Festival gore y sentido homenaje. Con estas dos sentencias a uno le debería ser suficiente para definir por completo este remake del cult film Posesión infernal (The Evil Dead, 1981) con retazos de Terroríficamente muertos (Evil Dead II, 1987), ambos de Sam Raimi. Con el rey nuevamente supervisando el trabajo, y apoyado en tareas de producción y asesoramiento por las torres Robert G. Tapert y Bruce Campbell, ha nacido en manos del uruguayo Fede Álvarez una nueva joyita que, sin dudarlo, pasará a los anales del cine comercial más bruto por el despliegue, excelso, de maniobras de charcutería extrema… no salpica más porque entonces correríamos el riesgo de morir ahogados entre tanta sangre. Además, estamos en el 2013, y cuando mucha mojigatería cuarta a una gran cantidad de proyectos ya que el objetivo de sus responsables es que se vea distribuida a mansalva en salas de cine comerciales, ¿cobardía?, disfrutar de Posesión Infernal en pantalla grande es una agradable sorpresas y una recomendable experiencia. Esta nueva visión del clásico tiene personalidad propia, vale que se empapa de la idea de la original y le da una ligera vuelta, pero aun así logra mantener como producto buen aroma de independencia que rescata sin embargo muchos, si no todos, de los grandes momentos que Raimi nos ofreció en sus dos primeras obras originales.

Algo que sin embargo debe quedar claro es que el film de Álvarez, escrito por este, su amigo Rodo Sayagues y Diablo Cody, es obra del primero y por lo tanto no ofrece el rítmico desenfreno de planos imposibles y movimientos de cámara grotescos que tanto han identificado la filmografía del Raimi más auténtico. Y eso el lo bueno de esta Posesión Infernal, apuesta por dar su propia versión del clásico, remarcando descaradamente el dramatismo del film de 1981 y dejando de lado, aunque el humor negro siempre se puede paladear, ese otro remake de 1987. De paso moderniza de forma inteligente la razón para pasar un fin de semana a una cabaña apartada de la que no habrá salida, pero explotando la gran roja sobre la que debe seguir navegando la marca…. esa impagable sobrecarga de brutalidad que no se teme ofrecer al espectador, ya sea avezado o neófito, mediante un despliegue sin precedentes en el cine de estudio, FilmDistrict mola, y donde campan a sus anchas hectolitros de sangre, violentas embestidas, amputaciones brutales y secuencias salvajes tan explícitas que, todo sea dicho, es bastante raro que hoy en día sean vistas más allá de los círculos en los que viven enfrascados los festivales de género.

Y no hay más, una breve introducción para que sepamos lo que vamos a ver, probablemente sobre, y de nuevo cinco los amigos que se desplazan – despedazan – a esa característica cabaña del bosque. Esta vez un viaje que en antaño era de placer, hoy se transforma en un duro reencuentro que nace con la idea de desintoxicar a Mia (Jane Levy), hermana de David (Siloh Fernandez), el novio de Natalie (Elizabeth Blackmore), y amiga de Eric (Lou Taylor Pucci) y Olivia (Jessica Lucas). Sabemos lo que nos espera, pero este motivo ayuda a justificar más la incredulidad ante los primeros acontecimientos que tienen lugar, y que ante el ataque de pánico sufrido serían razón suficiente como para darte el piro de buenas a primera. A partir de aquí: baños de sangre, body count controlado, alguna que otra inesperada vuelta de tuerca, una gran dosis de efectos especiales de vieja escuela y una banda sonora, ojito, compuesta por el español Roque Baños, golpes, alarmas y chirríos que no dejan ni un momento de descanso.

Hay que verse toda la película, desde el minuto uno hasta que se termina los créditos… bien lo merece! Ah, y la pregunta de rigor… ¿Qué os ha parecido la película?

Cartel español de Posesión Infernal
Cartel español de Posesión Infernal

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Trato de desperezarme, desde el 3 de marzo con El atlas del las nubes no escribía una opinión, y me pongo de nuevo manos a la obra escribiendo sobre las películas que he podido ver esta Semana Santa en cines. Para comenzar arranco con G.I. Joe: la venganza (G.I. Joe: Retaliation, 2013) de Jon M. Chu, secuela de la bastante floja G.I. Joe (G.I. Joe: The Rise of Cobra, 2009) de Stephen Sommers y confirmado nuevo despiporre visual que, todo sea dicho, extenuará a cualquiera que la vea en 3D más por el casino uso de esta pesada tecnología que en muchas ocasiones, la mayoría, favorece en nada al resultado final. En mi casó sufrí demasiado con las hiperactivas secuencias de acción donde esta moda de vanguardia es caldo de cultivo para acabar mareado. Y para empezar a dar forma a esta opinión debo comenzar planteando una duda… ¿qué narices están haciendo Paramount Pictures y Hasbro si tenemos en cuenta las verdaderas posibilidades cinematográficas de los G.I. Joe? Ojo, que con esto no quiero decir que la franquicia, esa con la que muchos de los presentes disfrutamos jugando tela marinera en nuestra infancia, sea el culmen dentro del estrato del cine de acción, pero vamos, a ver si a la tercera dan con la tecla correcta. Porque mira que con Transformers obtienen buenos resultados, pero G.I. Joe no levanta cabeza.

Por que si, voy a ser muy sincero y duro… me gustó más la peli de Sommers que esta del bueno de Chu. Primero, no entiendo ni percibo la fuerza de Rhett Reese y Paul Wernick al frente del guión. Esa mala baba, esas situaciones cómicas, inteligentes y con chicha que disfrutamos en Bienvenidos a Zombieland (Zombieland, 2009) aquí tienen presencia cero dejando al final un sabor de boca horrible donde nada de lo que ocurre puede si quiera levantar un poco de interés. Ese es el auténtico trabajo de Reese y Wernick, un libreto plano donde se navega entre la seriedad más absoluta, no veo mal el punto dramático del arranque pero me sobra cuando sirve exclusivamente para el lavado de cara que se ha querido aplicar tras la primera parte, a la comedia más simple y predecible como el momento todo queda en casa de Bruce Willis. Segundo, toca sufrir una elección de actores que no llegan a cuajar una, por otro lado, bastante "correcta" elección de personajes. Vale, está Dwayne Johnson como Roadblock, mola, y vuelves a la carga con los obligados Ray Park como Ojos de Serpiente, Byung-hun Lee como Sombra o el merecidamente remozado, pero pírrico en presencia, Comandante Cobra, encarnado por cualquiera. ¿Y el resto? Pues la verdad, esperaba muchísimo más de Ray Stevenson como Firefly, un mítico, y de Adrianne Palicki como Lady Jaye, otra que también apuntaba alto. Del resto, pues ni chicha ni limoná. Ni Elodie Yung como Jinx, ni D.J. Cotrona como Flint, ni Jonathan Pryce como Zartan, porque no deberían colarnos al genial Arnold Vosloo porque sale su careto 10 segundos. Y claro, esto te da más rabia cuando ves subexplotar a gente como Walton Goggins e incluir en el reparto a paquetes andantes como RZA. Tercero, lo que mola de G.I. Joe y su guerra contra Cobra es las posibilidades de esta segunda a la hora de trazar un plan siniestro, maligno y que debería pasar a los anales de lo estrambótico y disparatado. En ese aspecto el trabajo de Stuart Battie y Sommers para G.I. Joe me pareció mucho más arriesgado y digno, aquellos nanobots que se comían el metal molaban, los supersoldados drogados y mejorados molaban, aquella base submarina y la posterior batalla a lo Star Wars dentro de su tontería era graciosa y grandiosa. Aquí explotan el topicazo y aburre… el momento bandera y pendones sobra por completo.

En fin, poco más de hora y media de cine de acción con alguna que otra secuencia entretenida, los brincos en la nieve por ejemplo, pero que no justifican la inversión que se ha hecho en el producto. 130 millones de coste de producción para un proyecto mainstream nuevamente con trazas de serie B, o serie B sin tapujos, que se queda corto si uno recuerda además a Sienna Miller como la Baronesa, Rachel Nichols como Scarlett, Christopher Eccleston como Destro, Adewale Akinnuoye-Agbaje como Heavy Duty o Joseph Gordon-Levitt como The Doctor. En fin, para pasar el rato vale, pero una pena… otra vez.

Y si, Bruce Willis aburre mucho pese a los chistes de rigor con los que siempre cumple. Cada vez aporta menos a las películas donde participa en modo presto mi cara 10 minutos y cobro mi minuta.

Cartel de G.I. Joe: la venganza... pues se han vengado
Cartel de G.I. Joe: la venganza… pues se han vengado

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No se cuantos pensarán como yo, pero el retorno a la dirección cinematográfica de los hermanos Lana y Andy Wachowski, acompañados por el peculiar Tom Tykwer, es parte de ese cine que debe definirse con mayúsculas y, desde ya, encumbrado a cine de culto. El atlas de las nubes (Cloud Atlas, 2012), mastodóntica propuesta, es un derroche de genialidad que nace sin embargo bajo el san benito de cine independiente, lo es, y que desde luego no será del gusto de todos, adapta la compleja y eterna obra de David Mitchell, una historia que nos hará viajar en el tiempo, desde mediados del siglo XIX hasta una era apocalíptica indeterminada, pasando por la Europa de 1931, dando el salto a los años setenta, alcanzando nuestros días, adentrándose en un futuro no muy lejano y vuelta. En todo este periplo, adelante y atrás sin descanso, lo que uno comienza a descubrir es que los protagonistas de las historias están de alguna forma relacionados. Ya sea por una razón espiritual o por que el destino que se supone define en lo más hondo nuestra historia ha tomado la riendas, pero sus vidas su cruzan una y otra vez en las diferentes épocas en las que tiene lugar la narración. Esta complejidad, Mitchell controla a la perfección la narrativa y sabe combinar perfectamente diferentes géneros que le permiten hacer todo muy entretenido, ha sido trasladada a la gran pantalla con una maestría a tener muy en cuenta.

Los Wachowskiy y Tykwer se han rodeado de un excelso reparto, Tom Hanks, Halle Berry, Hugh Grant, Jim Broadbent, Ben Whishaw, James D’Arcy, Doona Bae, Hugo Weaving, Susan Sarandon, Keith David o Jim Sturgess, y los han situado, a casi todos, en los diferentes tiempos que se nos proponen. La original propuesta, a mi me ha parecido una auténtica delicia pese a algún que otro altibajo, sirve de paso para hablar de muchas cosas tomando como materia prima una base de sensibilidad que te acaba golpeando sin remedio. A partir de ahí se habla mucho de amor, otro tanto de amistad, algo de miedo a lo que ha de venir, y como gran nexo común de rebeldía y lucha… ya sea contra el gran hermano que todo lo domina, por la supervivencia, contra las grandes corporaciones, por tus derechos sociales, o contra el clasismo, tanto por raza como por lo personal. Junto a esto tenemos una obra que en lo técnico abruma. El montaje de Alexander Berner es sencillamente increíble. Lograr trasladar la complejidad narrativa de Mitchell al cine y conseguir que casi tres horas sean un suspiro es digno de admiración. El montaje es incluso más sorprendente que el brutal trabajo de maquillaje que transforma sin miramientos a los miembros del reparto logrando en ellos todo tipo de variaciones. Sumemos una fotografía brillante, una dirección artística que aúna todos los posibles escenarios, una música excelente compuesta por Reinhold Heil, Johnny Klimek y el propio Tykwer, y una dirección notable con historias mejores y peores, pero que en conjunto logran ofrecer una obra de cine que merece ser vista… y más si tenemos en cuenta que pese al esfuerzo invertido en ella ha sido tristemente castigada por la taquilla mundial.

Lo que más me alucina una vez vista es… ¿pero qué narices han hecho en los Oscar de este año para no incluir a El atlas de las nubes en varias de sus categorías?

Cartel español de El atlas de las nubes
Cartel español de El atlas de las nubes

 

De vez en cuando uno tiene que armarse de valor a sabiendas de que lo que va a ver es probablemente otro traspiés más en la carrera de uno de los iconos del cine de acción moderno. Este fin de semana se ha estrenado La jungla: un buen día para morir (A Good Day to Die Hard, 2013), quinta vuelta de tuerca a las aventuras de un John McClane muy pasado de vueltas, sombra de lo que en su día fue, y que viene a confirmar que tras el flaco favor de La jungla 4.0 (Live Free or Die Hard, 2007), el espíritu McClane ya se comenzó a diluir en ese film merced a una sobrecarga de absurdos digitales y personajes extremadamente olvidables, la franquicia está completamente agotada.

Todo lo positivo que pudo llegar a tener el discutible anterior episodio, un director solvente, un villano que pese a su poco carisma contaba con Timothy Olyphant como encargado de darle forma o Mary Elizabeth Winstead, en esta es totalmente imperceptible. Primero por poner a John Moore a los mandos, un director de medio pelo que llevaba un lustro mirando por la ventana esperando esa llamada que le sacara del ostracismo más merecido tras el fiasco Max Payne (2008). Segundo por atreverse a dar a Skip Woods la orden de desarrollar un guión con ni si quiera un par de momento de entretenimiento. Woods es un desastre y es increíble que nadie se de cuenta! Ya comenzó a demostrar como se las gastaba con Operación Swordfish (Swordfish, 2001), a la que siguieron piezas que pasaron sin pena ni gloria como la medianamente potable Hitman (2007), la ponzoña X-Men orígenes: Lobezno (X-Men Origins: Wolverine, 2009) o el reboot en cines El equipo A (The A-Team, 2010). Tercero, el triste reparto. Bruce Willis está por estar, grita, se mueve poco, o nada, y ha perdido por completo la fuerza que conservaba en el 2007. Luego ese hijo fotocopia encarnado por Jai Courtney, lamentable tras lo bien que lo hizo tanto en "Spartacus: sangre y arena" ("Spartacus: Blood and Sand", 2010-¿?) como en la reciente y simpática Jack Reacher (2012), y qué decir de Sebastian Koch… el rey del truco del almendruco que no se entiende todo lo que hace ni para que lo hace.

Cartel español de La jungla: un buen día pare morir
Cartel español de La jungla: un buen día pare morir

John McClane (Bruce Willis) se va a Rusia a buscar a su hijo Jack (Jai Courtney) tras ser este detenido por asesinar a un capo de la mafia de la zona. Pero lo que John no sabe es que su hijo es en realidad un agente encubierto que quiere evitar que un gran secreto propiedad de un tal Komarov (Sebastian Koch) caiga en manos de un político corrupto llamado Chagarin (Sergei Kolesnikov). A partir de ahí una patraña.

La película pretende jugar al engaño pero es tan predecible que nada de lo que ocurre aporta si quiere un breve instante de sorpresa. No se, poco más se puede decir. La jungla: un buen día para morir es mala de solemnidad. Cuenta con una persecución promoción de Mercedes que dura una eternidad y Willis no sufre el primer rasguño hasta bien pasada la primera hora de película… y hay suficientes razones para que eso no sea así salvo que estemos ante la primera prueba de que este John McClane es en realidad una especie de Terminator imparable. Esto no es lo que se nos vendió en la década de los 80 y 90. Pero claro, luego sales del cine y meditas con los amigos si las intenciones de 20th Century Fox son reinventar la franquicia para las nuevas generaciones y cambiar el cromo Bruce Willis por el de Jai Courtney. Personalmente, prefiero que se ahorren esto y apuesten por poner a Courtney al frente de un producto propio, con nueva personalidad y que no lleve el apellido McClane como marca. Luego si quieren que Bruce Willis aparezca por ahí haciendo el canelo pues no lo veo mal. En fin, pasemos página.

 NOTA  Una duda, ¿alguien más vio el corte de mangas / butifarra que se gasta Willis en el momento helicóptero a cámara lenta?

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Con eso de que este fin de semana se ha estrenado en salas comerciales, toca hablar de otra de las películas que pude ver en el pasado Festival de Sitges. Es el turno por lo tanto de El hombre de las sombras (The Tall Man, 2012), el regreso a la aventura cinematográfica de Pascal Laugier, ese director francés que nos dejó con grandes sensaciones y mucho mal cuerpo tras presentarnos la tremenda Martyrs en el 2008. Acumulando la friolera de cuatro años en silencio, Laugier regresa para ofrecernos una historia bastante clásica, el omnipresente en nuestra niñez mito del hombre del saco, vestida por otro lado de supuesto film de terror con bastante, quizás demasiado, truco. Este discutible doble juego, digamos que no fue muy aplaudido por el fan de ese otro Laugier, no debe ocultar sin embargo una concepción de la leyenda francamente original, con un desarrollo aceptable y un desenlace que te deja, o ese fue mi caso, bastante ojiplático… ¿y defraudado? Porque si, la obra de Laugier, de paso debut en las fértiles tierras de Hollywood, tiene cero de terror, aunque predomine todo el rato ese engaño que hace creer al espectador que si lo es al tiempo que se añaden interesantes complementos a la historia como que el destino de cada uno se rige por el lugar en el que naces, lo imposible de los cambios de rumbo cuando tu entorno no lo favorece o el desarraigo social debido a la pobreza. Laugier, al igual que en Martyrs responsable absoluto de lo que vemos al ser director y guionista, viene a contarnos mucho más que ese terrorífico acoso por parte de un ser nocturno que se dedica a empobrecer si cabe más la tristes vidas de los que padecen en exceso, y se apoya para ello en la notable interpretación de Jessica Biel, en verdad sorprende el trabajo de esta actriz hasta ahora encasillada en papeles más bien complementarios, que contando con ayudas de veteranos como Stephen McHattie o William B. Davis, logra dar empaque a una trama que saca completo jugo de todos los tópicos del thriller de terror más habitual pero que en el fondo no es para nada lo que uno va creando en su cabeza. Merece un visionado, por lo menos para saber si uno debe cagarse en Laugier o agradecerle la osadía que se saca de la manga…

Nos encontramos en el decadente pueblo de Cold Rock. En el una joven enfermera llamada Julia (Jessica Biel), debe hacer frente a esas inclemencias sociales propias de un lugar que se hunde más y más en su propia miseria sin visos de salir de ella. Pero en Cold Rock pasa algo más, los supersticiosos atribuyen esta fatídica racha a las extrañas desapariciones de niños a manos de lo que ellos conocen como El hombre alto, un algo que de cuando en cuando se cuela en el lugar para raptar a uno de los niños que allí mal viven. El tema se pondrá peleón cuando sea Julia la que sufra en sus propias carnes el ataque del Hombre alto y este rapte a su hijo.

Cartel de El hombre de las sombras
Cartel de El hombre de las sombras

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Aprovecho uno de los estrenos de esta semana para recordar otro de los films que me vi en el pasado Festival de Sitges 2012. Se trata de Sin tregua (End of Watch, 2012) de David Ayer, película modo metraje encontrado, aunque en este caso es más bien rodaje cámara en mano, protagonizado por Jake Gyllenhaal y Michael Peña. Ayer, guionista y director al mismo tiempo, es perro viejo cuando hablamos de cine policíaco o más bien de las tripas que lo componen. Tras sus trabajos como guionista en la superlativa Training Day (2001) y las mucho más convencionales Dark Blue (2002) o S.W.A.T.: Los hombres de Harrelson (S.W.A.T., 2003), Ayer vuelve a apostar por el cine de género más personal y de calidad, recuerda la historia a los bajos fondos del obligado film de Antoine Fuqua, centrándose esta vez en las peripecias de dos agentes recién llegados al cuerpo que, inmersos a conciencia en el complicado y crudo quehacer policial de los arrabales de Los Angeles, acaban, puede que de manera poco consciente, metiéndose en un cristo de mil demonios.

Y es que el pertenecer a la generación más impulsiva, esa en donde el respetable está acostumbrado a darlo todo delante de un ordenador o consola matando al ciento y la madre, nubla la vista demasiado convirtiéndote en un ser incapaz de valorar los límites a los que en verdad debes llegar. La película juega con lo convencional del género, matones de medio pelo metidos hasta las cejas en un proyecto personal dignos de las grandes mafias, y aporta una buena dosis de testosterona, sobre todo la que supura el personaje de Gyllenhaal que tiene en el de Peña lo único que le compensa, además de mensaje para un país donde el descontrol armamentístico en las zonas más peligrosas está al orden del día. En definitiva, un producto destacable, una historia bastante completa con un estilo de filmación poco habitual y cercano en idea, y por momentos, a esos docurealities donde policías con cámaras en sus coches patrulla se dedican a dar caza a cuatreros varios. Lo más curioso de Sin tregua es el extraño periplo que ha tenido en el mercado USA, triunfando, 7 millones de coste y 40 de recaudación desapareciendo, y volviendo ahora a las andadas de cara a su posible ¿carrera hacia los Oscar? Nunca se sabe. No creo que sea para tanto pero bien merece un visionado para disfrutar de cine de policías donde la tensión traspasa la pantalla.

Cartel de Sin Tregua... prefiero el título original End of Watch
Cartel de Sin Tregua… prefiero el título original End of Watch

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En un domingo de esos que pintan tranquilito aprovecho un ratillo para seguir con la revisión de películas vistas en el pasado Festival de Sitges 2012, por aquí tenéis todas las comentadas hasta el momento. Es el turno de hablar un poco de The Lords of Salem (2013), la nueva obra de Rob Zombie que, supongo, veremos en cines a lo largo del año que viene… y remarco eso de supongo porque no estoy muy seguro de este hecho. Para sorpresa del respetable el bueno de Zombie da un significativo giro en su modelo cinematográfico cambiando de registro y adentrándose en un estilo de horror mucho más ortodoxo y menos esperable si lo que hacemos es echar la vista atrás tratando de encontrar una razón de este nuevo enfoque. The Lords of Salem es por lo tanto un aplaudible punto de inflexión en la filmografía de Zombie si lo comparamos con sus incursiones previas, La casa de los 1000 cadáveres (The House of 1000 Corpses, 2003) era demasiado grotesca, Los renegados del diablo (The Devil’s Rejects, 2005) una muy particular salvaje road movie, y esos dos films de la franquicia Halloween pues, no se, bastante innecesarios. The Lords of Salem es también un profundo viaje lisérgico dentro del horror más clásico con muchos momentos surrealistas y psicodélicos bastante acordes con el diabólico horror de grandes obras con aquelarre como La semilla del diablo (Rosemary’s Baby, 1968) o Suspiria (1977). The Lords of Salem resulta ser además una especie de ritual satánico cinematográfico, pieza clave la musiquilla que induce el mal que ha de venir, y donde no obligan a contemplar todo el proceso de entrada en los infiernos de su protagonista… la buena de Sheri Moon Zombie.

Y tras sacarle todo lo bueno que puede tener llega lo malo, o al menos la impresión general que da la sensación se queda en la gente que ve el flm. The Lords of Salem es muy irregular. Que el peso de la película caiga sobre los hombros de Sheri Moon me parece lo más arriesgado que se puede hacer, salvo que quieras echar por tierra así de buenas a primeras gran parte del potencial del film. La esposa de Rob no me convence como actriz ni ahora ni antes. Me vale para un papel secundario, una presencia complementaria de un reparto más sólido, pero que todo gire alrededor de ella es un fallo. Menos mal que en papeles secundarios tenemos rostros conocidos, y envejecidos, del universo terror más clásico como Meg Foster, esos ojos son irrepetibles, Dee Wallace o Ken Foree, acompañados por Bruce Davison, personaje singular y protagonista de su propia desventura de investigación brujeril, que por otro lado merecía haber sido mucho más explorada. Luego tanto machaque con la presencia de quintas esencias como las de Michael Berryman o Sid Haig ¿para? 15 segundos y dejad de contar. En fin, The Lords of Salem se diluye cosa fina bajo una trama interesante, no nueva pero si original dado el origen musical del ritual a gran escala que se prepara, pero poco más. Da la sensación de que el brainstorming fue notable en las primeras fases, pero a la hora del desarrollo no supieron evolucionar y ofrecer algo realmente potable.

Uno de los colorista carteles de The Lords of Salem
Uno de los colorista carteles de The Lords of Salem

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Tras la review de Sightseers, es momento de otra recomendación más saluda de esos agotadores diez días en los que visioné unas cuarenta y seis películas… si no me equivoco. Hay que destacar que estamos ante otra de las sorpresas o joyas del Festival de Sitges de este año. Safety No Guaranteed (2012) de Colin Trevorrow es un curioso film independiente de "ciencia ficción", más bien tragicomedia romántica, donde un equipo de periodistas de una revista / periódico reciben el encargo de seguir la pista de un extraño anuncio donde un misterioso tipo solicita compañero para un viaje en el tiempo. Con esta premisa Trevorrow nos atrapa en una aventura donde el Macguffin de un posible viaje temporal da pie a meternos más de lleno en la vidas de los cuatro protagonistas y así descubrir sus esperanzas, miedos, o errores / aciertos del pasado. De paso demuestra como los imposibles sueños de nuestra realidad pueden acabar transformados en auténticas verdades… cosa que mola un montón. Y ojo, porque lo más curioso del tema es que la película tiene un origen verdadero, un anuncio de broma publicado en 1997 en el Backwoods Home Magazine por el periodista John Silveira que, bajo el mismo título que se usa en este film, abogaba por este simpático objetivo…

Wanted: Somebody to go back in time with me. This is not a joke. P.O. Box … You’ll get paid after we get back. Must bring your own weapons. Safety not guaranteed. I have only done this once before.

Volvamos sobre la película. En el lado investigador tenemos a Darius, la über sensual Aubrey Plaza de "Parks and Recreation" (2009-¿?), una joven periodista que ve en esta aventura la oportunidad de salir a flote en un frustrante trabajo, Jeff, Jake Johnson, jefe de Darius y tipo obsesionado por vivir su día a día como mejor le venga a él, y el becario de turno Arnau, Karan Soni, mindundi de tres al cuarto que no se come un colín y que se verá sobrepasado por las propias obsesiones de Jeff. Al otro lado, el punto más ficticio de todo lo que se cuenta, surge Kenneth (Mark Duplass), un tipo intrigante obsesionado con que en menos de lo que esperas va a viajar en el tiempo. Y es que lo chulo de este tipo de historias, lo que hacen que se disfruten más, es ese fondo de ensoñación, de esperanza por cambiar tu rumbo y de que oportunidades que en otro momento dejaste pasar vuelvan ahora a ser posibles, incluyendo, eso si, la fantástica oportunidad de viajar en el tiempo. En fin, una película con detalle de ciencia ficción pero que gustará más por ser una historia de personas en busca de darle una merecida vuelta a sus vidas. Muy pero que muy recomendable.

Un cartel de Safety Not Guaranteed
Un cartel de Safety Not Guaranteed

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Aprovecho este tranquilo fin de semana en cuanto a noticias llegadas de Hollywood, bendito Acción de Gracias, y vuelvo a la carga sobre las películas vistas en la pasada 45ª edición del Sitges – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, que todavía me queda un buen puñado de las que hablar. Es el turno de dos de esos films que me apresuro a recomendar desde ya que tratéis de ver. Se trata de Sightseers (2012) de Ben Wheatley, una comedia negra británica con mucha mala baba y repleta de desquicie serial killer en el entorno de una pareja de enamorados, y Safety No Guaranteed (2012) de Colin Trevorrow, una extraña pero francamente entrañable historia de ciencia ficción del director que ha sonado durante muchas semanas para ser el encargado de llevar adelante Star Wars: Episode VII (2015). Comienzo con la mini review de la primera y luego publico la segunda.

Resulta que Ben Wheatley vuelve a la carga tras la prometedora y extrema Kill List (2011) elaborando una historia con tono "familiar", digamos que todavía en ciernes, que sirve como punto de partida para un guión que evoluciona sin control hasta acabar transformado en un sofisticado y pueblerino despiporre modo killer on the loose donde una pareja decide aplicar su propia ley mientras disfrutan de un entrañable viaje por la campiña británica más hortera y cargante. Sightseers es humor negro del bueno, bastante cafre y no exento de pasotismo moral sobre lo que muestra, aunque el debate está servido cuando lo que se comete es algo que más de uno, y siempre en su sano juicio, ha pensado en algún momento de su vida.

Alice Lowe y Steve Oram, vistos brevemente en el anterior film de Wheatley, encarnan a Tina (WTF Hot Fuzz) y Chris, una pareja no precisamente de jovenzuelos que en modo novietes se montan en una caravana con idea de pasar unas relajantes y merecidas vacaciones para así conocerse mejor. Pero la debilidad mental de Tina, ensombrecida por una posesiva y bastante repugnante madre, acabará sucumbiendo a la extrema forma de ser de Chris, un convencido serial killer que se oculta bajo un aspecto pueblerino de barba pelirroja y al que asquea todo aquello que le saca de quicio. Chris y Tina protagonizan por lo tanto un viaje donde las siniestras acciones del primero moldearán la esponja que tiene por cerebro la segunda, aunque pronto se generarán las dudas sobre en que punto el serial killer por convicción acaba provocando el nacimiento de un verdadero asesino demente que le superará en desquicie. La Lowe está genial, se llevó el premio a mejor actriz en Sitges y cuenta ya con otra oportunidad de premio en los British Independent Film Awards de este año.

Uno de los carteles de SIghtseers
Uno de los carteles de SIghtseers

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Peligrosa y preocupante es la confusión que se genera cuando vas al cine a ver El hombre de los puños de hierro (The Man with the Iron Fists, 2012) y te dicen en la taquilla… "la de Quentin Tarantino". Pues no, este film modo grindhouse que bebe directamente de la inagotable fuente que han sido las producciones Shaw Brothers es del músico RZA y, si se me apura, de Eli Roth, su aportación como guionista seguro que ha sido la que ha dado al resultado final esa apariencia de despiporre sanguinolento repleto de chascarrillos pero que, en el fondo, acaba resultando bastante flojo.

Desconozco las otras virtudes de RZA pero lo que sí hay que reconocer es que sabe hacer y producir música. Sus ritmos son inconfundibles y dando tono a un film de esta guisa son hasta vibrantes y molones. Pero eso es todo. La opera prima de RZA no es más que el debut de un artista cada vez más multidisciplinar pero que por otro lado deja claro que como director debe mejorar mucho, pero mucho, mucho. Pese a contar con el impagable apoyo de un tipo como Roth, co-guionista y productor del film, o del mismísimo Quentin Tarantino, nombre en mayúsculas en carteles y promociones, RZA no da la talla y todo el amor que profesa por las artes marciales, sobre todo el Kung-Fu, no es suficiente razón como para aplaudir un producto normalillo, disfrutable a impulsos, pero que en global se queda en el terreno del ni fu ni fa… y esto no es un arte marcial nueva. Y claro, si además de dirigir RZA se apunta al protagonismo y al vozenoffismo cinematográfico, pues otro tanto de lo mismo, y menos mal que se ha rodeado de amigotes como el gigantesco Russell Crowe y estrellas de origen oriental como Rick Yune, Lucy Liu, Jamie Chung, Cung Le, Daniel Wu o Chia Hui Liu. Con todos estos como materia prima el film levanta el vuelo mucho rato, sobre todo al principio, aunque la brutal carencia de carisma de RZA hace que sus momentos estelares se queden el algo anodino… y eso que le ocurren todo tipo de putadas y se parte la crisma con un tipo como el imponente Dave Bautista.

Uno de los muchos carteles molones de El hombre de los puños de hierro
Uno de los muchos carteles molones de El hombre de los puños de hierro vía IMPAwards

Estamos en la china feudal, diversas traiciones internas al gobierno del emperador llevan al lugar Pueblo de Selva a convertirse en el punto de encuentro de diversos clanes y variopintos personajes que no dudarán en partirse la crisma por hacerse con un botín de oro de esos que quitan el hipo. En medio del fregado tenemos al herrero (RZA), un misterioso tipo que se verá obligado a tomar parte en el fregado que se monta por ser el encargado de fabricar las más peculiares armas para auténticos asesinos. En su camino se cruzarán tipos como el cortante Jack Navaja (Russel Crowe), el hijo traicionado Zen Yi a.k.a. Cuchilla X (Rick Yune), la propietaria del burdel del pueblo Madame Flor (Lucy Liu) o el clan al completo de los Leones donde destacan León de Plata (Byron Mann), León de Bronce (Cung Le) o Cuerpo de Latón (Dave Bautista).

Técnicamente la película ofrece mucho y bueno. El grato, y en muchas ocasiones ligero, vestuario de las féminas que pululan por todas partes, una dirección artística notable y un generoso aporte de efectos especiales gore gracias a los siempre cumplidores Gregory Nicotero y Howard Berger de KNB EFX Group. En este aspecto aquí no se cortan un pelo combinando grotescos salvajismos donde predominan las amputaciones o los abundantes chorreos hemoglobínicos en modo sifón. Otro punto a favor son las coreografías del mítico Corey Yuen, a todos aquellos que os flipe ver gente volando y peleas imposibles que rememoren clásicos como La serpiente a la sombra del águila (Se ying diu sau, 1978) debe ver el nuevo trabajo de este especialista importado al cine made in USA. A destacar, y mucho, la secuencia de inicio, ese opening que te deja pegado a la butaca de lo magnífica y serie B que es… una delicia visual que te ponen en estado hype total pero que conforme pasa el metraje se acaba olvidando. En fin, se puede ver aunque es importante saber que hace aguas por todas partes.

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