Tras cinco años desde su última incursión en el mundo de la dirección, e invirtiendo dos particularmente extenuantes en la concepción del salto de "El Hobbit" a la gran pantalla, solo la alineación de ciertos astros y que el estudio que más ganas pone en esto de inventar productos mainstream en Hollywood decidiera apostar por él, podían llevar a Guillermo del Toro a fraguar Pacific Rim (2013). Si bien el retorno del director mexicano a esa primera fila que llegó a ocupar hace años no está siendo nada fácil, al final la película cumplirá pero ni por asomo será el bombazo taquillero que se esperaba, lo que queda bastante claro es que en California vive en estos momentos el mayor devorador de cultura geek que ha parido madre, y que gracias a él tenemos ahora en los cines la producción más impensable que nadie hubiera imaginado (y deseado). Pacific Rim es un monstruo en todos los sentidos, no ya por recuperar para la gran pantalla en pleno siglo XXI y con nota alta un tipo de cine que existe desde hace ya varias décadas pero que, por alguna extraña razón, nunca había sido explotado como hasta ahora, si no porque en su fondo de ideas hace uso de golpes, de efecto y emocionales, que no recordaba desde hace muchos años en films de este calibre. Hay que reconocer que contadas son las producciones nacidas con el sambenito de blockbuster donde las cosas no salgan bien y todos acaben más felices que una perdiz, pero Pacific Rim se escapa de esta aparente obligatoria regla y decide apostar por la verdadera dureza de las consecuencias que se toman.

El libreto escrito por Travis Beacham y Del Toro es perfecto para el objetivo que se marca, cumple con las pautas lógicas de este tipo de películas y tras introducirnos en el universo original que han creado, repleto eso si de referencias, donde criaturas kaiju y robots jaeger se zurran cuerpo a cuerpo, puede que esta sea una de las razones de su batacazo taquillero en USA, nos introduce sin miramientos en una fantástica recreación de lo debe ser en esta nueva era del despiporre visual el otrora clásico esquema peliculero de men in suit como protagonista. Este toque moderno recreado con excelencia brutal por Industrial Light & Magic (ILM) se aleja además, gracias en parte a concebir inteligentemente a estas criaturas y robots como verdaderas moles de pesados movimientos, de la cada vez más cansina cámara epiléptica que acaba por marear y desviar la atención. El espectador disfruta por lo tanto de frenéticos e impagables combates sin que sea necesaria la cámara lenta para ver que narices está pasando y se sirve de la más visual de las destrucciones merced al uso de escenografías coloristas y brillantes tremendamente sobrecargadas y llamativas.

Y ojo, porque otro de los arriesgados méritos de Pacific Rim es su reparto. Aquí Del Toro sigue siendo fiel a lo que es por ahora una de sus señas de identidad y no mete en la película ninguna estrella de primer nivel, logrando por otro lado que el foco recaiga sobre todo el mundo por igual, cosa que ayuda a disfrutar puede que incluso más de esos momentos en donde se busca la empatía espectador / personaje independientemente de si el que padece es o no el protagonista. Muy grandes Idris Elba y Charlie Day, correctos y con cierta química, aunque más por la inocencia nipona de ella, Charlie Hunnam y Rinko Kikuchi. El complemento de secundarios formado por Ron Perlman, Burn Gorman o Max Martini, mención especial para el más que cameo de Santiago Segura y su polvo de cuerno de kaiju, dan empaque a una historia que, eso si, sufre de cierto ritmo en la fase intermedia.

En fin, Pacific Rim es sin dudarlo el blockbuster del verano y apunta a lo mejor del año en este rango. Es francamente entretenida, visualmente acojonante y con una fase final de más o menos una hora donde Guillermo del Toro se lo ha pasado como un niño y donde es imposible no quedarse pegado a la butaca con los ojos y la boca abiertos… si, como un niño.

Cartel español de Pacific Rim de Guillermo del Toro
Cartel español de Pacific Rim de Guillermo del Toro