Opinión


Último día en Sitges 2017 y por lo tanto menos películas vistas. De hecho me quedé sin ver Laissez Bronzer les Cadavres de Hélène Cattet y Bruno Forzani… le tenía ganas. En fin, este día ha tocado ver el crudo terror familiar Brimstone de Martin Koolhoven, la extraña historia de un atraco, una violacion y un asesinato que es Marlina the Murderer in Four Acts de Mouly Surya y la narración de cómo se gesta un asesino en serie que responde al título de My Friend Dahmer de Marc Meyers.

Arranco con Brimstone, producción holandesa protagonizada por, ojito, Guy Pierce, Dakota Fanning y Kit Harrington. Historia que nos traslada al lejano oeste de los colonos que se fueron a fundar las Américas. Brimstone versa sobre ese pasado que regresa para atormentarte nuevamente, sobre el nauseabundo terror personal de la protagonista narrado a lo largo de cuatro capítulos, tres de ellos en modo flasback que sirven para ir acrecentando el desasosiego que ha supuesto el infierno en la tierra que ha sido la vida de Liz (Fanning). Perfectamente filmada, pausada pero asfixiante, es un buen producto (algo largo eso sí), centrado en esos terrores que tristemente puede acabarse viviendo de puertas para adentro. De alguna forma la historia arranca con cierta aura sobrenatural, pero se descubre como otro tipo de terror más terrenal y sucio. Aparece también por ahí Carice Van Houten, que siempre mola verla.

Cartel de Brimstone
Cartel de Brimstone

De una historia narrada en capítulos al mismo formato pero en modo indonesio. Marlina the Murderer in Four Acts nos traslada a una de las zonas más pobres y olvidadas de Java, una mujer (viuda), recibe la visita de un matón y su banda que, sin miramientos, le roba todo lo que tiene y la viola. Con una sangre fría de mírame y no me toques, la protagonista se carga al jefe y a cuatro miembros de la banda. En ese momento se pone en marcha un curioso periplo que siembra dudas sobre las opciones que le quedan a esta pobre mujer en una sociedad donde la mujer no es nada y donde la ausencia de medios no auguran nada bueno para que salga indemne de su decisión. Una castaña de muy señor mío donde, por destacar algo, sobresale la espectacular fotografía (nunca planos se hicieron tan abiertos) y la música que acompaña a la narración. Semeja por la estética un western moderno, que no lo és, y encima cansino. Tiene algunos detalles cómicos y un par de momentos gloriosos por lo inesperados que resultan. Al menos pone sobre la mesa la total indefensión de la mujer en estas otras culturas.

Cartel de Marlina the Murderer in Four Acts
Cartel de Marlina the Murderer in Four Acts

El punto y final se lo ha llevado My Friend Dahmer, adaptación de un cómic que contaba los años de instituto de Jeffrey Dahmer, asesino en serie que entre los años 60 y 90 acabó con la vida de 17 jóvenes a lo largo del medio oeste de los EUA. La película de Meyers sirve para ponerse en situación y tratar de comprender cuáles son los detonantes que llevan a un joven con una mente diferente (y trastornada), a acabar transformado en un serial killer. Formando parte de una familia que se cae a trozos, sin amigos en el instituto, y con una sexualidad indefinida, la vida del joven Dahmer no pinta nada bien. A peor acabará yendo cuando falsos amigos, gente que se aprovecha de él, y diversas obsesiones obviadas por los que viven a su lado, le terminen por transformar en un bufón que termina por encerrarse en si mismo. Así se gesta un asesino en serie.

Cartel de My Friend Dahmer
Cartel de My Friend Dahmer

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Aprovechando la despedida de Sitges 2017, y el tiempo muerto en el aeropuerto de Barcelona, echo un vistazo a los dos últimos días que tengo pendientes para opinar de pelis. Arranco con lo visto el domingo que tenía ahí aparcado. En modo montaña rusa comenzó el día con una parida llamada Bushwik de Jonathan Milott y Cary Murnion, siguió de matrícula de honor gracias a la terrorífica Thelma de Joachim Trier, de ahí de nuevo a los infiernos merced a Sword Master 3D de Derek Yee, nuevamente la incomprensible Gloves Off de Steve Nesbit y terminando con buena nota gracias a Marrowbone de Sergio G. Sánchez.

No comprendo como pasan a las 8:15 de la mañana Bushwick de Milott y Murnion. Me parece bien que trabaje en ella Dave Bautista y Brittany Snow, no pongo en duda que el desafío técnico está sobre la mesa al asistir a un falso plano secuencia de hora y media, pero colar esto en la sección Oficial Fantàstic Competició es para hacérselo mirar. Para poneros en contexto, Bushwick no es más que una fotocopia de la idea que ya vimos en la chisporroteante Invasión USA de Joseph Zito. Ahora en 2017 la idea no cuaja y menos colándote una invasión supremacista en el barrio de Bushwick (en Brooklyn). El desvarío es total, desde meter a Bautista de conserje con pasado de arma letal (a huevo), o proponer que dos chicas (una pija y la otra fumeta) puedan acabar dando más guerra que el gigantón de moda. Bushwick se desmorona de principio a fin, con unos efectos digitales dignos de primer curso de After Effects y un desarrollo de traca de maraca. El final, que se agradece que llegue, no es ni medio simpático. Lo dicho, para olvidarse de ella lo más rápido posible.

Cartel de Bushwick
Cartel de Bushwick

Pero claro, después de Bushwick va Sitges 2017 y te planta delante de la cara Thelma de Joachim Trier. Personalmente de lo mejor que he visto en los días de festival junto a Brawl in Cell Block 99. Thelma es el Raw o el Goodnight Mommy de este año. Propuesta diferente, un terror elaborado y más profundo que la habitual inyección ocular del horror de sustos y criatura. En Thelma se nos cuenta el primer año de facultad de nuestra protagonista, una joven atrapada en una familia de catolicismo exacerbado. Sus primeros flirteos con el alcohol, los chicos y sobre todo una compañera con la que descubre su verdadera sexualidad, son el complemento ideal o detonantes definitivos para que descubramos la verdadera realidad de la protagonista, es poseedora de una extraña capacidad para que sus más oscuros deseos acaben tornados en cruda realidad. Ritmo pausado, pecado asfixiante y mucho sentimiento de culpa. Merece un visionado, dos o tres, para descubrir que Thelman podría encajar perfectamente en el clásico de las mentes poderosas que es Scanners de David Cronenberg.

Cartel de Thelma
Cartel de Thelma

Ya con el pecho henchido tras ver Thelma uno se lanza a ver Sword Master 3D de Derek Yee, un wusia 3D con tanto croma que duele cada vez que abres los ojos entre cada pestañeo. Si encima le metes la mayor ración de pagafantismo del siglo el resultado roza lo bochornoso. Aburrida, hiperactiva y larga como suele ocurrir con las producciones coreanas de este tipo. Rizan tanto el rizo que uno acaba esperando que termine cuanto antes (y no es fácil que llegue el final). Se agradece que los actores sigan siendo los protagonistas de las escenas de acción, debe haber cable para dar y tomar, pero el extremo que propone Sword Master 3D con el uso de pantallas croma es de escándalo. No hay nada natural, todo es croma, croma y más croma. Además, el 3D tampoco es que ayude mucho porque aporta cero a un tipo de cine que cuesta que innove salvo en contadas ocasiones.

Cartel de Sword Master 3D
Cartel de Sword Master 3D

El caso de Gloves Off es lo que más me deja desconcertado (y me chirría). Está en la sección Oficial Fantàstic Fora de Competició y de fantástico no tiene nada. ¿Recordáis lo de Snatch: cerdos y diamantes con Brad Pitt participando en peleas de gitanos? Pues Gloves Off es eso mismo, una comedia británica con boxeo gitano. El dueño de un gimnasio en quiebra, donde conviven varios jubilados, un tipo en silla de ruedas y un joven de la calle, debe hacer frente a un embargo de 70.000 libras. En su vida aparecerá una madre soltera y la oportunidad de ganar esa cantidad de pasta participando en un combate gitano de esos que no deben ser muy legales. Chistes fáciles, humor de consumo rápido y nada más. ¿Qué tiene esto de fantástico? Pues nada de nada. La han colado en la sección de Annabelle: Creation, Musa, Leatherface, La piel fría, Happy Death Day o What happened to Monday?. Alucinante porque no tiene ni pies ni cabeza.

A falta de cartel, foto de Gloves Off
A falta de cartel, foto de Gloves Off

El plato final para este día lo puso la producción española Marrowbone del
asturiano Sergio G. Sánchez, o El secreto de Marrowbone. Con un reparto internacional encabezado por Anya Taylor-Johnson, que ya dejó flipado al respetable con La Bruja (The Witch) y no hace mucho con Múltiple (Split), George Mackay y Mia Goth. El debut de Sánchez en la dirección es encomiable. Habiendo sorprendido con lo guiones de Lo imposible y El orfanato, ambas de Juan Antonio Bayona, y contar con el apadrinamiento de este para este proyecto, el resultado cinematográficamente hablando es una delicia visual que recuerda y mucho a ese tipo de producciones británicas a la Hammer como por ejemplo La mujer de negro (Lady in Black). Ese tono clásico, ese misterio creciente, esa música envolvente y ese buen trabajo de dirección de actores, hace de Marrowbone una buena propuesta. Pero claro, no todo iba a ser maravilloso y Marrowbone adolece de un gran problema que es el salto de fe que supone al espectador haber creído todo lo visto para dar OK al final que termina proponiendo. Sánchez lo hace todo bien pero acaba forzando la máquina sobremanera y repitiendo un cuento que, encima, ya nos había contado. Desde luego es gratificante el resultado, pero el engaño está sobre la mesa y si uno hace repaso mental de lo visto comienza a descubrir los flecos dejados… que son unos cuantos.

Cartel de Marrowbone
Cartel de Marrowbone

 

Sigo dejando para más adelante el tercer día de festival. Ahora vamos con el quinto, por lo tanto hoy. El recorrido es variado, desde la adaptación literaria con más profundidad de la que realmente aparenta La piel fría de Xavier Gens, la macabra visión de post-guerra Maus de Yayo Herrero, la perfectamente elaborada en bucle A Day de Sun-ho Cho y la curiosa animación Have a Nice Day de Jian Liu. Al tema…

Comenzó la jornada con La piel fría de Xavier Gens, adaptación dicen que bastante fiel de la novela de Albert Sánchez Piñol. No deja de ser La piel fría una visión en modo terror lovecraftiano de las muy habituales y constante batallas entre indios (poned seres anfibios) y vaqueros (colocad en este caso a los dos protagonistas "humanos). No deja de ser una nueva propuesta de la habitual idea cinematográfica del descubrimiento de un nuevo mundo donde los protagonistas se ven obligados a la convivencia chocando por lo tanto sociedades completamente diferente a las que hasta ahora se conocían. Es por lo tanto, un relato clásico y no sorprendente por lo tanto pero, mucho ojo, muy bien llevado al terreno del terror de criaturas nocturnas. Protagonizada por David Oakes, una irreconocible Aura Garrido y Ray Stevenson, La piel fría sufre sin embargo de un problema en forma de exceso repetitivo. Ojo, en cada vuelta dentro del bucle batalla el espectador va conociendo más y más de los tres participantes, de su pasado, de sus secretos, de los misterios que ocultan y las ganas que tienen de saber sobre el que se sienta a su lado. Por lo tanto, se agradece la propuesta de un viejo cuento llevado a un terreno al que hasta ahora nunca había sido llevado. Merece verla.

Cartel de La piel fría
Cartel de La piel fría

Del buen sabor dejado por La piel fría va uno y cae en el infierno de Maus. Dirigida por el canario Yayo Herrero, y con un reparto internacional que puede que le sirva para entrar en otros mercados, la propuesta es una tediosa bajada al infierno de post-guerra. En este caso nos vamos al presente de la guerra Bosnia (masacre de Srebrenica), con una pareja cruzándose en el camino de dos descerebrados que viven ocultos en un bosque. En medio del fregado una especie de ser protector de la religión musulmana que vaya por dios. Rodada cámara en mano resulta desesperante la elección de Herrero de plantar el plano todo el rato en el cogote de los protagonistas, haciendo si cabe más desesperante el visionado de la obra. Sumemos oscuridad permanente, ideas peregrinas y un juego modo "esto que has visto era fruto de tu imaginación" que, tristemente, no sabe diferenciarse generando llegado el momento duda sobre todo lo que ves, cuando antes elementos del mismo calado si acaban siendo clasificados como falsos. Por lo tanto, un nuevo extra para desear que la película acabe cuanto antes. Ah, y ese final… madre mía, no contento el aserto final te hace poner cara de WTF.

Cartel de Maus
Cartel de Maus

Momento de una de las proyecciones más gratificantes del festival. Alejada por completo del género fantástico al uso, la coreana A Day es un día de la marmota llevado a un extremo destructivo como un accidente de tráfico en el que hay varios muertes. Un padre que ve morir a su hija, un joven que ve morir a su pareja y un taxista metido en medio del cambalache este. Lo glorioso de A Day es la forma en la que su director Sun-ho Cho hilvana todos los detalles habidos y por haber para que no quede ni un resquicio que provoque error en la narración. Este detalle es crucial para hacer un producto serio y A Day lo es. De principio a fin te mantiene, todas las repeticiones son diferentes, unas desesperadas, otras desmoralizantes, otras esperanzadores y otras dedicadas a la meditación para evaluar cómo se puede cambiar el triste destino. Inteligente, hábil en su plan y, sin lugar a dudas, un acierto. Si podéis echadle un vistazo, vale la pena.

Cartel de A Day
Cartel de A Day

El punto y final del día lo puso Have a Nice Day, una historia múltiple de enredo como las que hace, con todos los respetos, Quentin Tarantino. Un robo en una construcción (que algo oculta) y un enredo múltiple con personajes variopintos como el matón de turno, una pareja de descerebrados, la hermana de la prima, el tío segundo, el jefe de la mafia, un pintor en un maletero, un fulano que es digno del premio novel de ciencia y nuestro protagonista… el que quiere que su novia se haga de nuevo la cirugía plástica porque ha quedado mal. La idea de Jian Liu, director y a la par que guionista, es desde luego muy original. Simpática en concepto y en ejecución, pero seguro que con otro tipo de animación ganaría eones, la ofrecida por el equipo de Jian Liu es demasiado estática y patillera. El ritmo coreano en este caso no ayuda, dura cerca de 80 minutos pero se hace larga, y eso que el enredo es escandaloso y por momentos hasta divertido. De esas películas que ponen todas las fichas del dominó sobre la mesa y acaba dando el golpecito de gracia para que se caigan todas las fichas. Aburre, no lo puedo negar, pero tiene algo que en otra situación daría mucho juego.

Cartel de Have a Nice Day
Cartel de Have a Nice Day

 

Vamos con otro de los días de cine en Sitges 2017, turno de Musa de Jaume Balagueró, de The Cured de David Freyne y de una sesión con Q&A donde pudimos ver Suspiria junto a Dario Argento y Guillermo del Toro, luego también pudimos repasar La Cumbre Escarlata (Crimson Peak)… que todo sea dicho mejora como el buen vino.

Arranco con el nuevo producto de Balagueró, el director de la muy molona Los sin nombre, de la genial propuesta [REC], de las menores Darkness o Frágiles, y de la fabulosa Mientras duermes, demos gracias a Alberto Marini por ese guión y ese cabrón de nivel insoportable que era el personaje de Luis Tosar. El tema es que desde aquel 2011 de éxito el bueno de Balagueró nos ha ofrecido la bastante terrible [REC] 4: Apocalipsis, ni pies ni cabeza, y ahora presenta Musa… Sí, Musa, un fiasco de muy señor mío, propuesta caduca en tiempos en los que la fórmula propuesta, manida a más no poder, no termina por funcionar. ¿Qué hace Balagueró? Pues contarnos una historia de brujas, anodina, con un reparto infrautilizado en la que Manuela Vellés aparece unos minutos en pantalla (el 95% de su tiempo desnuda), donde Franka Potente transita, donde Christopher Lloyd cobra cheque y pone caras, donde Joanne Whalley parece aparecer lo mismo que Leonor Watling (para los restos), y donde protagonizan Ana Ularu y Elliot Cowan… los mejores pero no por ello la salvación. Una historia que recuerda al cine que ya hizo Balagueró a finales del siglo pasado… no se puede negar, Musa es lo mismito que Los sin nombre, investigación y desenlace. Fin. Propuesta tristemente floja y que no augura nada bueno como el director nacido en Lleida no trate de ofrecer algo diferente (como ya hiciera en 2011).

Cartel de Musa de Jaume Balagueró
Cartel de Musa de Jaume Balagueró

La otra novedad de este 2017 es The Cured, film irlandés con serias referencias a viejos problemas anclados en la mente del pueblo del lugar, pero donde se cambia el cromo del no quiero a los ingleses por el no quiero a esa gente curada que en otro tiempo fueron zombis. Bueno, sería al revés, los ex-zombis son los irlandeses y los irlandeses son lo antiguos ingleses que se zurraban con el IRA en la agitada Ulster del siglo pasado. Más o menos. En fin, el tedio se apodera de una historia original en la que los ex-zombis son tratados como apestados, primero por contener el virus que los infectó, segundo porque recuerdan, en forma de pesadillas nocturnas, todo lo que hicieron en esa otra vida. Vamos, una cosa rara pero no desacertada. Lo malo, que te meten por en medio una guerra entre los sanos y los curados, una que de regalo alarga una historia que no tiene mucho más que ofrecer y donde el obligado aplauso final (un clásico en Sitges cuando acaba la película) se produce unas cuatro veces, demostrando su director que no sabe terminar el fin… y de hecho, ¡ni lo termina! Aparece Ellen Page y poco más, para obviar.

Cartel promo de The Cured de David Freyne
Cartel promo de The Cured de David Freyne

De regalo tuvimos una sesión de Q&A con Dario Argento y Guillermo del Toro tras revisar la versión 4K de Suspiria del maestro italiano. Una delicia visual, diferente, repleta de momentos únicos, con la música de I Globlin, con la truculencia clásica del Giallo, plagada de secretos y paranoia. Obra maestra de este director junto a su Rojo Oscuro (Profondo Rosso), a su El pájaro de las plumas de cristal (L’uccello dalle piume di cristallo), sin olvidar Inferno, Tenebre o Phenomena. En fin, disfrutar de esta joya en pantalla grande, a todo volumen y con el masivo uso del color que hace es una experiencia única, similar a la del año pasado con Carga maldita (Sorcerer) de William Friedkin, oportunidades que no se puedes desaprovechar. De regalo, pues la posibilidad de volver a disfrutar de La Cumbre Escarlata, ese film romántico antiromántico gótico que no llegó a funcionar en taquilla (sencillamente porque lo vendieron como le dio la gana a Legendary). Vista nuevamente gana y mucho. Es una historia completa, muy bien elaborada y rodeada de todas esas inquietudes que mueven al director mexicano. El premio, asistir a la Q&A, hacer una pregunta a Dario Argento sobre la relevancia del uso de espejos en algunas de sus películas (son las piezas que desvelan los grandes secretos) y ver como Guillermo del Toro aplaude tu pregunta y grita "Genial pregunta cabrón!".

Cartel de Suspiria de Dario Argento
Cartel de Suspiria de Dario Argento

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Y así arrancó la 50ª edición del Sitges – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, con Guillermo del Toro, recién llegado de Los Angeles, presentando su nueva obra cinematográfica: La Forma del Agua (The Shape of Water, 2017). El director mexicano inaugura una nueva era en su carrera profesional presentando un clásico instantáneo que desprende madurez, sensibilidad y esperanza por todos los lados. Es La Forma del Agua un cuento de hadas, absolutamente delicioso, pero es al mismo tiempo una historia de amor verdadero, un film crítico con las represiones pasadas, presentes y futuras por género, sexualidad y raza. Es La Forma del Agua una historia de oportunidades, de derecho a la felicidad sea cual sea tu condición, y de obsesiones. Guillermo del Toro mezcla magistralmente todo, en una época donde la desconfianza se veía reflejada en todos los estamentos sociales. Es La Forma del Agua una película emocionante, vibrante y que no oculta nada, directa (el agitado despertar de nuestra protagonista todas las mañanas) y sobre todo muy sensible. Se apoya el director mexicano en un diseño de producción precioso, algo que ya exploró con grandeza en La Cumbre Escarlata (Crimson Peak), y riega este cuento de amor eterno con evidentes referencias a clásicos del cine como La Mujer y el Monstruo (Creature from the Black Lagoon) o la literatura universal como La Bella y la Bestia. Es La Forma del Agua una película que se debe ver, disfrutar y sobre todo sentir. Las emociones están ahí y todos tenemos algo de estos protagonistas en nuestro interior.

Precioso cartel de The Shape of Water
Precioso cartel de The Shape of Water

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La verdad, tras darle muchas vueltas se me hace francamente difícil, o casi imposible, hablar de madre! (mother!) de Darren Aronofsky sin entrar en el terreno de los SPOILERS. ¿Por qué? Os preguntaréis, pues porque la nueva obra del director de Pi, Réquiem por un sueño (Requiem for a Dream), Cisne Negro (Black Swan) o El luchador (The Fighter), vuelve a rizar el rizo sobre lo divino, filosófico y terrenal como ya hiciera en La fuente de la vida (The Fountain) y Noé (Noah). En esta ocasión el viaje que nos propone Aronofsky es completo, de principio a fin uno descubre una mayúscula alegoría no sólo a la Tierra, si no que a la Biblia, o a temas tan actuales como las tendencias o los extremismos. Por lo tanto esta entrada de hoy, dedicada al film protagonizado por Jennifer Lawrence y Javier Bardem, más la participación no anecdótica de Ed Harris, Michelle Pfeiffer o los hermanos Brian y Domhnall Gleeson, llega en forma de qué pienso que ha hecho Aronofsky con madre! y que es lo que entiendo nos ha querido explicar. Añado antes de arrancar que madre! no es una película cómoda. Es compleja de ver, no se disfruta (más bien se sufre), y, sobre todo, marea por su formato y su ritmo paranoico. De hecho, lo que más llama la atención es que la primera sensación tras salir del cine es que no has entendido nada, o puede que hayas visto la primera capa de la alegoría global. Es luego, tras meditarlo, tras hablarlo con amigos, cuando descubres el verdadero trabajo de Aronofsky. Uno especial, no del gusto de todos, y que seguramente no acabe gustando a la inmensa mayoría.

madre! es en primer lugar una alegoría divina sobre la creación. Lo curioso del tema es que arranca la historia por el final, una catarsis destructiva para acto seguido comenzar su narración como si de un flashback se tratara (engaño). Bardem es un escritor sin ideas, un creador sin objetivo que, poco a poco, va llenando su mundo, como hace Dios, de cosas. Este mundo, representado por la casa / el personaje / o la musa que encarna Jennifer Lawrence (aquí no tengo claro si son una unidad o elementos diferentes) arranca siendo un "Paraíso" (así lo define la propia actriz). Ese paraíso comienza a llenarse de vida con la llegada de Ed Harris, al que sigue esa tentación que es Michelle Pfeiffer y sus hijos, los hermanos Caín y Abel… perdón, los Glesson. Al tiempo nuestra madre! descubre que todo lo que le supone vitalidad, todo lo que es ella misma, se desmorona. La alegoría sigue creciendo y de alguna forma se hace referencia ya no sólo a más aspectos mesiánicos / bíblicos, si no que el director decide pararse en temas más presentes como la guerra, los extremismos, los falsos ídolos, fanatismos varios o la represión social en general. Todo esto afecta de una u otra manera a nuestra madre!, esta Tierra que poco a poco estamos matando. Y en estas Aronofsky elige un elemento que causa la catarsis que vivimos al principio de la historia y vuelta a empezar.

Es para pensar, darle vueltas, buscar referencias y hacer un análisis detallado de las diferentes atrocidades que están marcando la progresión de la humanidad a lo largo del tiempo. Otra visión es darle una vuelta 100% bíblica y sacar la comparativa total de lo que Aronofsky nos muestra con los escritos de la iglesia. En definitiva, una historia no para el gusto de todos y con demasiados entuertos referenciales que de partida cuesta entender.

Darren Aronofsky descubre el cartel de Mother!... madre del amor hermoso
Darren Aronofsky descubre el cartel de Mother!… madre del amor hermoso

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En los tiempos que corren estaba claro que algo iba a chirriar en una nueva adaptación del clásico escrito por Stephen King "It". Esa curiosa moral que impera al otro lado del charco, esa donde hay ciertas barreras que no se pueden traspasar porque consideran puede acabar degradando un producto a una segunda fila no rentable, iba a golpear de nuevo. Por otro lado, el espectador / aficionado siempre debe tener claro que todo depende de lo que se espere ver en pantalla, si una adaptación o una traslación. Así que, no cabía duda que llevar tal cual la obra de King al cine según el modelo que ahora rige no iba a ser posible. El actual control, y las ganas de llegar a más público por parte de los estudios no lo iba a permitir. Por ello el It de Andy Muschietti es como es y por eso mismo debe valorarse dentro de ese nuevo cine en el que se mueve.

¿Podrían haber dado a entender esas partes de la obra no incluidas? Sí. ¿Podrían haberlo directamente plasmado? Desde luego, nada lo impide. ¿Que efecto habría provocado? Controvertido pero en ojos de la MPAA no trasladable a las salas comerciales… y sí, puedes hacerlo así o asá, pero no iba a ser lo mismo y para dobles sentidos, o mensajes indirectos que te dejan a medio camino, ¿mejor no hacerlo?

Bajo este prisma uno se sienta a ver It y descubre un nuevo episodio del terror que arrasa este nuevo siglo, un terror mainstream que para más INRI ha acabado vestido de inesperado blockbuster y, sobre todo, gran éxito de taquilla (274 millones recaudados a hoy 15/09). Andy Muschietti es un buen director, tras su debut con el también horror de Mamá (Mama), recibió un complejo segundo encargo que encima debía aplacar la discutida y no deseada salida de Cary Fukunaga (la superlativa primera temporada de "True Detective")… este todavía figura como co-guionista del nuevo It junto a un tal Chase Palmer y la máquina de escribir miedo para todos Gary Dauberman (The Nun, Annabelle: Creation, Wolves at the Door, Crawlspace, Annabelle o Ciénaga diabólica). Con estos mimbres, nada malos, lo que se construye aquí es un producto que funciona de manera tan eficiente que no cabe duda que hay mucho análisis por detrás y mucho vamos a seguir los caminos marcados que en estos momentos son aplaudidos.

Tenemos una historia francamente bien hilada y que de forma directa y gradual te va metiendo el miedo en el cuerpo. Apoyada en lo moderno de los medios, It es un genial reflejo de aquellos años en los que la obra nos sitúa, trasladando al espectador a mediados / finales de los 80. Sus estrenos de cine, sus coches, la estética de las cosas, ese efecto retro que ahora todo lo domina, está presente (no era posible que no lo estuviera) en el nuevo It.

La película cuenta además con un reparto de chavales sorprendentes, que al igual que uno de los últimos grandes hits televisivos, está formado por nombres nada conocidos. Jaeden Lieberher, Sophia Lillis, Finn Wolfhard (este ha salido de la factoría de "Stranger Things"), Jeremy Ray Taylor, Chosen Jacobs, Jack Dylan Grazer y Wyatt Oleff. Un buen equipo de niños que protagonizan como ocurriera en Cuenta conmigo (Stand By Me) o en parte de El cazador de sueños (Dreamcatcher), una historia de adultos salida de la perversa mente de Stephen King. Lo curioso, entre todos ellos destaca la tremenda naturalidad de la Lillis, una Millie Bobby Brown en potencia que seguro veremos mucho más a partir de ahora.

El resto es un terror fresco, con un nuevo Pennywise, muy bien Bill Skarsgård, configurado bajo las nuevas tendencias (por otro lado inconcebibles en 1990). Adaptación abiertamente violenta, bravo, y que traslada mucho más mal rollo vía esas otras historias ya personales que pueblan este cuento de terror que por la propia presencia del payaso. De regalo una banda sonora al uso, que funciona, que no chirría, y la consabida combinación de efectos digitales con prácticos. Hay para todos y bastante bien mezclados. No explota los golpes sonoros para dar el susto y prefiere experimentar más con el in crescendo de la desesperación de los personajes y las situaciones. Merece la pena verla y esperar por esas segunda parte que debería llegar cuanto antes si no quieres que los chavales peguen el estirón de forma repentina…

Fabuloso primer cartel de It de Andy Muschietti
Fabuloso primer cartel de It de Andy Muschietti

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Pues nada, tras un fin de semana de despedida llegó el momento de pasarse por el cine para disfrutar, y recalco esto último, de Spider-Man: Homecoming de Jon Watts. La tercera versión cinematográfica de la era moderna del trepamuros de Marvel se está ganando con merecimiento el título a versión más fresca y acertada si lo que uno pretende es cambiar por completo los aires con los que hasta ahora conocíamos a Peter Parker. Marvel Studios ha metido mano, hasta el fondo, y esto se nota.

¿Pensasteis alguna vez cómo habría sido una adaptación de las aventuras del asombroso Hombre Araña? Pues por lo pronto Spider-Man: Homecoming es la versión más teenager y cercana que podríamos imaginar, una historia bien narrada en la que el famoso lema de un poder conlleva una gran responsabilidad queda más que patente aunque no sea necesario ni citarla… Tony Stark (Robert Downey Jr.) ya lo deja caer varias veces en modo sermón del que sabe de qué va la cosa (en modo padre lo describe él, se podría decir que sabe más el diablo por viejo que por diablo en su caso). Segundo, el nuevo enfoque aúna lo que define al Spider-Man original: un superhéroe de barrio en sus inicios que mira por ese vecino al que atracan en su puesto callejero, o a esa señora mayor a la que hay que llevarle la bolsa de la compra. Tercero, el instituto, las implicaciones de hacer convivir la vida del héroe con los estudios o las actividades escolares, al tiempo que hace sus pinitos evitando atracos y otras cosillas como por ejemplo enfrentarse a avezados villanos con ideas mucho más pérfidas de lo que el propio héroe puede ni si quiera imaginar. Sumemos comedia, acción sobresaliente y los obligados guiños al mundillo que emula, que es, sin ir más lejos, el del cine teenager de enredo de John Hughes… porque el homenaje va más allá de la propia referencia, Todo en un día (Ferris Bueller’s Day Off) vive en esta historia.

Spider-Man: Homecoming aprovecha además una situación ideal, habiéndose generado un universo completo y detalladamente definido en el muy extenso MCU, el villano de turno ha nacido de él y, como parásito, es un aprovechado de la situación (como ya se había contado en uno de los one-shot que Marvel Studios rodó allá por 2012, "Marvel One-Shot: Item 47" se titulaba). La idea es la misma, Marvel Studios ahí lo ha tenido fácil, ya que de todo lo Chitauri se pueden sacar muchas cosas… interesante ver cómo van perfilando la fusión de todo lo contado hasta ahora para que ese MCU sea más y más rico en detalles y relaciones. De paso Adrian Toomes, genial ese Michael Keaton de mil caras, es un villano muy terrenal, no un ser con poderes, lo que mueve a Keaton son otros valores, o intereses, más sorprendentes de lo que inicialmente esperas. Luego tenemos el factor Tom Holland, actor de 21 años que aparenta mucho menos y que por lo tanto encaja como un guante en el personaje. No es bonito comparar, pero a Holland le queda el traje como un guante. Este quizás sea su mayor hándicap, o ventaja según se vea. Spider-Man vive en el mundo Tony Stark y aunque no esté presente tanto como se ha dado a entender en su larga campaña promocional, sin lugar a dudas todo funciona como funciona gracias a la intervención del magnate. Discutible.

Pero bueno, detalles que no ensombrecen, para nada, una historia fresca, divertida, dinámica, entretenida y repleta de chascarrillos. De paso no queda exenta de guiños al personaje con sutiles referencias a todo lo que rodea a Spider-Man.

Simpático cartel de Spider-Man: Homecoming a lo Todo en un día
Simpático cartel de Spider-Man: Homecoming a lo Todo en un día

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Pues aquí tenemos el tercer episodio de una trilogía que arrancó en 2011 y que ha ido evolucionando a mejor, tras el arranque de Rupert Wyatt, gracias al trabajo realizado por Matt Reeves en su segunda y tercera parte. La guerra del Planeta de los Simios (War of the Planet of the Apes), cierre mayúsculo, basa su historia en un camino que discurre por dos senderos claramente definidos, el bélico mucho más cercano al subgénero de las grandes evasiones en el que se enfrentan humanos y monos, y el mesiánico, en el que nuestro protagonista César (Andy Serkis) busca la redención en un entorno en el que, cómo líder, es el guía de un nuevo pueblo que pese al paso de los años sigue siendo joven e inexperto.

Nuevamente la incomprensión y el odio exacerbado lleva al ser humano a mostrar su cara más odiosa como ya ha ocurrido a lo largo de la historia (la propia de la saga y la de nuestro mundo real). Además, esta vez la batalla toma un cariz diferente, uno basado en el encabronamiento del Coronel (Woody Harrelson), una suerte de Walter E. Kurtz que, convencido de que la culpa es de los monos, quiere aniquilar a los primates al tiempo que hace lo propio con su propio pueblo. Ya lo descubrimos en la muy notable El amanecer del planeta de los simios (Dawn of the Planet of the Apes), también de Reeves, la raza humana se extingue sin solución por el virus de los monos y no hay nada que hacer. Por lo tanto, si uno puede ser causa o efecto del virus entonces sobras… esa es la visión del personaje de Harrelson: villano, obsesionado y básicamente trastornado.

Pero este odio reluce en ambos lados. En el humano ya lo he explicado antes, pero en el lado de los simios no se andan con chiquitas. Por César pasan los años y no es en vano. Las tensiones del pasado, Koba siempre estará presente, provocan en el líder dudas, resquemores y, por ende, odio. Su primer encuentro con el Coronel no hace más que disparar el desquicie de nuestro protagonista, y este odio provocará que se desboque más allá de las posibles consecuencias que más adelante dará como resultado. Ahí es donde la humanidad de César está más presente. Sus sentimientos, el sufrimiento al que se ve enfrentado, es propio de los humanos acabar tomando decisiones arriesgadas y alocadas, en muchas ocasiones poco meditadas y que tendrán seguramente efectos nefastos sobre tus iguales.

La guerra del Planeta de los Simios es la historia de dos mundos diferentes, pero en el fondo muy iguales. Tecnológicamente desequilibrados pero, en el fondo, que buscan un objetivo común… la supervivencia. A la ya de por sí gran historia que nos plantean los guionistas Mark Bomback y el propio Reeves, debemos sumar la maestría musical de Michael Giacchino, genio que logra llegar al corazón al tiempo que a la mayor de las emociones. De regalo Reeves dirige una película casi sin diálogo, de miradas, de sensaciones y de decisiones pero, eso sí, no exenta de momentos de acción sin freno (la secuencia de arranque es vertiginosa). En definitiva, vale mucho la pena y creo que es el cierre ideal para un enfoque del inicio que, si regresara, debería viajar en el tiempo mucho más adelante para evolucionar en otro momento relevante del universo del Planeta de los Simios.

El cartel final de La Guerra del Planeta de los Simios, cine con mayúsculas
El cartel final de La Guerra del Planeta de los Simios, cine con mayúsculas

Publicado por Uruloki en
 

Del director de Shaun of the Dead, del responsable de Arma fatal (Hot Fuzz), del genio que adaptó Scott Pilgrim contra el mundo (Scott Pilgrim vs. the World), del apocalíptico padre de Bienvenidos al fin del mundo (The World’s End)… estos son los cuatro proyectos que definen la carrera cinematográfica de Edgar Wright, "Spaced" es harina de otro costal, y Baby Driver es la última joya que se ha sacado de las manos.

Baby Driver es cine rodado a ritmo, decenas de secuencias medidas al milímetro para que ese paso, ese movimiento de manos, ese guiño o mueca y es giro de volante, coincidan con un toque musical de la pieza que en ese instante esté definiendo la vida de Baby (Ansel Elgort). Baby Driver es originalidad, una fusión imposible de géneros como el musical roquero y el cine de persecuciones que lleva sembrando las pantallas desde hace ya unas cuantas décadas (aunque de forma bastante esporádica). Baby Driver es a Edward Wright lo que Ronin a John Frankenheimer o lo que Punto límite: cero (Vanishing Point) a Richard C. Sarafian… un punto destacado en sus filmografías. Baby Driver es cine sorprendentemente violento en la que un joven obligado a cumplir un pacto de sangre por un error de adolescencia debe lidiar con tipos ansiosos por apretar el gatillo y que responden a motes tan básicos como Doc (Kevin Spacey), Buddy (Jon Hamm), Darling (Eiza González)o Bats (Jamie Foxx). Baby Driver es velocidad, mucha, rodada con sobresaliente maestría y donde nada se nos puede escapar. Baby Driver es también una curiosa historia romántica, el nacimiento de una odisea de amor donde las miradas, la música y los diálogos breves hacen que más temas por el destino que les espera.

Edgar Wright, después del fiasco Ant-Man, se despeina y ofrece una de sus mejores películas, tan frenéticas como las anteriores aunque en lugar del in crescendo habitual, en Baby Driver ya vas todo el rato por encima de las revoluciones permitidas. Da gusto ver lo bien que se le ha salido al director británico su nueva aventura, y se demuestra que la independencia personal que define su cine es la mejor carta de presentación posible. No hay nada como mantenerse alejado de las grandes corporaciones y los grandes estudios que terminan por obligarte a hacer lo que el mercado les demanda.

Baby Driver es una joya, imparable, que parte a alto nivel y acaba completamente descontrolada en un tercer acto donde el consumo de gasolina deja completamente vacío el depósito del despiporre. Debe verse una y más veces para pillarle los detalles, para fijarse en la imposible coreografía que han parido, y, sobre todo, para disfrutar de una sensación de velocidad auténtica. No puedo contar nada porque debe disfrutarse sin descubrir todos los secretos que oculta, que no son pocos y sorprendentes.

El último póster molón de Baby Driver
El último póster molón de Baby Driver

Publicado por Uruloki en

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