Este pasado viernes acudí con muchos temores al cine con intención de ver Hombre de Negro 3 (Men in Black 3, 2012) de Barry Sonnenfeld, el regreso a la gran pantalla, tras una década de descanso, de una de esas franquicias comiqueras y de ciencia ficción que arrancaron como mejor se podía haber hecho, pero que en su segunda parte perdió toda la confianza ganada en aquel ya lejano 1997. Pero lo que es verdad es que mis temores se tornaron en felicidad cuando para mi sorpresa descubrí en este tercer episodio de la franquicia una película notable y entretenida en muchos de sus aspectos. Bastante fresca, una historia divertida con un villano sobresaliente encarnado por Jemaine Clement, los mejores efectos especiales prostéticos vistos en este milenio y una genial química entre un cada vez más talludito Will Smith y un mimético Josh Brolin que toma el relevo temporal a un muy gastado y parece que obligado Tommy Lee Jones. Vale que no vienen a inventar la rueda, y se sabe que es un proyecto gestado por Smith para recuperarse tras unos cuantos años desaparecido de la gran pantalla dedicado mucho más a temas de producción y promoción de su hijo. Pero pese a eso, y a que en algunos momento la película sufre de parones que buscan más el punto melancólico de la historia que el puro divertimento, Hombre de Negro 3 cumple con creces haciendo olvidar aquel desastroso Hombres de Negro 2 (Men in Black 2, 2002). De hecho diría que roza el punto de calidad de su primera parte, sobre todo cuando nos referimos al momento 1969 donde la versión anciana de K desaparece del mejunje.

Uno de los carteles de Hombre de Negro 3
Uno de los carteles de Hombre de Negro 3

El peligroso criminal boglodita Boris "El Animal" (Jemaine Clement) se fuga de su encierro en una prisión lunar y decide viajar en el tiempo para así hacer un ajuste en la línea temporal que vivimos en estos momentos. Ayudando a su yo del pasado podrá acabar con el agente K (Josh Brolin) y así eliminarlo de la ecuación del futuro, chao K (Tommy Lee Jones). El efecto además servirá para que el fin de la Tierra se produzca más rápido de lo que desearíamos. El agente J (Will Smith) deberá seguir a Boris al pasado y viajar al año 1969 donde, de paso, tendrá que volver a convencer a su en un futuro compañero K para intentar resolver el entuerto que pretende provocar Boris.

Un lío divertido donde destaca sobremanera el espectáculo visual gestado por el impagable maestro del maquillaje prostético Rick Baker y su equipo creativo, donde puedo confirmar que tenemos a un español como Arturo Balseiro colaborando en modo diseño de alguno de los extraterrestres que se ven. Ya solo por eso vale la pena echar un vistazo al film, criaturas imposibles, homenaje en toda regla, bendito viaje al pasado, a todas esas imaginativos invasores que llenaron la pantalla en las eras más gloriosas de la ciencia ficción pulp. Una demostración de que los efectos clásicos siguen aportando valor a una película donde sin embargo el desarrollo digital no destaca tanto, y cuando lo hace no es que sea para nota. Junto a esto la obligada fanfarria de Danny Elfman y el retorno de medio equipo técnico que ya trabajara con Sonnenfeld en el 1997, Bo Welch por ejemplo. Un guión solvente escrito por Etan Cohen, uno de los maestrillos de la comedia en la última década de Hollywood gracias a su irreverente Tropic Thunder: ¡Una guerra muy perra! (Tropic Thunder, 2008), y en definitiva un producto válido que completa, y personalmente cierra, una franquicia que poco más podrá ofrecer si no opta por pasar de Smith, le gusta, y Jones, se le nota francamente cansado y gastado. Ah, y no puedo despedirme sin comentar el fabuloso momento Andy Warhol (Bill Hader) o la siempre divertida pantalla de la base de los Hombres de Negro, nuevamente esos famosos que les toca ser extraterrestres… algunos pueden pasar por ellos sin dudarlo.