Hay que reconocer que de vez en cuando las esperanzas sobre Hollywood se renuevan con frescura y buenas ideas que, por otro lado, tampoco se necesita que sean 100% originales. Josh Trank, nuevo hijo mimado de la 20th Century Fox, ha sido suficientemente habilidoso y visionario como para aunar en un mismo producto dos de las tendencias que marcan el tempo al otro lado el charco. Trank es el responsable, director y guionista, de Chronicle (2012), una pequeña joya cinematográfica que fusiona generosas dosis de concepto comiquero superheroico al que tan bien estamos acostumbrados, con los repetitivos proyectos basados en metraje encontrado, más una ración importante de drama social teenager donde se tratan temas siempre actuales como el maltrato juvenil, el mobbing escolar o la marginalidad basada en la reinante existencia de estratos sociales.  Y es que Chronicle va más allá de lo que uno puede pensar volviendo dejar claro que lo que hace a una película destacar sobre el resto no es ni la parafernalia, ni la pirotécnica ni las ínfulas de sobrecogedora pretenciosidad. Que va, basta con narrar lo cotidiano, plasmar muchos de los problemas que visten nuestro entorno, y adornar esto con un traje adecuado y suficientemente lustroso como para que el respetable se sienta llamado para acabar descubriendo una nueva joya que ofrece más de lo que pretendían ver.

Cartel final de Chronicle
Cartel final de Chronicle

Chronicle nos cuenta la historia de Andrew (Dane DeHaan), su primo Matt (Alex Rusell) y su amigo por avatares de la vida Steve (Michael B. Jordan). Andrew vive en un hogar que se desmorona. Su madre se muere y su padre, un bombero en baja permanente y que vive al límete en base a un pírrico subsidio, lo usa como saco de arena para aplacar la frustración que le domina. La vida de Andrew no mejora fuera de los muros que definen su círculo familiar. En el instituto es objeto de las burlas de sus compañeros y para más INRI no destaca por nada. Una noche de fiesta teenager, donde se gana un nuevo par de hostias, descubre junto a Matt y Steve, niño pijo y lumbreras el instituto, un extraño objeto. El resultado tras entrar en contacto con el elemento es que los tres jóvenes comienzan a desarrollar ciertas habilidades propias de los habituales superhéroes del mundo del cómic. Lo que comienza siendo un juego, que por otro lado permite Andrew aislarse de su cotidiana desgracia familiar y ganar cierta notoriedad, irá evolucionado hacia algo con consecuencias no pensadas.

Y esto es Chronicle. El Monstruoso (Cloverfield, 2008) del cine comiquero, o el District 9 (2009) del 2012. 15 millones de producción carente de estrellas, con un notable guión y el uso más acertado posible de los medios con los que se han contado. Trank saca todo el jugo al gran valor del film para que resulte si cabe mucho más llamativo. Técnicamente la película es sobresaliente y aprovecha como ninguna sus limitaciones logrando, de paso, ofrecer lo más cercano que tendremos, al menos por ahora, al concepto adaptación de "Akira", no en vano Dane DeHaan figura como principal candidato para encarnar al Tetsuo de la versión por ahora en pausa y que pretende Warner Bros. De la misma forma el film entretiene, te mantiene impactado por todo los acontecimientos y tercia sobre el viejo concepto de que todo poder conlleva una responsabilidad, y más cuando las circunstancias personales actúan como factores decisorios sobre los actos que puedes acabar tomando. En fin, una delicia. De obligada visión y desde ya película a guardar en nuestra estantería de films de culto de la ciencia ficción moderna.