Planteemos una ecuación muy simple: costumbrismo, viaje a la América low cost, eso de profunda tampoco es que me parezca del todo correcto porque aquí a la vuelta de la esquina también tenemos de esto, y muchas relaciones, ya sean familiares o no. Estos tres elementos sirven a Alexander Payne, el director de cosas también muy de introspección como A propósito de Schmidt (About Schmidt, 2002) o Los descendientes (The Descendants, 2011), de argumento para contarnos el curioso viaje obsesivo de Woody Grant, Bruce Dern fantástico, un simpático y cabezota anciano que ha recibido una carta donde se le anuncia que es el ganador de un jugoso premio de un millón de dólares. Este punto de partida sirve para meter al espectador en un apacible periplo entre Billings y Lincoln, tránsito entre los puede que muy tediosos estados de Montana y Nebraska, donde nos cargaremos las pilas con múltiples reencuentros familiares, pausa, donde se sacarán a la luz viejas rencillas, pausa, y donde reinará esa tozudez supina de la que Dern hace maravillosa ostentación, nuevamente pausa. Nebraska (2013) es un entretenido melodrama familiar con momentos de comedia, agradecidos para levantar ánimo entre tanto aprovechado que ve en una falsa obsesión, propia de un hombre mayor y senil, una forma de sacar tajada. De regalo una reveladora relación padre hijo, de esas que de vez en cuando merecen verse para pensar sobre el tema y darse cuenta que las rarezas son eso, peculiaridades de cada uno con las que se debe aprender a convivir. Triste pero positiva, viene aderezada con June Squibb, muy divertida, y un elenco de actores que ponen sobre la mesa a la taciturna familia Grant.

Cartel de Nebraska
Cartel de Nebraska