En todas partes cuecen habas, y desde luego en las oficinas de Warner Bros. Pictures saben de sobra cómo hacerlas a fuego lento. Patty Jenkins regresa a los mandos de la primera secuela del hit taquillero Wonder Woman de 2017, propuesta fresca y casi perfecta que confirmó a Gal Gadot como ideal Diana Prince, y elemento crucial dentro del ahora supuestamente extinto DCEU. Tres años después de amasar más de 800 millones, Wonder Woman 1984 da un paso adelante en el tiempo, y dos atrás en su dimensión, llevando al espectador a entretenerse durante unas largas dos horas y media de histrionismos dignos de esa década plagada de color, extravagancia, nostalgia y tecnología obsoleta.

Como punto de partida Wonder Woman 1984 ofrece al respetable un arranque espectacular, fresco, entretenido e inesperado. Un arranque centrado en un breve instante de la formación de la Diana niña, en esa Themyscira de amazonas y dioses a los que rendir culto y temer. A golpe de maestría y durante una introducción que debe rondar los 5 minutos, la Jenkins pergeña una secuencia que te deja anonadado por la picardía de esa joven Diana y merced al tema central del film compuesto por Hans Zimmer, y que invita a vibrar sentado en la butaca del añorado cine. El problema es que ese inicio enciende al espectador y pone el listón a un nivel excesivamente alto que no se logrará mantener durante los restantes 145 minutos. Cosas que pasan.

Wonder Woman 1984 se apoya de forma inteligente, y obvia, en los mimbres que llevaron al éxito a su predecesora: plagar la película de buen rollo, química entre sus personajes y cierto aspecto naif que la hacen encantadora… aunque a la Gadot no le hace falta nada más para seguirlo siendo. Recupera para ello a viejos personajes, ahí tenemos de nuevo y bien justificado a Steve Trevor (Chris Pine), y nos presenta un nuevo par, la cerebrita Barbara Minerva (Kristen Wigg), y el casi telepedricador y maestro del engaño piramidal Maxwell Lord (Pedro Pascal). Lo ingenuo y buen rollista se demuestra con escenas que merecen ser mencionadas como la secuencia del atraco en el centro comercial, presentación pública de Wonder Woman en esos años 80, y que recuerda a la simpática escena de los atracadores del Superman de Donner (los del barco delante de la comisaría), o todos los instantes en los que nuestra heroína corre que se las pela, momentos que de nuevo nos retrotraen a otra era y en donde el aspecto de la Gadot , salvando las evidentes distancias, hacen que veamos a la mismísima Lynda Carter dándolo todo… Del mismo modo el film bebe de los cómics y las propuestas más estrambóticas y dignas de homenaje de su era dorada. Ahí está el jet invisible que el personaje usaba para desplazarse. Obviamente la continuidad no es posible, pero es un gustazo verlo en pantalla como amable guiño.

Pero como ya comentaba en todos lados cuecen habas, y las cosas buenas de WW84 están rodeadas por otras que no lo son tanto. La película acaba perdida entre el mayor de los caos, ya sea por la vertiginosa evolución del gran villano Lord, una vorágine de caos incontrolable, excentricidad extrema y cierto aburrimiento obsesivo, o la tardía y subexplotada transformación de Minerva en uno de los icónicos personajes del universo DC, difusa ya de paso en el ya clásico despiporre y atronador exceso visual a tropecientos más frames por segundos del que el cerebro humano puede soportar. Wonder Woman 1984 sufre más que su predecesora, que ya es decir, en el aspecto villanil, llegando a rozar cierta penuria de este factor tan necesario en el cine de superhéroes.Ya de paso se extiende tanto como el látigo de la verdad en el tormento del personaje, resultando algo cansino visitar el aspecto más psicológico de la superhéroe.

En fin, Wonder Woman 1984 entretiene, eso es innegable, pero desde luego no alcanza los niveles logrados por la película de 2017, dejando cierto sabor agridulce en un año donde el cómic convertido en cine nos ha convertido en huérfanos con ganas de más. A ver si no morimos de exceso en 2021… aunque no lo creo.

Colorido cartel de Wonder Woman 1984, los 80 están aquí
Colorido cartel de Wonder Woman 1984, los 80 están aquí

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Este fin de semana toca opinión de Wonder Woman 1984 para animar un poco más el tema. Hoy de nuevo toca invasión de nostalgia y pena con el anuncio del fallecimiento de Jeremy Bulloch, el actor británico que encarnó a Boba Fett en El imperio contraataca (Star Wars: Episode V – The Empire Strikes Back) y El retorno del Jedi (Star Wars: Episode VI – Return of the Jedi).

Ha fallecido Jeremy Bulloch, el Boba Fett original
Ha fallecido Jeremy Bulloch, el Boba Fett original

Bullock tuvo también un papel corto, muy corto, pero recurrente en el universo James Bond, encarnando a Smithers (empleado en el laboratorio de Q) en Sólo para sus ojos (For Your Eyes Only) y Octopussy. Curiosamente George Lucas contó con él en Star Wars: Episodio III – La venganza de los Sith (Star Wars: Episode III – Revenge of the Sith), donde interpretó al Capitán Colton. También compartió pantalla con Jon Pertwee, el tercer Doctor, en "Doctor Who", haciendo frente a los míticos Sontaran.

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Resulta que Possessor Uncut es una de la grandes sorpresas de este 2020 que pronto termina, y la segunda propuesta cinematográfica como director / guionista de Brandon Cronenberg tras visitar también Sitges en el ya lejano 2012 con la enfermiza y contagiosa Antiviral, premiada también e igualmente recomendable.

Marcando su propio terreno pero a la evidente sombra de su padre, al César lo que es del César, el joven Cronenberg nos embarca en un tecno-thriller que presenta como base de su argumento la existencia de medios para la intrusión tecnológica mental (y corporal), amén de otro tipo de intrusiones, equivalentes a las cookies de nuestros navegadores… vamos, que cuidado con lo que haces en la intimidad de tu casa. En fin, tras un arranque sumamente violento, no es la tónica del film pero este está sembrado, conocemos a una asesina a sueldo llamada Tasya Vos (Andrea Riseborough), empleada de primera clase de una empresa que mediante alta tecnología, e implantes cerebrales, cuela a sus sicarios en la mente / cuerpo de gente normal para cometer crimines salvajes y pasados de rosca.

Possessor: Uncut AKA Christopher Abbott, pelele en manos de Andrea Riseborough
Possessor: Uncut AKA Christopher Abbott, pelele en manos de Andrea Riseborough

Es evidente que el trabajo pasa factura, y el nuevo encargo de Vos lleva a esta a un universo de dudas existenciales, en la que su propia conciencia es acechada y perforada… o no. Ahí está John Parse (Sean Bean), simulacro de Jeff Bezzos y por lo tanto CEO de una compañía que nos investiga, conoce nuestros gustos y orienta nuestras compras… amén de otras cosas más oscuras. Trabajando para este y en altos directivos su hija Ava (Tuppence Middleton), haciendo lo propio pero en puestos de recolección de datos el novio de esta, Colin, encarnado por Christopher Abbott, y a la postre enlace con el distante y exclusivo Parse… el nuevo encargo de Vos.

La película debe verse, sí o sí, y al igual que en el cine de David Cronenberg, el de Brandon va más allá. Apoyándose en una violencia extrema, muy gore, desagradable y abrumadora, marca de la casa, Possessor Uncut explora a golpes la intrusión en las conciencias, el lavado de coco o la maleabilidad de la identidad humana. Todo es alterable, todo es penetrable, todo es violable… ya lo era en el cine de su padre en el fondo, por lo tanto de tal palo, tal astilla. Por lo tanto, elementos presentes en nuestra sociedad, llevados al extremo claro está, y enfrascados en un frasco plagado de esencias de ciencia ficción y distopía que, esperemos, nunca llega a ocurrir. Possessor Uncut no es nueva carne, podría serlo, pero sí es un nuevo episodio en la cinematografía de un director que no deja indiferente.

Cartel de Possessor Uncut
Cartel de Possessor Uncut

 

Este fin de semana publico una opinión nueva, prometido, pero el mundo de las despedidas hoy tiene otro nombre que debe ser destacado. Tras Daria Nicolodi y David Prowse, la noticia triste del día es el fallecimiento de Hugh Keays-Byrne.

¿Hugh Keays-Byrne? Os preguntaréis muchos. Seguramente no pondréis cara a este actor nacido en la India británica de ojos penetrantes, pero si os digo Cortadedos en Mad Max: Salvajes de la Autopista (Mad Max) o Immortan Joe en Mad Max: Furia en la Carretera (Mad Max: Fury Road), pues la cosa seguro que cambia y os quedáis pegados. No se puede negar, estos fueron sus papeles, y el universo Mad Max el mundo por el que se le recordará, si bien participó en series Z / B varias de los 70 y 80 poco o nada conocidas como Guerreros de la muerte (Stone), El dragón vuela alto (The Man from Hong Kong), Mad Morgan (Mad Dog Morgan), Peligro: reacción en cadena (The Chain Reaction) o Droides (Starship).

Ahora bien, no sé cuántos recordaréis esto, pero Hugh Keays-Byrne casi fue el Detective Marciano AKA J’onn J’onzz en Justice League Mortal, el fallido plan de George Miller por contar la historia de la Liga de la Justicia allá por 2008, cuando la huelga de guionistas se llevó por delante varios proyectos potentes. En fin, otra triste noticia… siempre que recorramos el páramo le recordaremos.

Cortadedos
Cortadedos

Inmortan Joe
Inmortan Joe

Simplemente Hugh Keays-Byrne
Simplemente Hugh Keays-Byrne

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De esas cosas que en algún momento se debe comentar. Esta pasada madrugada ha fallecido David Prowse, icónico actor que dio forma y presencia al magnífico y sobrecogedor Darth Vader en la trilogía original de Star WarsLa Guerra de las Galaxias (Star Wars), El imperio contraataca (The Empire Strikes Back) y El Retorno del Jedi (Return of the Jedi). Prowse, antiguo campeón de halterofilia y actor, fue el monumental cuerpo de Vader. Con sus casi 2 metros de altura fue elegido por George Lucas para encarnar al gran villano de todos los tiempos pero, sin embargo y para su sorpresa (según contaba), su voz no fue la que escuchamos en las películas, el encargado del tono del villano fue James Earl Jones. Su rostro tampoco fue elegido para desvelarse en el momento final de El Retorno del Jedi, en esta ocasión el trabajo recayó en manos del también británico Sebastian Shaw, golpe para Prowse porque tampoco salió en la secuencia final del film donde el maestro Yoda, Obi Wan Kenobi y Anakin Skywalker se reunían a modo espíritu durante la fiesta de EndorShaw sufrió en sus carnes también la furia de Lucas al ser borrado digitalmente y sustituido por el ejendro Hayden Christensen.

David "Darth Vader" Prowse
David "Darth Vader" Prowse

Prowse tuvo algo más de vida actoral que encarnar a un icono del cine como Darth Vader. Encarnó al monstruo de Frankenstein en Frankenstein y el monstruo del infierno (Frankenstein and the Monster from Hell), además junto a Peter Cushing, El horror de Frankenstein (The Horror of Frankenstein), y tuvo papeles en La naranja mecánica (A Clockwork Orange) o El circo de los vampiros (Vampire Circus).

 

Pues sí, otra triste noticia de este 202… la musa de Dario Argento, Daria Nicolodi, ha fallecido a los 70 años en Roma.

En su momento dúo inseparable junto a su esposo, como actriz grande fue su premiado papel en Rojo Oscuro (Profondo Rosso) acompañando a David Hemmings, asegurándose también participar y reinar en films del maestro Argento como Inferno, Tenebre, Phenomena y Opera, además de compartir pantalla con su hija, Asia Argento, en La madre del mal (La terza madre). Si os apetece recordarla, se le pudo ver también en Shock de Mario Bava , Crímenes en portada (Le foto di Gioia) de Lamberto Bava, o La secta (La setta) de Michele Soavi, del alumno de Argento.

Pero ojo, la Nicolodi no sólo actuaba, fue también una activa colaboradora en la creación de las obras del señor Argento. Codo a codo con su esposo gestó el guión de Suspiria, uno de los iconos del giallo italiano, y participó de las historias de Inferno, las dos primeras partes de la trilogía de las Tres Madres, tocando también los libretos de Melodía de horror (Paganini Horror) e Il gatto nero, ambas para Luigi Cozzi.

La reina del Giallo Daria Nicolodi se despide a ritmo de Globlin
La reina del Giallo Daria Nicolodi se despide a ritmo de Globlin

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Bienvenidos a la inconcebible historia de, con seguridad, uno de los rodajes más caóticos de Hollywood (si no EL rodaje). Y es que no hay nada como juntar en el mismo frasco cientos de kilos de la esencia de los egos del déspota Val Kilmer, el loco Marlon Brando y el en aquel momento advenedizo Richard Stanley, amén del dictador John Frankenheimer o del hombre más pequeño del mundo Nelson de la Rosa (El hombre rata).

Pues sí, hace ya más de un lustro, 2014 para ser exacto, se estrenó el documental Lost Soul: El viaje maldito de Richard Stanley a la isla del Dr. Moreau (Lost Soul: The Doomed Journey of Richard Stanley’s Island of Dr. Moreau) – en Filmin, una interesantísima y sorprendente propuesta de David Gregory, responsable de más de 200 documentales (entre cortos y largos) y productor de Color Out of Space (el regreso del simpar Stanley tras 15 años de aislamiento y ausencia) sobre el infernal paso del director sudafricano por la infecta La isla del Dr. Moreau (The Island of Dr. Moreau), fiasco monumental de Edward R. Pressman y la New Line Cinema que tras su estreno en 1996, y tras haber costado 40 millones de entonces, acabó hundida en el mayor de los oprovios al recaudar mundialmente unos pírricos 50 kilos, y ya de paso dilapidar la carrera del propio Stanley o Marco Hofschneidey (Europa Europa).

Richard Stanley, un tipo irrepetible
Richard Stanley, un tipo irrepetible

Uno observa ensimismado cómo la ahora peculiar mente de Richard Stanley, seguramente tocó fondo en aquel fatídico 1995 durante el rodaje de La isla del Dr. Moreau, recuerda con prístina lucidez su infernal viaje por un proyecto con una clara esencia personal y un desenlace lisérgico. Stanley era joven (unos 29), autor no novel pero responsable de series B convertidas en films de culto y por lo tanto total inexperto si hablamos de transformar millones de dólares en celuloide de valor. Tras Hardware: Programado para matar (Hardware) y El demonio del desierto (Dust Devil), la verborrea e increíble capacidad de jugar las bazas más impredecibles llevó a Richard Stanley a que la New Line aceptara ponerle delante de una adaptación de la icónica obra de H.G. Wells. Aun viendo como Stanley jugaba su destino a bazas tan ilusorias como el vudú y la más pura de las credulidades, la New Line decidió seguir adelante, movidos seguramente por el ansia generada por nombres tan vibrantes como los de Bruce Willis, James Woods, Marlon Brando, y posteriormente Val Kilmer.

El resto es mejor verlo, Lost Soul: El viaje maldito de Richard Stanley a la isla del Dr. Moreau no sólo es el periplo de Stanley por el principio del fin de su carrera (gracias a dios ha encontrado nuevamente su hueco y más oportunidades habrá para disfrutar de su cine), es fiesta, alcohol, clima, didyeridúes, depravación, drogas, caos, Brando, despiporre, sexo y muchos miedos al colapso. Una historia impensable en la que un fulano tocó fondo por el monstruo que es Hollywood para acabar viviendo sólo en los pirineos franceses. Ojo, este viaje maldito sin lugar a dudas es reflejo de lo que ha debido ocurrir más recientemente a directores como Josh Trank. Este pasó del cine independiente que fue Chronicle, al mainstream que se suponía Cuatro Fantásticos (Fantastic Four), co-dirigida finalmente por Stephen E. Rivkin, y de ahí al anonimato y a perder oportunidades que nunca más se presentarán.

Cartel de Lost Soul: The Doomed Journey of Richard Stanley's Island of Dr. Moreau
Cartel de Lost Soul: The Doomed Journey of Richard Stanley’s Island of Dr. Moreau

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La directora francesa Claire Denis, 74 primaveras la contemplan y una carrera asistiendo a la dirección de grandes nombres como los de Costa-Gavras, Jim Jarmusch o Wim Wenders, se embarca en una historia de ciencia ficción oscura, incómoda, sucia y truculenta pero, a su vez, y por qué no decirlo, embaucadora.

En High Life, disponible en la plataforma Filmin, nos trasladamos a una nave perdida en medio del espacio. En ella Monte (Robert Patinson) y Willow (Jessie Ross), los dos últimos tripulantes, sobreviven abandonados a su suerte. Pero no siempre estuvieron solos: Monte es miembro de un grupo de condenados a muerte que aceptaron conmutar sus sentencias a cambio de participar en una misión (evidentemente suicida) con destino al agujero negro más cercano a la Tierra. Su objetivo: encontrar una fuente de energía definitiva que ayudaría a la supervivencia del planeta, al tiempo que servían como cobayas de un experimento de gestación "asexual" controlado por la supuestamente única "normal" del grupo, Dibs (Juliette Binoche). Willow es su hija…

La Denis nos embarca en un viaje sin retorno que transcurre en diferentes momentos temporales. Somos a la vez espectadores del desenlace del viaje, de su principio y del desesperante y grotesco transcurso del mismo… así bien entrelazadito. Saltando adelante y atrás con el freno puesto, se nos invita a comprender el destino de los protagonistas, viendo como nuestros conejillos de indias son expuestos al aislamiento forzado, la autodestrucción, y la insatisfacción sexual merced a las grotescas intenciones de un plan comandado por una mad doctor de larga melena y mucho tiempo libre. Vale, no se puede negar: High Life es rara. Excesivamente pausada, sexual, violenta, y especialista en sacar a flote aspectos controvertidos, pese a todo tiene un algo que acaba manteniéndote atento. Será el desasosiego de sus personajes, o la sensación permanente de soledad y fatalismo. Son estos aspectos tan oscuros y melancólicos los que hacen que veas ensimismado las malas sensaciones que recorren los cuerpos del mencionado Pattinson, triste, André Benjamin, resignado, o Mia Goth, frustrada y castigada.

Uno de los pósters de High Life
Uno de los pósters de High Life

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Pues sí, hasta aquí he llegado. Tras un buen puñado de años dándole a la tecla para explotar con gusto esa gran afición que es el cine, esta etapa bloguera toca a su fin. Tras casi 18 años, 17 años y 9 meses para ser más exacto, es momento de dar un paso adelante y dar por terminado un periplo curioso, creativo, entretenido y, sobre todo, muy positivo y revelador.

Uruloki

Uruloki nació en paralelo a mi vida laboral, aquellos años mozos se vestían de un evidente necesita mejorar que, con el tiempo, fui supliendo hasta encontrar un estilo y una versatilidad que me hizo disfrutar plenamente de este, en realidad, pequeño hobby. Hay que reconocer que siempre me he resistido a dar esto por finalizado y, aunque sigo pensando que el debate de que los blogs han muerto es una solemne estupidez, el constante goteo de nuevas webs que han ido surgiendo durante todos estos años para hablar todos de lo mismo ha convertido lo que era un entretenimiento en algo similar a una obligación. Las redes sociales si que han marcado el gran cambio desde un tiempo atrás: no necesitas tanto una web cuando puedes contar lo que es noticia en el instante preciso, creando un hilo, mediante un clip de vídeo o un post en un muro plagado de me gustas. Esto si ha supuesto que el blog se convierta en un nicho más orientado a espectadores con ansias de leer y dedicar un rato a este estilo narrativo más "literario". La interacción con los lectores también ha cambiado un montón, y atrás han quedado las entradas de cientos de comentarios, donde era divertido participar en el debate y la discusión.

Abrir un blog ha sido una experiencia enriquecedora, una que me ha permitido entrar en contacto directo con Guillermo del Toro desde un 12 de abril de 2008 (y tras varias entrevistas, 2009/1, 2009/2, 2009/3, 2012 y 2014, conocerlo en persona), descubrir el fabuloso Festival de Sitges durante 8 densas ediciones… siendo el 50 aniversario mi despedida del mismo, conocer a un montón de personas que disfrutan de esto tanto como yo (Wiman, Samu, Adri, Álex, el Sr. Mirindo y Javi el Fresco de Ohhh TV Podcast, Daniel y Vanesa del Festival Isla Calavera, etc.), realizar alguna sección diferente como la tira cómica "Filminos" de Abel Alves (dibujante ferrolano), y aventurarme en proyectos paralelos como sacar adelante multiplicando esfuerzos las ya fenecidas AhoraHollywood.com y Tienda Uruloki, o escribir durante varios un año en el magazine digital SciFi.es y la revista impresa "SciFiWorld"

Pero la vida cambia mucho: las obligaciones surgen, el tiempo se limita y al final es innegable que sufres cierta agonía cuando no puedes escribir sobre tal noticia, comentar el lanzamiento de ese trailer tan esperado, o ir al cine a ver tal película. Te sientes sin lugar a dudas: incompleto. Por esto cambio de rollo, dejo el blog como incesante fuente de noticias diarias… 7860 entradas hay escritas aquí (que se dice pronto), lo que supone más de una entrada al día durante estos 17 años y 9 meses, que se dice pronto. ¿Qué depara el futuro? Pues un montón de cosas, mucho trabajo, mejora continua, familia, aprovechar el tiempo para otras cosas y, además, dedicar momentos para hablar y ver más cine. Regresaré por aquí de vez en cuando para nutrir la sección de opinión (la única que actualizaré), es ahora lo que más me apetece: relajarme, ver y opinar.

En fin, gracias a todos los que estuvisteis y sobre todo a los que a día de hoy seguís estando. Si alguno quiere seguir en contacto que no dude en buscarme por Twitter en @Uruloki o mandarme un correo a uruloki.org (a) gmail.com. Pasaros por uruloki.org en Facebook para ver las entradas de opinión. La web seguirá aquí activa mientras la cuenta aguante.

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Llevaba tiempo queriendo ver Dejad que los cadáveres se bronceen (Laissez bronzer les cadavres) de Hélène Cattet y Bruno Forzani. Presentada en el ya lejano Sitges 2017, me la perdí ese año pero puede verse ahora en Filmin, este bien avenido matrimonio, adaptando todo sea dicho una novela de Jean-Patrick Manchette y Jean-Pierre Bastid, labran un extraño film sobre un robo, un secuestro, y varios duelos al sol en algún soleado lugar de la costa de Francia. Una banda de ladrones que se hacen con 250 kg de oro llegan a la casa de una artista atrapada en un grotesco triángulo amoroso. Este bucólico escenario se convierte a la velocidad del rayo en un interminable tiroteo entre un policía y los ladrones… un tiroteo que dura todo un día.

Cattet y Forzani se sacan de la manga una película que transciende entre el thriller de Bava en la icónica Semáforo rojo (Cani arrabbiati), con esa piel quemada por el sol, plagada de sudor, malos modos, tensión constante entre sus personajes y mucha violencia, y el tono surreal, gráfico y repleto de engaños de la Suspiria de Argento, en este caso inundando la pantalla de una fotografía que parece hecha a medida del mismísimo Luciano Tovoli, el maestro tras el color del film del genio del giallo, y que también fue imitado en la relativamente reciente Berberian Sound Studio de Peter Strickland. Dejad que los cadáveres se bronceen es una especie de Duelo al sol (Duel in the Sun) regada y nunca mejor dicho de momentos surreales, esa incesante lluvia dorada, paranoia delirante digna de Dalí, y una técnica narrativa que a golpe de reloj, secuencias repetidas y bucle interminable acongoja.

Y ahí se fragua lo mejor y lo peor del film. Una primera parte excelente, paciente, cronometrada hasta el extremo, y repleta de grandes momentos dignos del mejor western. Pero una segunda parte donde tanto juego, tanto reloj que avanza hasta un enervante minuto a minuto, y tanta ausencia de sol que broncee los cadáveres pendientes de surgir hace zozobrar, que no naufragar, ligeramente el resultado final.
En fin, digna de ver y de comprender, diferente, obsesiva, un reloj suizo plagado de plomo, sangre, sudor, orina y oro.

Cartel de Dejad que los cadáveres se bronceen
Cartel de Dejad que los cadáveres se bronceen

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