Edgar Wrigth es diferente, su cine es especial, siempre imbuido por una fuerza particular, una donde transcienden infinitos rasgos de otros grandes cineastas pero una total y absoluta personalidad. Última noche en el Soho (Last Night in Soho) es el último viaje fílmico del director británico y en este thriller con tintes giallo, uno puede extender sus sensaciones esta vez hacia aspectos sociales oscuros y siniestros, donde la primera fila del sufrimiento más absoluto recae sobre la cosificada figura femenina.

Thomasin McKenzie obsesionada de principio a fin
Thomasin McKenzie obsesionada de principio a fin

Última noche en el Soho nos cuenta la historia de una joven aprendiz de modista llamada Eloise (genial Thomasin McKenzie), que en su primer curso de formación se ve oníricamente transportada al Londres de los años 60. Obsesionada con su madre fallecida, por la música de esa época, y con ciertas capacidades místicas, la joven se mimetiza en la rubia Sandy (diosa Anya Taylor-Joy), una joven que en esos años buscó triunfar en los clubs nocturnos del barrio londinense. El tema es que estos viajes de ensueño se tornan en cruel, nauseabunda y cruda realidad, tanto para Eloise como para Sandy. Wright se apoya en el estilismo visual del mejor giallo -colores saturados gracias a luces de neón que todo lo inundan (viva Nicolas Winding Refn), juegos y más juegos con espejos que muestran diferentes realidades (viva Dario Argento), y constantes engaños que seguramente serán interpretados como escusas para el despiste (viva Brian de Palma)-, con lo sobrenatural o lo casi zombiesco. Wright plaga el film de falsa finura. Tan pronto nos presenta a una Anya Taylor-Joy que enamora al más pintado y protagonista de un par de momentos de ensueño: primera esa interpretación del "Downtown" de Petula Clark / Tony Hatch; segundo ese baile a tres compartido con la moneda de dos caras encarnada por Matt Smith y la misma McKenzie, como nos tira a los pies de los desagradables acontecimientos que tienen lugar tras bambalinas en ese universo musical de estrellas recién nacidas.

Todos deberíamos vivir obsesionados por Anya Taylor-Joy
Todos deberíamos vivir obsesionados por Anya Taylor-Joy

Última noche en el Soho viene a modelar un poco más la filmografía de un cineasta sin par, que tras fraguar esa su Trilogía del Cornetto, nos ha ido visitando con ideas a las que ya estábamos habituados pero desde prismas innovadores y únicos… y donde lo musical predomina siempre pervirtiendo otros géneros para incrementarlos en calidad. El mejor cine comiquero con Scott Pilgrim contra el mundo (Scott Pilgrim vs. the World), el cine de atracos con Baby Driver, el documental puro y duro gracias a "The Sparks Brothers", y ahora este thriller de terror con tono sobrenatural que es esta Última noche en el Soho. Al final Edgar Wright lo que se dedica es a parir cine con una gran importancia musical, y donde la música es parte de su narrativa, pero enfatizando de forma contundente otros géneros a los que estamos muy habituados. En fin, sumemos a dos veteranos como Diana Rigg (fallecida en septiembre del año pasado) y Terence Stamp para dar cierre a esta opinión sobre una de las mejores películas del año, que no es poco.

Póster de Última noche en el Soho
Póster de Última noche en el Soho

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