Opinión


Cuando uno termina de ver Ejército de los muertos (Army of the Dead) del moderno pero disperso Zack Snyder piensa… piensa… piensa. Piensa largo y tendido y se acaba preguntando, ¿qué narices he visto? Por lo pronto dos horas y media de película, dos horas y media que tanto te levantan el hype como te arrastran por el fango y ya de paso te dan un par de patadas en el estómago.

Ejércitos de los muertos... pim pam pum
Ejércitos de los muertos… pim pam pum

Ejército de los muertos es una película curiosa, pero cúmulo tanto de cientos de despropósitos que la hacen severamente autoparódica, como de ideas potentes en una evidente guerra perdida contra una nueva gama de zombis. Snyder se apoya como guionista, nunca ha sido su fuerte, en el trabajo de Shay Hatten (responsable del escrito de la no tan molona John Wick: Capítulo 3 – Parabellum) y Joby Harold (otro que tal baila merced a trabajos como el de Rey Arturo: La leyenda de Excalibur… esperemos que "Obi-Wan Kenobi" sea un giro en su carrera como guionista). Este trío de mentes preclaras se sacan la chorra y proponen una película disparatada (50% aburrida – 50% entretenida) donde uno se puede encontrar retazos de los Doce del patíbulo (Dirty Dozen), Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull), La cuadrilla de los once (Ocean’s Eleven) o La tierra de muertos (Land of the Dead) nivel paja mental lo más gorda posible.

Ejércitos de los muertos... pim pam pum
Ejércitos de los muertos… pim pam pum

Snyder monta por lo tanto el mayor de los popurrís imaginables, apoyándose en un reparto bastante nivel medio-bajo al amparo de un peso pesado como Dave Bautista, profesional donde los haya que da el do de pecho de principio a fin y que mantiene la épica de este viaje al infierno más palomitero… por no decir que menos mal que está él para llevar el peso porque si no por el sumidero se va la película entera. Ejército de los muertos navega por la acción digna, con momentos gore truculentos bastante logrados y gratamente recibidos, pero se escurre también en dilatados absurdos, omnipresentes tópicos, decisiones pizpiretas y otras tonterías. El nivel de ridículo no tiene fin, y los gags se difuminan entre agradecidas muertes slow motion marca de la casa.

En fin, Ejército de los muertos sirve tanto para aburrirse como para entretenerse en un mar de zombis, cine de acción muy bien rodado e ideas muy tontunas. Hay que reconocer que lo nuevo de Zack Snyder no tiene ni pies ni cabeza, pero lo divertido es que pese a todo se deja ver, tiene sus méritos y el drama supera lo imaginado. Ahí se luce, y Ejército de los muertos acaba siendo un muy agradecido quiero y no puedo… pero en el fondo… mola.

Uno de los muchos carteles molones de Ejércitos de los muertos
Uno de los muchos carteles molones de Ejércitos de los muertos

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El universo Mortal Kombat creado por Midway a principios de los 90 regresa, tras muchos inmerecidos años de ausencia, a la gran pantalla de la mano de Simon McQuoid, un total desconocido, pero con el apadrinamiento de un peso pesado como James Wan… el resultado es muy entretenido y se agradece.

Liu Kang y Kung Lao... dispuestos a partir la pana
Liu Kang y Kung Lao… dispuestos a partir la pana

Muchos años después de las terribles, aunque simpáticas y loables, visitas al universo pergeñadas por Paul W.S. Anderson y John R. Leonetti, en connivencia con Christopher Lambert, vuelve Mortal Kombat con espacio para míticos luchadores como Sonya Blade, Kano, Lord Raiden, Jax, Liu Kang, Shang Tsung, Sub-Zero, Scorpion, Goro, Kabal, Nitara, Kung Lao, Reiko, Mileena o una especie de Reptile – hay que reconocer el buen combinado de personajes de toda la saga -, además de un sinfín de guiños a la franquicia en forma de frases (Kung Lao largando eso de "una victoria impecable"), diversos fatalities trasladados directamente del videojuego a la pantalla, o referencias a presencias no vistas en esta película como el mismísimo Shao Kahn. Entre todo este gran si para el fan de la franquicia MK, un giro inesperado y dudoso… el protagonista es Cole Young (Lewis Tan), personaje inventado para la película que nunca antes tuvo presencia en el violento mundo de Mortal Kombat. ¡Zasca!

Por fatalities que no sea... Jax vs. Sub Zero
Por fatalities que no sea… Jax vs. Sub Zero

Podríamos enfadarnos y pensar que Greg Russo y Dave Callaham, guionistas del film, tomaron la de Villadiego apostando por una de las decisión más rocambolescas y jamás imaginadas para MK: la creación de este Cole Young y su inclusión en un universo en el que, seamos claros, por personajes no será. Pero sin lugar a dudas lo que de partida podría parecer una decisión incoherente, se torna en un golpe de efecto para dar una base narrativa acertada al mundo de peleas sangrientas y muertes violentas sin aparente sentido. Mortal Kombat tiene una base de personajes indudablemente portentosa, pero qué sentido tiene dividir el protagonismo apostando por un centro de atención (¿a quién quieres más?, ¿Sonya Blade?, ¿Liu Kang?, ¿Scorpion?) si lo que puedes hacer es que todo el elenco de luchadores se pongan alrededor de un personaje por descubrir y con el que puedes hacer lo que te dé la gana (como si no regresa en una hipotética segunda parte). Vamos, Russo y Callaham han decidido no alterar mucho la historia de los iconos del videojuego, amén, sirviéndose de un nuevo personaje que actúa como hilo enhebrado en una aguja que cose una bufanda plagada de tradiciones en esta longeva saga (un torneo milenario, unos luchadores elegidos, peleas a muerte por salvar el destino de nuestro mundo).

Mileena, una versión adaptada del personaje que no estás del todo mal
Mileena, una versión adaptada del personaje que no estás del todo mal

Con estos mimbres el resto es dar rienda suelta a la historia más esperada… un combate entre dos mundos, donde los campeones de cada uno se partirán la crisma. Listo. Hay lo que uno espera y que nunca se nos había dado, violencia, sangre, brutalidad. Fatalities molones, peleas bien coreografiadas (unas mejor que otras eso si), y un "ahí queda eso, ahora dame pasta para justificar que exista una segunda parte". Mortal Kombat no pasará a la historia, pero está bien hecha, la trama se mantiene, entretiene y hay hasta espacio para la comedia. Peca eso si, de la ausencia de un peso pesado. Hay gente muy molona como el propio Tan ("Into the Badlands"), Joe Taslim (The Raid o The Night Comes for Us), Tadanobu Asano (Thor), Chin Han (El caballero oscuro) o Hiroyuki Sanada (Sunshine), pero estos nombres no son imán suficiente, menos gente como Jessica McNamee (Megalodón), Josh Lawson, Mehcad Brooks ("Supergirl"), Ludi Lin (Power Rangers), Max Huang o Sisi Stringer. Falta ese reclamo para llamar más la atención, si bien es de esperar que el fandom cumpla y apoye el film, y que el boca a boca invite a visitar la sala de cine porque la película lo merece. Mortal Kombat mola.

Póster final de Mortal Kombat
Póster final de Mortal Kombat

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Regreso a una sala de cine para ver Godzilla vs. Kong tras unos cuantos meses ausente, Wonder Woman 1984 fue la anterior.

Lo que uno se encuentra es, en un minúsculo lado derecho de un glamuroso ring mainstream, a Adam Wingard, director para muchos desconocido, pero tipo solvente y con buena mano que ha sabido entretenernos en ya obligados clásicos del género como Tú eres el siguiente (You’re Next) o The Guest, ambos escritos por su inseparable Simon Barrett, o breves segmentos de miedo en el cuerpo en dos de los films de la saga V/H/S (los mejores). Vamos, todos son productos francamente recomendables destinados no obstante al público más festivalero. Claro está, ocupando el resto del ring, lado izquierdo, centro y seguramente mucho más (Wingard es muy pero que muy pequeñito), dos icónicos colosos que se parten la cara por todos nosotros: el simiesco Kong y el repitilíneo Godzilla.

Godzilla vs. Kong... Fight!
Godzilla vs. Kong… Fight!

Cocinada en un molde de clásica historia de lucha de titanes aderezada por mucha radiación, Wingard hace valer los tropecientos millones que ha costado la producción, 200 sin ir más lejos, ofreciendo una poderosa versión moderna de la guerra de las guerras, ya contada explotando a destajo el ahora ya cuasi olvidado concepto man in a suit por la Toho allá por 1962 y de la mano del mismísimo Ishirô Honda. Contando con muchas manos en modo tormenta de ideas apocalípticas (Eric Pearson, Max Borenstein, Terry Rossio, otras vez Dougherty y Zach Shields), los cada día más omnipresentes efectos visuales, me gustaría saber cuánto de imagen real hay realmente en esta película, generan de la nada una versión del relato King of Fighters que transita entre los atronadoramente dinámico y frenético, son varias las secuencias extremadamente largas donde Kong y Godzilla se zurran dejando todo lo que los rodea para el rastro, hasta el mayor de los suplicios… y eso que el resultado final, se agradece, no llega ni a las dos horas.

Como ya ocurriera en los anteriores films de estas sagas, el oculto body count que nadie tiene en cuenta ni referencia sube como la espuma, nada nos importa cuando lo que nos marea, hace falta tener los sentidos fresquitos para seguir las imparables set pieces de acción en detalle, son el titán Kong, tan inmenso o más que en su primera notable incursión de la mano del molón Jordan Vogt-Roberts, y el monstruoso Godzilla, macho alfa que todo lo destroza (demostrado en la visualmente innovadora pero aburrida Godzilla, y confirmado en la segunda de las saga… Godzilla: Rey de los Monstruos).

Como suele ocurrir en toda película de ciencia ficción con base Kaiju, hace falta dar unos cuantos / muchos saltos de fe, jump the shark o nuke the fridge, para entrar de lleno en la exigua trama que se nos propone (al menos en este caso). Dado que los monstruos están para lo que están, todo el alivio cómico / dramático del film descansa sobre los hombros de los humanos protagonistas, por aquí aparecen de nuevo como meros espectadores / comparsa de lo que los efectos visuales pueden llegar a ofrecer: la tierra hueca que viene para quedarse (mola), o la total destrucción de Hong Kong. Graciosos, muy graciosos o tronchantes, son las aportaciones de Alexander Skarsgård, Rebecca Hall, Eiza González y sobre todo Demián Bichir, convertidos todos ellos en clichés. De patio de colegio, entiendo igualmente su fución cómica, están también Millie Bobby Brown, Brian Tyree Henry y Julian Dennison. La música esta vez es de Junkie XL, el nuevo Hanz Zimmer (título ganado a pulso por su excelso trabajo).

Muy entretenida, pero a la par (y con ello entretiene más)… ridícula.

Cartel de Godzilla vs. Kong
Cartel de Godzilla vs. Kong

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Encantado me encuentro… así me siento tras disfrutar de la pantagruélica epopeya Zack Snyder’s Justice League. Nada para de girar en estos momentos, y tras casi cuatro intensas horas (dicen que por cosas del formato y los 25fps del PAL) no puedo más que decir que sí, esta es la Liga de la Justicia que merecíamos, y no la pergeñada, recortada e inacabada (amén de inconexa) versión del azote Joss Whedon, en connivencia con Warner Bros., porque las cosas son así.

El plantel de héroes de Zack Snyder's Justice League
El plantel de héroes de Zack Snyder’s Justice League

Pelillos a la mar no se puede negar que Zack Snyder es un director con un estilo excesivo, pero esa es su marca, así concibe él las cosas, y su cine se caracteriza por esto mismo siempre… siempre… y siempre. Por esto mismo se le puso a parir con el pastiche videojuego / videoclip Sucker Punch, pero otro tanto con Batman v Superman: El amanecer de la Justicia, etc. Haciendo uso de más metraje en slow motion que en todo el que se pueda imaginar en la filmografía de John Woo, y un formato letterbox / 4:3 que la diferencia de lo hecho antes, Snyder construye finalmente su visión, en cierto modo sorprende que se la hayan aprobado, para narrar lo que antes no se hizo: el periplo y las vicisitudes de 6 héroes unidos como son Batman (Ben Affleck), Cyborg (Ray Fisher), Wonder Woman (Gal Gadot), Flash (Ezra Miller), Aquaman (Jason Momoa) y Superman (Henry Cavill), y su batalla contra el titán Steppenwolf (la voz de Ciarán Hinds), protagonista igualmente pero esta vez en busca de redención y del perdón del supremo señor del mal Darkseid.

Darkseid, el villano en la sombra
Darkseid, el villano en la sombra

Dividida en 6 actos, esta versión cimienta su historia en los personajes, sacando del inmerecido olvido al desdibujado en su montaje previo Cyborg, y librando a Flash del servil alivio cómico, cuasi intrascendente, para convertirlo en una parte crítica de este DCEU. Explota además con estilo las relaciones no plasmadas previamente, y que aquí generan impronta propia, emotiva ya de paso, fraguando lo que estaba o está por llegar… Barry Allen, su padre (Billy Crudup) y futura pareja Iris (Kiersey Clemons), Aquaman con el melenudo Vulko (Willem Dafoe) y Mera (Amber Heard), o la totalmente borrada, y base fundamental de esta versión, de Victor Stone, a la postre Cyborg, con su madre y padre (Joe Morton). Ya de paso Zack Snyder’s Justice League concreta al fin la verdadera razón de la búsqueda de las cajas madre por parte del gran villano al que hace frente la Liga de la Justicia. Steppenwolf, expulsado de la derecha de su dios padre, reclama el perdón de este recorriendo el universo cumpliendo un castigo que le avoca a buscar, invadir, aniquilar y seguir buscando.

Steppenwolf, ahora con un propósito y redibujado en todos sus aspectos
Steppenwolf, ahora con un propósito y redibujado en todos sus aspectos

Snyder dibuja de forma más violenta, atormentada y oscura (algo diametralmente opuesto  al enfoque Whedon) esta merecida visión, donde reina la esencia del cine de superhéroes, con secuencias de acción concebidas como espectáculo, y los excesos por doquier, igualmente disfrutables. Hay espacio también para una posible expansión de este DCEU, gracias a presencias conocidas como la de Deathstroke (Joe Manganiello), y otras inesperadas / sabidas como la del Detective Marciano (Harry Lennix), que sirven para asentar la idea que esos sueños apocalípticos deberían seguir dando forma a una saga que, una pena, nunca se verá.

El ahora presente encuentro entre Barry Allen e Iris West
El ahora presente encuentro entre Barry Allen e Iris West

Por lo tanto, es esta Zack Snyder’s Justice League un producto inacabado, uno que si los astros hubieran acompañado a su verdadero padre en su personalmente fatídico 2017, habría terminado convertido en un gargantuesco producto de 12 horas por lo menos… ideal para ser odiada por haters de primera, y para ser encumbrada por el fandom más extremo. Sea como fuere Zack Snyder’s Justice League es el complemento ideal para un universo extendido con estilo propio y perfectamente construido sobre unos pilares de personalidad y estilo. No es una obra maestra (no lo pretende), pero tampoco una mierda infecta (pese a quien pese)… es una película para ser disfrutada de principio a fin y ponerla en su merecido lugar en este universo DC.

Cartel de Zack Snyder's Justice League
Cartel de Zack Snyder’s Justice League

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De vez en cuando y sin previo aviso surgen propuestas cinematográficas inimaginables dentro del infinito mundillo de la serie B más rumbosa y trash. Pasajero oculto (Shadow in the Cloud) de Roseanne Liang, disponible en Filmin desde ya, ha aparecido en uno de esos raros instantes donde los astros se alinean para acabar ocupando un destacado lugar en la lista de películas inesperadas, absurdas, inconcebibles y, sin dudarlo, fabulosas de este extraño 2021.

Junto con Max Landis, personaje controvertido, co-guionista del film e hijísimo, la Liang nos traslada a un momento intermedio de la Segunda Guerra Mundial. La oficial de vuelo Maude Garret (Chloë Grace Moretz se hace mayor) se cuela de sopetón en un bombardero B-17 que hará un vuelo entre Nueva Zelanda y Samoa. Como únicos compañeros de viaje la Garret lleva un brazo en cabestrillo, una extraña maleta, y documentos del alto mando que justifican ser la inesperada y no deseada tripulante de una nave donde la testosterona rebosa. Y hasta aquí lo que podríamos asumir como realista en una cinta bélica al uso. Fin. Motores encendidos, arranca el vuelo y el dúo Landis / Liang nos introducen de pleno en una guerra de sexos / egos, combates aéreos sobre el pacífico y una sesión de pulp puro y bueno, una historia monstruosa, simplemente inexplicable y donde hay espacio para todo… pero todo, todo. La tensión se construye de forma hiperbólica en el minúsculo espacio ocupado por la Moretz y las razones de su viaje, ya que dos tercios del film tiene lugar en el puesto del artillero de la torreta bola (así se llama aparentemente la ametralladora de la panza del avión).

Es complicado seguir hablando sin entrar en el terreno del spoiler y más cuando Pasajero oculto disfruta con su múltiple McGuffin. La película explota su verdadero poderío tan pronto como hace entrada en el terreno de lo improbable, con secuencias de acción imposibles de admitir si uno no opta por ya no dar un salto de fe, si no por tirarse en plancha abrazando la incredulidad en pos de pasárselo bien de principio a fin. Pasajero oculto es además una nueva historia del mejor Rod Serling, no en vano sangre Landis fluye por su guión y era de esperar que el hijo en algún momento de su vida homenajeara a los inicios de su padre. Para rematar indicar que la propuesta de Landis / Liang es también una historia de furia feminista contra un grupo de hombretones empapados en grasa (el más conocido es el secundario Callan Mulvey), acomodados en una era donde la mujer, ya fuera en barcos o aviones, era mal augurio siempre.

En fin, Pasajero oculto, acertado título aunque menos misterioso si comparamos con ese extraño Shadow in the Cloud, es esa primera joyita pulp pergeñada bajo el sello de la serie B más trash e imaginable. A reivindicar ya.

Venga, cartel molon de Pasajero oculto...
Venga, cartel molon de Pasajero oculto…

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El responsable de joyas del desenfreno mayúsculo como las geniales e impagables The Raid y The Raid 2: Berandal, amén de la notable, folklórica y odiada The Apostle, ha creado junto a Matt Flanery, su habitual director de fotografía, una versión renovada de las crudas y salvajes historias de gansterismo… así nace “Gangs of London”.

Gareth Evans, director y mago, levanta con cimientos de sangre y plomo una despiadada historia, repleta de violencia extrema, traición y brutalidad. En lugar de las ya clásicas familias sicilianas o el Bronx, Evans nos traslada a la City londinense y nos presenta un sindicato de crimen donde afloran ingleses de pelo en pecho, los ya clásicos gypsies, traficantes albanos, asesinos kurdos o grandes kingpins iraníes… sin dejar de mencionar irlandeses encurtidos en bañeras de cerveza, comandos militares daneses, carniceros nigerianos, y poderes fácticos que manejan los hilos en la sombra. Tela marinera.

El aparentemente inocente asesinato del jefe de la mafia londinense, Finn Wallace (el veterano Colm Meaney), desencadena una vertiginosa espiral de violencia extrema donde se enfrentan y traicionan las familias más mafiosas del centro neurálgico de la economía británica. En medio del fregado un policía encubierto acaba siendo un sufrido espectador de lujo de esta historia de descenso a los infiernos. Pero el relato va más allá, en una sopa repleta de ingredientes que enganchan, a niveles dignos del material que se mete entre pecho y espalda Billy (Brian Vernel), la “familia” protagonista dirigida ahora por Sean – el Joe Cole de la magnífica y terrorífica Una oración antes del amanecer (A Prayer Before Dawn) o Green Room– se transforma en el centro de todas las miradas, ya sean policiales, como de aquellos que antiguamente les pagaban rédito.

Esta primera temporada de “Gangs of London” es un despiporre, siendo capaz de combinar set pieces de acción como jamás antes se habían hecho para el medio, coreografiadas de forma excelsa y tremendamente sangrientas y violentas, como elaborados juegos de ajedrez donde peones se erigen en reyes y en los que también caen torres infranqueables o mueren reinas aparentemente inmortales. Hay de todo, y todo lo que hay es bueno. A nivel dirección, estamos ante 9 episodios de más o menos una hora cada uno, Evans se rodea de gente conocida como Corin Hardy, director de un par de pelis de terror como la molona The Hallow y la menos molona La monja (The Nun), y Xavier Gens, el veterano director francés responsable de esa sangrienta obra del extremo terror llegado de tierras galas como es Fronteras (Frontière(s)), así de como otros films no tan potentes como The Divide, Hitman o la vista en Sitges hace unos años La piel fría (Cold Skin). Claro está lo que rueda Evans, ese quinto episodio es un home invasion a 1.000.000 rpm, y tanto Hardy como Gens aportan pulso para acabar dando forma a una primera temporada, si nada se tuerce habrá más, que deja el nivel muy alto.

Un póster de "Gangs of London"
Un póster de "Gangs of London"

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Cerca de un año después de su estreno en salas, es momento de dedicar un rato a la muy pero que muy recomendable El hombre invisible (The Invisible Man), acertada reinvención del concepto del clásico de la Universal de 1933 de James Whale, ahora en manos de un director diferente, innovador y, desde luego, siempre cumplidor como Leigh Whannell… llegaba con recordar sus hasta ese momento únicos trabajos: la fabulosa Upgrade, y la correcta opera prima Insidious: Capítulo 3 (Insidious: Chapter 3). Es El hombre invisible una nueva presentación de la historia del científico convertido en monstruo, como lo fuera también la denostada pero a recuperar El hombre sin sombra (Hollow Man), pero esta vez con un trasfondo moderno y tristemente omnipresente en nuestro día a día… el maltrato.

Whannell, además de director es guionista, se apoya en una actriz enorme como Elisabeth Moss ("El cuento de la criada") para transformar un reflejo de uno de los hechos más execrables hoy en día, en una historia de ciencia ficción y terror, y en la que una mujer, Cecilia, se ve atrapada en una relación controladora y violenta con un brillante y rico científico (Oliver Jackson-Cohen). Whannell no invierte tiempo en dar razones o justificaciones, es ciencia ficción al fin y al cabo, y desde el minuto uno ya propone enfrentarnos a las dudas de la protagonista, a un pavor que ha fraguado en su interior a golpes, y ya de paso nos hace sufrir un poco más poniendo en tela de juicio la propia salud mental de Cecilia… ¿Es real lo que cree? ¿Es ella la responsable? ¿Ocurren las cosas cómo vemos que suceden? La película, más cercana al thriller psicológico que al terror puro y duro, juega con una tensión permanente que a cada instante se acrecienta y genera un mayor desasosiego, acompañada esta sensación con una notable banda sonora compuesta por Benjamin Wallfisch (Blade Runner 2049 o La cura del bienestar). La Moss se crece, encarnando como nadie a una mujer superada, aterrorizada y convencida de lo imposible. Whannell crea al hombre invisible del 2020 pero sin dejar de lado los seminales terrores en los que se basa.

Al igual que ocurriera con Upgrade, El hombre invisible no necesita de grandes artificios y parafernalia para dejar claro que los buenos guiones y las mejores ideas son suficientes para dar como resultado films sobresalientes. Por otro lado, poco más de 7 millones de presupuesto para contar una historia actual en un entorno irreal. Leigh Whannell aprendió con James Wan, y ahora no para de demostrar que es uno de los directores de género más a tener en cuenta de aquí en adelante. Tras esta El hombre invisible llegará si nada se tuerce Wolfman con Ryan Gosling, de nuevo la reinvención de un clásico en versión bajo presupuesto pero, no cabe duda, repleta de buenas e innovadoras ideas.

Cartel IMAX de El Hombre Invisible… una historia para no dormir como la copa de un pino
Cartel IMAX de El Hombre Invisible… una historia para no dormir como la copa de un pino

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Este año ha sido atípico. Operado por suerte de una hernia de disco a principios de marzo, lo que iba a suponer un corto periplo sin ir al cine, se convirtió en tristeza general con la llegada del maldito COVID-19. Justo una semana después de pasar por quirófano, la ausencia temporal alcanzó niveles eternos y globales… y seguimos. Pese a todo, el mundo del cine ha seguido ofreciendo buenas propuestas, historias para disfrutar y, sobre todo, para dar forma al ya clásico top de final de año. Ojo, como siempre el top no sigue un orden, sencillamente son las 10 + 1 que os quiero recomendar.

Las 10 de Uruloki en 2020
Las 10 de Uruloki en 2020

Possessor Uncut de Brandon Cronenberg. Una de las gratas sorpresas de este año. Ganadora de Sitges 2020 y segunda película del hijo de David Cronenberg tras Antiviral, 2012. Excesiva, muy violenta, transgresora y altamente perturbadora. La invasión corporal como leit motiv de una empresa de asesinos que se cuelan en la mente de incautos para cambiar el rumbo de las grandes corporaciones. Uno necesita verla para disfrutarla.

Tenet de Christopher Nolan. Pues sí, junto con Wonder Woman 1984 única película que he visto en cines en esta pandemia. Puro Nolan, film de espías en dos direcciones. Sesuda, elaborada, detallista e intrincada. Un lío genial con una historia de esas que el director británico se saca de la manga para rizar el rizo a niveles difícilmente imaginables. Nuevamente se juega con el tiempo, el futuro, el pasado y el presente, sin tener muy claro qué ves en cada momento y, sobre todo, hacia dónde te diriges.

VFW de Joe Begos. Deliciosa modernización de la clásica historia de apaches acosando a un grupo de cowboys, o directamente un nuevo homenaje al Río Bravo (Rio Bravo) de Howards Hawks, o más directamente una revisión de aquel Carpenter debutante en la magnífica y negativa Asalto a la comisaría del distrito 13 (Precint 13). Esta vez un grupo de veteranos hacen frente a una banda de traficantes, armados hasta los dientes y drogados hasta las cejas. Despiporre violento, gore, salvaje y sobrado. Una joya.

Sesión Salvaje de Julio Cesar Sánchez y Paco Limón. El gran documental. Viaje necesario por el cine de serie B / Z autóctona, por el western rodado en Almería, el gore patrio, las drogas duras, el destape y la famosa clasificación S, el fantaterror y un largo etcétera. Entretenido hasta decir basta, pegadizo hasta darte ganas de grabártelo en la retina para verlo una y otra vez. Todo regado con una canción mágica de Javier lbarrán. Obligada para saber más de nuestro cine.

Vicious Fun de Cody Calahan. Otra más vista en Sitges 2020 y sincero homenaje al cine de terror de serie B que todos hemos mamado desde hace muchos años. Historia de un bloguero que se cuela en una reunión de alcoholic… digo asesinos en serie. Todos los estereotipos del género, comedia, algo de gore y bastante humor. Bajo presupuesta pero ya lo dice su titulo: viciosamente divertida.

Jo Jo Rabbit de Taika Waititi. Estrenada allá por enero, y ganadora del Oscar al Mejor Guión Adaptado. Comedia triste, surreal y protagonizada por un niño que no tiene un tigre de peluche como amigo imaginario… si no al mismísimo Adolf Hitler. Ya de paso metes a Yorki en el film, esa especie de Russell salido de Up, y lo acompañas por un reparto molón y que muestra un universo nazi variopinto, triste pero optimista, plagado de odio pero esperanzador. El reparto genial con la Johansson o Sam Rockwell dándolo todo y acompañados por el propio Taika Waititi, el chaval Roman Griffin Davis o Thomasin McKenzie.

Mandibules de Quentin Dupieux. Si ves cine de Dupiex AKA Mr. Ozzio entonces estás viendo seguramente una de las películas más inclasificables del año y, por ende, 101% recomendable. Dos colegas, a cada cual más tonto, una mosca gigante, un objetivo inconcebible y una serie de personajes accesorios geniales. Breve y directa, graciosa y necesaria. De esas que si hay oportunidad uno de no debe perderse.

Color Out of Space de Richard Stanley. De nuevo cine independiente y aroma a Sitges, pero 2019. Estrenada en agosto de este año es el retorno de Richard Stanley al cine tras casi desaparecer fagocitado por La isla del Dr. Moreau (The Island of Dr. Moreau). Inclasificable adaptación del homónimo relato de H.P. Lovecraft, y perfecta en todos los sentidos. Transformadora y gore a partes iguales, con un Nicolas Cage haciendo frente a la aterradora espiral de deformación en la que se cuela su familia tras la caída del famoso meteorito. Queremos más Stanley visitando el universo Lovecraft.

La caza de Craig Zobel. La película maldita del 2019 que fue estrenada en 2020. En mundo de los mentideros de Reddit, Twitter o YouTube, de las fake news y lo que provocan en esos igualmente famosos leaks (gamergate, celebgate y otros tantos), llevado al extremo de la venganza contra aquellos que han lanzado el rumor… pero claro, con una curiosa equivocación que da lugar a la entrada de la deslumbrante y psicotrónica Betty Gilpin, la brutal wrestler fémina Debbie de "GLOW". Muertos por minuto igual a muchos. Otra que ha sido un gustazo ver.

El diablo a todas horas de Antonio Campos. No sé si la más inesperada de las que pongo aquí, pero desde luego un film destructivo y desmoralizante. Adaptación de una de las obras de Donald Ray Pollock, y periplo por un mundo plagado de suciedad, seres infectos, deleznables, crueles y grotescos. Tristeza de dimensiones catastróficas engrandecida por mala suerte, crueldad, corrupción, y mediocridad. Negativa de principio a fin, por ello lo del diablo a todas horas.

Cartel de Soul
Cartel de Soul

Soul de Pete Docter y Kemp Powers. Incorporación de última hora, de hecho se ha estrenado el 25 de diciembre en Disney+. Entre tanto film oscuro, siniestro, violento y negativo, el film positivo del año, y una nueva joya / obra maestra salida de la factoría Pixar. Un sobresaliente canto al simple hecho de vivir, sin necesidad de objetivos a llevar a cabo, retos personales o propósitos. Divertida, emotiva, entrañable, graciosa, pizpireta y repleta de buenas sensaciones. Así uno cierra el año cinematográfico de mejor humor.

Y ya está. Las 10 + 1 que quería destacar quedan sobre la mesa. Pero en este 2020 hemos tenido otras muchas cosas para disfrutar. Hace no hace mucho Wonder Woman 1984, y ya más lejanas la lovecraftiana Underwater, pasando por la no menos marina El faro, la hiperactiva Guns Akimbo o la socialmente terrorífica El hoyo, triunfadora de Sitges 2019. Hubo también espacio para revisar clásicos como Terror en el espacio, Robot Jox, Humanoides del abismo, Campamento sangriento, Repo Man, El imperio de la muerte, Las garras de Satán, El regreso de los muertos vivientes o Kung-Fu contra los 7 vampiros de oro.

Ojo, de aquellas esperanzas del 2020, ocho se han quedado en el tintero para… el 2021 (espero): Dune, Last Night in Soho, Candyman, Prisioners of Ghostland, En un barrio de Nueva York (In the Heights), Sin tiempo para morir (No Time to Die) y Antlers, esta despreciada y desaparecida del todo. En fin, a seguir mirando hacia adelante…

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En todas partes cuecen habas, y desde luego en las oficinas de Warner Bros. Pictures saben de sobra cómo hacerlas a fuego lento. Patty Jenkins regresa a los mandos de la primera secuela del hit taquillero Wonder Woman de 2017, propuesta fresca y casi perfecta que confirmó a Gal Gadot como ideal Diana Prince, y elemento crucial dentro del ahora supuestamente extinto DCEU. Tres años después de amasar más de 800 millones, Wonder Woman 1984 da un paso adelante en el tiempo, y dos atrás en su dimensión, llevando al espectador a entretenerse durante unas largas dos horas y media de histrionismos dignos de esa década plagada de color, extravagancia, nostalgia y tecnología obsoleta.

Como punto de partida Wonder Woman 1984 ofrece al respetable un arranque espectacular, fresco, entretenido e inesperado. Un arranque centrado en un breve instante de la formación de la Diana niña, en esa Themyscira de amazonas y dioses a los que rendir culto y temer. A golpe de maestría y durante una introducción que debe rondar los 5 minutos, la Jenkins pergeña una secuencia que te deja anonadado por la picardía de esa joven Diana y merced al tema central del film compuesto por Hans Zimmer, y que invita a vibrar sentado en la butaca del añorado cine. El problema es que ese inicio enciende al espectador y pone el listón a un nivel excesivamente alto que no se logrará mantener durante los restantes 145 minutos. Cosas que pasan.

Wonder Woman 1984 se apoya de forma inteligente, y obvia, en los mimbres que llevaron al éxito a su predecesora: plagar la película de buen rollo, química entre sus personajes y cierto aspecto naif que la hacen encantadora… aunque a la Gadot no le hace falta nada más para seguirlo siendo. Recupera para ello a viejos personajes, ahí tenemos de nuevo y bien justificado a Steve Trevor (Chris Pine), y nos presenta un nuevo par, la cerebrita Barbara Minerva (Kristen Wigg), y el casi telepedricador y maestro del engaño piramidal Maxwell Lord (Pedro Pascal). Lo ingenuo y buen rollista se demuestra con escenas que merecen ser mencionadas como la secuencia del atraco en el centro comercial, presentación pública de Wonder Woman en esos años 80, y que recuerda a la simpática escena de los atracadores del Superman de Donner (los del barco delante de la comisaría), o todos los instantes en los que nuestra heroína corre que se las pela, momentos que de nuevo nos retrotraen a otra era y en donde el aspecto de la Gadot , salvando las evidentes distancias, hacen que veamos a la mismísima Lynda Carter dándolo todo… Del mismo modo el film bebe de los cómics y las propuestas más estrambóticas y dignas de homenaje de su era dorada. Ahí está el jet invisible que el personaje usaba para desplazarse. Obviamente la continuidad no es posible, pero es un gustazo verlo en pantalla como amable guiño.

Pero como ya comentaba en todos lados cuecen habas, y las cosas buenas de WW84 están rodeadas por otras que no lo son tanto. La película acaba perdida entre el mayor de los caos, ya sea por la vertiginosa evolución del gran villano Lord, una vorágine de caos incontrolable, excentricidad extrema y cierto aburrimiento obsesivo, o la tardía y subexplotada transformación de Minerva en uno de los icónicos personajes del universo DC, difusa ya de paso en el ya clásico despiporre y atronador exceso visual a tropecientos más frames por segundos del que el cerebro humano puede soportar. Wonder Woman 1984 sufre más que su predecesora, que ya es decir, en el aspecto villanil, llegando a rozar cierta penuria de este factor tan necesario en el cine de superhéroes.Ya de paso se extiende tanto como el látigo de la verdad en el tormento del personaje, resultando algo cansino visitar el aspecto más psicológico de la superhéroe.

En fin, Wonder Woman 1984 entretiene, eso es innegable, pero desde luego no alcanza los niveles logrados por la película de 2017, dejando cierto sabor agridulce en un año donde el cómic convertido en cine nos ha convertido en huérfanos con ganas de más. A ver si no morimos de exceso en 2021… aunque no lo creo.

Colorido cartel de Wonder Woman 1984, los 80 están aquí
Colorido cartel de Wonder Woman 1984, los 80 están aquí

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Publicado por Uruloki en
 

Resulta que Possessor Uncut es una de la grandes sorpresas de este 2020 que pronto termina, y la segunda propuesta cinematográfica como director / guionista de Brandon Cronenberg tras visitar también Sitges en el ya lejano 2012 con la enfermiza y contagiosa Antiviral, premiada también e igualmente recomendable.

Marcando su propio terreno pero a la evidente sombra de su padre, al César lo que es del César, el joven Cronenberg nos embarca en un tecno-thriller que presenta como base de su argumento la existencia de medios para la intrusión tecnológica mental (y corporal), amén de otro tipo de intrusiones, equivalentes a las cookies de nuestros navegadores… vamos, que cuidado con lo que haces en la intimidad de tu casa. En fin, tras un arranque sumamente violento, no es la tónica del film pero este está sembrado, conocemos a una asesina a sueldo llamada Tasya Vos (Andrea Riseborough), empleada de primera clase de una empresa que mediante alta tecnología, e implantes cerebrales, cuela a sus sicarios en la mente / cuerpo de gente normal para cometer crimines salvajes y pasados de rosca.

Possessor: Uncut AKA Christopher Abbott, pelele en manos de Andrea Riseborough
Possessor: Uncut AKA Christopher Abbott, pelele en manos de Andrea Riseborough

Es evidente que el trabajo pasa factura, y el nuevo encargo de Vos lleva a esta a un universo de dudas existenciales, en la que su propia conciencia es acechada y perforada… o no. Ahí está John Parse (Sean Bean), simulacro de Jeff Bezzos y por lo tanto CEO de una compañía que nos investiga, conoce nuestros gustos y orienta nuestras compras… amén de otras cosas más oscuras. Trabajando para este y en altos directivos su hija Ava (Tuppence Middleton), haciendo lo propio pero en puestos de recolección de datos el novio de esta, Colin, encarnado por Christopher Abbott, y a la postre enlace con el distante y exclusivo Parse… el nuevo encargo de Vos.

La película debe verse, sí o sí, y al igual que en el cine de David Cronenberg, el de Brandon va más allá. Apoyándose en una violencia extrema, muy gore, desagradable y abrumadora, marca de la casa, Possessor Uncut explora a golpes la intrusión en las conciencias, el lavado de coco o la maleabilidad de la identidad humana. Todo es alterable, todo es penetrable, todo es violable… ya lo era en el cine de su padre en el fondo, por lo tanto de tal palo, tal astilla. Por lo tanto, elementos presentes en nuestra sociedad, llevados al extremo claro está, y enfrascados en un frasco plagado de esencias de ciencia ficción y distopía que, esperemos, nunca llega a ocurrir. Possessor Uncut no es nueva carne, podría serlo, pero sí es un nuevo episodio en la cinematografía de un director que no deja indiferente.

Cartel de Possessor Uncut
Cartel de Possessor Uncut

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