Bueno, al fin ha llegado el día en el que me explayaré hablando de Insidious (2010) de James Wan, película que junto a Super (2010) de James Gunn y The Ward (2010) de John Carpenter, fue la serie B que más me gustó en el pasado Festival de Sitges. Por mi parte no puedo decir otra cosa que estamos ante una pequeña joya del terror moderno que sumándose a la tendencia de hoy en día, Insidious cuenta con un presupuesto pírrico de 1,5 millones de dólares, se ha encumbrado en lo más alto para demostrar que no hacen falta trillones de inversión en vistosos efectos digitales y que con un guión solvente, un reparto equilibrado y grandes ideas se pueden lograr proyectos de rentabilidad absoluta. La apuesta de Wan, director, y Leigh Whannell, guionista y habitual de Wan con el que ya colaboró en la genial Saw (2004), no es otra que viajar en el tiempo unos 30 años hacia atrás y beber de ese terror de vieja escuela para recordarnos lo que se logró ofrecer con grandes obras del género como son las ya clásicas Poltergeist (1982) o Al final de la escalera (The Changeling, 1980). Wan realiza una película sencilla y la decora con momentos de tensión muy dignos y algunos sustos de esos que te dejan pegado a la butaca tras pasar un mal rato, algo que hoy en día es difícil lograr.

Póster español de Insidious
Póster español de Insidious

Josh (Patrick Wilson) y Renai Lambert (Rose Byrne) son un matrimonio que junto a sus tres hijos acaban de mudarse a su nueva casa. Todo irá como la seda hasta que uno de sus hijos sufre un desgraciado accidente en el desván. Las cosas se complican, muy seriamente, ya que tras el accidente su hijo queda sumido en un coma profundo e inexplicable. Con el paso del tiempo la familia se adaptará a su nueva vida pero empezará a sufrir extrañas experiencias que les llevarán a concluir que la casa en la que viven está encantada. Pero nada más lejos de lo imaginado… pese a cambiar de hogar el mal les acompaña y pronto descubrirán que este no viene asociado a donde viven, si no a con quien viven. El mal está vinculado directamente con Dalton (Ty Simpkins), el hijo que tienen en coma y que sin imaginarlo poco a poco se aleja más de nuestro mundo.

La fórmula parida por Wan y Whannell con Insidious no es para nada nueva. Fusionan viejas ideas del cine de casas encantadas, del terror sobrenatural o de los entes del más allá, y obtienen un resultado sorprendente de terror clásico que además no saca jugo a la moda que marca el ritmo del género hoy en día. Porque, aunque el proyecto está producido por Jason Blum, Steven Schneider y Oren Peli, los padres de la fórmula Paranormal Activity (2007), juega más con las bases que dieron origen a esos horrores y no con las tendencias más modernas de los mismos. Porque si, está claro que Insidious no innova, no ofrece nada que no hayamos visto hasta el momento, pero ¿quién en esta época puede ofrecernos algo completamente original? Y este es uno de los grandes valores del film, que usando viejas fórmulas, muchas de ellas olvidadas por completo y en desuso absoluto, el resultado es muy disfrutable, en parte gracias a los constantes sobresaltos a los que Wan da salida desde prácticamente el inicio de la película, o a planteamientos que en su forma pueden parecer demasiado retro, pero que sentado en tu butaca de cine se disfrutan incluso mucho más. En mi caso, y desde el momento en el que lo vi, me quedé enamorado de la secuencia del viaje de Josh, tan clásica, tan realista y tan concebida como se hubiera hecho hace 30 o 40 años, que vista hoy en día resulta fabulosa y con una presencia que, personalmente, da mucha más calidad al resultado que si esta hubiera sido confeccionada con modernos y no tan gratificantes efectos digitales.

Ojo, es importante dejar claro que Insidious no es una obra maestra del género, pero en una época donde el buen cine brilla por su ausencia, películas como esta son altamente recomendables, en parte gracias a su aroma añejo, a sus efectos clásicos y para nada protagonistas, y sobre todo a ese conjunto de sustos que tanto se echan en falta en el cine de terror de los grandes estudios.