Va a ser complejo hablar de Sin tiempo para morir. Va a ser complejo echar la vista atrás y valorar con serenidad el largo y completo periplo de Daniel Craig al frente de uno de los más icónicos personajes recurrentes de la historia del cine. Va a ser complejo darse cuenta que se ha terminado una era de mayor gloria para una de las sagas más longevas, irrepetibles y geniales del séptimo arte.

Cuando James Bond (Daniel Craig) te mira así... ya te puedes ir despidiendo
Cuando James Bond (Daniel Craig) te mira así… ya te puedes ir despidiendo

Cuando Daniel Craig llegó para encarnar a James Bond en 2006, lo hizo con un complicado reto delante: ser el protagonista de una saga anclada en un estilo obsoleto y que ya de paso no pasaba por su mejor momento en cuanto a originalidad y creatividad (sin desmerecer eso si el trabajo del anterior agente del servicio secreto británico, el varonil Pierce Brosnan). Durante 4 años de silencio Barbara Brocolli y David G. Wilson picaron piedra para recuperar al héroe por excelencia y al agente secreto más intrépido. Casino Royale se reveló como un bombazo y el inicio de una nueva era Bond ligada al duro y rudo Craig, ya conocido por mucho por sus papeles en Layer Cake, Camino a la perdición (Road to Perdition) o Munich. Desde ese año y hasta 2015 el actor protagonizó la mencionada Casino Royale, Quantum of Solace, Skyfall y Spectre (una montaña rusa de sensaciones); seis años después de la última, 5 más 1 de pandemia debería decirse, se estrena Sin tiempo para morir, producción no exenta de laboriosidad, que sufrió el abandono de Danny Boyle, la entrada apresurada de Cari Joji Fukunaga, y una nueva oportunidad de los eternos guionistas Neal Purvis (7 bonds) y Robert Wade (otros 7 bonds), excluídos por Boyle en favor de la propuesta de John Hodge, que colaboraron ahora con el propio Fukunaga (creador de la primera temporada de "True Detective", "Maniac", Beast of No Nation o Jane Eyre), y Phoebe Waller-Bridge, diosa de la irreverencia en "Fleabag", "Killing Eve" o "Crashing".

Durante una secuencia inicial larga, la más completa de la saga, conocemos la traumática infancia de Madeleine Swann (Léa Seydoux), su encuentro con el villano de Sin tiempo para morir, el intrigante, pero anodino, Lyutsifer Safin (Rami Malek), y asistimos al impresionante despliegue hiperactivo y tortuoso por las estrechas calles empedradas de Matera (Italia), en donde vuelven los fantasmas del pasado de Bond en forma del sempiterno villano Blodfeld (Christophe Waltz) y recuerdo a Vesper Lynn. Superada esta parte se nos plantea lo nunca visto… el tiempo pasa. Un lustro y pico después del retiro de Bond en la apartada Jamaica, el destino lleva al exagente del MI6 a cruzar su camino con un viejo amigo, Felix Leiter (Jeffrey Wright), y ponerse tras los pasos de un científico loco que trabaja para Safin. En medio del fregado la nueva 007, Lashana Lynch, y una trama que vincula todo lo vinculable y un poco más.

Bond siempre ha sido galán
Bond siempre ha sido galán

Sin tiempo para morir es un film crepuscular, centrado más en el envejecimiento del personaje, la melancolía que le ha acompañado desde aquel Casino Royale y la traición de Vesper, amén de los secretos que ha ocultado y se le han ocultado. El favor que Craig ha hecho a la franquicia ha sido el de verle crecer como actor, pero también envejecer como personaje. Gracias a esto se reconoce a James Bond como un humano más pese a todo eso que es capaz de hacer y cualquier de nosotros no. Por ello esa eterna juventud a la que 007 ha estado abonado durante 60 largos años, el Dr. No pronto cumple, aquí se concibe de otra forma, siendo el destino que durante muchas décadas fue obviado el que se gana el derecho de surgir y puede que por deseo del propio Craig. Sin tiempo para morir no es la mejor de las películas de la serie Daniel Craig, pero sin lugar a dudas es un viaje más allá del propio Bond, con emotivos detalles en torno a varios de sus personajes, así como por la recuperación de Louis Amstrong y John Barry. Ese "We have all the time in the World" , tema central de 007 al servicio secreto de su Majestad (On Her Majesty’s Secret Service), no sólo enlaza momentos personales del personaje, si no que sirve de declaración real del sueño imposible al que el propio Bond se enfrentará en este nuevo reto.

En definitiva, sobresaliente y emotiva despedida de Daniel Craig, y paso adelante hacia la renovación… diferente si, pero una renovación más al fin y al cabo (aunque te toque la patata). James Bond regresará como siempre ha regresado, pero echaremos de menos el rostro de Craig, Daniel Craig.

Uno de los carteles del 2020... cuando abril iba a ser su fecha de estreno
Uno de los carteles del 2020… cuando abril iba a ser su fecha de estreno

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