Pues nada, tras un fin de semana de despedida llegó el momento de pasarse por el cine para disfrutar, y recalco esto último, de Spider-Man: Homecoming de Jon Watts. La tercera versión cinematográfica de la era moderna del trepamuros de Marvel se está ganando con merecimiento el título a versión más fresca y acertada si lo que uno pretende es cambiar por completo los aires con los que hasta ahora conocíamos a Peter Parker. Marvel Studios ha metido mano, hasta el fondo, y esto se nota.

¿Pensasteis alguna vez cómo habría sido una adaptación de las aventuras del asombroso Hombre Araña? Pues por lo pronto Spider-Man: Homecoming es la versión más teenager y cercana que podríamos imaginar, una historia bien narrada en la que el famoso lema de un poder conlleva una gran responsabilidad queda más que patente aunque no sea necesario ni citarla… Tony Stark (Robert Downey Jr.) ya lo deja caer varias veces en modo sermón del que sabe de qué va la cosa (en modo padre lo describe él, se podría decir que sabe más el diablo por viejo que por diablo en su caso). Segundo, el nuevo enfoque aúna lo que define al Spider-Man original: un superhéroe de barrio en sus inicios que mira por ese vecino al que atracan en su puesto callejero, o a esa señora mayor a la que hay que llevarle la bolsa de la compra. Tercero, el instituto, las implicaciones de hacer convivir la vida del héroe con los estudios o las actividades escolares, al tiempo que hace sus pinitos evitando atracos y otras cosillas como por ejemplo enfrentarse a avezados villanos con ideas mucho más pérfidas de lo que el propio héroe puede ni si quiera imaginar. Sumemos comedia, acción sobresaliente y los obligados guiños al mundillo que emula, que es, sin ir más lejos, el del cine teenager de enredo de John Hughes… porque el homenaje va más allá de la propia referencia, Todo en un día (Ferris Bueller’s Day Off) vive en esta historia.

Spider-Man: Homecoming aprovecha además una situación ideal, habiéndose generado un universo completo y detalladamente definido en el muy extenso MCU, el villano de turno ha nacido de él y, como parásito, es un aprovechado de la situación (como ya se había contado en uno de los one-shot que Marvel Studios rodó allá por 2012, "Marvel One-Shot: Item 47" se titulaba). La idea es la misma, Marvel Studios ahí lo ha tenido fácil, ya que de todo lo Chitauri se pueden sacar muchas cosas… interesante ver cómo van perfilando la fusión de todo lo contado hasta ahora para que ese MCU sea más y más rico en detalles y relaciones. De paso Adrian Toomes, genial ese Michael Keaton de mil caras, es un villano muy terrenal, no un ser con poderes, lo que mueve a Keaton son otros valores, o intereses, más sorprendentes de lo que inicialmente esperas. Luego tenemos el factor Tom Holland, actor de 21 años que aparenta mucho menos y que por lo tanto encaja como un guante en el personaje. No es bonito comparar, pero a Holland le queda el traje como un guante. Este quizás sea su mayor hándicap, o ventaja según se vea. Spider-Man vive en el mundo Tony Stark y aunque no esté presente tanto como se ha dado a entender en su larga campaña promocional, sin lugar a dudas todo funciona como funciona gracias a la intervención del magnate. Discutible.

Pero bueno, detalles que no ensombrecen, para nada, una historia fresca, divertida, dinámica, entretenida y repleta de chascarrillos. De paso no queda exenta de guiños al personaje con sutiles referencias a todo lo que rodea a Spider-Man.

Simpático cartel de Spider-Man: Homecoming a lo Todo en un día
Simpático cartel de Spider-Man: Homecoming a lo Todo en un día