Opinión


Han pasado unos cuantos años ya desde el estreno de No respires (Don’t Breathe) de Fede Álvarez. Un lustro después de asistir con estupor a la batalla por la supervivencia entre un grupo de ladrones de poca monta, perdedores, y un exmilitar ciego con todos los ases bajo la manga, menudo despiporre, llega la inesperada secuela… y nunca fue tan inesperada la verdad.

Stephen Lang como el hombre ciego... una pala, un martillo, un lo que sea
Stephen Lang como el hombre ciego… una pala, un martillo, un lo que sea

En la línea de su predecesora: película de acoso a las bravas modo home invasion invertida ahora adornada con tráfico de órganos, salvajismo a martillazo limpio, y otras barbaridades; llega una nueva experiencia donde el dúo Álvarez / Rodo Sayagues rizan el rizo. La violencia y la brutalidad dan un giro inesperado y se vuelven esta vez contra el extraño e infame personaje ciego encarnado por Stephen Lang allá por 2016. Esto, como podrás comprender, resulta totalmente adecuado dado el pasado de nuestro protagonista, sin embargo, nunca una película anclada en el más oscuro y vil de los lados se pudo percibir como una película de venganza por derecho, o un ser tan despreciable como el ciego protagoniza fue encumbrado al honor de antiheroe y salvador… un "merecido" farewell en toda regla. No respires 2 da por lo tanto un giro más y enfrenta al hombre ciego a una banda de seres deleznables (más que él) que le dejan bien y todo. Así está el tema, nada más que decir.

Rodo Sayagues es el que lleva el mando en No respires 2, se trata ya de paso de su debut como director tras escribir para / junto a Fede Álvarez la futura Texas Chainsaw Massacre, algún episodio de la serie "Calls", No respires, la brutal Posesión infernal (Evil Dead) y el famoso cortometraje Ataque de Pánico. Y no se le puede negar, no lo hace nada mal. Sayagues hace un buen trabajo, cine de serie B, 100% disfrutable y muy pero que muy salvaje. Se apoya en elementos vistosos como el usar poco o nada armas de fuego y derivar la violencia a un entorno más físico, palpable e impactante merced al uso de martillos, machetes, destornilladores, palas, bloques de cemento, etc. Esto da pie a que los niveles de gore sean hasta notables pese a ser un film estrenado en pantalla grande.

En definitiva, No respires 2 no es la quintaesencia del subgénero home invasion, pero con los tiempos que corren se puede ver, disfrutar y más flipar un rato viendo como un cafre de tomo y lomo, el implacable hombre ciego, se torna en héroe inusual. Con dos cojones.

Siguiendo la línea del primer cartel de No respires, No respires 2
Siguiendo la línea del primer cartel de No respires, No respires 2

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Una semana después de verla y disfrutarla hay que comentar que con el estreno de Dune de Denis Villeneuve se ha dado un paso que durante mucho tiempo nadie se atrevió, o se le permitió, dar: realizar una nueva adaptación de la seminal obra de Frank Herbert tras la archifamosa, vapuleada, e icónica versión de David Lynch… calzón verde / torso desnudo de Sting incluido.

Paul Atreides, preparado para practicar con el escudo personal
Paul Atreides, preparado para practicar con el escudo personal

Venga, obviemos innecesarias comparaciones y situémonos de lleno en este 2021 (pretendido 2020). Este es el nuevo Dune, sin dudarlo, la propuesta cinematográfica más arriesgada, con permiso de La llegada (Arrival), de la gloriosa y superlativa carrera del canadiense Villeneuve, y no me quedo corto si somos conscientes que el guión escrito a seis manos por Jon Spaihts (Prometheus), Eric Roth (El curioso caso de Benjamin Button) y el ínclito director, cuenta esta vez parcamente la mitad de la historia prometida. Ahí es nada, nos adentramos en el traidor e inmenso universo de Dune a medio gas (en cuanto a historia claro), pero con un resultado superior y a la altura de quien lleva el mando. El riesgo está servido y, pese a todo lo que pueda pasar, bien merece la pena disfrutarlo.

La gargantuesca propuesta de Villeneuve es en su mayor prioridad una abrumadora sorpresa visual, una fuerza de espectáculo donde uno no tiene mayor opción que quedarse boquiabierto ante la grandiosidad de Arrakis, disfrutando durante unas nada largas dos horas y media de un viaje donde las sensaciones juegan un papel fundamental para acabar siendo, el espectador, parte de esta nueva aventura. Dune es un producto inmersivo, saca provecho de las actuales excelencias técnicas para enriquecerse del rico y sofisticado material original del autor literario, acomodando su narración (mesiánica, profética y manipuladora), a un mundo de grandeza donde todo es basto… se mire por donde se mire. Por ahí tenemos los omnipresentes sueños de Paul Atreides (encarnado por ese muy escuchimizado y ultra pálido Timothée Chalamet, pero que mola), sueños que además de presentarle a su futura compañera Chani (Zendaya también mola), le hacen entrever el destino que le espera como elegido de un pueblo dominado… los Fremen. Las sensaciones son contradictorias, está el malestar de las Bene Gesserit, comandadas por una para nada extravagante Reverenda Madre Gaius Helen Mohiam (Charlotte Rampling), y los constantes intentos del Duque Leto (Oscar Isaac) por ver en su hijo el heredero de su sello de lacre y del legado de la familia Atreides, pese a la artificialidad manipulada de la gestación de su heredero. En medio del fregado una muy sobresaliente Rebecca Ferguson, nueva y decisiva Lady Jessica, o el propio barón Vladimir Harkonnen, un Stellan Skarsgård que viene para mutar en coronel Kurtz pero adornado como si de un zeppelín humano se tratara.

De visita por Dune con Lady Jessica, Chani, Stilgar y Paul
De visita por Dune con Lady Jessica, Chani, Stilgar y Paul

Y hay más: los rituales Sardaukar, la bestia Rabban (Dave Bautista), el uso de la Voz, Gurney Hallek (Josh Brolin), Duncan Idaho (Jason Momoa), los gusanos… etc., etc., etc. Todo cabe en esta primera parte que pese a su inmensidad se nota tocada, cortada por momentos, con secuencias extrañas y ciertamente inconexas como por ejemplo la presentación de Stilgar (Javier Bardem), o la prueba con la Reverenda Madre (algo no encaja…). El film en si no sufre, pero la narración hay momentos que resulta abrupta. Pero bueno, Villeneuve te sigue ganando con su trabajo, con la dimensión de su Dune y con una banda sonora obra de Hans Zimmer donde hay espacio para lo tribal, la ciencia ficción y sus habituales habilidades. En definitiva, Dune es de ver una vez, dos, si cabe tres… y desear que llegue el ansiado resto.

Cartel de Dune, de Denis Villeneuve
Cartel de Dune, de Denis Villeneuve

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Si bien tengo en la recámara lo nuevo de Marvel Studios me apetece hablar, mucho, de Maligno (Malignant), la nueva incursión en el terror más inesperado del maestro James Wan, y de la que no puedo más que decir que… delicia estrambótica, pizpireta, perversa, revolucionaria y, sobre todo, paranoica e inclasificable. Así la coloqué como una de las esperadas de este 2021. Ojo, Maligno es una película para ver, no para hablar y destripar los secretos que oculta, ya que debe conocerse en la sala de cine donde sea exhibida de la manera más inocente posible (no ha habido pases de prensa y, por encima, la campaña de marketing que la rodea invita a guardar silencio). De esta forma uno la podrá disfrutar y sacarle todo el potencial que en ella se oculta.

Rojo neón para decorar uno de los crímenes que se ven en Maligno
Rojo neón para decorar uno de los crímenes que se ven en Maligno

Dicho esto, el juego que el señor Wan ha hecho con Maligno es muy pero que muy turbador. Tras varios años paladeando sagas de esas que amasan pasta ya por pura inercia, Fast & Furious 7 y Aquaman, y adentrarse a sobreexplotar el universo The Conjuring que con delicadeza ha construido – si bien su última aportación como director ha sido Expediente Warren: El caso Enfield (The Conjuring 2), como productor Wan está siempre ahí dando a conocer a sus criaturas (La monja, La llorona o Annabelle) -, la película esta parece nacida hace tres lustros, en un momento en el que un novato Wan nos ofrecía sorpresas con giros y engaños inconcebibles bajo títulos como Saw o Silencio desde el mal (Dead Silence). Es Maligno un regreso a este tipo de cine, uno que no necesita florituras, y que basa la sencillez de su historia en lo puramente disparatado de la misma.

Maligno nos presenta a Madison (Annabelle Wallis), una mujer torturada primero por su violento marido maltratador, segundo por su tercer intento de embarazo (dos abortos previos la tienen totalmente machacada), y tercero por las repentinas visiones de aparentes violentos crímenes perpetrados por un enigmático asesino. Cuando estas visiones se tornan en realidad, el pasado de Madison reaparece y… aquí es cuando se te queda el culo torcido y no puedes más que rendirte ante este divertido y terrorífico esperpento gestado por un James Wan con mayúsculas, Ingrid Bisu y Akela Cooper (la guionista).

Annabelle Wallis, cara de susto así todo el rato... una jefa
Annabelle Wallis, cara de susto así todo el rato… una jefa

Maligno innova, no cabe duda, pero también se apoya en rocambolescas propuestas destacadas de fuentes tan dispares como por ejemplo el argumento de Los ojos de Laura Mars (Eyes of Laura Mars), en los crueles acontecimientos acontecidos en House on Haunted Hill, o incluso en la interminable locura asesina de Terminator. Sí, hay espacio para todo, y también para que a cada minuto un nuevo camino se abra y que toda la expectativa previa se disipe en pos de un nuevo delirante final. Maligno bebe también del mejor giallo, no sólo por su enigmática fotografía con tonos recargados y vibrantes que recuerdan al mismísimo Luciano Tovoli, si no por el despiporre sangriento a manos de un asesino "enmascarado" y armado con un arma única y característica. Maligno nos imbuye también alma ochentera con una potente banda sonora de Joseph Bishara y que hace que todo el impacto sea mayor si cabe. Maligno es también diferente, se aleja de precuelas, secuelas y remakes, tratando de ofrecer algo nuevo que, por estrambótico que parezca, resulta en realidad maquiavélico, desenfadado y disparatado.

Ah, ni que decir tiene… escena en una celda. La brutalidad llevada al mayor de los extremos. Lo dicho Maligno es un film del 2021 que sin embargo abarca un espectro inmenso dentro del terror pretérito y contemporáneo. De esas que o te enamoran o te desagradan. Fantástica.

Un precioso cartel de Maligno de James Wan
Un precioso cartel de Maligno de James Wan

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Le tenía muchas ganas a Candyman de Nia DaCosta, y reconozco que no me esperaba una secuela directa tan certera, apropiada, innovadora y terrorífica, del clásico cinematográfico gestado por Bernard Rose y protagonizado por la perfecta Virginia Madsen y, sobre todo, el aterrador Tony Todd. El peso esta vez cae en manos de Yahya Abdul-Mateen II, encarnando a un artista que vive en el ya famoso barrio de Cabrini, mutado este en lujosa zona de rascacielos y viviendas no al alcance de la clase obrera.

Yahya Abdul-Mateen II es perfecto para sufrir en sus carnes el misterio Candyman
Yahya Abdul-Mateen II es perfecto para sufrir en sus carnes el misterio Candyman

Este Candyman se separa de la versión original yendo por otros derroteros que pese a lo arriesgado funcionan, y vaya que si funcionan. Queda claro desde ya que el enfoque Jordan Peele es omnipresente en SU cine, y, siendo esta una de sus producciones, Nia DaCosta comulga con la siempre interesante causa pariendo una clara extensión más dentro del cine de su benefactor que de la propia identidad del ser nacido en el ghetto. Candyman por lo tanto es muy fiel a su pasado, explorando el porqué de este enigmático ser que, en forma de Daniel Robitaille, comenzó a desollar a todo aquel que se atreviera a citar su nombre cinco veces frente a un espejo. Pero con el pecho hinchado va un paso más allá y moldea con violenta crudeza esta historia de marginación social, supremacía, opresión y, directamente, odio. Vamos, llega con recordar Déjame salir y Nosotros para comprender el aporte que Peele le ha dado al relato de Clive Barker. Un aporte que viste esta secuela para que deslumbre.

Las elaboradas secuencias de Candyman, obra de Nia DaCosta
Las elaboradas secuencias de Candyman, obra de Nia DaCosta

Además de lo anteriormente comentado, Nia DaCosta, su directora, se encumbra como una artífice sobresaliente, capaz de concebir secuencias potentes con un muy preciso trabajo de cámara y unos ingeniosos y sutiles planos donde el espejo, arma necesaria en el universo Candyman, adopta un protagonismo decisivo. Valga nombrar la secuencia inicial, brutal homenaje a la rodada por el maestro Bernard Rose pero, innovando, de manera invertida. Igualmente, notables las secuencias en modo teatro de sombras chinas, y todos los momentos gore, que los hay. Sí, podrían ser más explícitos estos instantes de horror no contenido, pero no obstante dado el cine de hoy en día es encomiable el esfuerzo realizado. Para rematar destacar el papel de Yahya Abdul-Mateen II, creciente estrella que aquí sufre en carnes, y nunca mejor dicho, un mal que va más allá de lo que hasta ahora pensábamos.

Y más secuencias gloriosas, no exentas de sangre pero pasadas por el filtro del plano inconcebible
Y más secuencias gloriosas, no exentas de sangre, pero pasadas por el filtro del plano inconcebible

Para rematar comentar que el responsable de la banda sonora, Robert Aiki Aubrey Lowe, recupera y altera algunos de los extractos de la magistral pieza musical compuesta Phillip Glass para el ya clásico de los años 90. En fin, Candyman debe ser vista y disfrutada, entendida en cuanto a lo que pretende contar aprovechando un relato de terror y leyendas urbanas para contar mucho más en tiempos turbios socialmente hablando.

Precioso cartel de Candyman
Precioso cartel de Candyman

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Este fin de semana ha llegado a salas la última de James Gunn, director de humor grueso y sin concesiones cuya filmografía, más allá de la molona Guardianes de la Galaxia (Guardians of the Galaxy), debería ser estudiada por obras cuasimaestras dentro del gore como es La plaga (Slither), del cine de superhéroes de medio pelo y mentalmente perturbados como es Super, y de los cortos pseudo-porno como son la batería completa de "PG-Porn"… joyas. En fin, este singular director desembarca ahora en el mundo comiquero de DC, merced a unas pasajeras diferencias con Marvel Studios en cierta Comic-Con de San Diego, con El escuadrón suicida (The Suicide Squad), secuela diametralmente opuesta al fiasco parido por David Ayer en 2016.

Mr. Polka-Dot Man, Peacemaker, Bloodsport y Ratcatcher 2
Polka-Dot Man, Peacemaker, Bloodsport y Ratcatcher 2

Gunn no presenta la versión no seria, como debe ser, de este grupo de despojos dentro del interminable universo de villanos de DC Comics. Donde otros no supieron qué hacer, Gunn se afianza como cabeza visible dentro del carro de lo irreverente, lo extremo y excesivo, pergeñando una divertida aventura suicida protagonizada por personajes pirados, de chiste, o lamentables, pero a la vez entrañables y merecedores de un cálido abrazo. El escuadrón suicida en si es una película divertida, que merece ser disfrutada de principio a fin, pero que a la vez nos golpea con inevitables momentos de tedio mayúsculo. Ojo, esto no es nuevo, la secuela de Guardianes de la Galaxia sufrió de este mismo mal… metraje extendido en exceso y un guión no maduro. Por lo tanto, podríamos hacer una analogía sencilla y fácil de entender, estamos ante una película modo pizza con anchoas (siempre y cuando no te gusten las anchoas como a mi). Disfrutarás seguramente la mitad de las porciones, a las otras les meterás mano para quitar la anchoa de rigor e igual alguna de ellas directamente la desecharás por incomible. Esto mismo es lo que ocurre con El escuadrón suicida. Desde luego no es bueno, pero tampoco es para rasgarse las vestiduras ni nada por el estilo, al final todo funciona como un reloj.

Uno de los muchos momentos espectáculo del film... menuda panda
Uno de los muchos momentos espectáculo del film… menuda panda

La verdad es que uno no puede más que levantarse a aplaudir en varias de las secuencias que Gunn ha fraguado él solito. Su guión es una montaña rusa en todos los sentidos y el espectador disfruta como hacía tiempo que no se hacía de gloriosas momentos plagados de humor negro, violencia desmedida, generoso gore y estrambóticos decesos. Es por ello que uno no puede más que otorgar notas a arranque de 10, cierta secuencia body count donde intervienen Bloodsport (Idris Elba) y Peacemaker (John Cena) de 11, otra protagonizada por una superlativa y descontrolada Harley Quinn (Margot Robbie) de 12, y todos los instantes en los que salen Polka-Dot Man (David Dastmalchian) y King Shark, todos de 13 (lo de Polka-Dot Man es brutal todo)… en serio, son segmentos espectáculo paridos en su totalidad por la privilegiada mente del señor Gunn. Estas son las porciones de pizza que se disfrutan, pero todo sea dicho, que nos encontramos en medio de momentos más normales o incluso insulsos y poco relevantes. Como colofón ese gran villano: Starro es amor puro hacia los villanos más bizarros de DC, digno de la locura de Mr. Mxyzptlk, y versionado con amor por "Rick y Morty" en el episodio "Promortyus" de su cuarta temporada.

Ahí al fondo, el gran villano Starro... mejor verlo en toda su magnitud en cines
Ahí al fondo, el gran villano Starro… mejor verlo en toda su magnitud en cines

En definitiva, sea como fuere El escuadrón suicida quedará ahí, como una nueva vuelta de tuerca al cine blockbuster de superhéroes gamberro, compartiendo trono con Deadpool y su secuela. Tiene momentos gloriosos, y aunque otros son olvidables, el conjunto funciona y divierte. Más que suficiente.

Póster de El escuadrón suicida
Póster de El escuadrón suicida

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Esta semana ha llegado a Amazon Prime / Prime Video una de las más molonas películas de este 2021… o del pasado 2020 más bien (de hecho, se filtró por la red allá por noviembre del año pasado). Se estrena por lo tanto Boss Level de Joe Carnahan, película genial del director de esa joya de survival horror que es Infierno blanco (The Grey), Narc o la estrambótica Giro inesperado (Stretch).

Titulada en nuestras tierras absurda e innecesariamente como Muere otra vez, Boss Level nos propone un ya clásico entre los clásicos… vivir en un bucle infinito, padeciendo siempre el mismo día y sin opciones aparentes de cambio. Por lo tanto, el espectador dirá que lo que nos cuenta Carnahan, y los coguionistas Chris & Eddie Borey, ya lo hemos visto, y no se engaña. El film tiene evidentes reflejos del germen de esta serie de películas, la obra maestra Atrapado en el tiempo (Groundhog Day), y de las hijas bastardas que tomando su original idea explotaron este ya casi nuevo subgénero: la genial Al filo del mañana (Edge of Tomorrow), las divertidas Feliz día de tu muerte (Happy Death Day) y su secuela, o la no menos intrigante Código fuente (Source Code).

Es sin embargo Boss Level un nuevo giro de tuerca, uno que nos lleva a un momento avanzado dentro del bucle, uno donde está todo el pescado vendido y nuestro "héroe" se enfrenta a las repeticiones con conocimiento. Por lo tanto, no hay sorpresa, no hay fase de "entrenamiento"… Roy Pulver, muy divertido Frank Grillo en el papel protagonista, es un soldado de las fuerzas especiales abocado a morir una y otra vez… pero siempre a manos de peña que lo único que quiere es matarlo violentamente, asesinos profesionales. Como si de un videojuego Pulver tratará de evitar los ataques de personajes tan variopintos como Mr. Good Morning, los Gemelos Germanos, Gunner, Kaboom o Loudmouth. Como todo buen videojuego todos ellos tienen una característica, o modus operandi, cuando asesinan a Pulver. Y así habrá que ir superando cada fase con idea de llegar al gran boss final, el mismísimo Mel Gibson como el coronel Clive Ventor. Junto a estos Naomi Watts, Annabelle Wallis o Michelle Yeoh, particularmente molona esta como instructora de manejo de katana de Pulver, vamos como cuando Bill Murray aprende piano, pero con una espada samurái.

Carnahan se lo pasa teta poniendo a Grillo, actor de acción de los de la vieja escuela, al frente de frenéticas escenas de acción, vertiginosa violencia y un body count sin límites, aunque sea en bucle. La película no tiene grandes pretensiones y ahí es donde acierta Carnahan sin dudarlo. Acción, familia, violencia, amor y muertes por doquier durante hora y media… así a lo bestia. Funciona, sin dudarlo, y por ello es una de las joyitas recomendadas para este año.

Cartel de Boss Level
Cartel de Boss Level

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De cuando en cuando uno no puede más que agradecer a M. Night Shyamalan un poco de frescura en el cine. El director responsable de joyas del género del "te dejo el culo torcido" como El sexto sentido (The Sixth Sense), El protegido (Unbreakable) o El bosque (The Village), se lanza e cabeza con una adaptación comiquera, y no con una idea propia salida de su intrincada mente.

Esta vez llega a la gran pantalla Tiempo, título menos tétrico que Old (el usado en los mercados internacionales y original), adaptación del magnífico cómic "Castillo de Arena" de Frederick Peeters y Pierre-Oscar Lévy, y editado en España por Astiberri. Shyamalan se muestra respetuoso con la obra de Peeters y Lèvy, pero al tiempo no duda en aportar su personal marca de la casa. Ese detalle, este granito de arena tan acertado para completar el castillo del título original, cuaja perfectamente y da forma a una obra que si bien ha sido trasladada con rectitud y respecto mayúsculo, si fuera totalmente fiel no terminaría de funcionar en el medio cinematográfico, o al menos no para el gran público al que va dirigido.

Shyamalan aborda la producción de Tiempo de forma clásica y mínima, puede que forzada por el momento del rodaje (en plena pandemia), donde predomina su personal mano, una plaga de primeros planos desenfocados, o transiciones que van y vienen para dar significado y sentido a la cambiante situación. Todo funciona. Tiempo es una adaptación complicada, pero Shyamalan hace suyo el film y no desentona en su habitual cinematografía. En Tiempo nos vamos a un caribeño resort donde coinciden familias de diversa condición. Tres de estas familias son invitadas a pasar una jornada de relax en una apartada playa donde los segundos se convierten en horas, y las horas en años. No hay escapatoria. Vamos, que el clásico pensamiento de irte a un lugar apartado donde el tiempo no pase y parezca que este se ha quedado congelado, es triturado por completo y convertido en horror. Las reglas cambian y así lo padecen los protagonistas. Lo idílico de la situación se convierte en agonía humana, angustia, momentos de terror, ansias por ser rescatados del incipiente e ineludible desenlace al que nos enfrentamos viendo el film. No hay freno, cada minuto pasa algo, en cada cambio de plano la tensión crece, todo cambia. El grupo de protagonistas sufre, el espectador también pero pegado a su butaca. Shyamalan va poco a poco ahondando en el misterio, tirando del hilo de la madeja que ha creado, se profundiza en el terror que subyace en el hecho del paso acelerado del tiempo. Todo es perfecto hasta… la llegada de una extensión del final torpe cosa fina. Ahí es donde Shyamalan se equivoca por completo, y donde su magia tropieza. Las cosas hay que dejarlas pasar, cerrarlas cuando ya estamos todos con la congoja a cuestas. Pero no, esta vez la decisión nos enfrenta a una sobre explicación y una exposición aparatosa y tristemente ridícula del por qué y el cómo.

Shyamalan se apoya en un reparto exento de grandes estrellas, pero plagado de rostros conocidos como los de Gael García Bernal, Vicky Krieps (gloriosa en la abrumadora El hilo invisible), Rufus Sewell (protagonista de la mítica Dark City), Alex Wolff (sufridor número uno del terror elevado Hereditary), Thomasin KcKenzie, Abbey Lee (una de las reinas de The Neon Demon) o Ken Leung (de los míticos de "Perdidos"). Uno a uno tiene su momento, sufren, aportan matices, proponen y ven pasar el tiempo. Lo malo, nadie te llega a importar del todo, pero lo mismo ocurre con la obra de Peeters y Lèvy, el foco está puesto en la desesperación, el ansia de vivir, en el inevitable paso del tiempo.

En definitiva, Tiempo está bien. No es el mejor Shyamalan, pero es entretenida, perversa y desesperante. Cruel, terrorífica por momentos y de las que te mantienen pegado hasta su verdadero final. Luego unos minutos de innecesario te voy a explicar el cómo que, aunque un tropiezo, no logran dinamitar una película muy notable.

Cartel de Tiempo, Old en original
Cartel de Tiempo, Old en original

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Con más de un año de retraso por culpa de esta cansina pandemia que no parece tener fin, ha llegado a los cines / Disney + Viuda Negra (Black Widow) de Cate Shortland, desconocida directora afincada en el cine germano de corte dramático cuando fue fichada por Marvel Studios para hacerse cargo del proyecto. Año y medio después de tener el film terminado podemos ver al fin el esperado regreso del MCU a los cines tras el impactante final de la Fase 3. Viuda Negra marca el punto de inicio del gran cambio que se supone será la Fase 4, y de las que si nada se tuerce veremos este año Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos (Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings), Eternals y Spider-Man: Sin camino a casa (Spider-Man: No Way Home).

La verdad, Viuda Negra es un paso atropellado e incierto dentro del siempre dinámico, espectacular y colorido MCU. De la misma forma que ocurriera con la secuela de Ant-Man (Ant-Man y la Avispa), Viuda Negra adolece en este caso del poco apego que genera el personaje protagonista en solitario, amoldada en una historia sin verdadera fuerza, bien construida eso sí, pero que no saca el esperado jugo a lo que debería hacerlo: su impactante y molón gran villano (que no lo es) Taskmaster / Supervisor, residual de principio a fin y ensombrecido por su intrahistoria (forzada y por completo alejada de su base comiquera). Gracias a dios salva el conjunto la presencia de David Harbour enmascarado como el ridículo Guardián Rojo, ese equivalente soviético al Capitán América que, entrado en kilos y totalmente pasado de vueltas, sirve como alivio cómico al malestar general del drama de Natasha Romanoff (Scarlett Johansson), siempre molona, y su "hermana" Yelena (Florence Pugh), perfecta en sus funciones y como explotadora de la gracia que más se repite en el film.

Obviamente Viuda Negra no puede ser como el resto de films del MCU: el peso no recae sobre un ser con poderes y tampoco dispone de los medios necesarios para montar una feria pirotécnica. Tampoco se le debe pedir eso, sería muy injusto. Debe por ello ser encajada en ese conjunto de producciones más mundanas, de grandes moratones, cortes, costillas rotas y mucho dolor de cabeza. Viuda Negra se convierte así en un rip-off de cualquiera de los films de la saga de Jason Bourne o de la reciente y molona Atomic Blonde… pero sin llegar a molar tanto como estas. Sí es conspiranoica, sí monta buenas peleas, pero a nivel guión llega muy justita y encima pretendiendo rellenar unas muy largas dos horas y cuarto. Hay elementos que funcionan bien, ese inicio en los 90 al más puro estilo Un lugar en ninguna parte (Running on Empty) o el plan de dominación de Dreykov (Ray Winstone), copia / pega Treadstone, pero otros no tanto…

La nueva supreproducción de Marvel Studios se queda algo así como en un intermezzo de los del Hollywood más clásico, en una nota al pie de un conjunto cinematográfico espectacular. Sirve para introducir a un personaje que tendrá mucha importancia, Yelena, y para decirnos en qué invirtió su tiempo Natasha tras Capitán América: Civil War (Captain America: Civil War). Ni bien, ni mal.

Cartel molón de 2020 de Viuda Negra
Cartel molón de 2020 de Viuda Negra

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Al fin he podido echar un vistazo al retorno / "intento de reboot" de una de las sagas más longevas dentro del mundillo del terror / gore moderno, en este caso cercano en diversos momentos al torture porn con limitaciones.

Spiral: From the Book of Saw de Darren Lynn Bousman, Spiral: Saw en España, quería ser considerada, y así la trataron de vender, como la renovación a la saga parida por el dúo dinámico formado por James Wan, director, y Leigh Whannell, guionista y mente perversa que pergeñó el punto de partida de este juego macabro sin fin. Sin embargo, Spiral es más un subproducto, enésima vuelta de tuerca, que un ligero soplo de aire fresco para la franquicia. Estaba claro que con Lynn Bousman a los mandos, responsable del segundo, tercer y cuarto episodio de la saga Saw, la cosa iba a terciar más por lo continuista que por lo innovador. Pero uno tenía la esperanza de que la participación de Chris Rock, Max Minghella y Samuel L. Jackson iba enfocada a dar un giro completo y remodelar las bases del sello. Error.

Spiral: From the Book of Saw es una más, no mejor, dentro del mundo de truculencias y excesos del universo de Jigsaw, pero sin Jigsaw. Con Tobin Bell ya retirado, lo que nos propone Lynn Bousman y sus guionistas Josh Stolberg y Pete Goldfinger (colaboradores habituales con films como Saw VIII y Piraña 3D a sus espaldas), es más de lo mismo, con algún simpático guiño al film origen de Wan / Whannell, pero plagado de despropósitos en su argumento… que lo tiene, aunque haga aguas por todas partes. La película es previsible, anecdótica y, en serio, hasta absurda. Samuel L. Jackson es un títere, nunca mejor dicho, y el peso cae de principio a fin en Rock, un actor de comedia que desde sus orígenes (inaguantable ya en Arma Letal 3) cuesta digerir cuando sale en pantalla. ¡Si hasta parece un trasunto del mejor Denzel Washington con esa barba sin bigote y esa pose de pega! El punto serio está ahí, pero uno ve a Chris Rock y teme que en cualquier momento se ponga a soltar un speech a los "SLN". El resto carnaza clásica, muertes grotescas, no tengo claro si muy originales, y desde luego un agujero negro en su guión. No hay sorpresa y por mucho que pretendan no evitan el "sota, caballo y rey".

En fin, Spiral: From the Book of Saw, una más del montón dentro del género y desde luego gama medio / baja dentro de una franquicia que lleva con nosotros cerca de 20 años, Saw es de 2004, arrastrando, ya con este, 9 films. Alguien debería recopilar los inventos del matarife y analizar lo perversa que puede ser la mente de un guionista.

Cartel de Spiral: From the Books of Saw
Cartel de Spiral: From the Books of Saw

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Cuando uno termina de ver Ejército de los muertos (Army of the Dead) del moderno pero disperso Zack Snyder piensa… piensa… piensa. Piensa largo y tendido y se acaba preguntando, ¿qué narices he visto? Por lo pronto dos horas y media de película, dos horas y media que tanto te levantan el hype como te arrastran por el fango y ya de paso te dan un par de patadas en el estómago.

Ejércitos de los muertos... pim pam pum
Ejércitos de los muertos… pim pam pum

Ejército de los muertos es una película curiosa, pero cúmulo tanto de cientos de despropósitos que la hacen severamente autoparódica, como de ideas potentes en una evidente guerra perdida contra una nueva gama de zombis. Snyder se apoya como guionista, nunca ha sido su fuerte, en el trabajo de Shay Hatten (responsable del escrito de la no tan molona John Wick: Capítulo 3 – Parabellum) y Joby Harold (otro que tal baila merced a trabajos como el de Rey Arturo: La leyenda de Excalibur… esperemos que "Obi-Wan Kenobi" sea un giro en su carrera como guionista). Este trío de mentes preclaras se sacan la chorra y proponen una película disparatada (50% aburrida – 50% entretenida) donde uno se puede encontrar retazos de los Doce del patíbulo (Dirty Dozen), Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull), La cuadrilla de los once (Ocean’s Eleven) o La tierra de muertos (Land of the Dead) nivel paja mental lo más gorda posible.

Ejércitos de los muertos... pim pam pum
Ejércitos de los muertos… pim pam pum

Snyder monta por lo tanto el mayor de los popurrís imaginables, apoyándose en un reparto bastante nivel medio-bajo al amparo de un peso pesado como Dave Bautista, profesional donde los haya que da el do de pecho de principio a fin y que mantiene la épica de este viaje al infierno más palomitero… por no decir que menos mal que está él para llevar el peso porque si no por el sumidero se va la película entera. Ejército de los muertos navega por la acción digna, con momentos gore truculentos bastante logrados y gratamente recibidos, pero se escurre también en dilatados absurdos, omnipresentes tópicos, decisiones pizpiretas y otras tonterías. El nivel de ridículo no tiene fin, y los gags se difuminan entre agradecidas muertes slow motion marca de la casa.

En fin, Ejército de los muertos sirve tanto para aburrirse como para entretenerse en un mar de zombis, cine de acción muy bien rodado e ideas muy tontunas. Hay que reconocer que lo nuevo de Zack Snyder no tiene ni pies ni cabeza, pero lo divertido es que pese a todo se deja ver, tiene sus méritos y el drama supera lo imaginado. Ahí se luce, y Ejército de los muertos acaba siendo un muy agradecido quiero y no puedo… pero en el fondo… mola.

Uno de los muchos carteles molones de Ejércitos de los muertos
Uno de los muchos carteles molones de Ejércitos de los muertos

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