Cosas de esas que, tristemente, pasan. El actor Philip Seymour Hoffman, 46 años, ha sido encontrado muerto hoy en un apartamento de Manhattan. La razón, pues a falta de confirmación oficial, el Wall Street Journal indica que posiblemente por una sobredosis. El actor ya había flirteado con el tema este e incluso estuvo metido en planes de rehabilitación y tal. En fin, lo mejor será recordarle por su carrera que no ha sido para nada baladí en el tiempo dedicado. En mi caso le descubrí en Twister (1996), aunque seguramente si vuelvo a ver Ni un pelo de tonto (Nobody’s Fool, 1994) ahora le recordaría, pero de aquella no era nada en comparación con lo que nos tenía preparado. Ya en Boogie Nights (1997) cuajó un buen pequeño papel, el asistente de rodaje con claras dudas sobre su sexualidad, al que podríamos sumar el también breve de El gran Lebowski (The Big Lebowski, 1998). Pero de ahí saltamos una imparable e impagable carrera repleta de personajes secundarios que rompieron moldes como en Happiness (1998), Nadie es perfecto (Flawless, 1999), Magnolia (1999), El talento de Mr. Ripley (The Talented Mr. Ripley, 1999), Casi famosos (Almost Famous, 2000), el Gust Avrakotos de La guerra de Charlie Wilson (Charlie Wilson’s War, 2007), mi papel preferido, La duda (Doubt, 2008) o The master (2012). Y si, recordado será por todo esto y por haber sido el famoso escritor Truman Capote en el homónimo film del 2005, aquí el speech que hizo por el reconocimiento, por poner también voz en la sentimental, adulta y dolorosa cinta de animación Mary and Max (2009), o por su participación en la última de Sidney Lumet, ese mal paso dado en el mundo de los atracos que fue Antes que el diablo sepa que has muerto (Before the Devil Knows You’re Dead, 2007). Lo dicho, mil y una películas, mil y un papeles, mil y una propuestas, mil y un recuerdos.

Philip Seymour Hoffman
Philip Seymour Hoffman

Me dejo otra muchas referencias, pero aquel tremendo Sandy Lyle de Y entonces llegó ella (Along Came Polly, 2004) tratando de cantar el Jesucristo Superstar… o su ego, de traca.