Uno de los proyectos más deseados por James Cameron desde hace la friolera de 14 años, de aquella hasta quería contar con Arnold Schwarzenegger como una versión mazada del doctor Daisuke Ido, y bloqueado por los retos que el visionario se echó a la espalda desde ese lejano 2005, tras Aliens of the Deep ese mismo año llegó Avatar en 2009 y luego miles de intenciones no gestadas, ha visto gracias a dios la luz merced a un tipo como Robert Rodriguez y el esperado apoyo por todo lo grande del propio gran gurú de la innovación tecnológica en Hollywood.

Por lo tanto Alita: Ángel de Combate (Alita: Battle Angel), adaptación de la famosa, magnífica y violenta obra de Yukito Kishiro, ya está aquí y el resultado es, pese a sus imperfecciones, que las tiene, bastante notable por no decir que sobresaliente… sobre todo merced a ese fabuloso derroche visual del que el film hace honor. Alita: Ángel de Combate es probablemente una de las mejores adaptaciones de anime a acción real hecha y puesta en marcha de la obra de Kishiro, historia del segundo nacimiento de Alita (Rosa Salazar), ese cyborg de ojos de lemur perteneciente a otra era que en manos de su nuevo padre el Dr. Dyson Ido (Christopher Waltz) acaba por revolucionar el futuro en el que vive… Iron City prepárate porque llega lo bueno. Por lo pronto Rodriguez y Cameron montan un tinglado de cuidado en el que destaca de forma sublime la sofisticación de unos efectos visuales virtuosamente integrados en el global de la obra (anonadado se queda uno viendo a Alita… ser 100% CGI). Ya sólo por eso el film es merecedor de todos los aplausos habidos y por haber, pero el tema va más allá. Desde luego la adaptación trata con agradecido respeto la obra de Kishiro, teniendo por lo tanto no solamente espacio para contar parte de la historia narrada en GUNNM, si no tiempo para contar con muchos de los personajes que en la obra se vieron: Hugo (Keean Johnson), ese primer amor de Alita; la versión alterada del adicto cerebral Makaku, aquí transformado en una suerte de grotesca criatura llamada Grewishka (más fiel en nombre si nos paramos en el anime, se le conoce como Grewica) y a la que pone voz Jackie Earle Haley; Zapan, otro más que respeta el nombre y que tiene a Ed Skrein a su reflejo en modo cine; el traficante Vector (Mahershala Ali); y Chiren (Jennifer Connelly), nuevamente personaje del anime que da más empaque a la propia historia de Ido.

Segundo porque han tenido que pasar 14 años para poder justificar esta laboriosa gestación de un mundo imponente, ese Salem inalcanzable, y esa Iron City post-apocalíptica, donde se amontona la pobreza más absoluta en un simulacro de las favelas brasileras donde lo cyberpunk toma la delantera. De ahí sale no sólo la Alita renacida para aprender, esa que descubre su origen para acabar transformada como es menester en una heroína embutida en un cuerpo de guerrero absoluto y diosa del Motorball, un deporte hiperviolento y salvaje donde restos humanos anclados a piezas mecánicas pelean en vertiginosas y frenéticas carreras por un sueño imaginario de una vida mejor. Tercero porque en Alita: Ángel de Combate hay manga marcado a fuego, hay Ido en modo cazador guerrero con su martillo motorizado, hay Makaku / Grewishka, no adicto pero si despiezado con un brazo clavado en el ojo, o con los dedos extensibles que tan buen fruto le dieron en la obra comiquera. Falta más brutalidad, pero bajo ese prisma no está claro que Cameron hubiera logrado llevar adelante la adaptación.

Lo peor sin embargo es que aparentemente no es producto para todos, y su elevado coste puede ser su mayor enemigo en estos momentos. El primer fin de semana en USA no augura un futuro demasiado bueno y, sin embargo, altamente merecido. Hay ganas de ver más Alita y de ver el siguiente paso en la apuesta visual de Robert Rodriguez y James Cameron.

Bonito póster de Alita: Ángel de Combate
Bonito póster de Alita: Ángel de Combate

Los comentarios están desactivados