diciembre 2025
Sáb 6 Dic 2025
Ya adentrados en un puede que flojete diciembre, echo la vista al potentísimo noviembre. Ha habido mucho estreno en sala grande y se agradece un montón, y un poquito en plataformas. Sea como fuere un mes plagado de tiburones como los de Dangerous Animals, adaptaciones de Richard “King” Bachman como The Running Man o La larga marcha, y cosas únicas como Dracula, Bugonia o Una casa de dinamita. Pasen y vean.
Animales peligrosos (Dangerous Animals) de Sean Byrne. De forma somera el film de Byrne viene a contarnos las tribulaciones y paranoias psychokillers de un capitán de barco. Jai Courtney, mola, es un trasunto del Capitán Quint muy pasado de vueltas que, armado con una cámara de vídeo “a la” El fotógrafo del pánico, se dedica a obtener los mejores planos de los dientes de tiburones que pueblan los mares australianos. Byrne te planta delante a Hassie Harrison, una nueva superviviente que se une con mérito a la lista de mozas Lulu Wilson en Becky, Matilda Lutz en Revenge, Samara Weaving en Ready or Not, o Sharni Vinson en You’re Next. Con un presupuesto ajustado, efecto práctico top y digital pocho, podría encajar en el ozploitation de antaño, no escatimando en gore, alguno más elaborado que otro, y en situaciones suficientemente extremas y bárbaras de o lo doy todo o palmo. Se hace un pelín larga, pero en el fondo… se deja ver con gusto.
The Running Man de Edgar Wright. Curiosamente una de esas adaptaciones fieles a una obra de Stephen King, salvo el final como ya ocurre con La larga marcha, es el film menos personal y de estilo de Edgar Wright. Intoxicados con gusto por la maravilla macarra y totalmente libre protagonizada por Arnold Schwarzenegger, joya de los 80 donde el exceso era sello de calidad, Wright traslada con entusiasmo, pero ausente de estilo, este film donde Glen Powell, actor que quieren que sea pero que no llega a ser, encarna al ya bien conocido y esperado Ben Richards. Debate social, debate moral, el mundo dominado por los medios, la falsedad como marca de la casa… es ideal en los tiempos que corren, pero el excesivo metraje, el anodino devenir de la fuga de Richards, y cierta falta de carisma y ritmo, hacen que The Running Man se quede un poco entre Pinto y Valdemoro. Se deja ver, pero aburre, funciona en ciertos momentos, pero con demasiada paja entre medias. Floja, y claramente sobredimensionada…
Póster de Bugonia
Dracula de Luc Besson. Hoy hemos visto “Drácula: Burundanga” de Besson. Lo que ha parido el mítico director francés es único, una especie de disparate que fusila todo lo fusilable, que tan pronto parece un film de Mortadelo y Filemón, como una historia de amor infinito y tristeza mayúscula. Es capaz de mezclar gárgolas de piedra que vienen a la vida, con cañones, payasos en la Expo de París de 1937, niños calvos perdidos, y un número musical al más puro estilo Bollywood. Destacan Caleb Landry Jones y Christoph Waltz, los únicos conocidos, y toda la parafernalia que rodea el film, cena pantagruélica incluida. A Besson se la trae floja y Drácula duerme de noche. Bravo.
La larga marcha (The Long Walk) de Francis Lawrence. Pues me ha gustado, ya sea por su imparable ritmo y tensión, por el viaje de amistad que se marcan los protagonistas (abrumadores Cooper Hoffman – Licorice Pizza – y David Johnson – Alien: Romulus – ) , y por la crudeza de la historia, que pese a quien pese, tiene mérito el empaque que tiene, su sentido del ritmo, y la barbarie que transpira. Creo que el plano final suena como a inacabado, pero no obstante es de lo mejorcito de este año de múltiples adaptaciones de Stephen King o su alter ego Richard Bachman.
Predator: Badlands de Dan Trachtenberg. Tercer giro de Trachtenberg al renovado universo Depredador y … bueno, a lomos de un monigote cuqui y el cambio de papeles. Se ve, entretiene, y no tiene freno, pero también adolece de factor monín que te trastoca lo que has mamado tantos años (la sombra de Disney es alargada), aunque la doble presencia de Elle Fanning (quien no la recuerda de Super 8 o The Neon Demon) haga sentir que funciona todo como un tiro. Tiene momentos potentes, la flora y fauna del planeta, ese reto al que tiene que hacer frente el depredador, el último tercio… pero, a la larga, pierde la esencia del cazador. Prey explotaba lo clásico desde otro punto de vista, Predator: Asesino de Asesinos hacía lo mismo multiplicado por tres, Predator: Badlands invierte papeles y humaniza a la criatura… error. Lo dicho, se deja ver y es entretenida. Y ya.
Un cartel de La larga marcha
Bugonia de Yorgos Lantimos. Que bueno es no leer, no echar la vista atrás, y no saber. Bugonia es mágica, tanto como el aspecto robótico de Emma Stone o el de agonizante despojo de Jesse Plemons. Lanthimos nos hace pulular entre lo salvaje y escalofriante, entre la comedia surreal elevada a la enésima potencia y la violencia emocional y física. Ya de paso se ríe de los pseudocientíficos, los flipados, y otras muchas cosas. Bugonia es un remake de un film coreano de 2003 (Salvar el planeta Tierra), sí, pero el arte, es arte, y Lanthimos no para de pergeñar cosas únicas, diferentes, entrañables, paranoicas y divertidísimas. De lo mejor del año y cumplida esperanza. No leáis, ved.
Together de Michael Shanks. Si en 1989 Brian Yuzna hubiera fusionado Society con los problemas en las relaciones de pareja, su lado manipulador o los complejos de Peter Pan, hubiera fabricado Together. Aquí el debutante Michael Shanks fabrica un producto potente pero decreciente, que transita entre el terror más puro con reminiscencias a los oscuros secretos tras Gueules noires, The Empty Man, Las Ruinas o La Cosa de Carpenter, algunos jump scares de altísimo rango y mejor efecto, y un body horror prometedor, que augura una muy desagradable experiencia pero que, a la larga, no resulta tan grotesco como podría haberse imaginado (o deseado). Probablemente el conjunto apuesta por el decrescendo y se quede un pelín descafeinado, yendo de más a menos, y en el fondo engañando ya que Shanks promete la perplejidad en esos dos primeros tercios de película… pero acaba echando el freno de mano. Dave Franco bien, Alison Brie regulera, Damon Herriman me pone nervioso.
Una casa llena de dinamita (A House of Dynamite) de Kathryn Bigelow. Nunca 19 minutos dieron para tanto. La Bigelow sigue inmersa en una cinematografía arriesgada, laboriosa y que no se corta a la hora de mostrar las impurezas del primer mundo en el que vivimos. Ahora que Trump reclama volver a hacer pruebas nucleares porque otros las hacen sin permiso, esta película viene a enseñarnos que el botón rojo que tanta guasa hace en otros films es probablemente la tecnología más peligrosa que ha parido madre. El título es una maravilla, y la lluvia de responsabilidades que traslucen entre el elenco de personajes te deja con la boca del estómago totalmente cerrada… jode pensar que si esto ocurriera de verdad nos íbamos todos a tomar por culo en cuestión de minutos, y sin comerlo ni beberlo. Tenéis Una casa llena de dinamita en Netflix.















