Quentin Dupieux es único. Inimaginable Rubber, imposible Wrong, inconcebible Wrong Cops, surrealista Réalité… pendientes sin ver Bajo arresto (Au poste!) y la reciente La chaqueta de piel de ciervo (Le daim). Este año el Festival de Sitges se nutre de su último trabajo como director / guionista: Mandibules.

Dominique, la mouche
Dominique, la mouche

Cuando dos amigos ingenuos, Manu (Grégoire Ludig) y Jean-Gab (David Marsais), encuentran una mosca gigante atrapada en el maletero de un automóvil, deciden entrenarla con la esperanza de ganar mucho dinero… y ya está. Un nuevo sinsentido altamente recomendable donde lo surreal campa a sus anchas de principio a fin, y ojo, no ya tanto los la mosca gigante que los dos protagonistas pretenden educar para que, cual circo de pulgas, les acabe montando en el euro, si no por el mundo de Wayne en el que estos dos viven. Dupieux vuelve a gestar uno de sus habituales productos donde la naturalidad de su historia que completamente desbordada por un imaginario que ya es marca de la casa. Todo ocurre como tiene que ocurrir, pero a la idiotez de estos dos amigos de la infancia hay que sumar las situaciones más insospechadas e inesperadas. Nada de lo que ves puede o debe ocurrir, pero ocurre. Esa es la grandeza de Quentin Dupieux, todo lo que ofrece es diferente, cómico, inconcebible y carente de todo sentido de la razón. Mandibules es una pequeña joya, ideal para aquellos que han disfrutado con singular anonadamiento la vida de este francés que hace cosas impensables. Mola. Y ojo, acompañando a estos dos la maravillosa Adèle Exarchopoulos en su papel más inclasificables, sin rivalizar para nada con su participación en la extremadamente húmeda La vida de Adèle (La vie d’Adèle).

Cartel de Mandibules
Cartel de Mandibules

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