cesar Sánchez, y que responde al brutal título de Sesión Salvaje. A lo largo de hora y media de metraje se hace un generoso recorrido por una época dorada del cine español, una época gloriosa sin miramientos, sin tapujos y plagada de serie B / Z autóctona y auténtica. Acompañado por actores de aquellas décadas de los 60 y 80, como Simón Andreu, Carmen Carrión, Fernando Esteso, Lone Fleming, Antonio Mayans o Esperanza Roy, por directores del momento como Javier Aguirre, Mariano Ozores, Eugenio Martín o Jorge Grau, y por figuras del ahora que han mamado ese otro cine como Paco Cabezas, Álex de la Iglesia, Enrique López Lavigne, Nacho Vigalondo o Miguel Ángel Vivas, nos adentramos de cabeza en una era a recordar (y mucho) dentro de la cinematografía española plagada de westerns rodados en Almería, de cine gore castizo reconocido como icónico y seminal allén de los mares, o de controversia, drogas y destape S a tutiplén.

Cartel de Sesión salvaje, maravilla
Cartel de Sesión salvaje, maravilla

Sesión salvaje es un emocionante homenaje a toda esa exploitation cañí, una que tuvo que bregar como ninguna otra en una era políticamente muy compleja pero no exenta de vericuetos que pretendían, como cometa Grau "con éxito", evitar y torear a la famosa censura de la dictadura. Gracias a este documental podemos refrescarnos la memoria y recordar que en esta tierra se rodaron proyectos icónicos como ¿Quién puede matar a un niño? o La residencia, ambas de Narciso Ibáñez Serrador, fantaterror aplaudido en todo el mundo como todo el protagonizado por Paul Naschy o el dirigido por Jess Franco, auténticas propuestas extremas como la hiperviolenta Condenados a vivir de Joaquín Luis Romero Marchent, los no spaghetti western El precio de un hombre: The Bounty Killer o El hombre de Río Malo, ambas del mencionado Eugenio Martín, los horrores dispares Pánico en el Transiberiano, film plagado de figuras internacionales como Christopher Lee, Peter Cushing o Telly Savalas, y Una vela para el diablo también de Martín, Ceremonia sangrienta o No profanéis el sueño de los muertos de Jorge Grau, comedias de otra era como Los bingueros de Ozores, y films controversia en una era donde las cosas no podían ser contadas, véanse Perros callejeros de José Antonio de la Loma, El pico y su secuela, o La estanquera de Vallecas de Eloy de la Iglesia, y la inclasificable Arrebato de Iván Zulueta.

Espacio también hay para iconos del cine patrio como el nacido en A Coruña Amando de Ossorio, director de la tetralogía de los templarios que arrancó con La noche del terror ciego, o el reconocido genio de la serie B más internacional Juan Piquer Simón, que con cuatro duros se sacó de la manga cintas como Misterio en la isla de los monstruos, Mil gritos tiene la noche, Supersonic Man, Slugs, muerte viscosa o La grieta (en la era Profundidad seis, Leviathan: El demonio del abismo o Abyss esta fue la nuestra). Por favor, no dejéis escapar esta oportunidad y disfrutad, en Primer Video, en Filmin, y en FlixOlé, de esta joya castiza y auténtica de un cine que no volveremos a ver jamás en salas de cine.

Mención especial al tema compuesto e interpretado por Javier Albarrán para el film.

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En tiempos de confinamiento absoluto se agradecen este tipo de iniciativas y propuestas adaptativas. Resulta que se ha estrenado en salavirtualdecine.com, plataforma de A contracorriente films, Vivarium, película rara que se pudo ver en el pasado Festival de Sitges, y llegada de la mano de Lorcan Finnegan, director poco o nada conocido y responsable de Without Name (primera vez que leo este título), y Garret Shanley, su guionista.

En fin, cual episodio digno de "La dimensión desconocida" ("The Twilight Zone") o la más reciente "Black Mirror", Vivarium nos adentra en una historia perfecta para estos tiempos, una pareja, Imogen Poots y Jesse Eisenberg, quedan atrapados en una zona residencial en la que puedes entrar si te llevan, pero de la que no se puede salir. La película ahonda en esa acogedora y sofocante conformidad en la que sucumbe la clase media mundial, un casa en una zona residencial (mucho más USA que otras partes del planeta) para convivir con tus vecinos y crecer como familia de forma similar a todos aquellos que viven a tu lado. Pero luego llega ese giro esperado, ese que transforma ese paraíso prefabricado en un infierno laberíntico de casas que recuerdan sobremanera a esos dibujos que acompañan al famoso Monopoly… idénticas, mismo césped, misma fachada, mismo patio, mismas ventanas, misma puerta y mismo muro. La única diferencia, el número que identifica tu puerta. Y el truco está en que Tom (Eisenberg) y Gemma (Poots) no les mola la propuesta, pero ya es tarde para arrepentirse.

De ahí en adelante el film viene a jugar con aspectos bastante interesantes y en tono muy siniestro, como por ejemplo algunos de los pasos de nuestro periplo por este mundo… la convivencia en pareja o la concepción. Todo alcanza sus extremos, ayudados por esa especie de Pee-wee Herman evolutivo, por lo general de forma paranoica y desesperante. El tema es que eso es lo que hay, que no está mal, pero como se explota no llega a cuajar. La asfixia llega, pero más por el sopor que por otra cosa. Poots se carga la tensión a la espalda (se llevó el premio a la Mejor interpretación femenina en Sitges), mientras que Eisenberg explota su obsesión a un único cometido. Gran golpe final, en parte esperado, y fin. Como elemento episódico psicológico experimental de un algo global, y acortando el metraje, es genial. Como film acaba agotando.

Uno de los carteles a la M.C. Escher de Vivarium
Uno de los carteles a la M.C. Escher de Vivarium

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Resulta que si uno se pasa por Amazon Prime podrá echar un vistazo a una de las obras cinematográficas más psicotrónicas de la temporada. Pues sí, en esta era de oscuridad vírica, Guns Akimbo de Jason Lei Howden, director de la heavy / gore Deathgasm, ha sido estrenada en una de las plataformas de streaming del mercado y tras su paso por festivales varios, Sitges 2019 sin ir más lejos, deja bastante claro que, de principio a fin estamos ante la gran paja mental del año.

Guns Akimbo fusiona a más velocidad de la que uno puede soportar la hiperactividad lisérgica y speedica de Crank, un sobrecargado bullet time a lo cine coreano, y la base argumental del juego como espectáculo violento que hemos conocido en films serie B molones como Perseguido (Running Man), La carrera de la muerte del año 2000 (Death Race 2000) o Gamer, amén de la literatura de la misma índole… indicar que "El juego más peligroso" de Richard Connell, adaptada al cine en 1932 con Joel McCrea protagonizando, contaba algo que sonará tras ver Guns Akimbo: un cazador cosmopolita, estamos en los años 20, cae por la borda de un yate y acaba (milagro) en una perdida isla en el Mar Caribe… allí será cazado por el aristócrata Zaroff (nombre inmejorable).

En fin, en Guns Akimbo el cazado es Daniel Radcliffe, actor que se atreve con todo y se le agradece (llega con recordarle en Swiss Army Man reinventándose como cadáver flatulento), y la cazadora Samara Weaving, encantadora que flipa ver en films como la macabra y sangrienta The Babysitter en Netflix, el hit Noche de bodas (Ready or Not), o la ida de olla laboral Mayhem (mira, otra de virus…) junto a Steven Yeun. El film juega con la existencia en la deep web, el mundo más siniestro y oscuro de internet, de un juego donde la gente disfruta viendo combates a muerte entre asesinos. Lo mejor del tema, todo dios está abonado y el voyeurismo más macabro es la moda. El detalle diferenciador es que el personaje de Radcliffe, un perdonavidas de esos que existen por las redes sociales y defensores de la verdad (troll), acaba con dos pistolas atornilladas a sus manos… morir o matar, no le queda otra. De ahí en adelante Guns Akimbo divierte como ninguna, pese a lo absurdo de todo el tono comedia que supura, amén de los litros de sangre que vierte por minuto, hacen que el film de Howden sea una de esas que molan ver en modo descerebre absoluto. Y ojo, que junti a Radcliffe y Weaving, tenemos aparición molona de Rhys Darby ("Flight of the Conchords") o una presencia desagradable como la de Ned Dennehy (Mandy).

Por lo tanto, adelante con Guns Akimbo, promete sobredosis, rareza infinita, bullet time, armas a cascoporro y mucha sangre. Ofrece sobredosis, rareza infinita, bullet time, armas a cascoporro y mucha sangre.

Cartel oficial de Guns Akimbo
Cartel oficial de Guns Akimbo

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