Opinión


De cuando en cuando uno no puede más que agradecer a M. Night Shyamalan un poco de frescura en el cine. El director responsable de joyas del género del "te dejo el culo torcido" como El sexto sentido (The Sixth Sense), El protegido (Unbreakable) o El bosque (The Village), se lanza e cabeza con una adaptación comiquera, y no con una idea propia salida de su intrincada mente.

Esta vez llega a la gran pantalla Tiempo, título menos tétrico que Old (el usado en los mercados internacionales y original), adaptación del magnífico cómic "Castillo de Arena" de Frederick Peeters y Pierre-Oscar Lévy, y editado en España por Astiberri. Shyamalan se muestra respetuoso con la obra de Peeters y Lèvy, pero al tiempo no duda en aportar su personal marca de la casa. Ese detalle, este granito de arena tan acertado para completar el castillo del título original, cuaja perfectamente y da forma a una obra que si bien ha sido trasladada con rectitud y respecto mayúsculo, si fuera totalmente fiel no terminaría de funcionar en el medio cinematográfico, o al menos no para el gran público al que va dirigido.

Shyamalan aborda la producción de Tiempo de forma clásica y mínima, puede que forzada por el momento del rodaje (en plena pandemia), donde predomina su personal mano, una plaga de primeros planos desenfocados, o transiciones que van y vienen para dar significado y sentido a la cambiante situación. Todo funciona. Tiempo es una adaptación complicada, pero Shyamalan hace suyo el film y no desentona en su habitual cinematografía. En Tiempo nos vamos a un caribeño resort donde coinciden familias de diversa condición. Tres de estas familias son invitadas a pasar una jornada de relax en una apartada playa donde los segundos se convierten en horas, y las horas en años. No hay escapatoria. Vamos, que el clásico pensamiento de irte a un lugar apartado donde el tiempo no pase y parezca que este se ha quedado congelado, es triturado por completo y convertido en horror. Las reglas cambian y así lo padecen los protagonistas. Lo idílico de la situación se convierte en agonía humana, angustia, momentos de terror, ansias por ser rescatados del incipiente e ineludible desenlace al que nos enfrentamos viendo el film. No hay freno, cada minuto pasa algo, en cada cambio de plano la tensión crece, todo cambia. El grupo de protagonistas sufre, el espectador también pero pegado a su butaca. Shyamalan va poco a poco ahondando en el misterio, tirando del hilo de la madeja que ha creado, se profundiza en el terror que subyace en el hecho del paso acelerado del tiempo. Todo es perfecto hasta… la llegada de una extensión del final torpe cosa fina. Ahí es donde Shyamalan se equivoca por completo, y donde su magia tropieza. Las cosas hay que dejarlas pasar, cerrarlas cuando ya estamos todos con la congoja a cuestas. Pero no, esta vez la decisión nos enfrenta a una sobre explicación y una exposición aparatosa y tristemente ridícula del por qué y el cómo.

Shyamalan se apoya en un reparto exento de grandes estrellas, pero plagado de rostros conocidos como los de Gael García Bernal, Vicky Krieps (gloriosa en la abrumadora El hilo invisible), Rufus Sewell (protagonista de la mítica Dark City), Alex Wolff (sufridor número uno del terror elevado Hereditary), Thomasin KcKenzie, Abbey Lee (una de las reinas de The Neon Demon) o Ken Leung (de los míticos de "Perdidos"). Uno a uno tiene su momento, sufren, aportan matices, proponen y ven pasar el tiempo. Lo malo, nadie te llega a importar del todo, pero lo mismo ocurre con la obra de Peeters y Lèvy, el foco está puesto en la desesperación, el ansia de vivir, en el inevitable paso del tiempo.

En definitiva, Tiempo está bien. No es el mejor Shyamalan, pero es entretenida, perversa y desesperante. Cruel, terrorífica por momentos y de las que te mantienen pegado hasta su verdadero final. Luego unos minutos de innecesario te voy a explicar el cómo que, aunque un tropiezo, no logran dinamitar una película muy notable.

Cartel de Tiempo, Old en original
Cartel de Tiempo, Old en original

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Con más de un año de retraso por culpa de esta cansina pandemia que no parece tener fin, ha llegado a los cines / Disney + Viuda Negra (Black Widow) de Cate Shortland, desconocida directora afincada en el cine germano de corte dramático cuando fue fichada por Marvel Studios para hacerse cargo del proyecto. Año y medio después de tener el film terminado podemos ver al fin el esperado regreso del MCU a los cines tras el impactante final de la Fase 3. Viuda Negra marca el punto de inicio del gran cambio que se supone será la Fase 4, y de las que si nada se tuerce veremos este año Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos (Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings), Eternals y Spider-Man: Sin camino a casa (Spider-Man: No Way Home).

La verdad, Viuda Negra es un paso atropellado e incierto dentro del siempre dinámico, espectacular y colorido MCU. De la misma forma que ocurriera con la secuela de Ant-Man (Ant-Man y la Avispa), Viuda Negra adolece en este caso del poco apego que genera el personaje protagonista en solitario, amoldada en una historia sin verdadera fuerza, bien construida eso sí, pero que no saca el esperado jugo a lo que debería hacerlo: su impactante y molón gran villano (que no lo es) Taskmaster / Supervisor, residual de principio a fin y ensombrecido por su intrahistoria (forzada y por completo alejada de su base comiquera). Gracias a dios salva el conjunto la presencia de David Harbour enmascarado como el ridículo Guardián Rojo, ese equivalente soviético al Capitán América que, entrado en kilos y totalmente pasado de vueltas, sirve como alivio cómico al malestar general del drama de Natasha Romanoff (Scarlett Johansson), siempre molona, y su "hermana" Yelena (Florence Pugh), perfecta en sus funciones y como explotadora de la gracia que más se repite en el film.

Obviamente Viuda Negra no puede ser como el resto de films del MCU: el peso no recae sobre un ser con poderes y tampoco dispone de los medios necesarios para montar una feria pirotécnica. Tampoco se le debe pedir eso, sería muy injusto. Debe por ello ser encajada en ese conjunto de producciones más mundanas, de grandes moratones, cortes, costillas rotas y mucho dolor de cabeza. Viuda Negra se convierte así en un rip-off de cualquiera de los films de la saga de Jason Bourne o de la reciente y molona Atomic Blonde… pero sin llegar a molar tanto como estas. Sí es conspiranoica, sí monta buenas peleas, pero a nivel guión llega muy justita y encima pretendiendo rellenar unas muy largas dos horas y cuarto. Hay elementos que funcionan bien, ese inicio en los 90 al más puro estilo Un lugar en ninguna parte (Running on Empty) o el plan de dominación de Dreykov (Ray Winstone), copia / pega Treadstone, pero otros no tanto…

La nueva supreproducción de Marvel Studios se queda algo así como en un intermezzo de los del Hollywood más clásico, en una nota al pie de un conjunto cinematográfico espectacular. Sirve para introducir a un personaje que tendrá mucha importancia, Yelena, y para decirnos en qué invirtió su tiempo Natasha tras Capitán América: Civil War (Captain America: Civil War). Ni bien, ni mal.

Cartel molón de 2020 de Viuda Negra
Cartel molón de 2020 de Viuda Negra

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Al fin he podido echar un vistazo al retorno / "intento de reboot" de una de las sagas más longevas dentro del mundillo del terror / gore moderno, en este caso cercano en diversos momentos al torture porn con limitaciones.

Spiral: From the Book of Saw de Darren Lynn Bousman, Spiral: Saw en España, quería ser considerada, y así la trataron de vender, como la renovación a la saga parida por el dúo dinámico formado por James Wan, director, y Leigh Whannell, guionista y mente perversa que pergeñó el punto de partida de este juego macabro sin fin. Sin embargo, Spiral es más un subproducto, enésima vuelta de tuerca, que un ligero soplo de aire fresco para la franquicia. Estaba claro que con Lynn Bousman a los mandos, responsable del segundo, tercer y cuarto episodio de la saga Saw, la cosa iba a terciar más por lo continuista que por lo innovador. Pero uno tenía la esperanza de que la participación de Chris Rock, Max Minghella y Samuel L. Jackson iba enfocada a dar un giro completo y remodelar las bases del sello. Error.

Spiral: From the Book of Saw es una más, no mejor, dentro del mundo de truculencias y excesos del universo de Jigsaw, pero sin Jigsaw. Con Tobin Bell ya retirado, lo que nos propone Lynn Bousman y sus guionistas Josh Stolberg y Pete Goldfinger (colaboradores habituales con films como Saw VIII y Piraña 3D a sus espaldas), es más de lo mismo, con algún simpático guiño al film origen de Wan / Whannell, pero plagado de despropósitos en su argumento… que lo tiene, aunque haga aguas por todas partes. La película es previsible, anecdótica y, en serio, hasta absurda. Samuel L. Jackson es un títere, nunca mejor dicho, y el peso cae de principio a fin en Rock, un actor de comedia que desde sus orígenes (inaguantable ya en Arma Letal 3) cuesta digerir cuando sale en pantalla. ¡Si hasta parece un trasunto del mejor Denzel Washington con esa barba sin bigote y esa pose de pega! El punto serio está ahí, pero uno ve a Chris Rock y teme que en cualquier momento se ponga a soltar un speech a los "SLN". El resto carnaza clásica, muertes grotescas, no tengo claro si muy originales, y desde luego un agujero negro en su guión. No hay sorpresa y por mucho que pretendan no evitan el "sota, caballo y rey".

En fin, Spiral: From the Book of Saw, una más del montón dentro del género y desde luego gama medio / baja dentro de una franquicia que lleva con nosotros cerca de 20 años, Saw es de 2004, arrastrando, ya con este, 9 films. Alguien debería recopilar los inventos del matarife y analizar lo perversa que puede ser la mente de un guionista.

Cartel de Spiral: From the Books of Saw
Cartel de Spiral: From the Books of Saw

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Cuando uno termina de ver Ejército de los muertos (Army of the Dead) del moderno pero disperso Zack Snyder piensa… piensa… piensa. Piensa largo y tendido y se acaba preguntando, ¿qué narices he visto? Por lo pronto dos horas y media de película, dos horas y media que tanto te levantan el hype como te arrastran por el fango y ya de paso te dan un par de patadas en el estómago.

Ejércitos de los muertos... pim pam pum
Ejércitos de los muertos… pim pam pum

Ejército de los muertos es una película curiosa, pero cúmulo tanto de cientos de despropósitos que la hacen severamente autoparódica, como de ideas potentes en una evidente guerra perdida contra una nueva gama de zombis. Snyder se apoya como guionista, nunca ha sido su fuerte, en el trabajo de Shay Hatten (responsable del escrito de la no tan molona John Wick: Capítulo 3 – Parabellum) y Joby Harold (otro que tal baila merced a trabajos como el de Rey Arturo: La leyenda de Excalibur… esperemos que "Obi-Wan Kenobi" sea un giro en su carrera como guionista). Este trío de mentes preclaras se sacan la chorra y proponen una película disparatada (50% aburrida – 50% entretenida) donde uno se puede encontrar retazos de los Doce del patíbulo (Dirty Dozen), Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull), La cuadrilla de los once (Ocean’s Eleven) o La tierra de muertos (Land of the Dead) nivel paja mental lo más gorda posible.

Ejércitos de los muertos... pim pam pum
Ejércitos de los muertos… pim pam pum

Snyder monta por lo tanto el mayor de los popurrís imaginables, apoyándose en un reparto bastante nivel medio-bajo al amparo de un peso pesado como Dave Bautista, profesional donde los haya que da el do de pecho de principio a fin y que mantiene la épica de este viaje al infierno más palomitero… por no decir que menos mal que está él para llevar el peso porque si no por el sumidero se va la película entera. Ejército de los muertos navega por la acción digna, con momentos gore truculentos bastante logrados y gratamente recibidos, pero se escurre también en dilatados absurdos, omnipresentes tópicos, decisiones pizpiretas y otras tonterías. El nivel de ridículo no tiene fin, y los gags se difuminan entre agradecidas muertes slow motion marca de la casa.

En fin, Ejército de los muertos sirve tanto para aburrirse como para entretenerse en un mar de zombis, cine de acción muy bien rodado e ideas muy tontunas. Hay que reconocer que lo nuevo de Zack Snyder no tiene ni pies ni cabeza, pero lo divertido es que pese a todo se deja ver, tiene sus méritos y el drama supera lo imaginado. Ahí se luce, y Ejército de los muertos acaba siendo un muy agradecido quiero y no puedo… pero en el fondo… mola.

Uno de los muchos carteles molones de Ejércitos de los muertos
Uno de los muchos carteles molones de Ejércitos de los muertos

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El universo Mortal Kombat creado por Midway a principios de los 90 regresa, tras muchos inmerecidos años de ausencia, a la gran pantalla de la mano de Simon McQuoid, un total desconocido, pero con el apadrinamiento de un peso pesado como James Wan… el resultado es muy entretenido y se agradece.

Liu Kang y Kung Lao... dispuestos a partir la pana
Liu Kang y Kung Lao… dispuestos a partir la pana

Muchos años después de las terribles, aunque simpáticas y loables, visitas al universo pergeñadas por Paul W.S. Anderson y John R. Leonetti, en connivencia con Christopher Lambert, vuelve Mortal Kombat con espacio para míticos luchadores como Sonya Blade, Kano, Lord Raiden, Jax, Liu Kang, Shang Tsung, Sub-Zero, Scorpion, Goro, Kabal, Nitara, Kung Lao, Reiko, Mileena o una especie de Reptile – hay que reconocer el buen combinado de personajes de toda la saga -, además de un sinfín de guiños a la franquicia en forma de frases (Kung Lao largando eso de "una victoria impecable"), diversos fatalities trasladados directamente del videojuego a la pantalla, o referencias a presencias no vistas en esta película como el mismísimo Shao Kahn. Entre todo este gran si para el fan de la franquicia MK, un giro inesperado y dudoso… el protagonista es Cole Young (Lewis Tan), personaje inventado para la película que nunca antes tuvo presencia en el violento mundo de Mortal Kombat. ¡Zasca!

Por fatalities que no sea... Jax vs. Sub Zero
Por fatalities que no sea… Jax vs. Sub Zero

Podríamos enfadarnos y pensar que Greg Russo y Dave Callaham, guionistas del film, tomaron la de Villadiego apostando por una de las decisión más rocambolescas y jamás imaginadas para MK: la creación de este Cole Young y su inclusión en un universo en el que, seamos claros, por personajes no será. Pero sin lugar a dudas lo que de partida podría parecer una decisión incoherente, se torna en un golpe de efecto para dar una base narrativa acertada al mundo de peleas sangrientas y muertes violentas sin aparente sentido. Mortal Kombat tiene una base de personajes indudablemente portentosa, pero qué sentido tiene dividir el protagonismo apostando por un centro de atención (¿a quién quieres más?, ¿Sonya Blade?, ¿Liu Kang?, ¿Scorpion?) si lo que puedes hacer es que todo el elenco de luchadores se pongan alrededor de un personaje por descubrir y con el que puedes hacer lo que te dé la gana (como si no regresa en una hipotética segunda parte). Vamos, Russo y Callaham han decidido no alterar mucho la historia de los iconos del videojuego, amén, sirviéndose de un nuevo personaje que actúa como hilo enhebrado en una aguja que cose una bufanda plagada de tradiciones en esta longeva saga (un torneo milenario, unos luchadores elegidos, peleas a muerte por salvar el destino de nuestro mundo).

Mileena, una versión adaptada del personaje que no estás del todo mal
Mileena, una versión adaptada del personaje que no estás del todo mal

Con estos mimbres el resto es dar rienda suelta a la historia más esperada… un combate entre dos mundos, donde los campeones de cada uno se partirán la crisma. Listo. Hay lo que uno espera y que nunca se nos había dado, violencia, sangre, brutalidad. Fatalities molones, peleas bien coreografiadas (unas mejor que otras eso si), y un "ahí queda eso, ahora dame pasta para justificar que exista una segunda parte". Mortal Kombat no pasará a la historia, pero está bien hecha, la trama se mantiene, entretiene y hay hasta espacio para la comedia. Peca eso si, de la ausencia de un peso pesado. Hay gente muy molona como el propio Tan ("Into the Badlands"), Joe Taslim (The Raid o The Night Comes for Us), Tadanobu Asano (Thor), Chin Han (El caballero oscuro) o Hiroyuki Sanada (Sunshine), pero estos nombres no son imán suficiente, menos gente como Jessica McNamee (Megalodón), Josh Lawson, Mehcad Brooks ("Supergirl"), Ludi Lin (Power Rangers), Max Huang o Sisi Stringer. Falta ese reclamo para llamar más la atención, si bien es de esperar que el fandom cumpla y apoye el film, y que el boca a boca invite a visitar la sala de cine porque la película lo merece. Mortal Kombat mola.

Póster final de Mortal Kombat
Póster final de Mortal Kombat

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Regreso a una sala de cine para ver Godzilla vs. Kong tras unos cuantos meses ausente, Wonder Woman 1984 fue la anterior.

Lo que uno se encuentra es, en un minúsculo lado derecho de un glamuroso ring mainstream, a Adam Wingard, director para muchos desconocido, pero tipo solvente y con buena mano que ha sabido entretenernos en ya obligados clásicos del género como Tú eres el siguiente (You’re Next) o The Guest, ambos escritos por su inseparable Simon Barrett, o breves segmentos de miedo en el cuerpo en dos de los films de la saga V/H/S (los mejores). Vamos, todos son productos francamente recomendables destinados no obstante al público más festivalero. Claro está, ocupando el resto del ring, lado izquierdo, centro y seguramente mucho más (Wingard es muy pero que muy pequeñito), dos icónicos colosos que se parten la cara por todos nosotros: el simiesco Kong y el repitilíneo Godzilla.

Godzilla vs. Kong... Fight!
Godzilla vs. Kong… Fight!

Cocinada en un molde de clásica historia de lucha de titanes aderezada por mucha radiación, Wingard hace valer los tropecientos millones que ha costado la producción, 200 sin ir más lejos, ofreciendo una poderosa versión moderna de la guerra de las guerras, ya contada explotando a destajo el ahora ya cuasi olvidado concepto man in a suit por la Toho allá por 1962 y de la mano del mismísimo Ishirô Honda. Contando con muchas manos en modo tormenta de ideas apocalípticas (Eric Pearson, Max Borenstein, Terry Rossio, otras vez Dougherty y Zach Shields), los cada día más omnipresentes efectos visuales, me gustaría saber cuánto de imagen real hay realmente en esta película, generan de la nada una versión del relato King of Fighters que transita entre los atronadoramente dinámico y frenético, son varias las secuencias extremadamente largas donde Kong y Godzilla se zurran dejando todo lo que los rodea para el rastro, hasta el mayor de los suplicios… y eso que el resultado final, se agradece, no llega ni a las dos horas.

Como ya ocurriera en los anteriores films de estas sagas, el oculto body count que nadie tiene en cuenta ni referencia sube como la espuma, nada nos importa cuando lo que nos marea, hace falta tener los sentidos fresquitos para seguir las imparables set pieces de acción en detalle, son el titán Kong, tan inmenso o más que en su primera notable incursión de la mano del molón Jordan Vogt-Roberts, y el monstruoso Godzilla, macho alfa que todo lo destroza (demostrado en la visualmente innovadora pero aburrida Godzilla, y confirmado en la segunda de las saga… Godzilla: Rey de los Monstruos).

Como suele ocurrir en toda película de ciencia ficción con base Kaiju, hace falta dar unos cuantos / muchos saltos de fe, jump the shark o nuke the fridge, para entrar de lleno en la exigua trama que se nos propone (al menos en este caso). Dado que los monstruos están para lo que están, todo el alivio cómico / dramático del film descansa sobre los hombros de los humanos protagonistas, por aquí aparecen de nuevo como meros espectadores / comparsa de lo que los efectos visuales pueden llegar a ofrecer: la tierra hueca que viene para quedarse (mola), o la total destrucción de Hong Kong. Graciosos, muy graciosos o tronchantes, son las aportaciones de Alexander Skarsgård, Rebecca Hall, Eiza González y sobre todo Demián Bichir, convertidos todos ellos en clichés. De patio de colegio, entiendo igualmente su fución cómica, están también Millie Bobby Brown, Brian Tyree Henry y Julian Dennison. La música esta vez es de Junkie XL, el nuevo Hanz Zimmer (título ganado a pulso por su excelso trabajo).

Muy entretenida, pero a la par (y con ello entretiene más)… ridícula.

Cartel de Godzilla vs. Kong
Cartel de Godzilla vs. Kong

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Encantado me encuentro… así me siento tras disfrutar de la pantagruélica epopeya Zack Snyder’s Justice League. Nada para de girar en estos momentos, y tras casi cuatro intensas horas (dicen que por cosas del formato y los 25fps del PAL) no puedo más que decir que sí, esta es la Liga de la Justicia que merecíamos, y no la pergeñada, recortada e inacabada (amén de inconexa) versión del azote Joss Whedon, en connivencia con Warner Bros., porque las cosas son así.

El plantel de héroes de Zack Snyder's Justice League
El plantel de héroes de Zack Snyder’s Justice League

Pelillos a la mar no se puede negar que Zack Snyder es un director con un estilo excesivo, pero esa es su marca, así concibe él las cosas, y su cine se caracteriza por esto mismo siempre… siempre… y siempre. Por esto mismo se le puso a parir con el pastiche videojuego / videoclip Sucker Punch, pero otro tanto con Batman v Superman: El amanecer de la Justicia, etc. Haciendo uso de más metraje en slow motion que en todo el que se pueda imaginar en la filmografía de John Woo, y un formato letterbox / 4:3 que la diferencia de lo hecho antes, Snyder construye finalmente su visión, en cierto modo sorprende que se la hayan aprobado, para narrar lo que antes no se hizo: el periplo y las vicisitudes de 6 héroes unidos como son Batman (Ben Affleck), Cyborg (Ray Fisher), Wonder Woman (Gal Gadot), Flash (Ezra Miller), Aquaman (Jason Momoa) y Superman (Henry Cavill), y su batalla contra el titán Steppenwolf (la voz de Ciarán Hinds), protagonista igualmente pero esta vez en busca de redención y del perdón del supremo señor del mal Darkseid.

Darkseid, el villano en la sombra
Darkseid, el villano en la sombra

Dividida en 6 actos, esta versión cimienta su historia en los personajes, sacando del inmerecido olvido al desdibujado en su montaje previo Cyborg, y librando a Flash del servil alivio cómico, cuasi intrascendente, para convertirlo en una parte crítica de este DCEU. Explota además con estilo las relaciones no plasmadas previamente, y que aquí generan impronta propia, emotiva ya de paso, fraguando lo que estaba o está por llegar… Barry Allen, su padre (Billy Crudup) y futura pareja Iris (Kiersey Clemons), Aquaman con el melenudo Vulko (Willem Dafoe) y Mera (Amber Heard), o la totalmente borrada, y base fundamental de esta versión, de Victor Stone, a la postre Cyborg, con su madre y padre (Joe Morton). Ya de paso Zack Snyder’s Justice League concreta al fin la verdadera razón de la búsqueda de las cajas madre por parte del gran villano al que hace frente la Liga de la Justicia. Steppenwolf, expulsado de la derecha de su dios padre, reclama el perdón de este recorriendo el universo cumpliendo un castigo que le avoca a buscar, invadir, aniquilar y seguir buscando.

Steppenwolf, ahora con un propósito y redibujado en todos sus aspectos
Steppenwolf, ahora con un propósito y redibujado en todos sus aspectos

Snyder dibuja de forma más violenta, atormentada y oscura (algo diametralmente opuesto  al enfoque Whedon) esta merecida visión, donde reina la esencia del cine de superhéroes, con secuencias de acción concebidas como espectáculo, y los excesos por doquier, igualmente disfrutables. Hay espacio también para una posible expansión de este DCEU, gracias a presencias conocidas como la de Deathstroke (Joe Manganiello), y otras inesperadas / sabidas como la del Detective Marciano (Harry Lennix), que sirven para asentar la idea que esos sueños apocalípticos deberían seguir dando forma a una saga que, una pena, nunca se verá.

El ahora presente encuentro entre Barry Allen e Iris West
El ahora presente encuentro entre Barry Allen e Iris West

Por lo tanto, es esta Zack Snyder’s Justice League un producto inacabado, uno que si los astros hubieran acompañado a su verdadero padre en su personalmente fatídico 2017, habría terminado convertido en un gargantuesco producto de 12 horas por lo menos… ideal para ser odiada por haters de primera, y para ser encumbrada por el fandom más extremo. Sea como fuere Zack Snyder’s Justice League es el complemento ideal para un universo extendido con estilo propio y perfectamente construido sobre unos pilares de personalidad y estilo. No es una obra maestra (no lo pretende), pero tampoco una mierda infecta (pese a quien pese)… es una película para ser disfrutada de principio a fin y ponerla en su merecido lugar en este universo DC.

Cartel de Zack Snyder's Justice League
Cartel de Zack Snyder’s Justice League

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De vez en cuando y sin previo aviso surgen propuestas cinematográficas inimaginables dentro del infinito mundillo de la serie B más rumbosa y trash. Pasajero oculto (Shadow in the Cloud) de Roseanne Liang, disponible en Filmin desde ya, ha aparecido en uno de esos raros instantes donde los astros se alinean para acabar ocupando un destacado lugar en la lista de películas inesperadas, absurdas, inconcebibles y, sin dudarlo, fabulosas de este extraño 2021.

Junto con Max Landis, personaje controvertido, co-guionista del film e hijísimo, la Liang nos traslada a un momento intermedio de la Segunda Guerra Mundial. La oficial de vuelo Maude Garret (Chloë Grace Moretz se hace mayor) se cuela de sopetón en un bombardero B-17 que hará un vuelo entre Nueva Zelanda y Samoa. Como únicos compañeros de viaje la Garret lleva un brazo en cabestrillo, una extraña maleta, y documentos del alto mando que justifican ser la inesperada y no deseada tripulante de una nave donde la testosterona rebosa. Y hasta aquí lo que podríamos asumir como realista en una cinta bélica al uso. Fin. Motores encendidos, arranca el vuelo y el dúo Landis / Liang nos introducen de pleno en una guerra de sexos / egos, combates aéreos sobre el pacífico y una sesión de pulp puro y bueno, una historia monstruosa, simplemente inexplicable y donde hay espacio para todo… pero todo, todo. La tensión se construye de forma hiperbólica en el minúsculo espacio ocupado por la Moretz y las razones de su viaje, ya que dos tercios del film tiene lugar en el puesto del artillero de la torreta bola (así se llama aparentemente la ametralladora de la panza del avión).

Es complicado seguir hablando sin entrar en el terreno del spoiler y más cuando Pasajero oculto disfruta con su múltiple McGuffin. La película explota su verdadero poderío tan pronto como hace entrada en el terreno de lo improbable, con secuencias de acción imposibles de admitir si uno no opta por ya no dar un salto de fe, si no por tirarse en plancha abrazando la incredulidad en pos de pasárselo bien de principio a fin. Pasajero oculto es además una nueva historia del mejor Rod Serling, no en vano sangre Landis fluye por su guión y era de esperar que el hijo en algún momento de su vida homenajeara a los inicios de su padre. Para rematar indicar que la propuesta de Landis / Liang es también una historia de furia feminista contra un grupo de hombretones empapados en grasa (el más conocido es el secundario Callan Mulvey), acomodados en una era donde la mujer, ya fuera en barcos o aviones, era mal augurio siempre.

En fin, Pasajero oculto, acertado título aunque menos misterioso si comparamos con ese extraño Shadow in the Cloud, es esa primera joyita pulp pergeñada bajo el sello de la serie B más trash e imaginable. A reivindicar ya.

Venga, cartel molon de Pasajero oculto...
Venga, cartel molon de Pasajero oculto…

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El responsable de joyas del desenfreno mayúsculo como las geniales e impagables The Raid y The Raid 2: Berandal, amén de la notable, folklórica y odiada The Apostle, ha creado junto a Matt Flanery, su habitual director de fotografía, una versión renovada de las crudas y salvajes historias de gansterismo… así nace “Gangs of London”.

Gareth Evans, director y mago, levanta con cimientos de sangre y plomo una despiadada historia, repleta de violencia extrema, traición y brutalidad. En lugar de las ya clásicas familias sicilianas o el Bronx, Evans nos traslada a la City londinense y nos presenta un sindicato de crimen donde afloran ingleses de pelo en pecho, los ya clásicos gypsies, traficantes albanos, asesinos kurdos o grandes kingpins iraníes… sin dejar de mencionar irlandeses encurtidos en bañeras de cerveza, comandos militares daneses, carniceros nigerianos, y poderes fácticos que manejan los hilos en la sombra. Tela marinera.

El aparentemente inocente asesinato del jefe de la mafia londinense, Finn Wallace (el veterano Colm Meaney), desencadena una vertiginosa espiral de violencia extrema donde se enfrentan y traicionan las familias más mafiosas del centro neurálgico de la economía británica. En medio del fregado un policía encubierto acaba siendo un sufrido espectador de lujo de esta historia de descenso a los infiernos. Pero el relato va más allá, en una sopa repleta de ingredientes que enganchan, a niveles dignos del material que se mete entre pecho y espalda Billy (Brian Vernel), la “familia” protagonista dirigida ahora por Sean – el Joe Cole de la magnífica y terrorífica Una oración antes del amanecer (A Prayer Before Dawn) o Green Room– se transforma en el centro de todas las miradas, ya sean policiales, como de aquellos que antiguamente les pagaban rédito.

Esta primera temporada de “Gangs of London” es un despiporre, siendo capaz de combinar set pieces de acción como jamás antes se habían hecho para el medio, coreografiadas de forma excelsa y tremendamente sangrientas y violentas, como elaborados juegos de ajedrez donde peones se erigen en reyes y en los que también caen torres infranqueables o mueren reinas aparentemente inmortales. Hay de todo, y todo lo que hay es bueno. A nivel dirección, estamos ante 9 episodios de más o menos una hora cada uno, Evans se rodea de gente conocida como Corin Hardy, director de un par de pelis de terror como la molona The Hallow y la menos molona La monja (The Nun), y Xavier Gens, el veterano director francés responsable de esa sangrienta obra del extremo terror llegado de tierras galas como es Fronteras (Frontière(s)), así de como otros films no tan potentes como The Divide, Hitman o la vista en Sitges hace unos años La piel fría (Cold Skin). Claro está lo que rueda Evans, ese quinto episodio es un home invasion a 1.000.000 rpm, y tanto Hardy como Gens aportan pulso para acabar dando forma a una primera temporada, si nada se tuerce habrá más, que deja el nivel muy alto.

Un póster de "Gangs of London"
Un póster de "Gangs of London"

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Cerca de un año después de su estreno en salas, es momento de dedicar un rato a la muy pero que muy recomendable El hombre invisible (The Invisible Man), acertada reinvención del concepto del clásico de la Universal de 1933 de James Whale, ahora en manos de un director diferente, innovador y, desde luego, siempre cumplidor como Leigh Whannell… llegaba con recordar sus hasta ese momento únicos trabajos: la fabulosa Upgrade, y la correcta opera prima Insidious: Capítulo 3 (Insidious: Chapter 3). Es El hombre invisible una nueva presentación de la historia del científico convertido en monstruo, como lo fuera también la denostada pero a recuperar El hombre sin sombra (Hollow Man), pero esta vez con un trasfondo moderno y tristemente omnipresente en nuestro día a día… el maltrato.

Whannell, además de director es guionista, se apoya en una actriz enorme como Elisabeth Moss ("El cuento de la criada") para transformar un reflejo de uno de los hechos más execrables hoy en día, en una historia de ciencia ficción y terror, y en la que una mujer, Cecilia, se ve atrapada en una relación controladora y violenta con un brillante y rico científico (Oliver Jackson-Cohen). Whannell no invierte tiempo en dar razones o justificaciones, es ciencia ficción al fin y al cabo, y desde el minuto uno ya propone enfrentarnos a las dudas de la protagonista, a un pavor que ha fraguado en su interior a golpes, y ya de paso nos hace sufrir un poco más poniendo en tela de juicio la propia salud mental de Cecilia… ¿Es real lo que cree? ¿Es ella la responsable? ¿Ocurren las cosas cómo vemos que suceden? La película, más cercana al thriller psicológico que al terror puro y duro, juega con una tensión permanente que a cada instante se acrecienta y genera un mayor desasosiego, acompañada esta sensación con una notable banda sonora compuesta por Benjamin Wallfisch (Blade Runner 2049 o La cura del bienestar). La Moss se crece, encarnando como nadie a una mujer superada, aterrorizada y convencida de lo imposible. Whannell crea al hombre invisible del 2020 pero sin dejar de lado los seminales terrores en los que se basa.

Al igual que ocurriera con Upgrade, El hombre invisible no necesita de grandes artificios y parafernalia para dejar claro que los buenos guiones y las mejores ideas son suficientes para dar como resultado films sobresalientes. Por otro lado, poco más de 7 millones de presupuesto para contar una historia actual en un entorno irreal. Leigh Whannell aprendió con James Wan, y ahora no para de demostrar que es uno de los directores de género más a tener en cuenta de aquí en adelante. Tras esta El hombre invisible llegará si nada se tuerce Wolfman con Ryan Gosling, de nuevo la reinvención de un clásico en versión bajo presupuesto pero, no cabe duda, repleta de buenas e innovadoras ideas.

Cartel IMAX de El Hombre Invisible… una historia para no dormir como la copa de un pino
Cartel IMAX de El Hombre Invisible… una historia para no dormir como la copa de un pino

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Publicado por Uruloki en

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