A ritmo de Bullet Shields uno se pone a escribir sobre Texas Chainsaw Massacre, el retorno de otra de las sagas slasher terror más longevas… ya quedan menos sin su ansiada vuelta a la palestra. Esta secuela directa del ya archiclásico de Tobe Hopper, y que por lo tanto reescribe el pasado de la misma forma que hicieron David Gordon Green y Danny McBride con la carpenteriana La noche de Halloween (Halloween), es una fresca oda al "hago lo que me da la gana y defino un nuevo punto a seguir que si alguien quiere continuar bienvenido sea". Ya de paso se apuntan al efecto regreso al pasado y nos saluda Sally Hardesty (Olwen Fouéré), la nueva y ajada cara de la única verdadera superviviente (la original actriz Marilyn Burns falleció en 2014).

No saben dónde se meten estos influencers
No saben dónde se meten estos influencers

Está claro que La matanza de Texas, como saga, siempre ha ido un pelín por libre, como otras tantas en el sector horror. Tenemos secuelas variopintas y excesivas (ese combate de motosierras con Dennis Hopper en modo loco vengador o el transleatherface de La nueva generación de 1994), precuelas que se pasaron por el forro el supuesto canon (la del dúo francés Bustillo / Maury), y/o reboots que vinieron a contar lo mismo, pero de otra forma (el raro mejunje formado por los films de 2003 y 2006). Estamos ahora en 2022 y los incombustibles Fede Álvarez y Rodo Sayagues (los responsables de esa maravilla del gore más macabro y al alcance de todos que es la Posesión infernal del 2013), ponen en manos del debutante David Blue Garcia una aventura sin igual. ¿Cuál es el común denominador de esta saga de matarifes y motosierras? Pues el villano Leatherface, ¿cómo haces entonces para hacer una secuela al film del maestro Tobe de 1974? Pues te plantas 46 años después y descubres que el loco Caracuero tuvo una vida de recogimiento tras la matanza aquella del asfixiante calor y la chicharra cojonera.

Influencers convertidos en carne picada, despiporre sin control
Influencers convertidos en carne picada, despiporre sin control

Por otro lado, ¿qué puedes hacer para que la historia tenga otra vez sentido y no cuente de nuevo lo mismo de siempre? Pues llega con dar una vuelta de tuerca bastante jocosa y divertida en la que Leatherface (Mark Burnham, un curioso casi fijo en la filmografía de Quentin Dupieux) se libere de su monacal represión y plante violenta venganza contra un grupo de mamelucos influencers. El chef mediático Dante (Jacob Latimore), su prometida Ruth (Nell Hudson), su socia Melody (Sarah Yarkin) y la hermana de esta, Lila (Elsie Fisher), han comprado el pueblo abandonado de Harlow y plantean montar una especie de comuna influencer. Una mala decisión que provoca el desahucio de la señora Mc provocará un nuevo despertar en Leatherface. Instragramers, Twitteros verificados, TikTokers… todos descansarán en piezas tras la hora y media de película. Espero que salga algún día una versión más R que esta estrenada en Netflix, porque hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien en cuanto a escenas gore como con las secuencias de la parte de atrás de la furgoneta del sheriff, o la sesión de liposucción a las bravas del autobús de famosetes.

Un viejo conocido dispuesto a vestir su máscara otra vez
Un viejo conocido dispuesto a vestir su máscara otra vez

¿Merece la pena entonces Texas Chainsaw Massacre? Pues si, entretenida es desde luego, se toma a si misma muy poco en serio sobrepasando los límites de obras previas de la saga, y sirve para ampliar el bodycount de la franquicia con modos dignos de aplauso a la originalidad. Es simpática y la corta hora y media que dura bien lo merece. Ojo, hay que quedarse hasta el final de los créditos.

Cartel de Texas Chainsaw Massacre
Cartel de Texas Chainsaw Massacre

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