Este fin de semana se estrena, de forma no muy extensa si hablamos de número de copias, Snowpiercer / Rompenieves (2013), el último film de Joon-Ho Bong y adaptación del cómic galo "Le Transperceneige" de Jacques Lob y Jean-Marc Rochette. Antes de entrar en detalles sobre el film hay que comentar que en otro movimiento digno del mayor de los elogios, La Aventura y Good Films se animan con propuestas diferentes y deseadas por el público más sibarita como ya ocurriera con La cabaña en el bosque (The Cabin in the Woods, 2013) de Drew Goddard o con la también tardía pero muy recomendable Killer Joe (2012) de William Friedkin. Aprovechemos estas oportunidades que serán contadas. En fin, al tema.

Resulta que Joon-Ho Bong vuelve a la carga con su curioso cine como ya ocurriera en la mutante The Host (Gwoemul, 2006) y las killers Crónica de un asesino en serie (Salinui chueok, 2003) y Mother (Madeo, 2009). Esta vez sin embargo explora un llamativo capítulo del infinito mundo del cómic y nos invita a visitar un futuro distópico donde una torre de Babel con forma de tren, no dista demasiado de cómo están las cosas hoy en día en este nuestro planeta, gira y gira en un circuito sin estaciones rodeado por un páramo helado y donde no se espera el clásico aviso de próxima parada. Este nuevo mundo, el otro es tristemente inhabitable, es fiel reflejo de la distribución social del ahora así que, para no andarse con rodeos, los estratos sociales que existen en el globo viven, o lo intentan, entre cuatro paredes de hierro con forma de vagón. Snowpiercer nos abre las puertas del rango más bajo del estrato, el de la sobrepoblación, las miserias, la desesperación y la pobreza, ese que forma un grupo de gente que lleva un par de décadas viviendo y muriendo subyugados por un grupo social superior aunque de vez en cuando intente dar un golpe sobre la mesa y aventurarse con algún movimiento, fallido, de revolución.

Inmersos en un viaje que recuerda en muchos aspectos a aquellas fases del Street of Rage en la que ibas cruzando vagón a vagón superando esbirros y final boss a golpe de tubería y cuchillo, Joon-Ho Bong, o el cómic del que bebe, nos ofrecen interesantes matices de la evolución social que padecerías si tuvieras la suerte de cambiar de estrato. Por ello, acompañamos al grupo de protagonista que encabeza Chris Evans, líder convencido de su cometido, y observas la degradación de los que están más arriba, la falsedad del derroche o lo absurdo de ciertos entornos. El viaje sigue y el esfuerzo que se debe pagar es excesivo. Cada vagón contiene una sorpresa y el cometido solo se puede lograr cuando llegues a la máquina que, como suele ocurrir, es la que domina la dinámica del tren. Pero lo que se podría quedar en una interesante visión / reflejo de nuestro mundo, llevado puede que a cierto extremo aunque no muy distinto de algunas de las cosas que puedes ver día a día en los informativos en televisión, tiene más… mucho más. El problema en este momento sería seguir hablando, porque hablar del film de Joon-Ho Bong y, esto lo desconozco, de la obra gráfica de Lob y Rochette, sería desvelar el secreto, el golpe de efecto que demuestra que también en ese aspecto más crítico del film nos parecemos. Es triste pero es verdad. Snowpiercer entretiene, está muy bien hecha y contiene mensaje, no uno para levantar a las masas para que nos zurremos con los que no vapulean todo el rato, pero si para pensar en lo malsano y poco ético que es el mundo en general con sus dobles juegos, sus pantomimas y sus engaños. Así nos luce, menos mal que de vez en cuando nos dan un golpe de realidad en la cara para recordarnos al ritmo al que se mueve la humanidad… y que igual una decisión no prevista sea la que marque el verdadero principio del cambio. Al cine a verla!

Cartel español de Snowpiercer
Cartel español de Snowpiercer