Con toda seguridad, y escuchando las primeras reacciones al salir de la sala de cine, Malditos bastardos (Inglourious Basterds, 2009) de Quentin Tarantino dará mucho que hablar, y lo más curioso es que lo hará en extremos completamente opuestos. Muchos son los que ven en ella una nueva delicia cinematográfica repleta de ocultos homenajes a grandes secuencias del cine, de momentos surrealistas y propietaria de una historia mágica. Otros tantos comentarán que Tarantino vuelve para vendernos humo en una sobrecargada película, de montaje atropellado, y que demuestra que este tipo endiosado puede hacer lo que le viene en gana, logrando además vestirlo de pomposidad y floritura barata. En mi caso soy los del primer grupo, pero me gustará escuchar opiniones dispares, que haberlas hailas, como as meigas.

Póster español de Malditos bastardos (Inglourious Basterds)
Póster español de Malditos bastardos (Inglourious Basterds)

"Érase una vez… en la Francia ocupada por los nazis". Así comienza la nueva película de Tarantino. Estamos en la Segunda Guerra Mundial, primer año de la ocupación nazi de parte de los territorios franceses. La caza de ciudadanos de origen judío en el país tiene un nuevo director de orquesta, el metódico y extravagante Coronel Hans Landa (Christoph Waltz), al que han puesto el sobrenombre de "El cazador de judíos". Al tiempo, el ejército norteamericano monta un grupo de acción salvaje, un pelotón de soldados judíoamericanos conocidos como "Los bastardos" que bajo el mando del Teniente Aldo Raine (Brad Pitt), y con el Sargento Donny Donowitz (Eli Roth) y el loco Hugo Stiglitz (Til Schweiger) como cabezas visibles de su brutalidad, recorrerán la Francia ocupada sembrando el terror allá por donde el Tercer Reich pisa. Mediante métodos poco ortodoxos, asesinan violenta y brutalmente unidades completas de nazis cortando las cabelleras de sus víctimas para así minar la moral de las tropas enemigas, acabarán haciéndose famosos hasta llegar a oídos del propio Adolf Hitler. Al tiempo que ocurre todo esto, una joven judía llamada Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent), y cuya familia ha sido asesinada por Landa en una secuencia inicial ya mítica, medita la oportunidad única que se le presenta de cobrarse una merecida venganza. Grosso modo esta es la sinopsis del trabajado guión de Quentin Tarantino.

Durante más de dos horas y media, otro de los logros del film es resultar en todo momento apetecible, Tarantino nos transporta otra vez por su cada vez más habitual homenaje de todo eso que ha mamado durante Pi años. Confeso amante del prolífico y desigual género spaghetti western, Malditos bastardos no es más que un nuevo film de ese estilo en su concepto pero trasladado a un escenario, puede que incluso tomado a broma, de la Segunda Guerra Mundial. Tensas y largas secuencias al más puro estilo Sergio Leone, duelos a tiro limpio de esos donde se sabe de sobra el fatídico desenlace y otros guiños geniales que deben ser reconocidos por el espectador. Junto a esto, tres o cuatro momentos de extrema violencia que si bien quedan difuminados en el largo metraje, "Los bastardos" son una pieza más del montante final pero no la pieza central del mismo, no por ello dejarán de grabarse a fuego en nuestras retinas… y frentes. Tarantino vuelve a apostar por dividir su film en capítulos, sello característico de la casa, y cada uno navega por un cauce diferente que, como en todos los ríos, acaba confluyendo en un punto común que da pie al vibrante e inesperado clímax final. Otro punto a favor de la obra es que a Tarantino no le cuesta seguir siendo como es. Pese a contar con un presupuesto más cercano al de una gran producción de Hollywood que al de una película independiente, el director apuesta por diálogos largos, complejos, llenos de genialidad y donde el personaje de Christoph Waltz sale ganando con creces frente al resto de miembros del reparto. Vamos, que su marca y su método no se ven eclipsados por el hecho de contar con 70 millones de dólares de presupuesto. A eso se le llama confianza, lo digo por la Weinstein Company, tras el fracaso de Grindhouse (2007).

La película tiene un momento para todo, pero el tratamiento de Tarantino al curioso argumento y desenlace final no puede ser más cómico. Porque si, Malditos bastardos apuesta más por la comedia que por cualquier otro género, sacando a relucir instantes de esos en los que la sala de cine se parte de risa al unísono. Eso si, esos detalles de comedia se centran más en explotar el lado "villano" y, sobre todo, la caricatura de conocidos personajes históricos como Joseph Goebbels o el propio Hitler… este último desesperado por el mal que "Los bastardos" hacen sobre la moral de sus tropas.

En definitiva, otra gran película de Quentin Tarantino, no exenta de debate por como cuenta las cosas y que seguro asomará por los comentarios de esta opinión. Malditos bastardos no será la mejor obra de Tarantino, pero sin dudarlo se colocará en un puesto aventajado dentro de la corta carrera, en número que no en tiempo, de su personal director.