Puede que esto surja un poco a destiempo, pero tengo que reconocer que hasta hoy no he tenido la oportunidad, o no la he generado, de poder ver Los cronocrímenes (2008) de Nacho Vigalondo. Estrenada hace ya un par de años no pudo verse donde vivo y, como las cosas se van aplazando, el debe acabó quedando ahí aparcado, en lo más profundo, hasta convertirse en puro olvido. Hoy sin embargo todo ha dado un giro y, como ocurre con Héctor (Karra Elejalde) en la película, he comenzado a enmendar la plana. La verdad, ya en su día se habló positivamente del proyecto, del gran debut en el largo cinematográfico por parte de Vigalondo… pero lo que quiero dejar claro es que cualquier cosa que hayáis leído se ha quedado corta, Los cronocrímenes es una genialidad, una pequeña serie B tan inteligente como bien realizada, que no pretende rizar el rizo y que acaba por descubrir al espectador que a lo hecho pecho.

Póster oficial para Los Cronocrímenes

Conocemos a Héctor (Karra Elejalde) y a su esposa Clara (Candela Fernández). Recién instalados en su nueva casa, Héctor contempla con sus prismáticos el valle que tiene por delante. Contemplar la lejanía llevará a nuestro protagonista a descubrir como una joven (Bárbara Goenaga) se oculta tras unos matorrales, y como se medio desnuda para luego desaparecer. Aprovechando la ausencia de su esposa, la curiosidad llevará a Héctor al bosque intentando descubrir quién es la joven y que está haciendo. Su anhelo por saber, puede que más por puro impulso morboso o voyeur que por otra cosa, le lleva a descubrir a la joven completamente desnuda y aparentemente muerta para acabar sufriendo el ataque de un extraño personaje vestido con una gasa rosa que le cubre el rostro, una gabardina negra y unas tijeras como arma. Herido y aterrorizado, Héctor escapa hasta llegar a un recinto privado, una especie de laboratorio, donde un científico (Nacho Vigalondo) le ayuda a ocultarse haciendo uso de una máquina… una máquina del tiempo que le llevará unas pocas horas antes de que todo lo que pudo ver ocurra. Héctor decide en ese momento intentar cambiar las cosas.

Vigalondo se adentra sin miedo en el complejo mundo de la ciencia ficción temporal, cuidando al detalle aquellos mil errores donde se puede caer cuando te metes en el embolado de las paradojas y problemas de raccord que de ello se derivan. Con un reparto coral de 4 actores, Vigalondo no está del todo mal y se une a la fiesta para simplificar y abaratar las cosas, el proyecto suple el cero artificio con el que cuenta y cualquier limitación técnica que pueda tener con un guión enigmático y muy trabajado que logra mucho más de lo que si quiera pretenden la mayoría de productos que tientan a la suerte con este género. Vigalondo viaja al pasado y maneja con notable maestría todos esos detalles, enlazando los acontecimientos de forma singular y sorprendente, además de dar forma a todo mágicamente. Aquí destaca su cuidado con el montaje, con el que se gana al espectador que observa con desesperación todo lo que le ocurre a Héctor. Por su lado el reparto sorprende. Si bien Candela Fernández y Bárbara Goenaga intervienen lo justo y necesario, Karra Elejalde se echa a la espalda toda la complejidad del proyecto, y su absoluto protagonismo, transformándose en el tiempo de manera camaleónica e inevitable. La total sorpresa de los acontecimientos y lo que implican de cara al futuro ya vivido provocan más y más interés por descubrir como hace Vigalondo para ligar todo correctamente… cosa que logra con tesón y ganas de debutar con una ya obra de culto a nivel mundial.

Pues eso, que me ha encantado, me ha sorprendido y me ha confirmado que el cine español, de vez en cuando, también sabe hacer cosas completamente diferentes y dignas de los mayores reconocimientos.