Sale uno de ver Titane de Julia Ducournau y no sabe si se ha comido una fabada asturiana con su chorizo, su panceta y su morcilla, o si acaban de darle gato por liebre y lo que ha degustado ha sido una hoja de lechuga lacia y revenida.

Agata Rousselle es Alexia, diosa de noche, no sé qué de día
Agata Rousselle es Alexia, diosa de noche, no sé qué de día

Tras dejarnos con el estómago revuelto hace unos años con la muy truculenta Crudo (Raw), carne de festival, la Ducournau nos deja ahora con el culo torcido al juntar en su triunfadora nueva obra, Palma de Oro del Festival de Cannes, cosas tan grotescas como el body horror más enfermizo y disparatado, los asesinos en serie de sota, caballo y rey, el amor mecánico vía palanca de cambio o freno de mano, y la transformación personal, ya sea quirúrgica como queer. La verdad, si te planteas lo enfermizo que resulta todo lo flipas… pero por otro lado, y de alguna forma, lo que ves te engatusa.

En Titane, la versión niña de Alexia (Agathe Rousselle) tiene un accidente de tráfico que le deja con una placa de titanio en el cráneo. Años después, la adulta Alexia luce cuerpo en una feria de automóviles y tunning: allí retoza con su particular Christine, allí se descubre como asesina en serie que aterroriza la Provenza francesa. Alexia es una mujer más (o menos): a sus treinta y tantos vive con sus padres, su cuerpo está poblado de tatuajes y la mala hostia que desprende su cara mantiene a todo el mundo a raya (o no). El tema es que esta aparente normalidad, ser una asesina en serie debería ser lo más normal del mundo visto la que se nos viene encima, se cuela de cabeza en el body horror pergeñado por David Cronenberg en su era gloriosa de Videodrome, La mosca (The Fly) o Vinieron de dentro de… (Shivers).

Vicent Lindon es Vicent, un padre obsesionado y decadente
Vicent Lindon es Vicent, un padre obsesionado y decadente

La Ducournau no se corta, y de forma evidente la relación entre lo orgánico y lo mecánico es parte de Titane. Hay cirugía, hay fluidos, hay transformación, hay lo que tiene que haber y algo más. Hay también una propuesta tan inesperada que es imposible imaginar que es lo siguiente que puede suceder, Ducournau va por libre y por ello Titane e alguna forma te engancha, y puede que hasta te llegue a convencer. El film sigue su ruta plagada de curvas, pero juega también una coherencia emocional merced al destruido personaje encarnado por Vincent Lindon, un jefe de bomberos que vive consumido por el dolor de la desaparición de su hijo 17 años atrás. Si es que al final hasta Titane transmite cierta conmovedora humanidad, pese a lo grotesco y anticlimático que resulta todo.

En definitiva, Titane es, que no es poco, pero cuesta procesar todo lo que ocurre, como ocurre, y como es pasado por la batidora Ducournau. Acojonantemente rara.

Póster de Titane
Póster de Titane

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