Opinión


Ayer martes 17 de abril, y en representación de esta web, @reminem tuvo la ocasión de acudir a un pase privado para disfrutar de 10 minutos y un nuevo trailer de G.I. Joe: La venganza (G.I. Joe: Retaliation, 2012) de Jon M. Chu en la sala que Paramount Pictures tiene en Madrid. Junto a un reducido grupo de asistentes, esto es lo que @reminem nos cuenta que pudo ver…

Paramount Pictures nos ha vuelto a invitar a un pase previo del que será uno de los taquillazos del verano, G.I. Joe: La venganza (G.I. Joe: Retaliation). Secuela del film de 2009, llegará el 31 de agosto con un lavado de cara casi completo y es una de las más firmes apuestas de la compañía para este año.

En esta ocasión el director encargado de darle vida a los muñecos de Hasbro ha sido Jon M. Chu, conocido por el documental Justin Bieber: Never Say Never y películas de baile como Street Dance, Step Up 3D, lo que seguramente demuestre que una coreografía de baile no dista mucho de una de pelea. También cambian los actores principales, ya que en esta ocasión la acción de la película correrá de la mano de Dwayne "The Rock" Johnson y Bruce Willis, entre otros. Este cambio nos garantiza nuevos personajes que no habíamos visto hasta ahora en los dos bandos y como pudimos ver en el adelanto conoceremos un poco más sobre el origen de los G.I. Joe.

Aunque sólo hemos podido ver 10 minutos de película con diferentes escenas, y el nuevo trailer que se verá en cines a partir del 24 de este mes, voy a hacer un resumen de algún trozo sin spoilear demasiado:

  • Hemos visto una de las escenas iniciales con uno de los personajes del bando de los malos intentando escapar de unas instalaciones, aunque seguramente necesitará ayuda para que lo saquen de allí.
  • Al igual que en la primera parte Snake Eyes y Storm Shadow se verán las caras y prometen protagonizar una de las mejores escenas de pelea en el film con todos los accesorios que tienen cada uno.
  • También disfrutamos de una muestra de las escenas de acción que veremos en la película donde la destrucción por doquier está absolutamente garantizada.
  • Ya conocemos un poco más el argumento y veremos que en esta ocasión todo el planeta tierra estará en peligro y sólo unos pocos G.I. Joe podrán salvarla de la amenaza de Cobra que cada vez maneja más y más hilos en las más altas jerarquias políticas y de poder.

Como siempre, es cierto que no hemos podido ver mucho más de la historia pero con "The Rock" y Willis seguramente tengamos ese toque de comedia que interactuará a la perfección con la acción en la película ya que estamos ante dos especialistas en la materia.

Por último, y como opinión personal, creo que el lavado de cara les puede sentar bien ya que es el típico producto que en verano apetecerá ver al igual que otros blockbusters que llegarán en esas fechas.

Reminem

Pues pinta bien. Seguramente el lavado de cara le venga de perlas al sello y más tras el bajón sufrido con la transformación gestada por Stephen Sommers en G.I. Joe (G.I. Joe: The Rise of Cobra, 2009). Lo visto hasta ahora por la mayoría de portales augura respeto y eso, personalmente, es siempre de agradecer. Os dejo ahora con las imágenes cortesía de The Playlist.

Nueva imagen de G.I. Joe: la venganza

Nueva imagen de G.I. Joe: la venganza

Nueva imagen de G.I. Joe: la venganza

Nueva imagen de G.I. Joe: la venganza

Nueva imagen de G.I. Joe: la venganza

Nueva imagen de G.I. Joe: la venganza

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Vale que el cine palomitero busque casi en exclusividad ofrecer al espectador una notable dosis de entretenimiento en un intervalo de esparcimiento que no debe, por lo general, exigir mucho esfuerzo mental. Pese a este mínimo requerimiento, siendo realistas no debería ser tan difícil lograrlo, Peter Berg regresa al cine de género dejando mucho que desear con Battleship (2012), un film de ciencia ficción que bebe del inagotable universo Hasbro, de aquí a la eternidad como nadie los pare, pese a parecerse lo que un huevo a una castaña si tenemos en cuenta que pretenden hacernos creer que esto adapta o traslada al cine el conocido juego de mesa "Hundir la flota". El film traza varias líneas y lo que comienza siendo una graciosa sátira contra la cuadriculada mente que tienen al otro lado del charco sobre el tema militar, termina tomándose demasiado en serio sus intenciones convirtiéndose por arte de birlibirloque un producto panfletario que pudiendo ser divertido resulta demasiado relamido y sonrojante. Porque si, comedia y reírse de uno mismo un rato tiene. Que un fulano borracho sea capaz de hacer un estropicio en una gasolinera al ritmo de La pantera rosa (The Pink Panther, 1963) y tragarse dos descargas taser con tal de llevar un burrito a la tía que se quiere ligar sirve para echar unas buenas carcajadas, que ese mismo fulano al cabo de cinco minutos sea teniente es todavía más cómico y divertido, pero de ahí a transformarse el producto en un Pearl Harbour (2001) sin Michael Bay con una descafeinada invasión extraterrestre, entiendo las razones de los visitantes, pues hace que el producto se desinfle. De guión mejor no hablar, el trabajo de los hermanos Erich Hoeber y Jon Hoeber sencillamente no existe, y de topicazos mejor no decir nada, aburre hasta el paroxismo la brutal sobrecarga de estos.

Uno de los carteles de Battleship
Uno de los carteles de Battleship

Los hermanos Hooper no puede ser más diferentes. Stone (Alexander Skarsgård) es capitán de la marina, un ejemplo a seguir que sin embargo no logra que Alex (Taylor Kitsch) siente la cabeza y sirva para más que emborracharse, dedicarse a esculpir su cuerpo en el gimnasio y supongo que tomar el sol en las calurosas playas de Hawaii. Tras una noche bochornosa Stone obliga a Alex a acompañarle y de paso labrarse un futuro alistándose en la marina. Con Alex coronado como teniente, WTF, ambos hermanos participan en unas maniobras militares de corte internacional donde compiten flotas de diversos países. Pero lo que iba a ser una jornada de compañerismo y estrategia se convierte en una guerra por la supervivencia. Una avanzadilla extraterrestre, gracioso que piensen inicialmente en coreanos, llega a la zona y encapsula tras una barrera a un pequeño grupo de barcos. Los hermanos Hopper y el capitán Nagata (Tadanobu Asano) deberán ser piezas prescindibles de un "Hundir la flota" de dimensiones reales contra los invasores… sin saber de paso que estos tienes sus propios planes de expansión.

El reparto es harina de otro costal. Taylor Kitsch, me convenció bastante más en John Carter (2012), no es que aporte mucho, pero lo de los efímeros y objetos adorno Alexander Skarsgård y Liam Neeson tiene delito. De ahí pasamos a Rihanna y Brooklyn Decker, las féminas del film y cada cual a su estilo aunque sin estilo, para terminar en un par de secundarios / añadidos de esos que dejan huella… la misma que se te queda cuando te zapatean la cara. Tomemos nota… Jesse Plemons y Gregory D. Gadson. El primero es mal actor, pero de los malos de verdad, y el segundo no lo es aunque sirve de brutal paradoja de lo bochornoso que son los panfletos que pretenden vendernos desde el otro lado del charco. Y esto es Battleship, un paquete de efectos visuales francamente elaborados pero tampoco originales donde sobresale la carga de efecto "Halo", menudo plagio más descarado, y donde hay espacio para buques ultramodernos y otros de la era dorada de las guerras navales. Algunos detalles originales, la cuadrícula aunque excesivamente forzada es una idea destacable, y mucho mensaje en una época donde no tengo muy claro que sea necesario bombardearnos… al menos a este lado del mundo.

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No lo voy a negar, no soy un gran defensor / fan de la saga concebida por Jaume Balagueró y Paco Plaza. Si bien [REC] (2007) me pareció una película original y que cambiaba por completo la idea del horror en nuestro país igualando, y superando en muchos aspectos, al omnipresente cine de horror extranjero, su cargante y confuso uso de la cámara en mano para aportar altas dosis de sufrimiento y terror en primera persona nunca me acabó de convencer. La segunda parte de la franquicia la obvié y confieso que no he llegado a verla. Ahora es el turno de [REC]³ Génesis (2012) de Paco Plaza y el anunciado alejamiento de la marca de la casa me animó a ir al cine a disfrutarla. Este tercer episodio de la saga, origen entre comillas, debe ser vista desde otro punto de vista, uno que además no ha sido muy explotado en nuestras tierras, curioso, y que no es otro que el de la comedia gore, bravo, con agradables puntos románticos. [REC]³ Génesis es una joyita a reivindicar en nuestra cinematografía por subirse al carro que tan buenos resultados ha dado al cine gestado en tierras británicas y que renació con la fabulosa Zombis Party (Shaun of the Dead, 2004). Detalles a guardar en el recuerdo, guiños dignos del aplauso y el uso de nuevos objetos para anotar en la guía de armas a usar contra las fuerzas del Averno, son valores que ponen el trabajo de Plaza y Luiso Berdejo, también guionista de la saga, en buen lugar pese al escaso metraje, unos 80 pírricos minutos, y ciertos momentos de irregularidad.

Uno de los carteles españoles, el más molón, de [REC]³ Génesis
Uno de los carteles españoles, el más molón, de
[REC]³ Génesis

Clara (Leticia Dolera) y Koldo (Diego Martín) son una clásica feliz pareja que se prepara para celebrar uno de los días más felices de su vida… su día de boda. Todo parece perfecto. Un marco incomparable, una ceremonia suficientemente emotiva no exenta de sorpresas o los amigotes que cumplen como se espera de ellos. Pero lo que promete ser una clásica velada de chup chup chup y "Eloise" de Tino Casal, se torna en horror salvaje cuando el tío Víctor (Emilio Mencheta) pone en marcha el casos y el horror debido a la mordedura de perro que aparentemente estaba muerto…

Y es que hay que reconocer que el camino seguido por Paco Plaza ha sido el más acertado posible si lo que uno quiere es refrescar un modelo innovador en su día, pero que podría acabar sobreexplotado si uno no arriesga con este tipo de cambios. Apoyándose además en una genial Leticia Dolera, suerte de Ash übersexy, el plan gana enteros a cada paso que da pese a extraños inventos que no se si los más acérrimos seguidores de la franquicia acabaran por aceptar. Puntos a favor vs. puntos en contra, [REC]³ Génesis avanza por una cuerda que de floja no tiene nada ya que gestiona con maestría la comedia mas negra, puñetazos a iconos infantiles y odios del pueblo, y el gore mas rojo, o por que no decirlo, extremo. Algo que encantará a los degustadores de la hemoglobina en pantalla, soy uno de ellos, es que no se han cortado a la hora de amputar, cercenar, mutilar o destrozar actores del reparto. Lo dicho, una gran fusión esta del horror y la comedia que sumada a una franquicia con solera e importancia internacional, logran ofrecer un resultado disfrutable, ideal para ver con amigos y echarse unas risas al tiempo que el chubasquero se tiñe de rojo oscuro.

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Está claro que si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma. La semana pasada llegó a los cines Extraterrestre (2011) de Nacho Vigalondo, una de las películas españolas que más me apetecía recomendar tras verla en el pasado Festival de Sitges. Mi plan era claro, volver a disfrutarla en el cine con algunos amigos y refrescar impresiones, bastante buenas por cierto. Pero se reproduce el cuento de siempre, una distribución muy precaria y la necesidad de hacerse unos 100 kilómetros de media para ver una película en cines echa cualquier plan por la borda. Por lo tanto, haciendo de tripas corazón viajo al pasado y recuerdo mi experiencia en Sitges. Nacho Vigalondo es uno de esos bichos raros que pululan por la mejor versión de la renovada cinematografía española. Junto a un elenco de realizadores "jóvenes" a tener muy en cuenta, Jaume Balagueró, Rodrigo Cortés, Juan Antonio Bayona, Kike Maíllo o Juan Carlos Fresnadillo, por citar unos cuantos, ha aportado lo necesario para que la esperanza sobre el cine patrio se renueve con aroma internacional y apartado de ese conjunto de cansinos tópicos que tanto abundan en nuestra cinematografía. Tras debutar con la superlativa y elaborada cinta de ciencia ficción Los cronocrímenes (2008), obra de culto aquí y mucho más alabada allá, Vigalondo regresa a la gran pantalla con otra idea personal alejada por completo de su opera prima. Extraterrestre no es para nada lo que uno imagina y más de uno no debería pensar que va a ver algo que por otro lado no tiene sentido contar. Eso es lo que hace que la película sea más notable, o sobresaliente. Al apostar por esta "marcianada" uno debe acudir al cine sin prejuicios, y así disfrutar de una historia común y muy conocida pero con un trasfondo disparatado y unos personajes más desquiciados que la propia situación en la que se encuentran.

Teaser póster para el mercado internacional de Extraterrestre de Nacho Vigalondo
Teaser póster para el mercado internacional de Extraterrestre de Nacho Vigalondo

Julio (Julián Villagrán) se despierta en calzoncillos en casa ajena con una horrible resaca y sin recordar que diablos sucedió la noche anterior o cómo ha llegado ahí. El desconcierto será mayor cuando en la cocina del apartamento se cruce con Julia (Michelle Jenner). Tras el habitual intercambio de frases incómodas entre auténticos desconocidos, y si bien la idea de Julia es que salga de la casa lo antes posible, todo dará un giro inesperado cuando descubran que en el exterior lo que domina la situación es una invasión alienígena que acaba de empezar. Ante esta inesperada situación Julio encuentra una razón de peso para quedarse en casa de Julia.

Llegados a este punto, y por si alguno no se había enterado tras tantos meses de decirlo, Extraterrestre es en realidad una historia de amor en un entorno disparatado y más propio de los estudios hollywoodienses como es el de una invasión llegada del espacio. Con esa guinda como leitmotiv narrativo, Vigalondo se centra en una relación entre cuatro personajes y se rodea de un reparto coral minúsculo en tamaño pero gigante es respuesta encabezado por unos geniales Julián Villagrán, Michelle Jenner, Raúl Cimas y Carlos Areces. Solo con eso, y la frugal aparición de Miguel Noguera, otro humorista al canto, el director cántabro deja claro que lo que hace falta para crear verdadero cine es tener una historia que complete al espectador y un reparto que trasmita empatía, amén de una buena dirección, de nuevo hay que rendirse al buen hacer de Vigalondo, y muchísimo esfuerzo. El resto de elementos son accesorios y no se necesitan grandes alardes de parafernalia y pirotecnia para encandilar al que se sienta en la butaca con idea de disfrutar durante un par de horas de cine. Extraterrestre es eso, buen cine, la mar de entretenido, viviente en lo convencional aunque dispar en lo más profundo. Eso y altas dosis de humor donde Cimas y Areces lo rompen. Villagrán también sorprende y la Jenner cumple con creces.

 NOTA  Por si a alguno le interesa, aquí os dejo el enlace a la entrevista que le hice a Nacho Vigalondo el pasado mes de noviembre.

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Y otra demostración más de que no todo lo que entra por los ojos es sinónimo de bueno. Con la llegada a los cines de la secuela a la castigada Furia de Titanes (Clash of the Titans, 2010) de Louis Leterrier, uno pensaba que los malos hábitos tomados por Warner Bros. en aquellos días de fiebre 3D iban a ser medianamente superados. Así de partida uno no sabe que pensar… ¿es mejor Ira de Titanes (Wrath of the Titans, 2012) de Jonathan Liebesman o su predecesora? Pues la verdad, le anda a la par y, personalmente, en aspecto aventura esta es peligrosamente mucho más descafeinada. No lo voy a negar, en dos años los efectos visuales han mejorado notablemente si bien desconozco si el 3D de esta suple con un mínimo de valor la total carencia de guión o carisma de sus personajes. El trabajo de Dan Mazeau, debutante, y David Johnson, otro con una carrera corta y nada abrumadora, es nuevamente sonrojante y bastante inferior en calidad y sentido al también terrible y pergeñado por Travis Beacham, Phil Hay y Matt Manfredi. Que si, que los efectos visuales son un despiporre, Crono mola mucho, los cíclopes son superrealistas, alguna escenografía como el Tártaro te deja boquiabierto y la quimera es alucinante… ¿y? Pues aunque me repita más que el ajo Crono mola mucho, los cíclopes son superrealistas, alguna escenografía como el Tártaro te deja boquiabierto y la quimera es alucinante. Punto y final. No hay aventura, aunque lo que ocurre pretenda serlo, y no hay tensión, mucho debido a la presencia de Sam Worthington, equiparable a la de una tabla de madera podrida a la deriva, o a haber cambiado a Alexa Davalos por Rosamund Pike para encarnar a Andrómeda, una muy mala idea. Tengo la triste sensación de que hoy en día para ser guionista de blockbusters palomiteros en Hollywood se requiere más la imaginación y la capacidad de decir "ponemos una criatura gigante en un plano imposible haciendo whoa! y se caga la perra" que el hilar una historia coherente con gancho y personajes embaucadores. Eso si, con productos como este el retorno de Batman o la precuela del universo Alien serán acogidas con mucho más regocijo.

Cartel español de Ira de Titanes
Cartel español de Ira de Titanes

Han pasado unos cuantos años tras el primer pack de aventuras del bueno de Perseo (Sam Worthington). En este tiempo nuestro héroe ha sido padre, Helio se llama su hijo, pero también ha sufrido la pérdida de su esposa Io. De la noche al día, Zeus (Liam Neeson) se presenta a Perseo para pedirle ayuda debido a que los dioses del Olimpo están sufriendo de una gran debilidad por culpa de la falta de devoción de la humanidad. Esta debilidad provoca que hayan comenzado a perder el control sobre los Titanes encerrados y sobre su feroz líder Crono, su padre, el de Hades (Ralph Fiennes) y de Poseidón (Danny Huston). Perseo decide dar un no como respuesta a la petición de su padre y entonces comienza el caos. Cuando Hades se alía con Ares (Édgar Ramírez), hijo divino de Zeus, para traicionar a este y hacer un trato con Crono, el infierno del Tártaro llega a la Tierra. En este momento Perseo no podrá seguir mirando hacia otro lado haciéndose el sueco y será cuando deba unirse a un grupo de héroes, Agenor (Toby Kebbell) o Andrómeda (Rosamund Pike) entre ellos, para tratar de colarse en el Tártaro, liberar a Zeus y evitar que los Titanes acaben con la humanidad.

Y esto es lo que tenemos, un producto palomitero made un Hollywood con todos los factores que los definen en los tiempos que vivimos. Un metraje liviano, en el fondo la película dura menos de hora y media, escenas de acción repletas de efectos visuales de primer nivel y golpes morales típicos como que el bien siempre triunfa o que no se puede ser tan malo como aparentas. Lo peor de Ira de Titanes es que pese al ajustado metraje, la poca consistencia del mismo hace que uno se pueda incomodar un poco en la butaca, la película puede resultar hasta demasiado larga. Uno pasa de momentos de fabulosa intensidad, el combate con la quimera para mi es de lo mejorcito, a otros tan basados en el chascarrillo que solo deseas que terminen, el momento encuentro con Hefesto (Bill Nighy) y su presencia es de vaya por dios y lo de Agenor, una suerte de hermano Wyans, da que pensar sobre el compromiso de los guionistas. Además, otra vez se realizan secuencias pensadas únicamente para su explotación en las salas 3D. La idea del laberíntico Tártaro es genial, pero hace tiempo que el uso de la navegación de la cámara a velocidad de vértigo por los interiores de un escenario como ese se convirtió en un producto más propio de una atracción de parte temático. Ojo, seguramente en IMAX 3D la película sea atronadora, pero el público de salas IMAX 3D es una minoría con respecto al resto. En fin, más de lo mismo. Puede verse en cines, de hecho probablemente sea donde mejor se disfrute, pero el resultado final vuelve a dejar claro que con Ira de Titanes en Warner Bros. no se van a hacer asquerosamente ricos… aunque lo más seguro es que me equivoque que dentro de un par de años tengamos Refrito de Titanes.

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Para comenzar con esta entrada nada mejor que hacerlo con una pregunta acompañada por su obligada respuesta. ¿Qué pasa cuando lees en todas partes que la película de ciencia ficción que llevas esperando varios meses y que se estrena este fin de semana es mala? Pues que vas al cine con una idea preconcebida y unos prejuicios ya establecidos. Pero claro, el efecto de acudir a una sala de cine con esta prematura visión acaba volviendo el producto bastante mejor de lo que puede que sea y por ello el que aquí suscribe no tiene nada más que decir que John Carter (2012) es una película la mar de entretenida y visualmente impactante. Puedo incluso aventurarme y concluir que estamos ante una buena película, con sus momentos de carencia de ritmo, ¿quién se libra hoy en día de esto?, pero con un grupo de personajes bien construidos, John Carter y Dejah Thoris son de lo mejorcito, y un transfondo pulp y mitológico que aunque manido, puede que no sorprendente y en casos tampoco fiel a las descripciones, debería ser tenido muy en cuenta porque estamos ante la base de muchos de los proyectos cinematográficos con los que más hemos disfrutado a lo largo de las últimas décadas. El debut de Pixar en el cine de acción real, con Andrew Stanton a los mandos, es una megaproducción con un costo claramente desorbitado, 250 millones de dólares, que dudo mucho acabe logrando si quiera igualar las disparatadas cifras que han sido invertidas en ella. Las primeras estimaciones para el film hablan de fiasco con un fin de semana de debut en USA por debajo de los 25 millones, muy pero que muy lejos de las expectativas, y con la crítica especializada masacrando en gran medida esta adaptación al cine de "Una princesa de Marte", obra debut de la mítica saga Barsoom escrita por Edgar Rice Burroughs a principios del siglo XX.

Cartel de John Carter
Cartel de John Carter

John Carter (Taylor Kitsch), un ex-militar millonario, recuerda a su sobrino Edgar Rice Burroughs (Daryl Sabara) su pasado. Con la lectura del diario donde el personaje cuenta los acontecimientos previos a su fallecimiento, descubre a Burroughs como John Carter se vio inexplicablemente transportado al planeta Marte y como acabó, sin desearlo, implicado en un conflicto de proporciones épicas que enfrentaron a los habitantes del árido y seco planeta rojo. Carter relata la historia de si viaje por Marte, cómo conoció a Tars Tarkas (Willem Dafoe), cómo intervino en la vida de la cautiva princesa Dejah Thoris (Lynn Collins), o sus enfrentamientos a Sab Than (Dominic West). La intervención de John Carter en una guerra a cientos de miles de kilómetros de Virginia acabará demostrándole que hay esperanza pese a los malos momentos vividos en su vida terrestre, y más cuando la supervivencia de Barsoom y de toda su gente descansa en sus manos.

Tras sorprendernos con WALL·E: batallón de limpieza (WALL·E, 2008), Stanton se aventura en el complejo e infinito mundo de Burroughs y francamente difícil lo ha tenido al pretender lograr que la icónica obra de autor tome buena forma en pantalla grande. Está claro que estamos en la era en la que mejor puede entenderse una adaptación de las aventura de John Carter, más si miramos hacia atrás con la constante evolución de los efectos visuales, pero el film de Pixar disfruta de un despliegue de primerísimo nivel que puede hacer entender la desmesurada inversión realizada. Y vale, muchos pensarán que estamos nuevamente ante otro Star Wars, ante un nuevo Avatar (2009), pero lo que hay que entender es que John Carter es en realidad la semilla que dio forma a esas obras pasadas. Vamos, que probablemente el film hubiera sido más sorprendente si este hubiera sido realizado en 1970, pero también queda claro que ni por asomo se podría haber logrado lo que vemos. Una escenografía superlativa, secuencias de acción notables, pocas, y una banda sonora del hijo predilecto de la factoría Pixar, el inconfundible Michael Giacchino.

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Hay que reconocer que de vez en cuando las esperanzas sobre Hollywood se renuevan con frescura y buenas ideas que, por otro lado, tampoco se necesita que sean 100% originales. Josh Trank, nuevo hijo mimado de la 20th Century Fox, ha sido suficientemente habilidoso y visionario como para aunar en un mismo producto dos de las tendencias que marcan el tempo al otro lado el charco. Trank es el responsable, director y guionista, de Chronicle (2012), una pequeña joya cinematográfica que fusiona generosas dosis de concepto comiquero superheroico al que tan bien estamos acostumbrados, con los repetitivos proyectos basados en metraje encontrado, más una ración importante de drama social teenager donde se tratan temas siempre actuales como el maltrato juvenil, el mobbing escolar o la marginalidad basada en la reinante existencia de estratos sociales.  Y es que Chronicle va más allá de lo que uno puede pensar volviendo dejar claro que lo que hace a una película destacar sobre el resto no es ni la parafernalia, ni la pirotécnica ni las ínfulas de sobrecogedora pretenciosidad. Que va, basta con narrar lo cotidiano, plasmar muchos de los problemas que visten nuestro entorno, y adornar esto con un traje adecuado y suficientemente lustroso como para que el respetable se sienta llamado para acabar descubriendo una nueva joya que ofrece más de lo que pretendían ver.

Cartel final de Chronicle
Cartel final de Chronicle

Chronicle nos cuenta la historia de Andrew (Dane DeHaan), su primo Matt (Alex Rusell) y su amigo por avatares de la vida Steve (Michael B. Jordan). Andrew vive en un hogar que se desmorona. Su madre se muere y su padre, un bombero en baja permanente y que vive al límete en base a un pírrico subsidio, lo usa como saco de arena para aplacar la frustración que le domina. La vida de Andrew no mejora fuera de los muros que definen su círculo familiar. En el instituto es objeto de las burlas de sus compañeros y para más INRI no destaca por nada. Una noche de fiesta teenager, donde se gana un nuevo par de hostias, descubre junto a Matt y Steve, niño pijo y lumbreras el instituto, un extraño objeto. El resultado tras entrar en contacto con el elemento es que los tres jóvenes comienzan a desarrollar ciertas habilidades propias de los habituales superhéroes del mundo del cómic. Lo que comienza siendo un juego, que por otro lado permite Andrew aislarse de su cotidiana desgracia familiar y ganar cierta notoriedad, irá evolucionado hacia algo con consecuencias no pensadas.

Y esto es Chronicle. El Monstruoso (Cloverfield, 2008) del cine comiquero, o el District 9 (2009) del 2012. 15 millones de producción carente de estrellas, con un notable guión y el uso más acertado posible de los medios con los que se han contado. Trank saca todo el jugo al gran valor del film para que resulte si cabe mucho más llamativo. Técnicamente la película es sobresaliente y aprovecha como ninguna sus limitaciones logrando, de paso, ofrecer lo más cercano que tendremos, al menos por ahora, al concepto adaptación de "Akira", no en vano Dane DeHaan figura como principal candidato para encarnar al Tetsuo de la versión por ahora en pausa y que pretende Warner Bros. De la misma forma el film entretiene, te mantiene impactado por todo los acontecimientos y tercia sobre el viejo concepto de que todo poder conlleva una responsabilidad, y más cuando las circunstancias personales actúan como factores decisorios sobre los actos que puedes acabar tomando. En fin, una delicia. De obligada visión y desde ya película a guardar en nuestra estantería de films de culto de la ciencia ficción moderna.

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El bueno de Rodrigo Cortés vuelve a las andadas tras la impactante Buried (2010) y esta vez apuesta por una idea propia que navega con firmeza por el controvertido mundo de los médiums. Luces Rojas (Red Lights, 2012) se estrena rodeada de no cierta polémica crítica que si bien la ha tildado de sobresaliente en su concepción y transcurso, le achacan un desenlace desconcertante y poco agraciado para todo lo gestado previamente. El Festival de Sundance sirvió de puerto de partida para Luces rojas y en él le llovieron muchos palos no exentos, curiosamente, de simultáneas y grandes alabanzas. Pese a todo hay que reconocer que Cortés hace lo que tiene que hacer y vuelve a demostrar que es un tipo con muchísimo talento y capaz de dar las suficientes vueltas a una historia enrevesada pero perfectamente construida para que el espectador se sienta, como fue mi caso, intrigado, atraído y extrañado por lo que se narra. Luces rojas ofrece de todo un poco. Comenzando por un reparto sorprendente encabezado por reconocidas estrellas internacionales de la talla de Cillian Murphy, Sigourney Weaver y Robert De Niro, a las que acompañan rostros habituales como los de Toby Jones, Joely Richardson o Leonardo Sbaraglia, o nuevas caras que sin dudarlo deberemos seguir desde ya, léase Elizabeth Olsen. Secundados estos por un guión metódico e intrigante, repleto de falsedad, mucho engaño o decisivos golpes de efecto que, pese a su simpleza y puede que extrema comodidad, no deberían ser razón suficiente como para tirar por tierra un producto notable. Y todo esto envuelto en una agradable factura de producción made in Hollywood, que lo es, donde hay momento para todo… sustos, cierto aburrimiento y, importante, sorprendente sorpresa.

Cartel final de Luces rojas de Rodrigo Cortés
Cartel final de Luces rojas de Rodrigo Cortés

Luces rojas nos cuenta como dos investigadores de fraudes paranormales, la veterana doctora Margaret Matheson (Sigourney Weaver) y su joven ayudante Tom Buckley (Cillian Murphy), estudian los más diversos fenómenos metapsíquicos con la intención de demostrar su origen fraudulento. Su vida se reparte entre la formación académica en la universidad y los bolos en los que echan por tierra a médiums de diversa calaña. Pero cuando Simon Silver (Robert De Niro), legendario psíquico y tal vez el dotado más célebre de todos los tiempos, reaparece después de treinta años de enigmática ausencia, pasa a convertirse en el mayor desafío mundial para la ciencia ortodoxa y los escépticos profesionales. Pero si bien la doctora Matheson prefiere dejar pasar la marea Silver, sus razones tiene, Tom comienza a desarrollar una densa obsesión por el enigmático personaje, cuyo magnetismo se refuerza de forma peligrosa con cada nueva manifestación de oscuros fenómenos inexplicables…

Creo que seguir hablando de Luces rojas es sinónimo de correr el riesgo de entrar en el peligroso terreno de los spoilers. Por ello, y sin querer profundizar en mucho detalle, vale la pena indicar que el film juega con el espectador rememorando conocidas obras de engaño y truco como las similares aunque dispares, en éxito, El truco final (The Prestige, 2006) y El ilusionista (The Illusionist, 2006). Al tiempo la película sirve para acompañar al personaje de Murphy por el siniestro y tormentoso laberinto de la duda esotérica que rodea a Simon Silver. Hechos, consecuencias y obsesión, Luces rojas tiene de todo un poco. Si a estos factores, que hacen bien a un thriller de corte sobrenatural, les sumas una gran dirección o un montaje bien calibrado y maquinado hasta el extremo para guiar al espectador por donde realmente interesa, pues el resultado es, por necesidad, notable. De todas formas Luces rojas, y sus dos horas de constante ardid, pueden acabar sabiendo a poco por lo facilón de su desenlace. En fin, merece ser vista, eso lo tengo bastante claro. Además, que un director como Rodrigo Cortés esté trabajando con primeras figuras y haciendo propuestas tan alejadas del sistema que predefinen a nuestra cinematografía es digno de elogiar. Y ojo, que Emergo (2011) de Carles Torrens y con guión de Cortés, y si llega a estrenarse algún día, es tan positiva como Luces rojas, aunque adolece del mismo problema que esta.

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Este fin de semana me he dado un homenaje acudiendo al cine la friolera de tres veces en dos días. Tras visionar La mujer de negro (The Woman in Black, 2011) de James Watkins y Shame (2011) de Steve McQueen el pasado viernes, ayer fue el turno de otra de las películas que más interés había despertado en este inicio de año tras su sobresaliente acogida al otro lado del charco. Estoy hablando de Infierno blanco (The Grey, 2011), mucho más llamativo y sugerente el título original, auténtica transformación del muy acelerado y bastante irregular, al menos en sus últimas apuestas, cine de Joe Carnahan. Tomando como base a adaptar la obra "Ghost Walker" de Ian Mackenzie Jeffers, trasladada a la gran pantalla además por este y Carnahan, asistimos a un film francamente sugerente sobre la condición humana y la transformación del ser ante situaciones bruscas, extremas y desesperanzadoras, y cómo se enfrenta uno al fatal destino aun cuando la moral y la capacidad física alcanzan cotas rematadamente bajas. Mucho ojo, Infierno blanco es un lobo con piel de cordero, una película aparentemente de acción que oculta sin embargo la Defensa (Deliverance, 1972) del nuevo siglo, una guerra desigual entre hombres y lobos, con las peores condiciones climáticas que nadie se pueda imaginar como telón de fondo, y en donde se impone un alucinante Liam Neeson, actor que con la madurez que le otorgan los 60 años que cumplirá en unos meses ha logrado algo francamente difícil… transformarse en una estrella con gran personalidad y un registro abrumador.

Cartel de Infierno blanco "Una vez más, combatiré la última gran pelea de mi vida. Vivir o morir hoy. Vivir o morir hoy"
Cartel de Infierno blanco
"Una vez más, combatiré la última gran pelea de mi vida. Vivir o morir hoy. Vivir o morir hoy
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Estamos en una refinería en medio de la mortífera Alaska. John Ottway (Liam Neeson) trabaja en ella como uno de los encargados de la protección de los operarios que se dedican día y noche a extraer el preciado oro negro de la fría tierra en la que habitan. Las extremas condiciones del lugar confirman que estamos en el único sitio donde acaban los hombres que no son aptos para la convivencia con sus iguales. Cuando el turno se termina, Ottway y un amplio grupo de trabajadores se embarcan en un vuelo de regreso a zonas más habitables. Pero una desagradable sorpresa en forma de accidente aéreo dejará a un reducido grupo de supervivientes malheridos en un paraje desolador. Aislados de cualquier vestigio de civilización reconocible, y heridos en su gran mayoría, no solo tendrán que hacer frente a los peligros propios de la yerma y fría tierra en la que se les olvidará, si no de una manada de lobos que como raza dominante de la zona, y viendo en este grupo a invasores no deseados, harán todo lo posible por acabar con ellos para proteger su territorio.

Y es que la desolación es lo que más impone a uno cuando estás sentado frente a la pantalla mientras ve Infierno blanco. La emotiva composición de Marc Streitenfeld envuelve una película donde la fragilidad humana alcanza límites solo imaginables cuando el destino futuro y la esperanza que se tiene sobre él se desmoronan por completo. Tensión constante que sin embargo sufre de algún momento irregular, pero que mantiene perfectamente el interés sobre una batalla a vida o muerte, un auténtico reto por la supervivencia que va golpeando al espectador conforme las fichas van cayendo. Infierno blanco confirma nuevamente que no hacen falta grandes derroches para impactar, y que con buena mano, una historia poderosa y un elenco de actores ajustado, pero al que acabamos conociendo en gran detalle, se tiene un triunfo asegurado.

Publicado por Uruloki en
 

Este pasado fin de semana me animé a ver la última película del siempre interesante Álex de la Iglesia. Tengo que reconocer que siento cierta debilidad por el trabajo de este bilbaíno, pero por primera vez en mucho tiempo he que claudicar y reconocer que La chispa de la vida (2011) no es lo que me esperaba encontrar. Algo que se debe advertir es que el nuevo film del autor de grandes obras cinematográficas del panorama español como El día de la bestia (1995), La comunidad (2000), 800 balas (2002) o Balada triste de trompeta (2010), debería verse como un producto coral, una especie de circo ambulante, con tendencias a uno de los horrores, de personajes con gran personalidad y poca moral que aportan mucho sentido a la tragicomedia que protagonizan José Mota y Salma Hayek. Porque si, si bien estos dos son los que se llevan el peso de la historia, la importancia de estos secundarios son lo que revitalizan el burlesco trabajo de guión de Randy Feldman. Magníficos son los variopintos personajes que encarnan actores como Juan Luis Galliardo, Blanca Portillo, Antonio Garrido, Manuel Tallafé, Fernando Tejero o, para mí el mejor y el más desagradable, Juanjo Puigcorbé. Si uno observa la película desde este punto de vista puede incluso llegar a pasárselo francamente bien. El ansia de protagonismo en una tragedia ajena causa verdadero pavor pero, como espectadores, nuestra mala baba hace que disfrutemos. Lo que pasa es que pese a estos buenos valores, que deben ser tenidos en cuenta, la tendencia hace que uno acabe chocando, como ha sido mi caso, contra el muro en que se transforma el humorista número uno del panorama televisivo patrio. Ojo, estos efectos suelen tener un gran condicionante que tiende a venir de atrás. Mota es Mota, y aunque en muchos momentos logra convencer y transmitir el verdadero dramatismo que machaca cruelmente a muchos millones de españoles, es triste y patético lo que le pasa y a lo que llega, en otros, el giro completo interpretativo, no sé si buscado adrede, hace que vuelvas a ver lo que no deseas que ocurra.

Cartel de La chispa de la vida de Álex de la Iglesia
Cartel de La chispa de la vida de Álex de la Iglesia

Roberto (José Mota) es un publicista que tras dos años en paro ve como el mundo que le rodea se tambalea. Una situación económica desesperada, acompañada por una frustración personal galopante y ver como aquellos que en un momento de su vida le agradecieron mucho ahora le dan la espalda, le está machando. Ya nadie recuerda que él fue el creador del slogan "La chispa de la vida" para la gigante Coca-Cola. Hundido moralmente decide mirar hacia adelante y recordar tiempos mejores. Para ello planea ir al hotel en el que pasó su viaje de novios junto a su esposa Luisa (Salma Hayek). La sorpresa se la lleva cuando, al llegar a Cartagena, descubre que aquel hotel de días felices es ahora un museo donde se expone una parte de la ciudad romana recientemente descubierta. Mientras intenta abandonar el lugar Roberto sufre un fatídico accidente que le dejará postrado y debatiéndose entre la vida y la muerte. La casualidad marca el ritmo y el círculo mediático se pone en marcha… publicidad, famoseo, política, mamoneo, la peor calaña y decisiones patéticas… todo confluye en torno a Roberto mientras que intenta solventar su futuro antes de que le liberen.

Y eso es lo que tenemos. Buenos golpes de efecto debidos al correcto hacer de un elenco de actores notable, dramatismo de ese que te deja sin aire, la película jode lo suyo y hay que reconocer que te llegas a quedar con cara de no me jodas, pero en definitiva una historia normal y curiosa de ver aunque poco atrayente. Nada más. Técnicamente a la altura, musicalmente fabulosa, ole por el trabajo de Joan Valent aunque echo de menos a Roque Baños, y eso.

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