No se cuantos pensarán como yo, pero el retorno a la dirección cinematográfica de los hermanos Lana y Andy Wachowski, acompañados por el peculiar Tom Tykwer, es parte de ese cine que debe definirse con mayúsculas y, desde ya, encumbrado a cine de culto. El atlas de las nubes (Cloud Atlas, 2012), mastodóntica propuesta, es un derroche de genialidad que nace sin embargo bajo el san benito de cine independiente, lo es, y que desde luego no será del gusto de todos, adapta la compleja y eterna obra de David Mitchell, una historia que nos hará viajar en el tiempo, desde mediados del siglo XIX hasta una era apocalíptica indeterminada, pasando por la Europa de 1931, dando el salto a los años setenta, alcanzando nuestros días, adentrándose en un futuro no muy lejano y vuelta. En todo este periplo, adelante y atrás sin descanso, lo que uno comienza a descubrir es que los protagonistas de las historias están de alguna forma relacionados. Ya sea por una razón espiritual o por que el destino que se supone define en lo más hondo nuestra historia ha tomado la riendas, pero sus vidas su cruzan una y otra vez en las diferentes épocas en las que tiene lugar la narración. Esta complejidad, Mitchell controla a la perfección la narrativa y sabe combinar perfectamente diferentes géneros que le permiten hacer todo muy entretenido, ha sido trasladada a la gran pantalla con una maestría a tener muy en cuenta.

Los Wachowskiy y Tykwer se han rodeado de un excelso reparto, Tom Hanks, Halle Berry, Hugh Grant, Jim Broadbent, Ben Whishaw, James D’Arcy, Doona Bae, Hugo Weaving, Susan Sarandon, Keith David o Jim Sturgess, y los han situado, a casi todos, en los diferentes tiempos que se nos proponen. La original propuesta, a mi me ha parecido una auténtica delicia pese a algún que otro altibajo, sirve de paso para hablar de muchas cosas tomando como materia prima una base de sensibilidad que te acaba golpeando sin remedio. A partir de ahí se habla mucho de amor, otro tanto de amistad, algo de miedo a lo que ha de venir, y como gran nexo común de rebeldía y lucha… ya sea contra el gran hermano que todo lo domina, por la supervivencia, contra las grandes corporaciones, por tus derechos sociales, o contra el clasismo, tanto por raza como por lo personal. Junto a esto tenemos una obra que en lo técnico abruma. El montaje de Alexander Berner es sencillamente increíble. Lograr trasladar la complejidad narrativa de Mitchell al cine y conseguir que casi tres horas sean un suspiro es digno de admiración. El montaje es incluso más sorprendente que el brutal trabajo de maquillaje que transforma sin miramientos a los miembros del reparto logrando en ellos todo tipo de variaciones. Sumemos una fotografía brillante, una dirección artística que aúna todos los posibles escenarios, una música excelente compuesta por Reinhold Heil, Johnny Klimek y el propio Tykwer, y una dirección notable con historias mejores y peores, pero que en conjunto logran ofrecer una obra de cine que merece ser vista… y más si tenemos en cuenta que pese al esfuerzo invertido en ella ha sido tristemente castigada por la taquilla mundial.

Lo que más me alucina una vez vista es… ¿pero qué narices han hecho en los Oscar de este año para no incluir a El atlas de las nubes en varias de sus categorías?

Cartel español de El atlas de las nubes
Cartel español de El atlas de las nubes