Sigo con las mini opiniones del Festival de Sitges y es el turno de hablar algo sobre Eli Roth y su viaje caníbal The Green Inferno (2013). El bueno de Roth, por segundo año consecutivo un maleducado que sigue dejando tirado a algunos portales de cine que los que tiene acordadas entrevistas, es un tipo que confirma su gran capacidad de ofrecer lo inesperado y gratificante en todas sus incursiones en el género al que se ha aupado como uno de los grandes maestros de ceremonias.

Su cuarta aventura, la verdad es que lleva entre nosotros más de 10 años y sus largometrajes se pueden contar con los dedos de una mano ya que la otra te la habrá cortado, es una oda a la ridiculización de los dos bandos que se enfrentan en las guerras entre los grupos antisistema y las empresas que todo lo monopolizan. Durante los dos tercios iniciales del film, y al igual que ocurriera con Aftershock (2012) del chileno Nicolás López, The Green Inferno nos muestras los participantes, el año pasado fue el mundo pijo de Santiago de Chile y el juego que se traían entre manos, si bien no escatima en poner sobre la mesa sus trapos más sucios. Roth se ríe de todos, sin miedo y complejos, y pone tibios a aquellos que al igual que en Hostel (2005) hace ocho años iban a por sexo fácil, tienen poco más que pájaros en la cabeza o quimeras imposibles de lograr. The Green Inferno nos muestra mucha de la pantomima que se vive en estos tiempos con activistas y compañías guerreando, sacando provecho de los medios, etc. Pero llegados al instante más esperado por lo fans Roth cambia de rumbo y cumple con creces.

Hecatombe gore, subida de tono con muertes salvajes y si cortarse un pelo, ya se amputa el resto. Pero ojo, porque lo mejor de todo es que las carcajadas del público son más notables a partir de ese momento, es tan excesivo todo lo previsto por el guión de Roth y Guillermo Amoedo que uno no puede más que reírse y aplaudir cada salvajada, que todo sea dicho te deja en algún momento acoplado a la butaca y sin posibilidad de parpadear. En definitiva, divertida, muy sangrienta y crítica. Bravo por Roth.

Kaycee (Sky Ferreira) calentando motores para ser el alimento del pueblo
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