Tras varios intentos fallidos por echar un vistazo a lo nuevo de Robert Eggers, ha llegado la hora de adentrarme en El faro (The Lighthouse), una opresiva paranoia, desesperante, claustrofóbica y, personalmente, más cercana al terror gótico agónico de Edgar Allan Poe, veo más referencias a "El corazón delator" que a la fantasía pulp de otras dimensiones o submarina, por mucho que se repita no encuentro la relación, planteada por H.P. Lovecraft.

El faro, rodada en puro blanco y negro y formato 4:3, cuenta la historia de dos fareros (Willem Dafoe y Robert Pattinson superlativos) que se van a pasar unas semanas en solitario trabajando juntos en un faro de una perdida y rocosa isla de Nueva Inglaterra. La idea no puede ser más demoledora, un veterano (Dafoe) que conoce las inclemencias del lugar, y que dado su saber decide comandar la andadura con agria crueldad, y un novato (Pattinson), que aunque entiende lo que es trabajar en condiciones extremas deberá enfrentarse a una más… ser pisoteado porque sí. Es El faro una muestra más de que Eggers es un maestro del terror y el suspense moderno, pero apoyándose en el clasicismo de los relatos y en los aspectos más folclóricos del horror mundano. El faro es el terreno ideal para sembrar todos los malos augurios del mar, desde el papel de las gaviotas a la mitología marina (sirenas y tritones incluidos), en la que muchos ven al mentado Lovecraft representado, y un lugar especial para que el alcohol adopte un protagonismo especial definiendo la personalidad del veterano, y transformando la del novato.

El faro es un ataúd cerrado. Uno se siente atrapado en la isla de principio a fin. El blanco y negro hace la experiencia más desoladora, el enrarecido y húmero ambiente te entumece, y el formato hace el resto… te atrapa, no te deja espacio y acaba por agobiarte tanto que incomoda. Eggers construye un film de terror psicológico, donde la desesperación acaban por no dejar discernir lo real de lo imaginario, y donde las alucinaciones acaban siendo la tónica del film. Difícil y dura de ver, y de entender en su versión original, Egger hace todo bien y en el apartado reparto esta se lleva la palma.

En fin, hay que ver El faro, hay que pasarlo mal con ella, hay que enfrentarse a la soledad del lugar en el que te verás atrapado, y en definitiva plantar cara a la locura que acaba por envolverlo todo. Nada como ver una película en la que el hombre es el verdadero monstruo, nada de criaturas imposibles, ni fantasmas, ni cosas raras. Seres humanos corrompidos hasta su destartalada mente.

Cartel de The Lighthouse
Cartel de The Lighthouse

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