Opinión


Ayer me fui con unos amigos a ver Número 9 (9, 2009) de Shane Acker. Una de las grandes promesas, un poco más adulta, en el infantil mundo de la animación digital moderna. Contando con la producción del siempre gratificante Tim Burton y del rey de las cosas inexplicables y muchas veces desilusionadoras Timur Bekmambetov, la esperanza por el proyecto era si cabe mucho mayor. Sorpresas donde las haya, el film de Acker, basado en un homónimo corto suyo pero expandido a ¿guión? cinematográfico de Pamela Pettler, se queda más bien apartado del camino de lo que pudo ser y deriva más por lo que no debía haber sido. Si bien la idea es suficientemente interesante y llamativa, el corto dentro de sus limitaciones cuenta lo mismo en 10 minutos salvo algún que otro detalle nuevo, el desarrollo de la historia ha resultado ser un batiburrillo de situaciones no muy bien ligadas que hacen que el espectador se pierda ligeramente en una maraña de acontecimientos visualmente gratificantes pero poco clarificadores y, por momentos, de puro relleno. Todo ocurre de una forma tan a golpes que te planteas si falta algo, se me antojan cortos los 79 minutos, hasta el punto de ver con sorpresa que todo lo que acontece en la película termina siendo superfluo e innecesario, cuando en el corto estaba plenamente justificado por no intentar explicárnoslo.

Póster de Número 9
Póster de Número 9

Nuestro mundo se ha venido abajo. La lógica evolución ha llevado a una rebelión de las propias máquinas que el hombre ha creado. Lo que en un principio iba a servir para mejorar, aunque en realidad eran para hacer la guerra, es ahora el caos que aniquila sin piedad a la raza humana. Cuando ya no queda esperanza, cuando todo se ha perdido, el científico que inició todo, y que ha visto como las ansias de poder de otros han provocado el triste fin, decide dejar en manos de unos muñecos de trapo el destino de nuestro planeta. 9 (Elijah Wood) despierta en un laboratorio destruido y se inicia a velocidad de vértigo en el fatídico destino de la humanidad y de su creador, criaturas mecánicas, creadas con despojos que han acabado con cualquier vestigio de humanidad. En su camino cruzará su destino en primer lugar con el anciano 2 (Martin Landau), y más adelante con 5 (John C. Reilly), 6 (Crispin Glover), 7 (Jennifer Connelly), 8 (Fred Tatasciore), el descreído 1 (Christopher Plummer) y 3 y 4, dos gemelos/as que no hablan pero que conocen por completo el secreto tras la aniquilación de todos nosotros.

Grosso modo esta es la base de la historia de Número 9. Ojo, en la idea original de Acker la base que marca el objetivo de esta película no estaba presente. 9 y compañía actuaban por su propia seguridad y esta vez la lucha se efectúa por un objetivo más humano contando con estos pequeños homúnculos como decisores de nuestro destino. Creo que es un error ya que hay veces que justificar los acontecimientos hacen incluso menos favor que si pasas de explicaciones. Además, esto magnifica uno de los grandes problemas de Número 9. Y es que si uno lo mira con calma, lo que ocurre de principio a fin es en verdad provocado por nuestro protagonista. Vamos, que si no fuera un zarpas a los 2 minutos de despertar habríamos visto los títulos de crédito. En definitiva, bonita, con personajes entrañables, curiosidades que hacen gracia, otras que te dan igual, pero demasiado adaptada a la velocidad del rayo y un pelín forzada e inconexa en lo que finalmente quiere contar… ¿por qué ese final? Te deja con ganas de más y con una sensación de que no es lo que esperabas ver. A nivel diseño es fabulosa, repleta de imaginación y con homenajes directos a "La guerra de los mundos" de H.G. Wells aunque el mal no venga esta vez de Marte y si de nuestras propias cualidades.

¿Qué os ha parecido a vosotros? Igual es que no tenía el día.

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El cierre de año cinematográfico de Uruloki y compañía lo protagonizó el pasado miércoles esa pequeña joya oculta en un mar de superproducciones, obra del debutante Ruben Fleischer y que llega desde el otro lado del charco bajo el título de Bienvenidos a Zombieland (Zombieland, 2009). En manos de un director sin complejos y con muchas ganas de agradar aportando personalidad, y apoyándose en un guión la mar de divertido escrito por Rhett Reese y Paul Wernick, dos especialistas en la comedia televisiva y que han decidido revisar los clásicos del género, nos encontramos con una nueva explotación del omnipresente género zombi, pero añadiendo otra vez el factor cómico que tan bien funcionó en los años 80 y, sobre todo, desde que el mago Edgar Wright se juntó con los incomparables Simon Pegg y Nick Frost para realizar la obra de culto Zombies Party (Shaun of the Dead, 2004). Lo que en otro tiempo fue un género propio de los fans del terror y de los adoradores de las historias sin final feliz por culpa de los muertos vivientes, se torna ahora en un producto más de las masas que, seguramente, disfrutarán como nunca y servirá para abrir ojos y echar un vistazo al pasado. Verdaderamente se lo merece.

Cartel español de Bienvenidos a Zombieland
Cartel español de Bienvenidos a Zombieland

Bienvenidos a Zombieland cuenta la historia de encuentro y aventura de cuatro supervivientes a un holocausto zombi. Tenemos a Columbus (Jesse Eisenberg), un geek aficionado a lo videojuegos, buen estudiante, que no se come un rosco, lo que implica que no es que haya tenido una vida tremendamente social, y que seguramente se haya leído el libro "Zombi – Guía de supervivencia" de Max Brooks de pe a pa. En el camino de este se cruza Tallahassee (Woody Harrelson), un tipo normal cuyo principal propósito en todo este caos, además de matar zombis sea como sea, es encontrar un bollito twinkie antes de que estos acaben caducando. Para rematar tenemos a Wichita (Emma Stone) y Little Rock (Abigail Breslin), dos hermanas con más de un as en la manga. Pues nada, una vez se crucen sus caminos su periplo en discordante armonía les llevará a protagonizar alguna de las situaciones más rocambolescas ocurridas en el mundo cinematográfico zombi. Como gran detalle, impagable y sorprendente, tenemos EL cameo que por el surrealismo con el que ha sido plasmado se convierte por derecho propio en una de las mejores secuencias de este año que hemos dejado atrás.

En fin, eso es Bienvenidos a Zombieland. Una muy recomendable comedia zombi que nos ofrece un comienzo inigualable en forma de dos minutos de títulos de crédito en donde vía carnicería a cámara lenta se nos muestra el destino del mundo que conocemos. Tras esto una historia inteligente, bien protagonizada y con un singular sistema de integrarnos las virtudes de tener reglas en este tipo de holocaustos. Encuentros, desencuentros, sorpresas, descubrimientos y, como era de esperar, despiporre aniquilador zombi. Aunque también es importante destacar que lo que comienza fabulosamente bien termina sin lograr mantener el gran nivel mostrado durante la primera hora de metraje. Eso si, debe verse, debe comprarse cuando salga en cine en casa porque podrá ser vista en una sesión doble con Shaun of the Dead y, quien sabe, compartirá con esta un lugar especial en esa biblioteca de cult films tan exclusiva que todos tenemos.

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En estas fechas tan señaladas no hay nada como los films de corte familiar para ir todos a disfrutar del mejor ambiente navideño. Los señores de Warner Bros. Pictures, rebeldes todos ellos, han decidido mear fuera del tiesto y radicalizar un poco estas fechas para que no nos atocinemos con tanta comilona, que buena falta nos hace! Con el apoyo de Legendary Pictures, Silver Pictures y Dark Castle Entertainment, James McTeigue, apadrinado de los Hermanos Wachowski, nos ofrece su segunda incursión como director en Hollywood tras V de Vendetta (V for Vendetta, 2005). Esta su nueva película es uno de los mayores ejemplos de despiporre sanguinolento y viciosamente violento que el personal se puede echar a la vista en estos tiempos que corren. Ninja Assassin (2009), film que hay que reconocer cuenta con un guión por momentos demasiado patatero, es sin embargo una película brutal, un festival de sangre, amputaciones, desmembramientos varios, explosiones corpóreas y gritos que nos hacen recordar al mejor Bruce Lee de la historia. Un pequeño / gran homenaje al mejor cine oriental donde la sangre a chorros de las películas de Akira Kurosawa, alguna hay, choca de frente con las paranoias detectivescas de Operación Dragón (Enter the Dragon, 1973) o la casposidad de los productos creados por la factoría Shaw Brothers.

Póster de Ninja Assassin
Póster de Ninja Assassin

En fin, basta con los 5 minutos iniciales para descubrir cual es el no sorprendente y nada arriesgado camino seleccionado por Matthew Sand y J. Michael Straczynski, guionistas de esta pequeña joya, para introducirnos en este supurante desparrame: los ninjas son lo más de lo más en cuanto a métodos de aniquilación sibilina y capaces de hacer cualquier cosa que se les pase por la cabeza. La historia arranca y nos introduce en la vida de Raizo, el cantante y mediano actor Rain, y como de niño es adoptado por el maestro Ozunu (Shô Kosugi), dirigente del Clan de la Arena Negra, una sociedad secreta cuya verdadera existencia es considerada un completo mito. En esta sociedad de asesinos ninja, Raizo es entrenado brutalmente a base de golpes y sufrimiento extremo… muy a la 300 (2007). Obligado a pelear con sus iguales y desprovisto de cualquier demostración de sensibilidad, Raizo evoluciona y se convierte con honor en el ninja killer más sobresaliente de la escuela de Ozunu. Pero claro, toda historia de redención tiene que tener una causa que provoque este nuevo rumbo y cambio de parecer. En el film de McTeigue es la ejecución sin piedad de una compañera de Raizo lo que causa de que este decida abandonar al clan y protagonizar una de las venganzas más superlativas del cine moderno. En ese momento nos iremos a Alemania, allí una forense de la Europol llamada Mika (Naomie Harris) investiga, sin el consentimiento de su superior Ryan Maslow (Ben Miles), el grotesco asesinato de los yakuza del principio de la película. Su investigación le llevará a contactar con Raizo y a verse inmersa en una vorágine de hiperviolencia sangrienta que solo se acabará cuando se haya muerto todo el mundo… y con todo me refiero a todo, desde el primero de los ninja hasta el apuntador.

¿Qué identifica por lo tanto Ninja Assassin? Pues tenemos a un protagonista curtido a fuego, acostumbrado al dolor y que por el amor de una mujer decidirá tirar por la borda años y años de dolorosa dedicación. Un clásico del cine. Luego sumemos como dosis especiales y decorativas cientos de cabezas partidas al medio, millones de surikenes del tamaño de un plato que te arrancan brazos y piernas y que son inagotables, decenas de ninja que se ocultan y mueven haciendo honor a las criaturas de Aliens, el regreso (Alien, 1986), montones de espadas katana que parten cuerpos al medio como si se trataran del solomillo más cremoso que hayáis probado, y tantos hectolitros de sangre que si no acabas salpicado es que no has visto realmente esta película. Esto es Ninja Assassin. No se le puede pedir otra cosa y, mira tu por donde, ofrece bastante más de lo que cualquiera podía esperar. Argumento normal, historia normal pero entretenimiento asegurado. Ojo, debes ir con el chip de "me lo voy a pasar bien viendo como hacen lonchas con varios miles de policías y guerreros orientales". Ni más, ni menos.

Personalmente creo que estamos ante un apoteosis gore tan absurdo y desmedido que mola y ya está. Este es el espíritu del film y no debemos buscarle 5 pies al gato. No va a ir más allá de esto, no es una obra maestra del cine, y por eso me atrevo a decir que estamos ante un nuevo cult film que será disfrutado de vez en cuando como producto de sobremesa teñido de rojo. Para mi, un debe en mi videoteca futura…

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A falta de pan buenas son tortas. El otro día nos pasamos por el cine para ver la última película de fantasía infantil que se ha sacado de la manga el siempre extraño de Spike Jonze, miembro de ese grupo de peculiares directores y guionistas que forman, entre otros, Wes Anderson, Michel Gondry o Charlie Kaufman. Adaptando el cuento más famoso del escritor y ilustrador Maurice Sendak, y del que tengo que reconocer no estuvo en mi librería en los años más tiernos de mi vida, Warner Bros. Pictures ha arriesgado cosa fina en una idea que se aleja por completo de las hazañas de Jim Henson o Michael Ende, hablo del positivo y conciliador espíritu de Dentro del Laberinto (Labyrinth, 1986) o La historia interminable (Die unendliche Geschichte, 1984). El principal problema que le veo es que si su objetivo era atraer taquilla juvenil para paliar la brutal inversión realizada, 100 millones de dólares más gastos de publicidad, el fondo de la historia es demasiado triste para estas fechas. Aunque bueno, esta opinión es demasiado subjetiva por mi parte, me gusta demasiado el positivismo de este tipo de películas y cualquier riesgo que se toma tiendo a magnificarlo de forma desmedida.

Cartel de Donde viven los monstruos (Where the Wild Things Are)
Cartel de Donde viven los monstruos (Where the Wild Things Are)

Expandiendo un relato breve y de gran fuerza visual hasta un metraje sorprendente, Jonze amplia sin problemas la película con secuencias infinitas, pausas incómodas y melancolía que, personalmente, se queda corta. Donde viven los monstruos (Where the Wild Things Are, 2009) demuestra de paso que no es tanto el film de corte infantil que uno podría esperar si ha visto como nos la venden y apuesta más por un público adulto que podrá ver reflejado, si se da el caso, su comportamiento cuando fue más niño. La película cuenta el viaje imaginario de Max, sorprendente Max Records, un niño de 12 años que forma parte de una familia distante por la diferencia de edad entre él y su hermana, o la incómoda situación de una madre que tiene suficientes problemas como para agregar el de un hijo que necesita de verdadera atención. Con una imaginación desbordante, y a falta de figuras familiares que le hagan caso y le acompañen en su universo personal, Max hace lo que le da la gana y demuestra en cuestión de minutos que no dispone de una figura dominante que le eduque y que le ayude a superar la patente soledad. Tras un día de crisis absoluta, Max se escapa y se va de viaje imaginario a una isla solitaria donde coincidirá con Carol (James Gandolfini), Alexander (Paul Dano), Judith (Catherine O’Hara), Ira (Forest Whitaker), Bull (Michael Berry Jr.), Douglas (Chris Cooper) y KW (Lauren Ambrose), unos monstruos de dimensiones pimponianas que, como fiel reflejo de su propia personalidad, hacen lo que les viene en gana al tiempo que muestran los mismos pesares que el niño… celos, abandono, protagonismo, etc. Max se erigirá como rey de todos ellos, contará con su incondicional apoyo a la hora de divertirse, etc. Pero, ¿qué efecto tendrán sobre sus nuevos amigos imaginarios las excentricidades y excesos de Max?

En definitiva, una factura perfecta con momentos que marcan pero una historia que en manos de Jonze adolece notablemente de ritmo y de buenas sensaciones, tiene momentos verdaderamente terroríficos…¿los propios miedo y pesadillas de nuestro protagonista?. Supongo que será parte de la obra de Sendak, pero la he encontrado demasiado tristona y adulta. Eso si, los monstruos son generosamente vitales gracias a la Jim Henson Company y unos efectos digitales de compañías de primer nivel como Framestore o Quantum Creation FX que les otorgan vida propia y una expresividad sorprendente. La verdad, me gustaría saber que impresión ha causado tanto en adultos como en infantes. Sobre todo para detectar a que público va realmente orientada la película, creo yo que al primer grupo, que es quien realmente va a entenderlo y asimilarlo.

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Tras 12 años de ausencia donde se dedicó a evolucionar las posibilidades del cine moderno y rodar documentales a modo de prueba y error, James Cameron ha vuelto al cine decorando una historia clásica, presente al menos una vez por década y cuyo único pretexto es el entretenimiento con un envoltorio de modernidad, innovación y vanguardismo que, pese a los más escépticos, marcará un antes y un después en la historia del cine. Este pasado viernes se estrenó en todo el mundo Avatar (2009), una epopeya de gran dimensión que bebe de la historia más primitiva y que recupera, a su vez, retazos de más de 100 años de cine para ofrecernos nuevamente el concepto que subyace en las superproducciones que más gustan en Hollywood. Avatar es eso y no quiere ser más. No busca la originalidad, no ofrece una historia sorprendente, no quiere que salgamos pensando que nos han contado algo que nunca ante habíamos oído. No, Avatar recurre a algo conocido y lo viste con un envoltorio superlativo, excelso, colorista, llamativo y que hace que el aficionado al cine descubra algo nunca antes imaginado.

Cartel para IMAX 3D de Avatar de James Cameron
Cartel para IMAX 3D de Avatar de James Cameron

Nuestro protagonista es Jake Sully, el australiano Sam Worthington es la nueva estrella que copará el cine de los próximos años, un soldado lisiado que por desgracias de la vida, su hermano gemelo ha fallecido, se embarca en un viaje de renovación y más adelante renacimiento al planeta Pandora. La razón del viaje es sencilla, el poder fáctico que todo lo destroza ha detectado en el planeta un mineral cuyo poderío energético es tal que hará al que lo posea inmensamente rico. Por lo tanto, un ejército de mercenarios, con el Coronel Miles "soy un geyperman" Quaritch (Stephen Lang) al mando, tiene como misión proteger las prospecciones de este mineral al tiempo que un grupo de investigación intenta conocer a los habitantes del planeta para convencerles de que deben dejarles explotar el entorno. En fin, gracias a lo último en el ámbito de la ciencia, y con la Dr. Grace Augustine (Sigourney Weaver) como guía, Jake ocupará el cuerpo de un avatar, una recreación de si mismo que combina la genética de su hermano, la suya al fin y al cabo, con la de los Na’vi, los habitantes antropomórficos de Pandora. El periplo de Jake le llevará al encuentro con Neytiri (Zoe Saldana), una verdadera Na’vi que, como puerta de entrada, permitirá a Jake descubrir una nueva civilización, las creencias que les mueven, su idiosincrasia y que le dará razones extra para cambiar su vida y la de los que le rodean de manera definitiva.

Dado que todo lo que se narra lo hemos visto, tenemos el viaje de Bailando con lobos (1990) a un mundo ancestral y conviviendo con una sociedad completamente diferente a la tuya, o la rebelión por la libertad de narraciones como Braveheart (1995), Cameron se acomoda en una historia que sabe va a gustar y decide explorar otros matices más consecuentes con su permanente dedicación a la evolución cinematográfica. Por lo tanto, nos traslada un futuro distante, con una problemática presente, muy presente, y saca a relucir esos 12 años de innovación donde ha descubierto el no va más en cuanto a tecnología que renovará en parte, y sin dudarlo, el cine que conocemos. Avatar propone en definitiva descubrir que con dinero y mejora verdadera uno puede lograr que 2 horas y 45 minutos de metraje sean un suspiro, impresionante logro, que todavía nos queda mucho por ver y que con las más modernas tecnologías se pueden crear virtuosos entornos donde el colorido, la emoción, la emotividad y la grandeza tiene todavía cabida, y mucha más de la esperada. A nivel técnico esta película es inconmensurable. James Cameron ofrece el primer episodio del nuevo cine y nos demuestra que lo irreal puede parece real. Sacando el máximo de empresas como WETA como solo él sabe hacerlo, nos lleva a un mundo nuevo, original y brutalmente hermoso repleto de secuencias que en 3D te dejan con la boca abierta y sintiendo que estás ahí metido, en medio de la selva que cubre toda Pandora. Alucinante es la plasticidad de todos los seres vivientes del entorno, los Na’vi y las criaturas son de una calidad apabullante y que hasta ahora cuesta comprender como se ha logrado. Eso si, se entiende de sobra la brutal inversión de dinero que ha sido necesaria para hacer la película, esperemos que sea rentable para que el futuro en el cien siga, como complemento a grandes historias, esta ruta que ha iniciado James Cameron.

En fin, es importante dejar claro que nada en la historia de Avatar es nuevo. Frases y recuerdos de Aliens: El regreso (Aliens, 1986), el viaje iniciático de Un hombre llamado Caballo (A Man Called Horse, 1970), la belleza paisajística como no se recordaba desde Memorias de África (Out of Africa, 1985) o la grandeza belicosa de Apocalipsis Now (1979). ¿Y? No se puede agradar a todo el mundo pero si ofreces los detalles de las mejores películas y los fusionas con una pasta llamada vanguardia tecnológica el resultado es esto… una de las mejores películas del año y que dará que hablar durante mucho tiempo.

En fin, id a verla sea como sea al cine y en 3D. Pensando en el futuro de Avatar, como cine en casa perderá enteros a puñados. La grandeza que trasmite tiene que ser vista en pantalla grande, o gigante, y gafas polarizadas.

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Este viernes se ha estrenado en medio mundo la última epopeya sobre la destrucción del mundo. Roland Emmerich, director especializado en este tipo de narraciones, vuelve a la carga para explorar un género donde se le considera uno de los mejor dotados… craso error. Nuevamente, con 10.000 A.C. (10,000 BC, 2008) el director teutón vino a demostrar que no sabía lo que hacía, Emmerich se embarca en un proyecto con una premisa siempre atrayente, al gran público le encanta eso de ver como se va todo a freír espárragos, y la transforma en una pamplina de muy señor mío. 2012 (2009), el no va más de las disaster movies hasta la fecha, todo sea dicho, es inclasificable, sea ya por los mil y un tópicos que exprime sin ton ni son, por las más de dos horas y media de metraje que hacen que uno se sienta abotargado y cercano a la necesidad de hacer compañía a Morfeo, o por la poca capacidad de sorpresa que demuestra el producto final una vez visto y comparado con los trailers que nos han enseñado a lo largo de la campaña promocional del film… aunque esto último "no" es culpa de Emmerich y más bien de Columbia Pictures y Centropolis Entertainment.

Quad-póster de 2012
Quad-póster de 2012

Estamos en el 2009, unos científicos descubre en la India que las últimas explosiones solares han hecho mutar a los neutrinos y estos se han rebelado contra nuestro planeta y amenazan destruirlo. Tras múltiples intentos de verificación se confirma que el destino del mundo está escrito y que, más o menos, en tres años todo se va a ir al carajo. Muy en la lógica de este tipo de películas, basta echar un vistazo a Cuando los mundos chocan (1951) para ver varios cientos de similitudes, los gobiernos más importantes del mundo, lo que nos faltaba, deciden urdir un plan y hermanarse para salvar a la raza humana. Pues nada, todo sigue su curso hasta que un día, verano del 2012, y varios meses antes de lo previsto por los científicos al cargo, se produce el acabose. El caos, la destrucción total y el fin del mundo tal cual lo supone Emmerich. Como suele ocurrir en este tipo de narraciones tenemos un héroe, un fracasado escritor y conductor de limusinas llamado Jackson Curtis e interpretado por John Cusack, su ex-mujer, sus hijos, el nuevo marido de esta que no cae bien pero que si no es por su ayuda no pasarían de la primera esquina, el presidente de los USA, sus perros consejeros, el científico que se lleva toda la gloria y que no para de reconocer errores, etc. En fin, más o menos todos los arquetipos del cine de esta calaña.

Roland Emmerich escribe junto a su siempre fiel Harald Kloser, menudo par, un guión basado en una idea que no han sabido exprimir como se merece. Comienza ofreciendo un efectivo despiporre visual, exacerbado hasta el no va más, y por el que el espectador le aplaude. Pero claro, todo lo bueno tiende a terminarse y es aquí donde Emmerich no sabe controlar lo que tiene entre las manos y se dedica a extender el metraje contando demasiadas cosas que, la verdad, no importan nada. Pues eso, lo que arranca como una oda a la aniquilación, hay que darse cuenta que mientras vemos las destrucciones de Las Vegas, Los Angeles, Roma, etc. están muriendo millones de personas al tiempo uno se parte de risa con las cómicas situaciones que plantea Emmerich, acaba convirtiéndose en una chatarra, donde el director no se arriesga con posibles dramatismos reales y prefiere que el espectador sume todos los tópicos que esperaba ver. Lo dicho, comienza bien, tiene repentinos saltos de interesante a tedioso, muy tedioso, y se acaba difuminando hasta el peregrino final.

No menos triste es lo irregular de la producción. Se ve que Emmerich y Kloser fueron escribiendo, imaginaron lo más desorbitado que se les pudo pasar por la cabeza y cuando tuvieron que dar carpetazo a la película, el ya famoso tercer acto, optaron por la simpleza más absoluta. Lo mismo les ha ocurrido con la producción. Hay que reconocer que todo va en lugar de mejorando, bajando de calidad conforme pasan los minutos. Los inicios son apoteósicos y el final es de serie B floja con efectos digitales indignos de Hollywood. Tema a parte son las mil y una licencias que Emmerich decide tomarse para contar su historia. Está claro que en la ciencia ficción es ciencia ficción, y que por lo tanto lo que ocurre no debe ser tomado en serio. Que los coches vuelen, que los terremotos no paren a nuestros protagonistas o que las nubes tóxicas no hagan su efecto como deberían, nos debe dar igual. Pero otra cosa es intentar justificar detalles de la vida cotidiana con soluciones de medio pelo. En esto el director alemán se luce y cosas como meter un CPD completo en una caldera a más de 50º sin que nada deje de funcionar o que un compartimento estanco se cubra de agua a libre albedrío para poder narrar lo que más le conviene no tiene nombre.

En fin, la campaña publicitaria ha logrado que 2012 se ponga en el top de la taquilla mundial, solo el viernes recaudó casi 24 millones de dólares y eso nos acerca a un fin de semana de órdago. Pero habrá que ver como se sigue comportando cuando el boca a boca alerte de lo que hay… 2 horas y 38 minutos donde la combinación de euforia y tostón hace que al final predomine lo segundo pudiendo haber logrado, con unos 40 minutos menos de metraje, lo primero. En esto Michael Bay por lo menos no defrauda. Malos proyectos pero 100% palomiteros.

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El pasado fin de semana me pasé por el cine para poder ver The Box (2009) de Richard Kelly tras bastante tiempo esperando por algo salido nuevamente de sus manos, si, Southland Tales (2006) todavía no la he visto y no se cuando podré hacerlo. Basado en un relato corto de ciencia ficción titulado "Button, button" de Richard Matheson, Kelly expande esta historia que juega con el tema de la moralidad hasta sacarse de la manga un largo de ciencia ficción bastante decente pero con la sensación de que algo falta para que el resultado final sea un producto 100% disfrutable.

Póster final de The Box

Estamos en los años 70, Norma Lewis (Cameron Diaz) y Arthur Lewis (James Marsden) son un matrimonio bien avenido que tiene un hijo en común. Arthur trabaja para la NASA y tras ser responsable de algún que otro importante cachivache en la carrera espacial por conocer Marte, sueña con dar el gran salto que le llevará al estrellato, y no tanto como metáfora. Su esposa Norma trabaja en un exclusivo colegio de pago donde, de paso, estudia su hijo. Un día y sin venir a cuento pasa por casa de los Lewis un misterioso caballero llamado Arlington Steward (Frank Langella). El señor Steward, raramente desfigurado, lleva consigo una caja con un botón rojo y una llave. Una vez abierta la caja Arlington le hace a Norma una oferta bastante siniestra y que dará que pensar. Si pulsa el botón de la caja ocurrirán dos cosas: una persona que no conocen morirá y a cambio ellos recibirán la nada despreciable cifra de 1 millón de dólares. La compleja decisión se verá desequilibrada por un factor inesperado, Arthur se lleva un buen palo en el trabajo al quedarse fuera del programa espacial y ver como el alto nivel de vida que siguen se queda fuera de sus manos. No cuento más porque lo mejor es verlo.

Con solo tres proyectos entre sus manos, la magistral Donnie Darko (2001) y la mencionada antes Southland Tales además de esta, Kelly es un incomprendido maestro de la psicología más trabajada y esto es The Box, un gran experimento de desesperación, de moralidad y de ciencia ficción sorprendente y extraña hasta el exceso. Kelly transforma un relato sobre una decisión y el tratamiento de las causas que esto implica en un film que toma como premisa este valor pero que le sirve, de paso, para entrar en un universo de ficción complejo, cargante y por momentos completamente desconcertante. Lo más llamativo es el imparable cúmulo de sorpresas que oculta el bueno de Arlington Steward. Desde un principio se nos habla de él, de lo que le ha pasado y es por ello que su presencia es permanentemente desesperante. Pero claro, de ahí pasamos a extrañas situaciones que Kelly decide no explicar y que prefiere dejar colgadas para que nos sintamos más y más incómodos. Preguntas como ¿desde donde trabaja el señor Steward? o ¿cómo narices hace para contar con un ejército de acólitos controlados mentalmente? quedarán ahí permanentemente colgadas.

Pero eso es lo bueno, al final Richard Kelly demuestra que lo que pretendía hacer era adaptar la obra de Matheson y eso es lo que nos ofrece. Un fiel reflejo del concepto, donde el trasfondo es el deseado por Matheson y donde todo lo extra es parafernalia que ayuda al espectador a abstraerse por momentos de la raíz de la historia y pensar en otras posibilidades que en verdad no existen.

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Se acerca el fin de semana y con ello el seguro estreno de El imaginario del Doctor Parnassus (The Imaginarium of Doctor Parnassus, 2009) de Terry Gilliam, y el curiosamente no tan seguro de Saw VI (2009) de Kevin Greutert. Tengo ganas de escribir sobre esto y antes de dejaros con las habituales noticias del día, se acaba de ir la luz en todo el edificio y publico vía 3G, os ofrezco la última del affaire y mi visión de todo el tema porque apesta bastante.

Hoy el diario El País publica un muy interesante y revelador artículo firmado por Gregorio Belinchón donde se habla del tema "Saw VI pornográficamente violenta". El periodista informa que existe algo en nuestro estado llamado Comisión de Calificación dependiente del Ministerio de Cultura, que se renueva cada dos años y que en estos momentos se compone de seis vocales donde "hay mucho opusino", indica uno de ellos aunque sin querer indicar que sean de esta vertiente religiosa. En la Cadena Ser, programa La Ventana de esta tarde, este mismo periodista añade que los nombre de este comité son secretos, algo por lo pronto alucinante.

X-Rated

En fin, cuenta Belinchón que la semana pasada se reunieron 5 de sus integrantes, una parece ser que dimitió del puesto no hace mucho, y tras el habitual peregrino debate que mantienen semana si y semana también, decidieron por 3 votos contra 2 darle a Saw VI una calificación de "Película X" que canta a leguas. Lo más divertido es que el vocal con el que habló Belinchón, y del que no puede dar el nombre lógicamente, indicó sin tapujos que la decisión "era llevarnos la contraria a nosotros mismos, que pusimos un ‘no recomendada para menores de 18 años’ a Saw V". Si bien lo que decida esta comisión no es vinculante, vamos, que puede ser un 5 a 0 y el director de la ICAA – Instituto de la Cinematografía y de las Artes Audiovisuales – puede decidir por si mismo, esta vez Ignasi Guardans, el susodicho director, no se ha mojado y ha continuado con la pamplina esta otorgando finalmente a Saw VI la calificación moral "Película X" que no tiene, ustedes me perdonen, maldita razón de ser.

Señores, no es culpa de este gobierno, ni del anterior, ni viene el problema de la era glacial… esto viene del poco seso que se tiene en este país. Vayan a Francia o a USA y cuéntenme si a una persona de 14 años le dejan entrar en una no recomendada para menores de 18. ¿Para que vale la Comisión de Calificación esta? Pues para nada, para cobrar un sueldo extra viendo pelis en pases privados con un cubo de palomitas de los grandes y una cervecita fresquita, no como el resto de mortales que tenemos que aguantar a maleducados de 12 años en sesiones de tarde-noche de películas como Watchmen (2009) de Zack Snyder. Pues si, en España tenemos corrupción política y urbanística, tenemos jefes pisoteadores, EREs a punta pala y maleantes que roban un coche y se van a la cárcel mientras que otros roban millones de euros y el juez les deja en libertad sin fianza por su apellido. Es triste pero cierto, como decía cierto político "este es el país de la pandereta", una república bananera donde cada cual mira a su ombligo sin pensar en que le pasará al resto. Es triste pensarlo, pero más triste es verlo todos los días en las noticias de cualquier canal, sea afín o contrario a tu pensamiento o ideología. Da igual donde mires, todo da asco y ahora el mundo del cine y sus mojigatos censores pasan a primera fila. En vez de tanto moralizar, controlen el acceso a los cines y listo. No creo que por ver Saw VI nadie vaya a torturar a otro si antes ya han visto Hostel: Part II (2007), Hostel (2005), Saw V (2008), Saw IV (2007), Saw III (2006), Saw II (2005) o Saw (2004). Y puestos a censurar, podrían cancelar el Festival de Sitges, la Semana de Cine Fantástico y de Terror porque pasan pelis de esta índole y puede que peores, y ya que estamos por qué no recomendar a nuestro vecinos de Portugal que acaben con el Fantasporto ya que nos podemos colar yendo en tren o en coche.

En fin, Disney-Buena Vista, la distribuidora de Saw VI en España, sigue a velas vir, como decimos en esta tierra. Mañana no creo que estrenen el film y si hay finalmente marcha atrás, que la habrá porque aquí todos dan el brazo a torcer como auténticos hombres de paja, Saw VI se verá dentro de un número de semanas bastante cercano a este momento.

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Pese a la deficiente distribución que está teniendo por España, son muchos los que tristemente se quedarán sin verla en pantalla grande, ayer tuve la ocasión de ir al cine a ver Moon (2009), el debut cinematográfico de Duncan Jones, hijo de David Bowie, y personaje a tener muy en cuenta desde ya siempre que se le pase por la cabeza una idea para contar en pantalla grande.

En la historia de Moon, imaginada por el propio Jones y adaptada al guión de cine por Nathan Parker, se nos presenta el fin del periplo lunar de Sam Bell, un astronauta minero que lleva casi tres años solo en una estación lunar de la compañía Lunar Industries. Su misión durante estos tres años ha sido llevar adelante el mantenimiento de la base y la recolección del gas helio-3 de la zona oscura de la Luna, gas que permite obtener una gran cantidad de energía mediante fusión y que ayuda a que el deterioro terrestre se paralice. Tras ser introducidos, sencillamente y como si de una promoción se tratara, en la problemática energética mundial, asistimos a un día del trabajo de Sam Bell. Nuestro protagonista se levanta, desayuna y hace algo de deporte. Luego disfruta cuando tiene ocasión de alguna esporádica transmisión en diferido que le llega desde la tierra y que tiene por lo general a su mujer e hija como protagonistas. La mayor parte del tiempo la dedica a interactuar con un robot llamado Gerty, cuya misión es supervisar el trabajo de Bell al tiempo que cuida de el. Los momentos de ocio, vitales para combatir la monotonía y el aislamiento al que está sometido, Bell los distribuye entre cuidar unas plantas en una especie de invernadero y completar una maqueta de madera que ya estaba iniciada cuando el llegó. A dos semanas de su partida para la tierra Sam Bell comienza a sufrir alucinaciones, esto desemboca en un accidente que tiene cuando se dirige a supervisar una de las máquinas cosechadoras. Tras permanecer un tiempo en coma la vida de Bell dará un vuelco imprevisto. Y hasta aquí puedo contar.

Cartel de Moon
Cartel de Moon

Moon es ciencia ficción de la buena y de la que decide apostar por ser diferente y más clásica. Además de contener una trama basada en una muy buena idea, aporta suficiente tensión, claustrofobia, drama, pesar y desesperanza como para enganchar de principio a fin. Moon prefiere describirnos un futuro muy similar al tiempo que vivimos ahora mismo, no deriva en parafernalia increíble y sofisticada, y se centra más en la aislada experiencia de un astronauta con el problema presente que esto conlleva. Hay una extraña combinación de modernidad, la base o la presencia de Gerty son el mejor ejemplo, con elementos más de andar por casa como el uso de marcadores post-it que decoran toda la nave o las músicas que Sam Bell escucha de vez en cuando. Su director, Duncan Jones, tiene momentos para todo, para ofrecernos una obra original y para recordarnos retazos de otras piezas cinematográficas que tocan el tema de la soledad. Hay presencias de la locura de Naves misteriosas (Silent Running, 1971) de Douglas Trumbull, del aislamiento y las visiones de Solaris (1972) de Andrei Tarkovsky o de la modernidad artificial de 2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, 1968) de Stanley Kubrick. Para alucinar y quitarse el sombrero es el trabajo de Sam Rockwell que, al igual que el de Sharlto Copley en District 9 (2009), se lo come todo el solito. Rockwell es todo el Sam Bell que nos podemos imaginar.

Uno de los escenarios de Moon
Uno de los escenarios de Moon

Gerty, con su pantalla emoticon y sus post-it
Gerty, con su pantalla emoticon y sus post-it

Mención especial merecen diversos aspectos técnicos del film. Primero la banda sonora que ha compuesto Clint Mansell y de la que se puede escuchar el tema central "Welcome to Lunar Industries" en su web de MySpace. Mansell ofrece un score minimalista, de esos que rezuman melancolía y que encaja como anillo al dedo en una película como esta. Segundo el destacadísimo diseño de producción de Tony Noble y la dirección artística supervisada por Hideki Arichi y Josh Fifarek, es para estudiar y plantar en el rostro de algún directivo de esas majors que pululan por Hollywood cómo han logrado lo que han logrado con el poco presupuesto que han tenido. Tercero y final, los excelentes efectos digitales de Cinesite, al igual que todo el trabajo de producción comentado antes me cuesta entender como lo han hecho con esos 5 millones de dólares.

No se que más decir. Id a verla. Seguro que la disfrutáis.

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Entramos en plena fiebre cinematográfica otoñal con un fin de semana repleto de cosillas para pararse a ver y opinar. Lo que hay que dejar caer antes de comentar el resultado final de uno de esos films que han llegado a las carteleras, es que junto a su compañero de viaje, con quien ha compartido muchas de las entradas de este blog durante los últimos meses, llegan con el San Benito de las flojas y dispares opiniones. Y no es para menos…

El primer capítulo de este poco prometedor fin de semana, siempre hablando de los géneros que copan este blog, lo protagoniza Los sustitutos (Surrogates, 2009), el nuevo film de Jonathan Mostow que los sellos Buena Vista y Touchstone Pictures han producido. Previo a centrarme en lo que me ha parecido tengo que confesar que no me he leído la novela gráfica de Robert Venditti y Brett Weldele. Por lo tanto, soy deudor y no podré comparar lo visto con lo leído y más aun, no podré saber si es fiel reflejo del origen. Sea como fuere, he buscado información por ahí que destaca que el camino tomado por Michael Ferris y John D. Brancato, guionistas de esta película y del anterior film de Mostow, la inefable Terminator 3: La rebelión de las máquinas (Terminator 3: Rise of the Machines, 2003), ha sido el de la libertad absoluta y la infidelidad suma. Espero que alguien me lo pueda confirmar pero, por lo visto, se podría decir que ya en su día el salto al cine de "Surrogates" no comenzó con buen pie, o por lo menos no con el que se esperaba.

Póster español de Los sustitutos / Surrogates
Póster español de Los sustitutos / Surrogates

Estamos en un futuro no muy lejano. A lo largo de los últimos 20 años las investigaciones en temas de robótica han evolucionado a un ritmo vertiginoso alcanzando su culmen con la creación de los sustitutos, robots / replicantes de perfecta apariencia humana que permiten que nos quedemos en casa a cuidar de nuestras lorzas favoritas mientras un perfecto y escultural cuerpo deambula por ahí trabajando, haciendo los recados y, por supuesto, ligando con otros bellezones de no te menees. Pero claro, no todos comulgan con la nueva religión. Se nos descubre que aquellos que reniegan de los sustitutos y que prefieren seguir siendo más humanos mantienen una cruda batalla contra sus "iguales". Todo va perfecto, hay paz, nadie se habla pero tampoco se pegan… hasta que un día se comete el asesinato de dos sustitutos. La cosa no iría a más, que se muera un sustituto no significa que se muera su propietario, si no fuera porque el crimen lo comete un humano real y porque el arma utilizada ha traspasado el muro de datos que separa al huésped de su dueño. El resultado no puede ser peor los sesos de estos últimos ha quedado licuado. En este punto arrancará la verdadera trama del film, en la que los agentes del FBI Greer (Bruce Willis) y Peters (Radha Mitchell) comenzarán a buscar la letal arma e intentar resolver el misterioso crimen.

Y claro, luego te encuentras con lo que te encuentras. Personajes de chiste como el interpretado por Ving Rhames, ya le pueden haber pagado bien para lo que hace, o el de James Cromwell… por minutos se cuentan sus apariciones. Luego un sustituto versión de Bruce Willis con un aspecto que vaya por dios, ni diciendo al actor que se esté quieto ni usando todo el maquillaje digital de la historia se puede competir con una idea un poco más original y menos arriesgada. Porque digo yo, ¿no podrían haber buscado otro actor que hiciera de Willis en los momentos sustituto?, tampoco son tantos. Luego como se desarrolla todo. La verdad, es una pena que no se aproveche una trama con este potencial. Además, no se entiende muy bien ese tono edulcorado de la subtrama de sufrimiento personal que oculta por momentos lo que realmente vamos a ver. Sumemos el total desvió que se gastan en el desenlace final, haciéndonos olvidar el verdadero origen del film. En fin, el trabajo de Mostow es trabajo de fin de semana, la película puede verse pero deja claro que tras seis años de ausencia el director no mantiene el punto como lo mantuvo en su día. Aunque haciendo memoria, ¿algún día tuvo ese punto?

Ni los efectos, por momentos mediocres y muy plasticosos, ni la acción, reducida a dos o tres escenas, son potencial suficiente como para que el proyecto acabe por enganchar del todo. Nada, un producto para pasar el rato, ver, estar 88 minutos en el cine, alucinante pero cierto, y salir con un sabor de boca agridulce. Ni chicha ni limoná.

 NOTA  Que alguien me explique si Greer piensa realmente lo que hace cuando lo hace. ¿Las consecuencias no son ni meditadas?

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