Son horas de regresar por el blog tras un viernes enfocado a otros menesteres, y nada mejor que comentar algo sobre una de las películas que se han estrenado este fin de semana, Cowboys & Aliens (2011) de Jon Favreau, una adaptación al cine de un curioso cómic obra de Scott Mitchell Rosenberg para Platinum Studios que ha pasado por las manos de varios guionistas… tomemos aire que empiezo a recitar: Roberto Orci, Alex Kurtzman, Damon Lindelof, Mark Fergus y Hawk Ostby. Pues si, cinco nombres a los que deberíamos añadir a Steve Oedekerk porque también hay marca de su trabajo en la adaptación. Y, claro, nuevamente el factor zarpa es lo que ha acabado convirtiendo una historia simpática y original en un producto pasajero que encaja en la lista de consumo rápido y olvido obligado. Cowboys & Aliens es irremediablemente floja, aunque me atrevería a decir que hasta ronda la categoría de mala. Vale que técnicamente se muestra interesante, dispone de buenos efectos aunque para nada cosa del otro mundo, un sonido que te deja sellado a la butaca, grandes exteriores al modo western original, un reparto notable aunque no bien encajado y… ¿y? Y nada más. El hiperactivo estilo cinematográfico de Favreau, demostrado en sus intervenciones marvelitas pasadas aunque de más a menos, se diluye como un terrón de azúcar en una jarra de agua. La cosa llega al punto de resultar hasta cansina su realización por la falta de actividad en un western al que han sazonado con el siempre aditivo condimento de la invasión extraterrestre. Pero ni con esas, Cowboys & Aliens no es capaz de levantar el vuelo porque no aporta nada nuevo, que podría haberlo hecho, y prefiere derivar en un film más de esos que se olvidarán conforme pasen los días. Una película que empieza con un tono notable, el barullo mental del protagonista y cómo va descubriendo sus innatas habilidades mola, pero que decide acabar llamando a la puerta de las rebajas y navega por la normalidad más apabullante y resabida.

Uno de los carteles españoles de Cowboys & Aliens
Uno de los carteles españoles de Cowboys & Aliens

Tras despertar malherido en medio del desierto e incapaz de recordar nada sobre su pasado, Jake Lonergan (Daniel Craig) acaba en el pueblo de Absolución. Allí deberá hacer frente a dos cosas: una su propio pasado, el de un ladrón de diligencias al que acusan, entre otras cosas, de asesinato; la otra la inesperada visita de extraños objetos voladores que no son de este mundo que además de traer fuego y destrucción a la ciudad se dedican a secuestrar a sus habitantes. Pese a que su destino era el de la horca en Santa Fe, Lonergan, unido a un extraño objeto con el que puede hacer frente a los visitantes, se unirá a una cuadrilla encabezada por el terrateniente Woodrow Dolarhyde (Harrison Ford), la bella Ella (Olivia Wilde) y otros habitantes de Absolución. Su objetivo no será otro que rescatar a sus allegados ya que quién más quién menos ha perdido algún familiar en la razia extraterrestre. Pero Lonergan tiene algo más que resolver, descubrir quién era, cuál es su pasado y que significado tienen los recuerdos que le acechan.

Nuevamente me vuelvo a preguntar dónde está el maldito escalón con el que tropieza otra de las apuestas blockbuster del cine llegado de Hollywood ya que la idea es, por lo menos, bastante original. Igual el hecho de que cinco guionistas participen en una historia que no da para mucho más sea un exceso, aunque me sorprende que gente que ha maquinado lo narrado en "Perdidos" ("Lost", 2004-2010), Star Trek (2009), Iron Man (2008) o Hijos de los hombres (Children of Men, 2006) no hayan sido capaces de dar con el ritmo correcto para una base que si parece tenerlo. Aunque bueno, igual todo es por culpa de un reparto repleto de conocidas figuras como Daniel Craig, Harrison Ford, Olivia Wilde o Sam Rockwell, y aderezado con nombres como los de Clancy Brown, Keith Carradine o Walton Goggins. Craig, por mucho que me duela decirlo porque lo considero un actor genial, no está a la altura de las expectativas, aunque lo de Ford es desde hace tiempo caída libre sin fondo. Pero claro, luego ves que el resto de posibles valores son adornos pasajeros y empiezan a encajar las cosas. Si bien a la Wilde se le ve casi tanto como a Ford, poco y sin valor real, lo de Rockwell, Brown, Carradine y Goggins son, si te descuidas, meros cameos. Y si con esto los pilares del proyecto se tambalean, solo queda darles el golpe de gracia para derribarlos con los más manidos tópicos de la historia del cine, esos que antes de que ocurran ya los estás recitando y que cuando ocurren te preguntas… ¿no se les ha ocurrido nada mejor para resolver esta situación? Pues si, Cowboys & Aliens puede resultar hasta insoportable en este aspecto. Y así es todo, película sin sorpresas, salvo una, y excesivamente previsible. Carente de ritmo y en la cual te pasas todo el rato esperando a que el brazalete que viste Lonergan se ponga a brillar y hacer ruiditos… el único indicativo de que la cosa va a cambiar y que llega una nueva ración de acción. Por el resto, paja.

 NOTA  "No tires que no es una polla". Frase recitada por el personaje Clancy Brown y que pasará a los anales del doblaje cañí.

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Ha costado mantenerse al margen de todo lo que ha dado el nuevo proyecto cinematográfico del siempre discuto J.J. Abrams. Tras una espera inmerecida, casi un mes y medio haciendo de tripas corazón es algo muy difícil de aguantar, es hora de hablar de Super 8 (2011), el retorno a la gran pantalla y con paso firme de un estilo olvidado, casi perdido, y de un formato cinematográfico que seguro logrará que mucha gente de un perfil de edad similar al que teníamos muchos de los presentes entre 1975 y 1985 , se acabe enamorando del cine, de las aventuras de infancia, del terror y de un sinfín de sensaciones que perdurarán muy probablemente a lo largo de los años. Super 8 es de principio a fin espíritu Steven Spielberg / Amblin Entertainment y por ello fue concebida como una fusión de tres de los proyectos que definieron en gran parte el cine juvenil para todos los públicos de las décadas pasadas. Super 8 recupera el aroma de aventura y amistad de Los Goonies (The Goonies, 1985), ofrece dosis emotivas a lo E.T. El extraterrestre (E.T., 1982) y se nutre de las acciones gubernamentales que ya conocimos en Encuentros en la tercera fase (Close Encounters of the Third Kind, 1977). Pero ojo, si bien asimila por completo elementos de estas tres míticas obras, Super 8 también opta por apartarse un poco de la línea marcada y decide hacer uso de los medios de hoy en día, medios que aportan mayor impacto y más grandilocuencia visual… cosa que todo sea dicho, no creo que sea la mejor elección posible una vez vista la película en conjunto. Con esto no quiero indicar que no me haya convencido, pero estoy seguro que habría sido magistral elegir por tendencias pasadas en lugar de la tónica presente. Pero lo que sin lugar a dudas hace que Super 8 acabe gustando si cabe más son esos momentos inolvidables, esas secuencias que quedarán marcadas a fuego en la retina del espectador, y todo lo que provoca el haber contado con un reparto juvenil de matrícula donde descubrimos a Joel Courtney, menuda sorpresa, Elle Fanning, alucinante, o el grupeto teen que encabezan Ryan Lee, para partirse con este chaval, Riley Griffiths, Gabriel Basso o Zach Mills.

Cartel español de Super 8 de J.J. Abrams
Cartel español de Super 8 de J.J. Abrams

La vida de Joe Lamb (Joel Courtney) cambia por completo el día que su madre muere en un accidente laboral. La distante relación que siempre mantuvo con su padre (Kyle Chandler) tampoco ayuda a que pueda afrontar la terrible situación que le ha tocado vivir. Cuatro meses después del triste acontecimiento comienzan las vacaciones de verano y Joe, junto a sus amigos Charles (Riley Griffiths), Cary (Ryan Lee), Martin (Gabriel Basso) y Preston (Zach Mills), podrá dedicarse a tiempo completo a terminar "The Case", un corto de zombis rodado por este grupo de amigos. La noche en la que Charles logra que Alice Dainard (Elle Fanning) se una al rodaje para encarnar a la protagonista femenina, y mientras ruedan una escena en la estación de tren del pueblo donde viven, los jóvenes asisten a un terrible accidente ferroviario provocado por la invasión de la vía por parte de una camioneta. Con lo que no cuentan es que del amasijo de hierros que forma ahora este destructivo caos surgirá algo que cambiará por completo sus vidas y la del pequeño pueblo en el que viven…

J.J. Abrams ha combinado en Super 8 todos esos detalles que muy probablemente le movieron en su juventud a adorar el cine. Además, con el poder que tiene ser guionista y productor, solo le quedaba convencer al Steven Spielberg para que le diera el beneplácito de cara a embarcarse en un viaje al pasado plagado de referencias al cine del otrora rey midas de Hollywood. Lo logrado por Abrams demuestra que el tipo sabe mucho de esto, y moviendo unas cuantas palancas ha logrado crear una película que atraerá al público de un buen puñado de décadas pasadas que, de paso, querrán ver si sus hijos acaban disfrutando como ellos disfrutaron, y disfrutan, del cine. Apoyado en impecables factores como una sobresaliente dirección artística o un notable reparto, el film se sostiene sin problemas gracias a una historia que bebe de fuentes todavía abundantes de imaginación. Puede que la resolución no sea lo más logrado del conjunto final, pero a estas alturas estos detalles se le perdonan al bueno de J.J. Abrams porque la apuesta realizada es un lujazo en toda regla. Como complementos al film tenemos gloriosas referencias cinéfilas, mucha adoración al cine en su conjunto y una banda sonora compuesta por el siempre interesante Michael Giacchino cuya fanfarria central, combinada con determinadas secuencias, logra que los pelos se te ericen. Y mucho atención, para mi la película tiene una de las secuencias más maravillosas que he visto en el cine en mucho tiempo… secuencia a la altura de los clásicos y que a más de uno / una le llevará a recordar ese primer momento en el que el corazón se les aceleró.

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Encantado. Así me encuentro tras haber disfrutado de una de las películas más completas del año y que para más INRI viene a poner una pica a favor de los siempre discutidos efectos visuales, siempre protesto por ellos, ya que demuestra que cuando se necesitan, y se evolucionan, existe la capacidad de sorpresa mayúscula pese a que podamos creer que no hay demasiado margen de mejora visto lo visto. Mucha historia hay tras la eterna saga de las rebeliones simiescas, y mucho tiempo ha pasado entre la mítica e icónica El planeta de los simios (Planet of the Apes, 1968) de Franklin J. Schaffner y esta El origen del planeta de los simios (Rise of the Planet of the Apes, 2011) de Rupert Wyatt. Es curioso ver como puedes volver a poner por las nubes una franquicia que con la sobreexplotación de ideas había pasado a formar parte de ese selecto grupo de la serie B más respetuosa de la historia, eso si, con una primera parte que sin dudarlo es una de las obras maestras del cine y mucho más del género de la ciencia ficción. Regreso al planeta de los simios (Beneath the Planet of the Apes, 1970), Huida del planeta de los simios (Escape from the Planet of the Apes, 1971), La rebelión de los simios (Conquest of the Planet of the Apes, 1972), La conquista del planeta de los simios (Battle for the Planet of the Apes, 1973) o el fallido intento de reinvención parido por Tim Burton que pese a titularse El planeta de los simios (Planet of the Apes, 2001) y al magistral maquillaje de Rick Baker es mejor olvidar… poco hacía pensar lo que en verdad ha pasado. 20th Century Fox ha apostado por ser respetuoso por las viejas ideas y apoyándose en un introspectivo y generoso guión escrito por Rick Jaffa y Amanda Silver, nos narra el punto de partida de lo que miles de años después será el planeta Tierra dominado por simios humanizados.

Cartel español de El origen del planeta de los simios
Cartel español de El origen del planeta de los simios

Gen-Sys es un laboratorio de San Francisco que investiga una cura para el Alzheimer usando como cobayas a simios. Al mando de la investigación está el doctor Will Rodman (James Franco), un científico que no se mueve por el éxito y si porque el resultado de su trabajo le ayudará a recuperar a su padre Charles (John Lithgow), enfermo por esta terrible enfermedad y en constante declive. Tras un fiasco en el laboratorio Will se verá obligado a llevarse a César (Andy Serkis) a su casa. César es una cría de un simio hembra que formó parte del programa de investigación y que se ha llevado como regalo genético de su madre el efecto del último virus creado en Gen-Sys. Como un miembro más de la familia, y con el paso de los años, César irá demostrando que no es un simio cualquiera y su nivel de inteligencia crece sin parar al tiempo que aprende la convivencia humana. Ante el deterioro de la vida de su padre Charles, Will decidirá probar el virus que César lleva impreso en su ADN y la mejora será latente. Gen-Sys querrá más y mantener a César en casa será cada vez más difícil… los acontecimientos significaran el inicio de la rebelión.

La verdad, uno de los puntos fuertes de toda película, algo que en Hollywood parece costar entender, es el guión. El origen del planeta de los simios destaca mucho por esto. Un guión emotivo, que obliga a la reflexión, que trata con temas presentes y que enlaza mágicamente con acontecimientos que datan ya de un lejanísimo 1968 – fabulosa la noticia en la televisión y no menos genial el titular en el periódico. Junto a ello el trabajo de Weta Digital, estudio hoy en día en primer lugar en cuanto se trata de innovación y sobre todo mocap, dejando más que claro que los límites de la tecnología CGI no se pueden ni preveer ya que la integración de los simios con los escenarios naturales del film no tienen parangón. Sumemos a esto el excelso trabajo de Andy Serkis, mito viviente que ha nacido para esto, que gracias a su gran capacidad a la hora de ponerse en la piel de seres tan dispares como Gollum, King Kong o César, hace qie sintamos lo que en verdad el actor quiere transmitir y sus personajes mostrar. Pero ahí no acaba la cosa, dos ritmos completamente diferentes que encajan como una guante en la narrativa, una primera mitad pausada, que muestra la evolución de los personajes y sobre todo de César, pero que da un giro de 180º en el momento necesario para llevarnos por un vertiginoso carrusel de situaciones y de ahí hasta la primorosa, porque no cabe otro calificativo, fase final. Gran fotografía, gran montaje, buena música… Y esto es todo, a la grandeza del guión y de los efectos visuales solo queda sumar a un reparto más que interesante encabezado por James Franco o John Lithgow y perfectamente compensado con Brian Cox, Tom Felton, Freida Pinto o David Oyelowo. Eso y un ciento de simios que asustan por lo realistas que son, al tiempo que emocionan por sus reacciones más propias de… mejor me callo.

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Marvel Studios ha terminado de presentar a los ases con los que jugará de primera mano en junio del año que viene cuando estrene The Avengers (2012) de Joss Whedon. Ayer llegó a España, y con dos letales semana de retraso con respecto a su estreno en el mercado USA, Capitán América: el primer vengador (Captain America: The First Avenger, 2011) de Joe Johnston, la puesta en largo de uno de los personaje más icónicos de la factoría Marvel que junto con Namor y la Antorcha Humana versión androide, es el personaje más veterano de la casa de las ideas si tenemos en cuenta que nació en un muy lejano 1941 y hoy en día todavía sigue protagonizando historias que son seguidas por auténticas innumerables legiones de fans. De este salto al cine del héroe americano vestido de barras y estrellas, el mejor aunque no el primero, se puede decir que cumple con lo esperado si bien sufre de un triste devenir, alocado y abrupto, que provoca que aquello que durante en una primera fase es realmente interesante y sorprendente acabe perdiendo fuelle hasta completar su periplo con un climax no tan llamativo como esperaba. La verdad, el resultado final me ha dejado un poco indiferente. El arranque de la película creo que es inmejorable, contando la historia de lucha personal contra el sistema de un joven y debilucho Steve Rogers que toma el completo protagonismo dejando generosos espacios para conocer a otros personajes fundamentales en su historia como el doctor Abraham Erskine, Peggy Carter, "Bucky" Barnes o el mismísimo Johann Schimdt. El proceso de demostración de que no hace falta ser un hombretón para ir al frente y si una persona con principios y valor, o la fase de transformación de Rogers en el supersoldado, están genialmente narradas y son entretenidísimas. Incluso la intrahistoria de héroe publicitario y la primera intervención en el frente del que en adelante se conocerá como el Capitán América te mantienen pegado a la butaca ensimismado con el buen guión de Christopher Markus y Stephen McFeely. Pero llegados a ese momento algo pasa. ¿Prisas, ansias de frenetismo, descontrol por temor a que los fans protesten? No se lo que es, pero el aturullamiento hace acto de presencia y el ritmo acelera sin control siendo vertiginosas las diferentes breves secuencias de acción que no dejan que uno se centre en lo que está viendo.

Cartel de Capitán América: el primer vengador por Tyler Stout
Cartel de Capitán América: el primer vengador por Tyler Stout

Estamos en el año 1942. La Segunda Guerra Mundial golpea Europa. Steve Rogers (Chris Evans) es un joven que pese a la determinación que le define y el valor que atesora, nunca se rinde, lo único que logra es que todas sus ansias por ir al frente acaben con un sello de no aprobación para su incorporación al servicio militar. Rogers es débil, enfermizo y no da la talla, tiene todos los ingredientes para no acompañar a su buen amigo "Bucky" Barnes (Sebastian Stan) a Europa. Inesperadamente y gracias al Dr. Abraham Erskine (Stanley Tucci), Rogers entra en un experimento conocido Operación: renacimiento y acaba transformado en un supersoldado, el primero y único ya que el Erskine es asesinado y con ello la fuente de conocimiento sobre la fórmula del suero. Tras dar carpetazo al proyecto Rogers es nuevamente desechado porque "con un único supersoldado no se puede ganar la guerra" y acaba transformado en objeto publicitario para campañas de recaudación de fondos que financie la intervención de los Estados Unidos de America en la guerra contra Adolf Hitler y los nazis. Nuevamente la determinación de Rogers será la que le llevará a tomar el toro por los cuernos y en un acto heroico demostrará que con el si se puede decantar el resultado de la guerra a favor de los aliados. En ese momento nacerá el icono del Capitán América y con ello su primera gran misión, acabar con Johann Schimdt (Hugo Weaving), el Cráneo Rojo, un viejo colaborador de Erskine que en otro tiempo también probó el suero y que ahora dirige HYDRA, una díscola sección científica nazi con un objetivo más terrible que el propio de Hitler… arrasar el mundo.

Y eso tenemos, un reparto donde Evans da perfectamente la talla acompañado de grandes nombres como los de Weaving, Tucci, Tommy Lee Jones como el Coronel Chester Phillips o Toby Jones como el Dr. Armin Zola. De regalo muy interesantes aportaciones de Hayley Atwell como Peggy Carter, buena química la que comparte con Evans, o Dominc Cooper como un simpático Howard Stark que demuestra que de tal palo tal astilla. Y claro, cuando todos estos nombres los pones sobre uno de los puntos fuertes del film, un diseño de producción magnífico con incursiones en la Europa de la Gran Guerra pero donde destaca sobremanera los trabajos de escenografía, vestuario y los efectos especiales, ya sean digitales como de atrezzo, pues te quedas encantado. Otra cosa es luego el ritmo, las prisas o el dar un giro tan grande a una historia que estaba quedando de maravilla por querer contar todo sin lograr contar nada, o al menos de forma convincente y correcta. Algo pasa en Marvel que salvo Iron Man (2008) y, para mi, El increíble Hulk (The Incredible Hulk, 2008), no logran mantener el ritmo, la frescura con la que empiezan sus nuevas películas. Tanto Iron Man 2 (2010) como Thor (2011) y esta se muestran irregulares por alguna razón, ya sea una mala elección del villano, o el no saber explotarlo, – que para nada es el caso de Capitán América – o una diferenciación casi abismal entre las narraciones iniciales y las finales. Aun así vuelven a lograr una buena producción perfectamente enlazada en el universo que están definiendo dejando claro que Thor, salvo sorpresa, será la piedra sobre la que pivotará The Avengers en el 2012.

Un detalle, supongo que será cosa mía, pero ¿no hay un par de guiños al pasado de Joe Johnston? Para mi que El retorno del Jedi (Star Wars: Episode VI – Return of the Jedi, 1983) y En busca del arca perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981) tienen cierta presencia con mensajes hacia ellas.

Vale la pena.

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Esta es la historia de cómo Warner Bros. perdió una nueva oportunidad a la hora de configurar las bases de una franquicia comiquera con grandes posibilidades. Porque si, esto de Green Lantern (2011) de Martin Cambpell es sin dudarlo una de las mayores decepciones que me he llevado en mucho tiempo en esto del mundillo del cine que adapta la viñeta más hiperactiva y vistosa. Pero ojo, esta decepción no es culpa del héroe elegido, a día de hoy sin dudarlo uno de los más apetecibles de la marca DC por las mil y una posibilidades creativas que aporta, tampoco por la factura final del proyecto, los efectos digitales son de primerísimo nivel si bien se la han jugado con eso del traje 100% CGI en la piel del protagonista ya que hay momentos en los que no convence como esperaba, y si me apuras ni el reparto está del todo mal… aunque Ryan Reynolds no aporte ni un ápice de carisma, Blake Lively transite sin generar interés, o que secundarios como Tim Robbins o Angela Basset puedan ser considerados simplemente como un elemento más del atrezzo del proyecto. Eso si, Mark Strong como Sinestro me ha gustado y Peter Sarsgaard como Hector Hammond… pues bueno, tiene un pase aunque acaba decepcionando también cosa fina. La verdadera culpa, la gran cagada, la razón por la que este proyecto se desinfla, nunca llega a estar ni medio hinchado, y se queda en un mal aprovechamiento de posibles buenas ideas es el desastroso guión escrito por Greg Berlanti, Michael Green, Marc Guggenheim y Michael Goldenberg, demasiadas manos para lo que han optado hacer en un limitado espacio de tiempo de hora y tres cuartos que para más INRI cuenta con un montaje alborotado, precipitado e incluso absurdo.

Nuevo cartel de Green Lantern
Uno de los muchos carteles de Green Lantern

La violenta y destructiva criatura / ente Parallax ha permanecido encerrada desde que Abin Sur (Temuera Morrison) la encerrara hace ya muchos años. Por avatares del destino, menuda casualidad, Parallax logra liberarse y ataca por sorpresa a Abin Sur, quien escapa malherido en el último minuto hacia el planeta con vida más cercano de la galaxia en la que se encuentra… la Tierra. Allí, y cerca de la muerte, acabará eligiendo como su substituto a un inconsciente y poco maduro Hal Jordan (Ryan Reynolds), un piloto de cazas amante del riesgo y temeroso de su pasado. Jordan deberá enfrentarse a su nuevo destino, pasar a formar parte de las Green Lantern Corps, una unidad de guardianes del espacio a los que no le hace mucha gracia que un humano sea quien ocupe el lugar de Abin Sur, al tiempo que lidia con sus problemas terrenales… su relación con Carol Ferris (Blake Lively), la mutación en Hector Hammond (Peter Sarsgaard) y la mortífera visita de Parallax a la Tierra.

Igual uno piensa… "joder, ¿con esas sinopsis de qué te quejas?". Pues del reparto que se han hecho de las cosas. Nos voy a desgranar el proyecto minuto a minuto, pero siendo generoso, de la hora y tres cuartos que dura la película podemos simplificar que hay unos 30 minutos de aventura comiquera con Hal Jordan interactuando con Abin Sur, Sinestro, Tomar-Re (Geoffrey Rush) y Killowog (Michael Clarke Duncan), viajando a Oa, o enfrentándose a Hector Hammond o Parallax, y el resto es pura paja. Excesiva importancia a Carol Ferris, que puede que se la merezca, soy lector esporádico de los cómics, y a las vicisitudes familiares del protagonista o del villano cuando es un cerebrito pelele. Ahí es donde el trabajo de Berlanti, Green, Guggenheim y Goldenberg se excede disolviendo por completo a lo que debía tender en realidad el film. El potencial de Green Lantern es Green Lantern, su mitología, sus acciones, conocer el fondo del uso de la voluntad como gran poder de los anillos y presentarnos el lado oscuro que siempre debe existir igual que lo hacen el bien y el mal… en este caso se trata del imparable y siempre creciente poder del miedo. Si por encima divides el ya de por si mal reparto de tiempos y lo decoras con un montaje precipitado, aburrido y excesivamente descontrolado, pues lo que obtienes es esto, una película triste, que tiene cosas interesantes pero demasiado breves y otras muy aburridas y tremendamente dilatadas. Una apuesta fallida que no levanta cabeza en taquilla y que con 200 millones de inversión, que me expliquen donde los han gastado porque comparativamente con otros productos del año de similar o menor precio Green Lantern no justifica el gasto, lleva recaudados 150 y no se yo si superará por mucho su presupuesto.

¿Y el futuro? Esa es otra… Green Lantern como película es demasiado predecible. Lo que ha de venir está claro, darle la vuelta a la tortilla y montar una batalla real con un gran villano, ya lo han fijado y creo que es un error, con segundos de abordo que prometan acción verdadera. Y ojo, el cine es cine, no es cómic, lo que funciona en papel, en una serie regular, no lo puedes concebir para un metraje de menos de dos horas. Ahí es donde el trabajo de Berlanti, Green, Guggenheim y Goldenberg se estrella por completo y más si lo que pretendes que crear una trilogía con posibles. Warner Bros. y DC Entertainment Inc. deberían cuidar más sus productos, valen la pena pero no a cualquier precio.

 NOTA  No me preguntéis por el 3D que la vi en digital 2D. He leído que el 3D no está nada mal, más brillante y luminoso de lo habitual, aunque nuevamente no viene a justificar su uso y su extra de precio.

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Tras el frenético y alocado paso por la Comic-Con de San Diego 2011, hasta hoy he publicado 24 entradas dedicadas a la feria y creo que tengo para una más de interesantes restos y sorpresas, tenía que llegar este día. Tras muchos años disfrutando de las novelas de J.K. Rowling y tras otros tantos acudiendo al cine para ver sus adaptaciones al cine, el final de una de las sagas más rentables de la historia del cine ha llegado. Hace ahora una semana acudí al cine con muchas ganas a ver Harry Potter y las reliquias de la muerte (2ª parte) (Harry Potter and the Deathly Hallows: Part II, 2011) y así dar carpetazo a esta, en conjunto, sobresaliente saga. La verdad, no se me hubiera ocurrido un cierre mejor para la narración cinematográfica de la obra de la Rowling. David Yates, director, y Steve Kloves, guionista, han logrado montar una segunda parte del último libro rápida, sin freno y repleta de grandes detalles que hacen honor a la novela aunque para ello se hayan visto obligados a pasar por alto historias y momentos puede que emotivamente cruciales. La verdad, apostando más por un dinamismo casi superlativo, y siempre en comparación con la primera parte, este segundo episodio de Harry Potter y las reliquias de la muerte engancha de principio a fin y se coloca muy probablemente como la mejor película de la franquicia, aunque a mi parecer todas estarán siempre por detrás de la magnífica Harry Potter y el prisionero de Azkaban (Harry Potter and the Prisioner of Azkaban, 2004) de Alfonso Cuarón. Yates sigue el camino que inició con Harry Potter y la orden del Fénix (Harry Potter and the Order of the Phoenix, 2007) y otra vez la adaptación juega con factores más adultos, muy presentes en la novela, que la hacen tenebrosa, oscura y notablemente espectacular si hablamos de exploración al mágico universo Potter.

Cartel de Harry Potter y las reliquias de la muerte (2ª parte)
Cartel de Harry Potter y las reliquias de la muerte (2ª parte)

Tras lograr escapar en el último momento de las garras de Lord Voldemort (Ralph Fiennes), la búsqueda de los Horrocruxes por parte de Harry Potter (Daniel Radcliffe), Ron Weasley (Rupert Grint) y Hermione Granger (Emma Watson) continúa. Lo que van descubriendo es que cada vez todo se complica más y que su destino les lleva irremediablemente al punto donde partió toda su aventura en conjunto, el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, aunque antes sin embargo deberán colarse en el infranqueable Gringotts.

A Warner Bros. se le ha muerto su gallina de los huevos de oro más gorda y productiva. Y para ello no han dudado en exprimirla como mejor se puede hacer jugando con los fans a una partida en dos turnos que les ha salido redonda. Las cifras son la mejor demostración de que Harry Potter y las reliquias de la muerte (2ª parte) ha sido una apuesta triunfadora, más si tenemos en cuenta que se presenta como la guinda final para una saga que no ha defraudado a aquellos que sintieron interés por ella desde el mundo novelesco o desde el propio cinematográfico. Recientemente un anuncio de la major indicaba que con la primera semana de recaudación mundial de esta segunda mitad del último episodio, el paquete Potter superaba los 7000 millones de dólares de recaudación, dinero como para comprar dos veces Marvel Studios y dejar una buena propina. La verdad, aunque centrada casi por completo en el enfrentamiento Potter vs. Voldemort, el film resulta bastante completo y entretenidísimo si tenemos en cuenta los tiempos que corren y lo que ha de llegar desde los fondos de la compañía de Burbank, en unos días se estrena Green Lantern (2011) y más de uno ya se ha quedado calvo de tanto tirarse de los pelos. El reparto en su línea habitual, los veteranos mucho más veteranos y sobresaliente como siempre, sobre todo Alan Rickman en su representación del profesor Severus Snape, y los jóvenes, pues bien, tampoco para tirar cohetes y más si tenemos en cuenta que Radcliffe tiene tiempo para intentar darle la vuelta a su incapacidad de mostrar emoción sin parecer forzado. Lo mejor en este aspecto Emma Watson, probablemente la única que veo con posibilidades de seguir dando vueltas por Hollywood tras este gran final.

En definitiva, un gran final, uno que de todas formas debe ser visto en conjunto para mitigar la implacable ausencia de ritmo de Harry Potter y las reliquias de la muerte (1ª parte) (Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 1, 2010).

Hasta otra señor Potter.

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Michael Bay vuelve a desplegar todo su armamento fílmico y como resultado tenemos el estreno palomita CGI de la semana… la exuberante y descontrolada Transformers: el lado oscuro de la luna (Transformers: Dark of the Moon, 2011), tercera parte de una saga cinematográfica a la que Paramount Pictures le debe mucho y una de las que más jugo han sabido sacar a la siempre evolutiva era del efecto especial digital. El retorno a la gran pantalla de las figuras de Hasbro, otrora cómics y serie de televisión animada, cumple con creces si lo que uno espera es aparcar el cerebro y dejarse llevar por casi tres horas de interminables secuencias Michael Bay, adornadas por un guión por momentos más que absurdo, dosis 3D casi imperceptibles – este es el objetivo de la tecnología, no enfatizar si no formar parte – y por el nuevo bellezón encontrado para explotar ad nausean. Transforners: el lado oscuro de la luna es eso y no pretende ofrecer nada más. Porque si, lo que produce esta nueva hiperbólica producción es entretenimiento para todos los gustos, risas flojas en situaciones más que grotescas, ¿desde cuando Shia LaBeouf se ha convertido en Ben Stiller?, y comentarios dignos de regar cualquier charla que se produzca en un intervalo de tiempo cercano al visionado de la película… los temas centrales serán el noble arte de la cámara lenta y el abuso realizado sobre todo lo que significa Rosie Huntington-Whiteley, mujer objeto. Por lo tanto, el retorno de la guerra entre Autobots y Decepticons, esta vez de tintes más que catastróficos, supera con creces la floja Transformers: la venganza de los caídos (Transformers: Revenge of the Fallen, 2009) y se pone a la altura de Transformers (2007). Claro está, para gustos colores, pero si uno va con ganas de entretenerse puede llegar a sorprenderse porque 157 minutos de una película de Michael Bay acaben resultado entretenidos y 100% disfrutables…

Cartel de Transformers: el lado oscuro de la luna
Cartel de Transformers: el lado oscuro de la luna

Resulta que cuando el 21 de julio de 1969 los buenos de Neil A. Armstrong, Edwin E. Aldrin Jr. y Michael Collins, todos embutidos en el Apolo 11, llegaron a la Luna, su misión iba más allá de darse un garbeo por el giratorio satélite. Escacharrado en él estaba El Arca, una nave llegada del mecánico planeta Cybertron donde un grupo de Autobots intentaron ocultar un arma definitiva de los peligrosos Decepticons… por lo tanto, este fue en realidad el verdadero primer contacto que la humanidad tuvo con los Transformers. La carrera espacial que enfrentó a la URSS y a los USA no fue más que una tapadera para investigar más el extraño objeto que yacía sobre la Luna. 2011, el culo de Carly (Rosie Huntington-Whiteley) sube sugerentemente las escaleras del loft que comparte con Sam Witwicky (Shia LaBeouf), un tipo que tras pasárselo teta con Miakela Banes (Megan Fox) ha encontrado consuelo en este otro maniquí de armas tomar salido directamente de la factoría Victoria’s Secret. Carly y su conejo se presentan ante Sam, pero este, como persona responsable, decide ir a buscar trabajo pese a las sugerentes insinuaciones que la joven le hace constantemente. En este punto es cuando la cosa se complica y comienza una nueva batalla entre Optimus Prime y Megatron. Una batalla de tintes dantescos con Sentinel Prime, el único superviviente del Arca y responsable del arma definitiva que puede cambiar el destino de la Tierra, como pieza maestra del embrollo que nos espera.

Rosie Huntington-Whiteley, la nueva musa que Michael Bay... ¿y la nuestra?
Rosie Huntington-Whiteley, la nueva musa que Michael Bay… ¿y la nuestra?

Pues esto es lo que hay. Michael Bay vuelve a demostrar que si se trata de cine de acción antológico, donde las explosiones puede decorar sin problema secuencias infinitas, él es el rey. Con este título ganado a pulso solo le queda sacar a relucir algunas de sus obsesiones más profundas como son el uso abusivo de la cámara lenta o el extremo culto al cuerpo de la musa de turno. Ojo, es su sello y si bien tiene detractores, los hay que disfrutan como enanos del mismo modo que otros ven en las palomas de John Woo algo más que un paranoico uso de las aves en secuencias previas a una minutada donde se consumirá más munición que en una guerra. El resto de Transformers: el lado oscuro de la luna es un poco más de lo mismo, Bay vuelve a reírse de personajes patéticos y dignos del universo American Pie como son los padres de Witwicky, a contar nuevamente con la curiosa participación de John Turturro, esta vez acompañado por un genial Alan Tudyk en una papel tronchante, y a ofrecernos impagables personajes salidos de la retorcida mente de Ehren Kruger como Bruce Brazos, John Malkovich imposible, o Jerry Wang, Ken Jeong mete miedo. Y mucho ojo, porque si uno mira con malos ojos el tercer episodio, y no último, de la saga Transformers, podrá descubrir unos niveles de violencia que rozan lo extremo. En primer lugar estamos ante un film donde nunca me habría imaginado que se cargan hasta el apuntador. Cero sangre, estamos ante un proyecto PG-13, pero muere hasta el tato! Y segundo factor, los Transformers se regocijan con el desmembramiento de sus iguales al tiempo que no dudan con dar tiros de gracia a todo aquel que se lo pueda merecer. Eso es violencia, Transformer si, pero violencia al fina y al cabo.

 NOTA  Primer fin de semana y se estima una recaudación de 162 millones de dólares a nivel mundial. Transformers 4 llegará a los cines en un par o tres de años.

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Bueno, al fin ha llegado el día en el que me explayaré hablando de Insidious (2010) de James Wan, película que junto a Super (2010) de James Gunn y The Ward (2010) de John Carpenter, fue la serie B que más me gustó en el pasado Festival de Sitges. Por mi parte no puedo decir otra cosa que estamos ante una pequeña joya del terror moderno que sumándose a la tendencia de hoy en día, Insidious cuenta con un presupuesto pírrico de 1,5 millones de dólares, se ha encumbrado en lo más alto para demostrar que no hacen falta trillones de inversión en vistosos efectos digitales y que con un guión solvente, un reparto equilibrado y grandes ideas se pueden lograr proyectos de rentabilidad absoluta. La apuesta de Wan, director, y Leigh Whannell, guionista y habitual de Wan con el que ya colaboró en la genial Saw (2004), no es otra que viajar en el tiempo unos 30 años hacia atrás y beber de ese terror de vieja escuela para recordarnos lo que se logró ofrecer con grandes obras del género como son las ya clásicas Poltergeist (1982) o Al final de la escalera (The Changeling, 1980). Wan realiza una película sencilla y la decora con momentos de tensión muy dignos y algunos sustos de esos que te dejan pegado a la butaca tras pasar un mal rato, algo que hoy en día es difícil lograr.

Póster español de Insidious
Póster español de Insidious

Josh (Patrick Wilson) y Renai Lambert (Rose Byrne) son un matrimonio que junto a sus tres hijos acaban de mudarse a su nueva casa. Todo irá como la seda hasta que uno de sus hijos sufre un desgraciado accidente en el desván. Las cosas se complican, muy seriamente, ya que tras el accidente su hijo queda sumido en un coma profundo e inexplicable. Con el paso del tiempo la familia se adaptará a su nueva vida pero empezará a sufrir extrañas experiencias que les llevarán a concluir que la casa en la que viven está encantada. Pero nada más lejos de lo imaginado… pese a cambiar de hogar el mal les acompaña y pronto descubrirán que este no viene asociado a donde viven, si no a con quien viven. El mal está vinculado directamente con Dalton (Ty Simpkins), el hijo que tienen en coma y que sin imaginarlo poco a poco se aleja más de nuestro mundo.

La fórmula parida por Wan y Whannell con Insidious no es para nada nueva. Fusionan viejas ideas del cine de casas encantadas, del terror sobrenatural o de los entes del más allá, y obtienen un resultado sorprendente de terror clásico que además no saca jugo a la moda que marca el ritmo del género hoy en día. Porque, aunque el proyecto está producido por Jason Blum, Steven Schneider y Oren Peli, los padres de la fórmula Paranormal Activity (2007), juega más con las bases que dieron origen a esos horrores y no con las tendencias más modernas de los mismos. Porque si, está claro que Insidious no innova, no ofrece nada que no hayamos visto hasta el momento, pero ¿quién en esta época puede ofrecernos algo completamente original? Y este es uno de los grandes valores del film, que usando viejas fórmulas, muchas de ellas olvidadas por completo y en desuso absoluto, el resultado es muy disfrutable, en parte gracias a los constantes sobresaltos a los que Wan da salida desde prácticamente el inicio de la película, o a planteamientos que en su forma pueden parecer demasiado retro, pero que sentado en tu butaca de cine se disfrutan incluso mucho más. En mi caso, y desde el momento en el que lo vi, me quedé enamorado de la secuencia del viaje de Josh, tan clásica, tan realista y tan concebida como se hubiera hecho hace 30 o 40 años, que vista hoy en día resulta fabulosa y con una presencia que, personalmente, da mucha más calidad al resultado que si esta hubiera sido confeccionada con modernos y no tan gratificantes efectos digitales.

Ojo, es importante dejar claro que Insidious no es una obra maestra del género, pero en una época donde el buen cine brilla por su ausencia, películas como esta son altamente recomendables, en parte gracias a su aroma añejo, a sus efectos clásicos y para nada protagonistas, y sobre todo a ese conjunto de sustos que tanto se echan en falta en el cine de terror de los grandes estudios.

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No puedo negar que desde el momento en el que vi que X-Men: Primera Generación (X-Men: First Class, 2011) sumaba a Matthew Vaughn como responsable de la dirección del proyecto mi interés por el film subió como la espuma. Las esperanzas siguieron creciendo cuando Jane Goldman, colaboradora de Vaughn, se unió a Ashley Miller, Zack Stentz y el propio Vaughn en la escritura del guión. Más y más me emocioné al ver que 20th Century Fox y Bryan Singer apostaban fuerte por este reboot de la saga mutante cuando actores de peso como James McAvoy, Michael Fassbender o el veterano e indestructible Kevin Bacon se incorporaron a un película comiquera que, poco a poco, ofrecía detalles de su argumento demostrando que iba a ser una concepción diferente al habitual desarrollo de una obra basada en material de cómic. Y en estas se estrenó… ayer llegó a las pantallas de medio mundo X-Men: Primera Generación, un punto y a parte en el universo de la Patrulla X que además deja claro que cuando se tiene un buen guión entre las manos, para hacer buen cine no hace falta ni sobrecarga de efectos digitales ni el cansino 3D. Por que si, X-Men: Primera Generación es muy buena, probablemente de lo mejorcito que se ha hecho hasta el día de hoy dentro del infinito universo que da forma a Marvel, y una obra alejada de la habitual monotonía de la viñeta cinematográfica al fusionar géneros tan apartados de si misma como el político, el de espías e incluso el de la Guerra Fría. Vaughn además saca a relucir sus mejores habilidades y sorprende a todos con un metraje para nada corto, 132 minutos del ala, donde destaca un dinámico montaje que logra mantener al espectador pendiente de cada uno de los acontecimientos que tienen lugar en el film. Encima, y para rizar más el rizo, el director va dejando caer pinceladas que harán las delicias de los fans de los mutantes, detalles que además van surgiendo magistralmente vinculados a una historia fresca y cercana en su práctica totalidad al subgénero de los agentes secretos.

Cartel de X-Men: Primera Generación
Cartel de X-Men: Primera Generación

Mediados de la Segunda Guerra Mundial. Tras demostrar de lo que es capaz, un joven Erik Lehnsherr permanece encerrado en un campo de concentración y allí es estudiado por un despiadado doctor nazi llamado Klaus Schmidt / Sebastian Shaw (Kevin Bacon). Al mismo tiempo en la campiña inglesa un también joven Charles Xavier descubre a una niña mutante llamada Raven que se cuela en su casa para robar comida. Los años pasan, estamos en plena Guerra Fría y mientras Lehnsherr, superior Michael Fassbender, se dedica a dar caza a aquellos que acabaron con su familia en el campo de concentración donde fue descubierto, Xavier, interesante James McAvoy, y Raven, mola Jennifer Lawrence, se dedican a buscar a sus iguales. Al tiempo, una agente de la CIA llamada Moira McTaggert (Rose Byrne) se cuela en el local que Shaw posee y allí descubre el inicio de una extraña conspiración para provocar un enfrentamiento entre las dos superpotencias mundiales del momento, URSS y USA, y a sorprendentes seres con extraños poderes como Azazel (Jason Flemyng), Emma Frost (January Jones) y Riptide (Álex González). Entramos en los prolegómenos de la Crisis de los misiles cubanos y por casualidades de la vida los caminos de Xavier y Lehnsherr se cruzan. Es el inicio de lo que años más tarde será conocida como la Patrulla X, pero por ahora asistimos al nacimiento del levantamiento mutante y su primer gran reto… evitar la Tercera Guerra Mundial y dar caza al mutante conocido como Sebastian Shaw.

La verdad es que iba haciendo falta algo como esto. Vaughn es un director que no para de dar pasos firmes en su corta carrera como director. Primero fue Layer Cake (2004), luego llegó Stardust (2007), el año pasado Kick-Ass (2010) y este 2011 nos sorprende con X-Men: Primera Generación, una revitalización de la saga mutante que tan bajo había caído tras las poco acertadas X-Men: la decisión final (X-Men: The Last Stand, 2006) y X-Men orígenes: Lobezno (X-Men Origins: Wolverine, 2009). Estamos ante un film visualmente espectacular, que aborda una historia poco usual llevando al espectador de la habitual parafernalia comiquera a un entorno más creíble e históricamente familiar. Acompañado por una banda sonora que decora de forma excelente todo el metraje, salida de las manos de Henry Jackman, se demuestra que puedes contar una aventura a la altura de cualquier otra obra de género diferente sin necesitar del apoyo de tecnología que ciegue al respetable y, peor todavía, trate de ocultar las carencias en otros aspectos fundamentales a la hora de ofrecer un buen producto. No, con un buen guión y un reparto compensado, además de un director que sabe lo que quiere ofrecer, es suficiente. Además, Vaughn tampoco quiere centrarse en un público objetivo y además de esos guiños que los incondicionales de los X-Men agradecerán, aprovecha para dar a conocer a otros mutantes que puede que en los verdaderos orígenes no fueran tan conocidos pero que hoy en día han ganado de alguna forma protagonismo. Internamente la película se divide en tres fases, una primera magnífica donde se narran todos los acontecimientos que tiene lugar hasta el primer encuentro entre Xavier y Lehnsherr. Acontecimientos de paso alejados por completo del término "comiquero". Eso si, luego da el salto a la presentación mutante en general para desembocar en el necesario protagonismo de lo que verdaderamente representa la trama de la película.

Lo dicho, de lo mejor de Marvel y nada deudora de X-Men (2000) o X-Men 2 (2003). Hará las delicias de todos los fans de los personajes y sorprenderá a más de uno de los que no veía en este reboot posibilidad alguna de recuperación tras los dos últimos intentos.

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El pasado 9 de febrero, visto así hay que reconocer que ya ha llovido, tuve la ocasión de comenzar a leer la novela "Una de Vampiros" del curioso y dicharachero Martín Piñol. Como bien puntualizo "tuve", porque como me embarco en cien mil proyectos simultáneos la obra pasó a engrosar la lista de debes que crece y crece en mi mesilla de noche, la que ahora mismo parece una Torre de Babel complicada de digerir. Pero nada, hace unos días me marqué una pauta de lectura y fue ese el momento real en el que le llegó el turno a la obra de señor Piñol. Cual vampiro sediento de sangre me abalancé sobre ella y la he ido degustando a lo largo de un número de madrugadas de número indeterminado. Una vez leída lo primero que pensé fue… quiero más, necesito más dosis de ese antihéroe que es Costales, quiero ver actuar otra vez al Adolecedor, necesito más referencias cinematográficas frikis, debo conocer más ese mundo que durante años disfrutas del otro lado pero sobre el que no llegas a profundizar.

Portada de "Una de vampiros"
Portada de «Una de vampiros»

La obra escrita por Martín Piñol nace en una era donde los vampiros están hasta en la sopa, pero a diferencia del romanticismos de dientes largos que nos golpea con dureza a los fans de los señores de la noche deseosos del "no beber vino", tanto vampiro brillante emo está haciendo demasiado mal a la concepción de la criatura, Piñol se une al lado oscuro y se saca de la manga un despiporre que arranca con tonos detectivescos de andar por casa pero que acaba transformada en una sorpresa digna de leerse con gusto, una serie-B en papel que hará las delicias de aquellos que disfrutéis con la mala baba. Aquí los vampiros son como deben ser, primero unos cabrones de tomo y lomo, con un objetivo inclasificable y que no desvelaré porque vale la pena descubrirlo por uno mismo, y segundo, vampiros de esos que se queman con la luz del sol y que cuando el agua bendita les salpica acaban algo más que doloridos y largando improperios de primer nivel. Sumemos a todo esto que Piñol aprovecha al máximo una de las características más brillantes que atesora, un sentido del humor, muy negro en esta ocasión, y una capacidad de escribir diálogos molones que hacen que la lectura sea, además de interesante, divertida e incluso de esas que te obligan a largar una sonora carcajada dadas las situaciones y diálogos que acontecen.

En definitiva, serie-B novelesca, digna del Hollywood independiente y donde no se escatima en sangre, insultos y violencia vampírica de primer nivel. Además, cuando un escritor es un fan, uno de esos que ve y asimila cual esponja permanentemente seca, pues no puedes pasártelo mal con todas las referencias que utiliza. Ahora que se acerca el calor veraniego "Una de Vampiros" se presenta como ideal para animar vuestras lecturas de bajo presupuesto…

Costales, un treintañero de Barcelona, egoísta y despreocupado, es enviado a Hollywood para cuidar de un joven depresivo que estudia cine. Pero el día en que Obama puede convertirse en presidente, el chaval es secuestrado por un grupo de vampiros que ruedan una snuff movie. Ayudado por un homeless ex marine con ansias de venganza, Costales tendrá veinticuatro horas para enfrentarse a estudiantes de cine, actores con pretensiones y otros seres del averno, y encontrar a su amigo.

Retrato de los jóvenes cineastas del Hollywood actual, novela negra narrada con mentalidad europea y relato vampírico muy particular, lo que sí certificamos ante notario es que la lectura de «Una de vampiros» resulta maliciosamente divertida. Y si le hubiéramos puesto fotos y direcciones, también serviría de guía básica para la ciudad de las palmeras y las autopistas. Para que luego se diga que sólo aprendes cosas con las novelas históricas.

Algunos datos informativos…

  • Editorial: Timunmas
  • Colección: Terror
  • Fecha Publicación: 08/02/2011
  • ISBN: 978-84-480-4028-4
  • Páginas: 257
  • Cubierta: Rústica con solapas
  • Precio: 14.00 €
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