El bueno de Roman Coppola, pírate y no vuelvas, se apoya en un reparto impensable encabezado por Charlie Sheen, Jason Schwartzman, Katheryn Winnick y Patricia Arquette, a los que acompañan en papeles menores pero igualmente identificables rostros conocidos y con encanto como los de Mary Elizabeth Winstead, Aubrey Plaza, Bill Murray, Dermot Mulroney o Stephen Dorff, para contarnos una de esas crisis de edad, diría que la de los 60 mal llevados, que sufre el género masculino y en el perfil de una especie de tipo sobrado, con la cabeza bastante vacía, salvo si hablamos de sexo, y con una vida disfrutada a tope transitando por el mayor de los histrionismos, los de un rico, y la majadería o excesos más absolutos… vamos, casi se podría decir que estamos ante una autobiografía de Charlie Sheen bajo el pseudónimo de Charles Swan III. Y claro, ¿a quién le puede importar esto? Pues supongo que al señor Roman Coppola, hijo de Francis Ford, hermano de Sofia y primo de Nicolas o Robert Schwartzman, lo que le transforma también en primo de Jason creo yo. Pero a nadie más. Producto infumable, intragable, horrible, indigno si nos lo pretenden colar si quiera como telefilm de sábado por la tarde pero producto ideal para las rarezas que pululan por los festivales de cine. En fin, alucinante de principio a fin, aunque más que alucinante diría que alucinógena y con efectos secundarios no deseados. Lo único rescatable el momento charla de Charlie Sheen en castellano modo macarrónico con la empleada del hogar que trabaja, hablando sobre el tucán que tiene, su novia 40 años más joven que él y que le ha dejado, etc. Huid.

Uno de los carteles de esta basura
Uno de los carteles de esta basura