septiembre 2021


Han pasado unos cuantos años ya desde el estreno de No respires (Don’t Breathe) de Fede Álvarez. Un lustro después de asistir con estupor a la batalla por la supervivencia entre un grupo de ladrones de poca monta, perdedores, y un exmilitar ciego con todos los ases bajo la manga, menudo despiporre, llega la inesperada secuela… y nunca fue tan inesperada la verdad.

Stephen Lang como el hombre ciego... una pala, un martillo, un lo que sea
Stephen Lang como el hombre ciego… una pala, un martillo, un lo que sea

En la línea de su predecesora: película de acoso a las bravas modo home invasion invertida ahora adornada con tráfico de órganos, salvajismo a martillazo limpio, y otras barbaridades; llega una nueva experiencia donde el dúo Álvarez / Rodo Sayagues rizan el rizo. La violencia y la brutalidad dan un giro inesperado y se vuelven esta vez contra el extraño e infame personaje ciego encarnado por Stephen Lang allá por 2016. Esto, como podrás comprender, resulta totalmente adecuado dado el pasado de nuestro protagonista, sin embargo, nunca una película anclada en el más oscuro y vil de los lados se pudo percibir como una película de venganza por derecho, o un ser tan despreciable como el ciego protagoniza fue encumbrado al honor de antiheroe y salvador… un "merecido" farewell en toda regla. No respires 2 da por lo tanto un giro más y enfrenta al hombre ciego a una banda de seres deleznables (más que él) que le dejan bien y todo. Así está el tema, nada más que decir.

Rodo Sayagues es el que lleva el mando en No respires 2, se trata ya de paso de su debut como director tras escribir para / junto a Fede Álvarez la futura Texas Chainsaw Massacre, algún episodio de la serie "Calls", No respires, la brutal Posesión infernal (Evil Dead) y el famoso cortometraje Ataque de Pánico. Y no se le puede negar, no lo hace nada mal. Sayagues hace un buen trabajo, cine de serie B, 100% disfrutable y muy pero que muy salvaje. Se apoya en elementos vistosos como el usar poco o nada armas de fuego y derivar la violencia a un entorno más físico, palpable e impactante merced al uso de martillos, machetes, destornilladores, palas, bloques de cemento, etc. Esto da pie a que los niveles de gore sean hasta notables pese a ser un film estrenado en pantalla grande.

En definitiva, No respires 2 no es la quintaesencia del subgénero home invasion, pero con los tiempos que corren se puede ver, disfrutar y más flipar un rato viendo como un cafre de tomo y lomo, el implacable hombre ciego, se torna en héroe inusual. Con dos cojones.

Siguiendo la línea del primer cartel de No respires, No respires 2
Siguiendo la línea del primer cartel de No respires, No respires 2

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Una semana después de verla y disfrutarla hay que comentar que con el estreno de Dune de Denis Villeneuve se ha dado un paso que durante mucho tiempo nadie se atrevió, o se le permitió, dar: realizar una nueva adaptación de la seminal obra de Frank Herbert tras la archifamosa, vapuleada, e icónica versión de David Lynch… calzón verde / torso desnudo de Sting incluido.

Paul Atreides, preparado para practicar con el escudo personal
Paul Atreides, preparado para practicar con el escudo personal

Venga, obviemos innecesarias comparaciones y situémonos de lleno en este 2021 (pretendido 2020). Este es el nuevo Dune, sin dudarlo, la propuesta cinematográfica más arriesgada, con permiso de La llegada (Arrival), de la gloriosa y superlativa carrera del canadiense Villeneuve, y no me quedo corto si somos conscientes que el guión escrito a seis manos por Jon Spaihts (Prometheus), Eric Roth (El curioso caso de Benjamin Button) y el ínclito director, cuenta esta vez parcamente la mitad de la historia prometida. Ahí es nada, nos adentramos en el traidor e inmenso universo de Dune a medio gas (en cuanto a historia claro), pero con un resultado superior y a la altura de quien lleva el mando. El riesgo está servido y, pese a todo lo que pueda pasar, bien merece la pena disfrutarlo.

La gargantuesca propuesta de Villeneuve es en su mayor prioridad una abrumadora sorpresa visual, una fuerza de espectáculo donde uno no tiene mayor opción que quedarse boquiabierto ante la grandiosidad de Arrakis, disfrutando durante unas nada largas dos horas y media de un viaje donde las sensaciones juegan un papel fundamental para acabar siendo, el espectador, parte de esta nueva aventura. Dune es un producto inmersivo, saca provecho de las actuales excelencias técnicas para enriquecerse del rico y sofisticado material original del autor literario, acomodando su narración (mesiánica, profética y manipuladora), a un mundo de grandeza donde todo es basto… se mire por donde se mire. Por ahí tenemos los omnipresentes sueños de Paul Atreides (encarnado por ese muy escuchimizado y ultra pálido Timothée Chalamet, pero que mola), sueños que además de presentarle a su futura compañera Chani (Zendaya también mola), le hacen entrever el destino que le espera como elegido de un pueblo dominado… los Fremen. Las sensaciones son contradictorias, está el malestar de las Bene Gesserit, comandadas por una para nada extravagante Reverenda Madre Gaius Helen Mohiam (Charlotte Rampling), y los constantes intentos del Duque Leto (Oscar Isaac) por ver en su hijo el heredero de su sello de lacre y del legado de la familia Atreides, pese a la artificialidad manipulada de la gestación de su heredero. En medio del fregado una muy sobresaliente Rebecca Ferguson, nueva y decisiva Lady Jessica, o el propio barón Vladimir Harkonnen, un Stellan Skarsgård que viene para mutar en coronel Kurtz pero adornado como si de un zeppelín humano se tratara.

De visita por Dune con Lady Jessica, Chani, Stilgar y Paul
De visita por Dune con Lady Jessica, Chani, Stilgar y Paul

Y hay más: los rituales Sardaukar, la bestia Rabban (Dave Bautista), el uso de la Voz, Gurney Hallek (Josh Brolin), Duncan Idaho (Jason Momoa), los gusanos… etc., etc., etc. Todo cabe en esta primera parte que pese a su inmensidad se nota tocada, cortada por momentos, con secuencias extrañas y ciertamente inconexas como por ejemplo la presentación de Stilgar (Javier Bardem), o la prueba con la Reverenda Madre (algo no encaja…). El film en si no sufre, pero la narración hay momentos que resulta abrupta. Pero bueno, Villeneuve te sigue ganando con su trabajo, con la dimensión de su Dune y con una banda sonora obra de Hans Zimmer donde hay espacio para lo tribal, la ciencia ficción y sus habituales habilidades. En definitiva, Dune es de ver una vez, dos, si cabe tres… y desear que llegue el ansiado resto.

Cartel de Dune, de Denis Villeneuve
Cartel de Dune, de Denis Villeneuve

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El director mexicano Guillermo del Toro regresa a la gran pantalla tras un largo descanso, La forma del agua (The Shape of Water) es de 2017, y comparte el primer avance de Nightmare Alley, remake del clásico de 1947 protagonizado por Tyrone Power, El callejón de las almas perdidas.

Estamos ante una de cine negro de la mano de Del Toro y, todo sea dicho, apunta muy alto como era de esperar. En Nightmare Alley un ambicioso feriante (Bradley Cooper), con talento para manipular a la gente con pocas y bien elegidas palabras, se junta con una psiquiatra (Cate Blanchett) aún más peligrosa que él… El reparto es muy potente, además de Cooper y Blanchett, por ahí andan Toni Collette, Willem Dafoe, Richard Jenkins, Rooney Mara, o el obligado Ron Perlman. Llegará en diciembre, el mes que estrenarán todo este año… menuda locura.


Primer cartel de Nigthmare Alley

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Cine, GdT .
 

Si bien tengo en la recámara lo nuevo de Marvel Studios me apetece hablar, mucho, de Maligno (Malignant), la nueva incursión en el terror más inesperado del maestro James Wan, y de la que no puedo más que decir que… delicia estrambótica, pizpireta, perversa, revolucionaria y, sobre todo, paranoica e inclasificable. Así la coloqué como una de las esperadas de este 2021. Ojo, Maligno es una película para ver, no para hablar y destripar los secretos que oculta, ya que debe conocerse en la sala de cine donde sea exhibida de la manera más inocente posible (no ha habido pases de prensa y, por encima, la campaña de marketing que la rodea invita a guardar silencio). De esta forma uno la podrá disfrutar y sacarle todo el potencial que en ella se oculta.

Rojo neón para decorar uno de los crímenes que se ven en Maligno
Rojo neón para decorar uno de los crímenes que se ven en Maligno

Dicho esto, el juego que el señor Wan ha hecho con Maligno es muy pero que muy turbador. Tras varios años paladeando sagas de esas que amasan pasta ya por pura inercia, Fast & Furious 7 y Aquaman, y adentrarse a sobreexplotar el universo The Conjuring que con delicadeza ha construido – si bien su última aportación como director ha sido Expediente Warren: El caso Enfield (The Conjuring 2), como productor Wan está siempre ahí dando a conocer a sus criaturas (La monja, La llorona o Annabelle) -, la película esta parece nacida hace tres lustros, en un momento en el que un novato Wan nos ofrecía sorpresas con giros y engaños inconcebibles bajo títulos como Saw o Silencio desde el mal (Dead Silence). Es Maligno un regreso a este tipo de cine, uno que no necesita florituras, y que basa la sencillez de su historia en lo puramente disparatado de la misma.

Maligno nos presenta a Madison (Annabelle Wallis), una mujer torturada primero por su violento marido maltratador, segundo por su tercer intento de embarazo (dos abortos previos la tienen totalmente machacada), y tercero por las repentinas visiones de aparentes violentos crímenes perpetrados por un enigmático asesino. Cuando estas visiones se tornan en realidad, el pasado de Madison reaparece y… aquí es cuando se te queda el culo torcido y no puedes más que rendirte ante este divertido y terrorífico esperpento gestado por un James Wan con mayúsculas, Ingrid Bisu y Akela Cooper (la guionista).

Annabelle Wallis, cara de susto así todo el rato... una jefa
Annabelle Wallis, cara de susto así todo el rato… una jefa

Maligno innova, no cabe duda, pero también se apoya en rocambolescas propuestas destacadas de fuentes tan dispares como por ejemplo el argumento de Los ojos de Laura Mars (Eyes of Laura Mars), en los crueles acontecimientos acontecidos en House on Haunted Hill, o incluso en la interminable locura asesina de Terminator. Sí, hay espacio para todo, y también para que a cada minuto un nuevo camino se abra y que toda la expectativa previa se disipe en pos de un nuevo delirante final. Maligno bebe también del mejor giallo, no sólo por su enigmática fotografía con tonos recargados y vibrantes que recuerdan al mismísimo Luciano Tovoli, si no por el despiporre sangriento a manos de un asesino "enmascarado" y armado con un arma única y característica. Maligno nos imbuye también alma ochentera con una potente banda sonora de Joseph Bishara y que hace que todo el impacto sea mayor si cabe. Maligno es también diferente, se aleja de precuelas, secuelas y remakes, tratando de ofrecer algo nuevo que, por estrambótico que parezca, resulta en realidad maquiavélico, desenfadado y disparatado.

Ah, ni que decir tiene… escena en una celda. La brutalidad llevada al mayor de los extremos. Lo dicho Maligno es un film del 2021 que sin embargo abarca un espectro inmenso dentro del terror pretérito y contemporáneo. De esas que o te enamoran o te desagradan. Fantástica.

Un precioso cartel de Maligno de James Wan
Un precioso cartel de Maligno de James Wan

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Le tenía muchas ganas a Candyman de Nia DaCosta, y reconozco que no me esperaba una secuela directa tan certera, apropiada, innovadora y terrorífica, del clásico cinematográfico gestado por Bernard Rose y protagonizado por la perfecta Virginia Madsen y, sobre todo, el aterrador Tony Todd. El peso esta vez cae en manos de Yahya Abdul-Mateen II, encarnando a un artista que vive en el ya famoso barrio de Cabrini, mutado este en lujosa zona de rascacielos y viviendas no al alcance de la clase obrera.

Yahya Abdul-Mateen II es perfecto para sufrir en sus carnes el misterio Candyman
Yahya Abdul-Mateen II es perfecto para sufrir en sus carnes el misterio Candyman

Este Candyman se separa de la versión original yendo por otros derroteros que pese a lo arriesgado funcionan, y vaya que si funcionan. Queda claro desde ya que el enfoque Jordan Peele es omnipresente en SU cine, y, siendo esta una de sus producciones, Nia DaCosta comulga con la siempre interesante causa pariendo una clara extensión más dentro del cine de su benefactor que de la propia identidad del ser nacido en el ghetto. Candyman por lo tanto es muy fiel a su pasado, explorando el porqué de este enigmático ser que, en forma de Daniel Robitaille, comenzó a desollar a todo aquel que se atreviera a citar su nombre cinco veces frente a un espejo. Pero con el pecho hinchado va un paso más allá y moldea con violenta crudeza esta historia de marginación social, supremacía, opresión y, directamente, odio. Vamos, llega con recordar Déjame salir y Nosotros para comprender el aporte que Peele le ha dado al relato de Clive Barker. Un aporte que viste esta secuela para que deslumbre.

Las elaboradas secuencias de Candyman, obra de Nia DaCosta
Las elaboradas secuencias de Candyman, obra de Nia DaCosta

Además de lo anteriormente comentado, Nia DaCosta, su directora, se encumbra como una artífice sobresaliente, capaz de concebir secuencias potentes con un muy preciso trabajo de cámara y unos ingeniosos y sutiles planos donde el espejo, arma necesaria en el universo Candyman, adopta un protagonismo decisivo. Valga nombrar la secuencia inicial, brutal homenaje a la rodada por el maestro Bernard Rose pero, innovando, de manera invertida. Igualmente, notables las secuencias en modo teatro de sombras chinas, y todos los momentos gore, que los hay. Sí, podrían ser más explícitos estos instantes de horror no contenido, pero no obstante dado el cine de hoy en día es encomiable el esfuerzo realizado. Para rematar destacar el papel de Yahya Abdul-Mateen II, creciente estrella que aquí sufre en carnes, y nunca mejor dicho, un mal que va más allá de lo que hasta ahora pensábamos.

Y más secuencias gloriosas, no exentas de sangre pero pasadas por el filtro del plano inconcebible
Y más secuencias gloriosas, no exentas de sangre, pero pasadas por el filtro del plano inconcebible

Para rematar comentar que el responsable de la banda sonora, Robert Aiki Aubrey Lowe, recupera y altera algunos de los extractos de la magistral pieza musical compuesta Phillip Glass para el ya clásico de los años 90. En fin, Candyman debe ser vista y disfrutada, entendida en cuanto a lo que pretende contar aprovechando un relato de terror y leyendas urbanas para contar mucho más en tiempos turbios socialmente hablando.

Precioso cartel de Candyman
Precioso cartel de Candyman

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