Era cuestión de tiempo que la obra de Ernets Cline “Ready Player One” fuera una realidad cinematográfica. Era cuestión de tiempo que se pusiera en marcha el viaje virtual por OASIS a la caza del huevo de pascua ocultado por esa especie de ser visionario a la Steve Jobs llamado James Halliday (Mark Rylance). Era cuestión de tiempo que todos aquellos que vivimos la cultura pop de hace 40 años en adelante (madre mía lo rápido que ha pasado el tiempo) nos sentáramos en una butaca de cine para quedarnos con el culo pegado ansiosos por darle a la pausa cada segundo del metraje de esta adaptación. Era cuestión de tiempo que Steven Spielberg volviera a sus orígenes, al cine que más transmite ese espíritu aventurero que durante muchos años fue lo más relevante y significativo de su estilo narrativo cinematográfico. Sí, Ready Player One es lo que esperamos, más allá de que su adaptación sea más o menos fidedigna a la obra de Cline, que por otro lado es guionista y responsable junto a Zak Penn de lo que se cuenta y por lo tanto consciente de las ausencias o cambios.

Ready Player One es puro entretenimiento de principio a fin, uno que por otro lado admite tantas formas de disfrute que todavía se hace más apetecible. Pensemos por ejemplo en el modo habitual que todos practicamos en sala grande, ese en el que te sientas y tratas de meterte en una historia repleta de personajes por los que sentirás o no empatía (hasta el villano encarnado por Ben Mendelsohn mola, ni que se llamara Fratelli… bueno, es Sorrento que le anda a la zaga), y con algo más que directas referencias a films de cabecera o culto que muchos hemos visto. Todo esto favorece el hecho de que nos sintamos como en casa mientras nos bombardean los sentidos. Para este visionado, el recomendado para una primera vez, te quedarás con los elementos más superficiales que aun siendo evidentes son cientos, una retahíla de referencias musicales, cinematográficas o contextuales, que al ser tan continuadas no dejan ni una pizca de tiempo para pararse en el resto que, por proteger nuestra salud mental, deberemos obviar. Spielberg de paso juega ligas mayores, introduciéndonos de cabeza en el cine más clásico y donde predomina una secuencia tan espectacular que, o la ves en cine o la ves en CINE. No queda otra posibilidad.

Tras este primer repaso toca un segundo visionado, uno que sin embargo difícilmente podremos disfrutar en sala grande y que deberemos esperar a  hacerlo en casa. Esto se debe a que Ready Player One es un huevo de pascua en si, de principio a fin, incansable,  extenuante y no apto para todos los públicos… no da puñetero respiro. ¿Y eso? Pues porque esas referencias que antes destacaba, y al igual que en la obra de Cline, van dirigidas a un conjunto de espectadores ya con cierta edad. Por lo tanto, puedes prepararte para el gran día mando en mano y consciente de que te espera por delante una sesión maratoniana en la que más de uno tratará de encontrar el millón de guiños que se ocultan en la obra de Spielberg. Ready Player One es frenética en este aspecto, no deja ni un momento de relax y requerirá de que el deseoso por descubrir  el ciento y la madre de guiños ponga todos sus sentidos a trabajar. No descarto desquicies varios o gente que por desesperación tire la toalla. Pero ojo, estos que nos lo pasaremos teta tendremos ya unos cuantos años.

Y llegamos así a la tercera posible forma de ver el film, una que debe entenderse como dirigida al "otro" público. Porque sí, podemos pensar que Ready Player One es para nosotros (en mi caso nacido en 1977), pero  para nada. Veremos que tal recepción tiene entre ese otro público a la que va dirigida esta producción de Warner Bros., un publico donde no reconocerán ni el 5% de referencias que se vierten en el film, pero donde Spielberg juega una baza mágica… Ready Player One es Los Goonies 2.0 y por lo tanto gustará a una nueva generación que acompañada por sus “mayores” se meterán de lleno en la historia de Wade Watts AKA Parzival (Tye Sheridan), y sus amigos gunters Art3mis (Olivia Cooke) o Hache (Lena Waithe) vs. el IOI de ese Sorrento con cara de ¿Superman villano?. Sí,  Ready Player One en manos de Spielberg es un inconcebible viaje para todos los públicos y seguramente una de las pocas veces donde disfrutarán generaciones distantes, padres e hijos, por igual, y donde los primeros explicarán el porqué de ciertas cosas a los segundos, y donde estos captarán con particular superioridad referencias que los primeros ni verán venir.

En definitiva, Ready Player One es una joya del entretenimiento, un derroche de efectos visuales, y un disfrute para toda la familia. El mejor Steven Spielberg, hacía falta un director como este para llevar a buen puerto una obra que de forma arriesgada juega con las vivencias de una generación pero que sin embargo podría quedar obsoleta para otras muchas.

Uno de los cartel de Ready Player One
Uno de los cartel de Ready Player One

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