Opinión


Muchos han sido los años de espera. Mucho ha sido el tiempo que se ha tardado en regresar a uno de los universos literarios de fantasía más grandiosos de la historia. El retorno a la Tierra Media en pantalla grande es nuevamente posible gracias al noble arte del equipo creativo que a principios de siglo nos ofreció la adaptación al cine de «El Señor de los anillos». Peter Jackson, Fran Walsh, Phillipa Boyens, y esta vez contando con Guillermo del Toro en el guión, han puesto en marcha la traslación al cine de la obra «El Hobbit» añadiendo de paso los apéndices y anotaciones realizados por J.R.R. Tolkien. El resultado, estirado o no, son tres películas, de las cuales se estrena la primera de ellas… El Hobbit: Un Viaje Inesperado (The Hobbit: An Unexpected Journey, 2012). Cuando uno es fan incondicional de la obra no puede evitar perder la posible objetividad a la hora de opinar, ya sea para bien o para mal. En mi caso he de reconocer que este primer episodio de la gran aventura de Bilbo Bolsón me ha parecido una auténtica delicia, un film que como la obra nos descubre con extremo detalle la plácida vida de un Hobbit y como esta se ve trastocada por completo debido a una propuesta a la que acaba dando el si. Lo que está claro es que Jackson tiene tomado el pulso a la obra de Tolkien y por ello ha decidido no cambiar un ápice de los cánones que definió con las películas de la pasada década. Técnicamente ha evolucionado, eso es innegable, pero conceptualmente es más de lo mismo. ¿Bueno o malo? Pues según se quiera ver, creo que no incomoda y más bien ayuda a henchir de nuevo el pecho ante este emocionante regreso.

Póster español de El Hobbit: Un Viaje Inesperado
Póster español de El Hobbit: Un Viaje Inesperado

Voy a obviar el típico resumen de la sinopsis que pongo en las opiniones porque, la verdad, no lo veo en este caso demasiado necesario y así puedo aprovechar para hablar más sobre mis impresiones. Me ha parecido francamente curioso el punto de partida de la película, ese enlace con los minutos previos a La Comunidad del Anillo (The Lords of The Rings:  The Fellowship of The Ring, 2001) sirven para un doble reencuentro con la versión anciana de Bilbo, nuevamente Ian Holm, y con nuestro apreciado Frodo, Elijah Wood. Este breve instante de recuerdo es rápidamente derivado a la nueva aventura. Aquí por lo tanto entramos en verdadera faena conociendo al Bilbo Bolsón que protagoniza esta nueva historia y que encuentra en Martin Freeman los valores de un actor asentado y francamente carismático que logra de inmediato hacerse con la gran carga que supone el papel. Su presentación sirve para reencontrarnos también con Gandalf, Ian McKellen, y conocer a esta nueva comunidad de aventureros encabezados por Thorin Escudo de Roble, Richard Armitage es algo así como un clon de Hugh Jackman que sí nada se tuerce acabará copando las pantallas durante los próximos años. Seguido a esto la apuesta ha sido explotar con desigualdad al resto de personajes, usando como referente  a aquellos que van a dar mucho más juego conforme avance la historia. Destacar las aportaciones de Balin (Ken Stott), Dwalin (Graham McTavish), Bofur (James Nesbitt) y Kili (Aidan Turner), quedando el resto en un segundo plano limitado a aportaciones puntuales. Luego tenemos un momento destacado para Radagast (Silvester McCoy), otro de los cinco Istari, al que se le da un poco aspecto caricaturesco pero igualmente entrañable, o a viejos conocidos como Elrond (Hugo Weaving), Saruman (Christopher Lee) o Galadriel (Cate Blachett). Pero lo que sin lugar a dudas es uno de los momentos más alucinantes de la película es la aparición de Gollum (Andy Serkis), su encuentro con Bilbo queda grabado a fuego dada la impresionante evolución de los efectos visuales en el aspecto más vital del personaje.

En fin, en conjunto la película es francamente entretenida. Obligadamente más pausada al principio pero entrados en dinámica uno se acaba metiendo  de lleno en ella. Está repleta de esos pequeños pero importantes momentos que figuran también en la  novela como por ejemplo las menciones a los otros dos Istari de los que no sabemos los nombres, la referencia a Ungoliant o al origen del juego de golf. El arranque es aprovechado de todas forma para presentarnos Erebor y las razones de Thorin para volver a la montaña en la que vive Smaug, y parte del metraje sirve para recrearse en un nuevo personaje que no recuerdo de la obra escrita.

Hablemos un poco del aspecto técnico del film. Gran nada banda sonora, grandes efectos especiales, gran fotografía, gran maquillaje, gran vestuario, etc. Hasta aquí lo esperado, pero lo más rompedor es el uso del HFR, los famosos 48 fotogramas por segundo, con un excelso, porque no cabe otra definición, 3D. En mi caso el HFR ha servido para quedarme maravillado con las secuencias de planos más generales, la definición es sencillamente apabullante, pero al mismo tiempo un poco desconcertado con la apariencia de artificial realidad de lo que estas viendo. Es todo tan como tenerlo ahí a mano que confunde, llevando en bastantes ocasiones a quedarte con la impresión de que lo que ves se pasa de vivacidad. No puedo negar que me ha gustado por este nuevo enfoque que se le da, pero personalmente usaría el HFR como el IMAX en muchas otras producciones, exclusivamente en determinas secuencias.

Pues eso es todo, estoy llegando a Foz para una ruta de senderismo y esto es lo que me ha animado el viaje. Espero con mucha atenciones vuestras impresiones sobre El Hobbit: Un Viaje Inesperado.

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Aprovecho uno de los estrenos de esta semana para recordar otro de los films que me vi en el pasado Festival de Sitges 2012. Se trata de Sin tregua (End of Watch, 2012) de David Ayer, película modo metraje encontrado, aunque en este caso es más bien rodaje cámara en mano, protagonizado por Jake Gyllenhaal y Michael Peña. Ayer, guionista y director al mismo tiempo, es perro viejo cuando hablamos de cine policíaco o más bien de las tripas que lo componen. Tras sus trabajos como guionista en la superlativa Training Day (2001) y las mucho más convencionales Dark Blue (2002) o S.W.A.T.: Los hombres de Harrelson (S.W.A.T., 2003), Ayer vuelve a apostar por el cine de género más personal y de calidad, recuerda la historia a los bajos fondos del obligado film de Antoine Fuqua, centrándose esta vez en las peripecias de dos agentes recién llegados al cuerpo que, inmersos a conciencia en el complicado y crudo quehacer policial de los arrabales de Los Angeles, acaban, puede que de manera poco consciente, metiéndose en un cristo de mil demonios.

Y es que el pertenecer a la generación más impulsiva, esa en donde el respetable está acostumbrado a darlo todo delante de un ordenador o consola matando al ciento y la madre, nubla la vista demasiado convirtiéndote en un ser incapaz de valorar los límites a los que en verdad debes llegar. La película juega con lo convencional del género, matones de medio pelo metidos hasta las cejas en un proyecto personal dignos de las grandes mafias, y aporta una buena dosis de testosterona, sobre todo la que supura el personaje de Gyllenhaal que tiene en el de Peña lo único que le compensa, además de mensaje para un país donde el descontrol armamentístico en las zonas más peligrosas está al orden del día. En definitiva, un producto destacable, una historia bastante completa con un estilo de filmación poco habitual y cercano en idea, y por momentos, a esos docurealities donde policías con cámaras en sus coches patrulla se dedican a dar caza a cuatreros varios. Lo más curioso de Sin tregua es el extraño periplo que ha tenido en el mercado USA, triunfando, 7 millones de coste y 40 de recaudación desapareciendo, y volviendo ahora a las andadas de cara a su posible ¿carrera hacia los Oscar? Nunca se sabe. No creo que sea para tanto pero bien merece un visionado para disfrutar de cine de policías donde la tensión traspasa la pantalla.

Cartel de Sin Tregua... prefiero el título original End of Watch
Cartel de Sin Tregua… prefiero el título original End of Watch

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En un domingo de esos que pintan tranquilito aprovecho un ratillo para seguir con la revisión de películas vistas en el pasado Festival de Sitges 2012, por aquí tenéis todas las comentadas hasta el momento. Es el turno de hablar un poco de The Lords of Salem (2013), la nueva obra de Rob Zombie que, supongo, veremos en cines a lo largo del año que viene… y remarco eso de supongo porque no estoy muy seguro de este hecho. Para sorpresa del respetable el bueno de Zombie da un significativo giro en su modelo cinematográfico cambiando de registro y adentrándose en un estilo de horror mucho más ortodoxo y menos esperable si lo que hacemos es echar la vista atrás tratando de encontrar una razón de este nuevo enfoque. The Lords of Salem es por lo tanto un aplaudible punto de inflexión en la filmografía de Zombie si lo comparamos con sus incursiones previas, La casa de los 1000 cadáveres (The House of 1000 Corpses, 2003) era demasiado grotesca, Los renegados del diablo (The Devil’s Rejects, 2005) una muy particular salvaje road movie, y esos dos films de la franquicia Halloween pues, no se, bastante innecesarios. The Lords of Salem es también un profundo viaje lisérgico dentro del horror más clásico con muchos momentos surrealistas y psicodélicos bastante acordes con el diabólico horror de grandes obras con aquelarre como La semilla del diablo (Rosemary’s Baby, 1968) o Suspiria (1977). The Lords of Salem resulta ser además una especie de ritual satánico cinematográfico, pieza clave la musiquilla que induce el mal que ha de venir, y donde no obligan a contemplar todo el proceso de entrada en los infiernos de su protagonista… la buena de Sheri Moon Zombie.

Y tras sacarle todo lo bueno que puede tener llega lo malo, o al menos la impresión general que da la sensación se queda en la gente que ve el flm. The Lords of Salem es muy irregular. Que el peso de la película caiga sobre los hombros de Sheri Moon me parece lo más arriesgado que se puede hacer, salvo que quieras echar por tierra así de buenas a primeras gran parte del potencial del film. La esposa de Rob no me convence como actriz ni ahora ni antes. Me vale para un papel secundario, una presencia complementaria de un reparto más sólido, pero que todo gire alrededor de ella es un fallo. Menos mal que en papeles secundarios tenemos rostros conocidos, y envejecidos, del universo terror más clásico como Meg Foster, esos ojos son irrepetibles, Dee Wallace o Ken Foree, acompañados por Bruce Davison, personaje singular y protagonista de su propia desventura de investigación brujeril, que por otro lado merecía haber sido mucho más explorada. Luego tanto machaque con la presencia de quintas esencias como las de Michael Berryman o Sid Haig ¿para? 15 segundos y dejad de contar. En fin, The Lords of Salem se diluye cosa fina bajo una trama interesante, no nueva pero si original dado el origen musical del ritual a gran escala que se prepara, pero poco más. Da la sensación de que el brainstorming fue notable en las primeras fases, pero a la hora del desarrollo no supieron evolucionar y ofrecer algo realmente potable.

Uno de los colorista carteles de The Lords of Salem
Uno de los colorista carteles de The Lords of Salem

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Tras la review de Sightseers, es momento de otra recomendación más saluda de esos agotadores diez días en los que visioné unas cuarenta y seis películas… si no me equivoco. Hay que destacar que estamos ante otra de las sorpresas o joyas del Festival de Sitges de este año. Safety No Guaranteed (2012) de Colin Trevorrow es un curioso film independiente de "ciencia ficción", más bien tragicomedia romántica, donde un equipo de periodistas de una revista / periódico reciben el encargo de seguir la pista de un extraño anuncio donde un misterioso tipo solicita compañero para un viaje en el tiempo. Con esta premisa Trevorrow nos atrapa en una aventura donde el Macguffin de un posible viaje temporal da pie a meternos más de lleno en la vidas de los cuatro protagonistas y así descubrir sus esperanzas, miedos, o errores / aciertos del pasado. De paso demuestra como los imposibles sueños de nuestra realidad pueden acabar transformados en auténticas verdades… cosa que mola un montón. Y ojo, porque lo más curioso del tema es que la película tiene un origen verdadero, un anuncio de broma publicado en 1997 en el Backwoods Home Magazine por el periodista John Silveira que, bajo el mismo título que se usa en este film, abogaba por este simpático objetivo…

Wanted: Somebody to go back in time with me. This is not a joke. P.O. Box … You’ll get paid after we get back. Must bring your own weapons. Safety not guaranteed. I have only done this once before.

Volvamos sobre la película. En el lado investigador tenemos a Darius, la über sensual Aubrey Plaza de "Parks and Recreation" (2009-¿?), una joven periodista que ve en esta aventura la oportunidad de salir a flote en un frustrante trabajo, Jeff, Jake Johnson, jefe de Darius y tipo obsesionado por vivir su día a día como mejor le venga a él, y el becario de turno Arnau, Karan Soni, mindundi de tres al cuarto que no se come un colín y que se verá sobrepasado por las propias obsesiones de Jeff. Al otro lado, el punto más ficticio de todo lo que se cuenta, surge Kenneth (Mark Duplass), un tipo intrigante obsesionado con que en menos de lo que esperas va a viajar en el tiempo. Y es que lo chulo de este tipo de historias, lo que hacen que se disfruten más, es ese fondo de ensoñación, de esperanza por cambiar tu rumbo y de que oportunidades que en otro momento dejaste pasar vuelvan ahora a ser posibles, incluyendo, eso si, la fantástica oportunidad de viajar en el tiempo. En fin, una película con detalle de ciencia ficción pero que gustará más por ser una historia de personas en busca de darle una merecida vuelta a sus vidas. Muy pero que muy recomendable.

Un cartel de Safety Not Guaranteed
Un cartel de Safety Not Guaranteed

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Aprovecho este tranquilo fin de semana en cuanto a noticias llegadas de Hollywood, bendito Acción de Gracias, y vuelvo a la carga sobre las películas vistas en la pasada 45ª edición del Sitges – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, que todavía me queda un buen puñado de las que hablar. Es el turno de dos de esos films que me apresuro a recomendar desde ya que tratéis de ver. Se trata de Sightseers (2012) de Ben Wheatley, una comedia negra británica con mucha mala baba y repleta de desquicie serial killer en el entorno de una pareja de enamorados, y Safety No Guaranteed (2012) de Colin Trevorrow, una extraña pero francamente entrañable historia de ciencia ficción del director que ha sonado durante muchas semanas para ser el encargado de llevar adelante Star Wars: Episode VII (2015). Comienzo con la mini review de la primera y luego publico la segunda.

Resulta que Ben Wheatley vuelve a la carga tras la prometedora y extrema Kill List (2011) elaborando una historia con tono "familiar", digamos que todavía en ciernes, que sirve como punto de partida para un guión que evoluciona sin control hasta acabar transformado en un sofisticado y pueblerino despiporre modo killer on the loose donde una pareja decide aplicar su propia ley mientras disfrutan de un entrañable viaje por la campiña británica más hortera y cargante. Sightseers es humor negro del bueno, bastante cafre y no exento de pasotismo moral sobre lo que muestra, aunque el debate está servido cuando lo que se comete es algo que más de uno, y siempre en su sano juicio, ha pensado en algún momento de su vida.

Alice Lowe y Steve Oram, vistos brevemente en el anterior film de Wheatley, encarnan a Tina (WTF Hot Fuzz) y Chris, una pareja no precisamente de jovenzuelos que en modo novietes se montan en una caravana con idea de pasar unas relajantes y merecidas vacaciones para así conocerse mejor. Pero la debilidad mental de Tina, ensombrecida por una posesiva y bastante repugnante madre, acabará sucumbiendo a la extrema forma de ser de Chris, un convencido serial killer que se oculta bajo un aspecto pueblerino de barba pelirroja y al que asquea todo aquello que le saca de quicio. Chris y Tina protagonizan por lo tanto un viaje donde las siniestras acciones del primero moldearán la esponja que tiene por cerebro la segunda, aunque pronto se generarán las dudas sobre en que punto el serial killer por convicción acaba provocando el nacimiento de un verdadero asesino demente que le superará en desquicie. La Lowe está genial, se llevó el premio a mejor actriz en Sitges y cuenta ya con otra oportunidad de premio en los British Independent Film Awards de este año.

Uno de los carteles de SIghtseers
Uno de los carteles de SIghtseers

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Peligrosa y preocupante es la confusión que se genera cuando vas al cine a ver El hombre de los puños de hierro (The Man with the Iron Fists, 2012) y te dicen en la taquilla… "la de Quentin Tarantino". Pues no, este film modo grindhouse que bebe directamente de la inagotable fuente que han sido las producciones Shaw Brothers es del músico RZA y, si se me apura, de Eli Roth, su aportación como guionista seguro que ha sido la que ha dado al resultado final esa apariencia de despiporre sanguinolento repleto de chascarrillos pero que, en el fondo, acaba resultando bastante flojo.

Desconozco las otras virtudes de RZA pero lo que sí hay que reconocer es que sabe hacer y producir música. Sus ritmos son inconfundibles y dando tono a un film de esta guisa son hasta vibrantes y molones. Pero eso es todo. La opera prima de RZA no es más que el debut de un artista cada vez más multidisciplinar pero que por otro lado deja claro que como director debe mejorar mucho, pero mucho, mucho. Pese a contar con el impagable apoyo de un tipo como Roth, co-guionista y productor del film, o del mismísimo Quentin Tarantino, nombre en mayúsculas en carteles y promociones, RZA no da la talla y todo el amor que profesa por las artes marciales, sobre todo el Kung-Fu, no es suficiente razón como para aplaudir un producto normalillo, disfrutable a impulsos, pero que en global se queda en el terreno del ni fu ni fa… y esto no es un arte marcial nueva. Y claro, si además de dirigir RZA se apunta al protagonismo y al vozenoffismo cinematográfico, pues otro tanto de lo mismo, y menos mal que se ha rodeado de amigotes como el gigantesco Russell Crowe y estrellas de origen oriental como Rick Yune, Lucy Liu, Jamie Chung, Cung Le, Daniel Wu o Chia Hui Liu. Con todos estos como materia prima el film levanta el vuelo mucho rato, sobre todo al principio, aunque la brutal carencia de carisma de RZA hace que sus momentos estelares se queden el algo anodino… y eso que le ocurren todo tipo de putadas y se parte la crisma con un tipo como el imponente Dave Bautista.

Uno de los muchos carteles molones de El hombre de los puños de hierro
Uno de los muchos carteles molones de El hombre de los puños de hierro vía IMPAwards

Estamos en la china feudal, diversas traiciones internas al gobierno del emperador llevan al lugar Pueblo de Selva a convertirse en el punto de encuentro de diversos clanes y variopintos personajes que no dudarán en partirse la crisma por hacerse con un botín de oro de esos que quitan el hipo. En medio del fregado tenemos al herrero (RZA), un misterioso tipo que se verá obligado a tomar parte en el fregado que se monta por ser el encargado de fabricar las más peculiares armas para auténticos asesinos. En su camino se cruzarán tipos como el cortante Jack Navaja (Russel Crowe), el hijo traicionado Zen Yi a.k.a. Cuchilla X (Rick Yune), la propietaria del burdel del pueblo Madame Flor (Lucy Liu) o el clan al completo de los Leones donde destacan León de Plata (Byron Mann), León de Bronce (Cung Le) o Cuerpo de Latón (Dave Bautista).

Técnicamente la película ofrece mucho y bueno. El grato, y en muchas ocasiones ligero, vestuario de las féminas que pululan por todas partes, una dirección artística notable y un generoso aporte de efectos especiales gore gracias a los siempre cumplidores Gregory Nicotero y Howard Berger de KNB EFX Group. En este aspecto aquí no se cortan un pelo combinando grotescos salvajismos donde predominan las amputaciones o los abundantes chorreos hemoglobínicos en modo sifón. Otro punto a favor son las coreografías del mítico Corey Yuen, a todos aquellos que os flipe ver gente volando y peleas imposibles que rememoren clásicos como La serpiente a la sombra del águila (Se ying diu sau, 1978) debe ver el nuevo trabajo de este especialista importado al cine made in USA. A destacar, y mucho, la secuencia de inicio, ese opening que te deja pegado a la butaca de lo magnífica y serie B que es… una delicia visual que te ponen en estado hype total pero que conforme pasa el metraje se acaba olvidando. En fin, se puede ver aunque es importante saber que hace aguas por todas partes.

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Fundido en negro… en ese estado está el futuro del maestro del giallo Dario Argento tras perpetrar la más abominable producción cinematográfica de los últimos años. Con el apoyo, menudos arrestos les han echado, de productores como Enrique Cerezo, Film Export Group y alguna compañía más, entiendo que sabían en lo que se metían, estamos ante un intragable producto de serie Z que por alguna extraña e inmerecida razón, hay manos negras con poder que todo lo consiguen, ha logrado ser estrenada en cines. El film se pudo ver en el Festival de Cannes y más recientemente surcó los cielos de Sitges, donde tuve oportunidad de sufrirla de principio a fin, y ha sido ahora, este pasado viernes 9 de noviembre, cuando Dracula 3D (2012) ha llegado a no se cuantas salas de cine de España. El tema es que la película esta no hay por donde cogerla. Técnicamente es una especie de pastiche hecho con una cámara casera y haciendo uso de los recursos más pírricos imaginados para una producción con algún objetivo mayor que causar vergüenza. Además, ya son ganas de meterse en camisa de once varas y más para tirarse al vacío con uno de los mitos de la literatura contemporánea como es la fantástica novela de Bram Stoker.

Por que encima tenemos a Argento haciendo de guionista, a Stefano Piani haciendo de guionista, a Antonio Tentori haciendo de guionista y, redoble de tambores, al mismísimo Enrique Cerezo haciendo de guionista. Estáis leyendo bien, ENRIQUE CEREZO GUIONISTA. Y ojo, porque esto no es lo peor que le podía ocurrir a la producción. Sumemos que es ponzoña en todos sus aspectos técnicos, ya hablemos de la dirección artística de mercado de barrio, los horribles efectos digitales, transformaciones más baratas que las ya limitadas de la magnífica Hammer o el momento surrealista de la mantis religiosa son un buen par de ejemplos, el descuajaringado montaje que marea casi tanto como el penoso 3D, o el maquillaje, ¿pero existe?, del genio venido a menos Sergio Stivaletti… ¿por qué narices han permitido esto? Y no hablemos del reparto, porque es lo último que quedaba para terminar de hundir en todos los aspectos este despropósito. Básicamente se podría resumir en que tenemos un pack de actores que merecen que les den de comer a parte. Desde Unax Ugalde y Thomas Kretschmann, el primero un Jonathan Harker patético y el segundo un Conde Drácula que se arrastra, o los objetos de nuestros más oscuros deseos Asia Argento y Miriam Giovanelli, que buenas están. Lo de estas dos es de traca, sobre todo la segunda. Sus papeles se reducen a generoros y calenturientos escotazos, ropas mínimas, despelotes casi integrales y muchas ganas de retozar cual golfas infernales… se podría decir que son la versión videocaspa de Monica Belluci, Michaela Bercu y Florina Kendrick. Y no hablemos de Rutger Hauer, un Van Helsing de segunda mano, lo más barato que debía haber en el mercado, que no lo puede hacer peor.

En definitiva, Dracula 3D es horrible. Pero horrible de verdad. Uno puede verla por eso de echarse unas risas, o pasarlo bien disfrutando de los cuerpos de la Argento y Giovanelli, pero Dario en otro tiempo era mucho más que esto, pero mucho, mucho. Por respeto al maestro deberían reestrenar en cines sus grandes obras como director, que son un montón – El pájaro de las plumas de cristal (L’uccello dalle piume di cristallo, 1970), El gato de nueve colas (Il gatto a nove code, 1971), Cuatro moscas sobre terciopelo gris (4 mosche di velluto grigio, 1971), Rojo oscuro (Profondo rosso, 1975), Suspiria (1977), Inferno (1980), Tenebre (1982), Phenomena (1985), Ópera (Opera, 1987) o Los ojos del diablo (Due occhi diabolici, 1990) -, o producciones en manos de otros cracksDemons (Dèmoni, 1985), El engendro del diablo (La chiesa, 1989) o La secta (La setta, 1991).

Cartel de esa cosa llamada Dracula 3D
Cartel de esa cosa llamada Dracula 3D

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Sigo aprovechando los estrenos oficiales en cines para recuperar opiniones sobre películas que he podido ver en el pasado Festival de Sitges. Este fin de semana ha llegado a los cines Sinister (2012) de Scott Derrickson, una nueva propuesta de cine de terror al amparo del cada vez más llamativo Jason Blum, tío inteligente que se reinventó con la franquicia Paranormal Activity y que ha sabido mantener el pulso a Hollywood con esa propuesta de hacer cine de género con pírricos presupuestos asegurando, por ahora, una marca de calidad digna de aplauso.

Y es que en Sinister tenemos una buena película de terror, con un planteamiento singular y que, pese a explotar elementos comunes muy trillados del género, mantiene el interés y la tensión aportando suficientes factores positivos como para encumbrar el resultado final a un puesto muy alto si de cine de terror de calidad hablamos para este 2012. La película aprovecha no solo el buen hacer de su director Scott Derrickson, también guionista junto a C. Robert Cargill, ya que cuenta de paso con puntos fuertes como la perturbadora fotografía de Chris Norr o los habituales y meritorios golpes de efecto tanto sonoros, acompañados por la batuta de Christopher Young, como de montaje, el terror vive en gran parte de esta ventaja. Junto a esto tenemos a Ethan Hawke, fantástico como de costumbre y gran especialista en echarse a las espaldas todo el peso interpretativo sufriendo lo indecible gracias a esa aparente fragilidad, que si bien cuenta con reconocibles apoyos como los de Vincent D’Onofrio (irreconocible), Fred Dalton Thompson, James Ransone o la jovencísima Clare Foley, se saca de la manga un personaje de principios discutibles que incapaz de esquivar el tormento que le espera verá con horror como pasa a formar parte de una espiral de la que, como siempre ocurre en estos casos, no debes contar con salir bien parado.

Un escritor llamado Ellison Oswalt (Ethan Hawke), estrella hace unos cuantos años gracias a un best seller que analizaba una serie de crueles asesinatos con consecuencias desagradables, trata de buscar el sustento de su familia y su realización personal con un nuevo proyecto literario. Su cabezonería le llevará a enfrascarse en una nueva investigación periodística para tratar de descubrir la razón del asesinato de una familia al completo en un pequeño pueblo. Son tales las ganas de Ellison por pasar a formar parte de la esencia de lo que estudia, que no dudará en irse a vivir a la casa donde la familia fue asesinada. En plena instalación en su nueva vivienda nuestro escritor se encontrará con una vieja caja repleta de bobinas de super 8 y un reproductor. El visionado de estas películas caseras descubrirá a Ellison el verdadero horror de lo que pretende investigar… y algo más.

Cartel español de Sinister
Cartel español de Sinister

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Primera deuda a subsanar este fin de semana, escribir una merecidísima opinión de Skyfall (2012), el film número veintitrés dentro de las aventuras del mítico agente del servicio secreto británico James Bond. La verdad sea dicha, el nivel de Casino Royale (2006) fue muy alto, Martin Campbell ofreció un Bond distinto enmarcado en un actor imponente como es Daniel Craig que llegaba dispuesto a dejar huella y hacer temblar los cimientos del más obsceno bondianismo exacerbado… superar al mismísimo Sean Connery. Daba gusto el enfoque que tomaba la franquicia, con una caracterización del personaje mucho más dura, cruda y sin tapujos de lo que podíamos imaginar. Luego vino el medio bajón que resultó ser Quantum of Solace (2008) de Marc Forster, una especie de forzada aunque correcta continuación a los acontecimientos de Casino Royale donde se puso de manifiesto que el imperturbable James Bond también tenía sentimientos, otra nuevo valor que abría un nuevo espectro personal en la coraza del personaje. Y con esas llega Skyfall, tras cuatro años de maduración donde se ha encauzado la franquicia nos entregan una delicia en todos sus aspectos, un trabajo excelso de dirección del gran Sam Mendes, un guión perfecto escrito a tres manos por Neal Purvis, Robert Wade y, valor añadido, John Logan, o un trabajo técnico increíble donde destaca la fotografía de Roger Deakins, atención a futuros premios, o el montaje de Stuart Baird. Skyfall lo tiene todo. Además, Daniel Craig sigue completando un personaje ahora abierto a nuevas experiencias, comienza a recordar a sus ya viejos predecesores, pero al tiempo mucho más intimo, más rudo y muy pero que muy personal y, por qué no decirlo, humano. Junto a Craig un villano a destacar encarnado por un superior Javier Bardem, simple en objetivo maligno pero eficaz y francamente obsesivo. No todo tiene que ser dominar el mundo…

Póster español de Skyfall, los carteles de esta película no hacen sombra a la realidad
Póster español de Skyfall, los carteles de esta película no hacen sombra a la realidad

La última misión de 007 en Turquía ha salido rana. Tratando de eliminar a un fulano llamado Patrice (Ola Rapace) que ha robado un disco duro donde se registra la identidad de diversos agentes del servicio secreto infiltrados en múltiples grupos terroristas y paramilitares de todo el mundo, James Bond sucumbe a la decisión de M (Judi Dench) y es dado por muerto. Varios meses después regresará de entre los muertos cuando vea que su fallida operación ha provocado que el pasado de M vuelva para atormentarla de múltiple maneras… aniquilando agentes encubiertos o atentando directamente contra el cuartel general del MI6. Tras varias malas decisiones el puesto de M está en el aire presionada por Mallory (Ralph Fiennes), Presidente del Comité de Inteligencia y Seguridad, y la ministra de seguridad al cargo. Bond se reincorporará y hará lo indecible por detener a Silva (Javier Bardem), el cabecilla de todos los males que azotan a M y del cual se desconoce que narices pretende en realidad.

Skyfall sirve además para establecer un reenfoque de la renacida saga que nos acerca, puede que peligrosamente, esto no lo tengo muy claro, a la veterana y olvidada durante mucho tiempo estructura del universo Bond. El film ofrece varios momentos que podremos enmarcar los fans de la saga como instantes míticos que han logrado que se nos hayan puesto los pelos como escarpias. Solo hablaré sobre la emoción que se siente cuando uno ve a Daniel Craig montarse en el Aston Martin DB5 acompañado por la famosa fanfarria de la saga. Los otros prefiero dejarlos en el anonimato porque merecen ser disfrutados en una sala de cine y así esbozar una sonrisa cómplice con el mismísimo James Bond cuando tengan lugar, eso si, todos ellos llegan conforme se completan las casi dos horas y media de metraje, duración que puede parecer excesiva pero que sirve para terminar de pulir una película que figurará en los anales de la saga como una de sus mejores aventuras. Y esto es prácticamente todo lo que puedo decir de Skyfall sin entrar en detalles de la historia. Probablemente una de las cosas que más me han gustado es que la película sirve también de interesante homenaje, no se si intencionado, a una de esas obras no-Bond que decoran Hollywood, la no reconocida como válida Nunca digas nunca jamás (Never Said Never Again, 1983). Ver a Bond pasarlo mal nos acerca mucho más a la debilidad de un personaje que ha sido por defecto una roca. Esto es lo bueno del enfoque que le han dado estos últimos años con Daniel Craig al frente, un agente que llegó en plenitud de facultades, pero que ha sufrido y que por lo visto lo seguirá haciendo mientras el cuerpo aguante. Y ojo, porque poco a poco le cuesta más superar los retos.

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Otra de las películas que más disfruté en el pasado Festival de Sitges fue el remake de Maniac (1980), el ya cult film gore de William Lustig que protagonizó en su momento un gran Joe Spinell ofreciendo una de las interpretaciones más desagradables, grasientas y enfermizas salidas del celuloide. En esta era de insulsos e innecesarios refritos del pasado, Franck Khalfoun, viejo colaborador de Alexander Aja como actor en la sangrienta y truculenta Alta tensión (Haute Tension, 2003) o como director de Parking 2 (P2, 2007), se hace cargo de un potente remake que de paso sirve como demostración de que el POV shot puede funcionar francamente bien, y con sobresaliente impacto, en una película de estás características… un slasher directo, brutal y que no deja títere con cabeza… o cabellera.

Protagonizado por Elijah Wood, este nuevo Maniac (2012) es tan salvaje, sucio, crudo, incomodo y enfermizo como lo fuera el film de Lustig. Alexander Aja y su inseparable colaborador Grégory Levasseur, trabajan sobre el guión original escrito por C.A. Rosenberg y el propio Spinell, aportando modernidad y su particular estilo a la hora de hacer cine de horror moderno. Además, curiosidades de la vida, Wood sorprende al respetable saliéndose de su habitual registro interpretativo, aunque esto de serial killer, aunque sea comiquero, le viene al pelo, apostando por un estilo aparentemente nada acorde con sus anteriores incursiones en el cine. Sobre el resultado obtenido decir que el remake es fiel al film de Lustig, mismas obsesiones, mismo modus operandi, mismas grotescas vicisitudes personales pero actualizado gracias a los recursos cinematográficos de hoy en día. Lo que resulta más llamativo es el buen juego que da el uso de la cámara subjetiva, estamos ante una apuesta por este sistema del 99%, logrando que uno se sienta parte de la perversas perturbaciones de la mente del personaje de Wood aunque hay un genial homenaje en ese ligero 1% donde nos alejamos del punto de vista del protagonista. Como extra destacar la electrónica música del film, pieza fundamental que añade personalidad al producto final como lo hiciera la BSO de film ochentero compuesta por Jay Chattaway. Sólo eché de menos un cameo homenaje de Caroline Munro o Tom Savini, ya que del pobre Spinell ya solo nos queda echarle de menos.

Cartel de Maniac
Cartel de Maniac

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