El pasado viernes acudí junto a un nutrido grupo de amigos, y si os digo la verdad no con muchas esperanzas, a ver el tercer capítulo de la hasta ahora entretenida saga de la momia. Tras dos llamativos episodios, mejor La Momia (1999) que El regreso de la Momia (2001), ya en los pasos previos del lanzamiento del nuevo proyecto las cosas nunca llegaron a pintar suficientemente bien. En primer lugar todos nos las prometimos muy felices cuando se indicó que tanto Brendan Fraser como Rachel Weisz anunciaban su regreso a la saga, felicidad que pronto cayó en desilusión cuando diferencias artísticas llevaron a Weisz a dejar de lado el nuevo episodio de la franquicia… ¿se lo veía venir? La solución adoptada por Universal Pictures, estas cosas rara vez salen bien a estas alturas, fue fichar a Maria Bello para reinterpretar a Evelyn O’Connell. Craso error suele ser contar de nuevo con un personaje cuando estamos tremendamente acostumbrados a el, y el resultado final así lo confirma. En fin, el segundo traspiés no se hizo esperar al sorprendernos con el fichaje de Luke Ford para interpretar a Alex O’Connell, el hijo de Rick y Evelyn que en la segunda parte debía tener 10 años. Todo podría haberse quedado en susto si no fuera por la insitencia de Universal de vendernos a Ford como un más que probable continuador de la saga ante el paso de los años del personaje de Brendan Fraser… vamos, que el hijo tenía asegurado el protagonismo. La tercera desdicha del proyecto fue sacarse de la manga un argumento completamente ajeno al habitual… las momias de Egipto fueron amargamente sustituidas por soldados de terracota del imperio chino.

Póster de La Momia: La Tumba del Emperador Dragón

Al tema, La Momia: La tumba del Emperador Dragón (2008) de Rob Cohen es sin lugar a dudas el episodio más flojo de una desgastada saga. Antes de meternos en el habitual "busca la solución al problema que hemos iniciado" somos introducidos, como es menester, en el origen del gran villano al que harán frente nuestros simpáticos protagonistas. El Emperador Han (Jet Li), ambicioso donde los haya, busca convertir su imperio en el mayor del mundo. Tras lograrlo, no sin antes haber aniquilado a sus más acérrimo enemigos, solo hay una cosa a la que no puede hacer frente, la muerte. Como es habitual en estos casos, magia mística y traiciones varias llevarán a Han y a su cohorte de soldados a acabar convertidos en figuras de terracota pendientes de volver a la vida algún día. Llevados al inicio de la nueva aventura nos sorprendemos en primer lugar con un arranque aburrido y bastante patético, creo que incluso me quedo corto, con la pareja O’Connell en plena crisis donde las malas interpretaciones, los chistes fáciles y la ñoñería más tediosa campa a sus anchas dejándote con cara de lelo. En fin, tras este inicio tan poco prometedor se cumple con la tradición, una metedura de pata típica de la familia O’Connell, o más bien de su único hijo, despierta al maldito Emperador Han de su eterno encierro. Es en este punto cuando el film parece despertar un poco al ofrecernos continuas secuencias de persecuciones, brincos varios y mucho artificio digital protagonizado por la nueva "momia". Ojo, es también en este momento cuando se confirma que Brendan Fraser tuvo mejores años, que Maria Bello no es ni por asomo una sombra de lo que es Rachel Weisz y que Luke Ford, por dios que mala elección, es de lo peorcito que te puedes echar en cara… no ofrece ni un ápice de carisma, la forzada química sexual con Isabella Leongasusta, y sus dotes como héroe de cine de aventuras sigue todavía ocultas. A nivel interpretación no se salva nadie, incluso el gracioso personaje que encarnaba John Hannah con soltura y desparpajo en los anteriores films, el hermanísimo Jonathan Carnahan, aquí resulta pasajero y de auténtico relleno. Eso si, la escena de la vaca en el avión cuando viajan por el Himalaya causó las carcajadas más sonoras de todo el metraje.

En fin, acción a raudales, escenografías mejores o peores, una Michelle Yeoh que ni fu ni fan, etc. Uno se plantea seriamente donde han podido gastar los 145 millones de dólares que ha costado el film. Si bien hay detalles muy interesantes, el trío Yeti es la pera aunque se pasa de original ya que acaban siendo excesivamente iguales y demasiado saltimbanquis, la mayoría de efectos digitales parecen realizados con menos interés del previsto teniendo en cuenta como está el percal en estos años. Ese dragón de tres cabezas tiene momentos que parece sacado directamente de Dragonheart 2: Un nuevo comienzo (2000), incluso la cansina capacidad del Emperador Han de transformarse en lo que quiera es sorprendente… la anterior momia (Arnold Vosloo) no hacía tales cosas. Por otro lado a los soldados de terracota se les ha sacado muy pero que muy poco jugo, mira que podían hacer cosas interesantes y el poco uso que se les da sorprende. Suma y sigue con otro buen puñado de detalles y completa el desaguisado. La Momia: La tumba del Emperador Dragón es un buen ejemplo de que retomar una saga 7 años después no es una gran idea. Mejor hubiera sido obviar lo de "La Momia" y no hacernos pensar en lo que pudo ser y no es. Ojo, por muy mala que sea, la película ya ha recaudado más de 42 millones de dólares en su primer fin de semana… ver para creer.