El pizpireto cine de Wes Anderson no suele dejar indiferente. Por lo general es un cine muy de extremos: o lo disfrutas y comprendes con sus rarezas y peculiares personajes o, en caso contrario, aborreces con descaro esa forma tan incalificable de contar historias aparentemente carentes de sentido y que superan con olgura el límite del histrionismo que puede asumir el ser humano. El Gran Hotel Budapest (The Grand Budapest Hotel, 2014) es sin embargo su film más asimilable, dinámico, divertido y entrañable, aunque sin embargo no alejado del modelo narrativo y visual con el que muchos disfrutamos en Los Tenenbaums (The Royal Tenenbaums, 2001) o Life Aquatic (The Life Aquatic with Steve Zissou, 2004). Es además una nueva oportunidad para disfrutar de los múltiples homenajes de Anderson al cine de los grandes, desde el misterio de la Cortina rasgada (Torn Curtain, 1966) de Alfred Hitchcock, maravillosa copia de la secuencia en el museo entre Paul Newman y aquel agente de rostro curtido y moto molona que respondía al nombre de Gromek (Wolfgang Kieling), o la comedia extrema de Roman Polanski en El baile de los vampiros (Dance of the Vampires, 1967), pero sin dejar de lado ese arte de la combinación en la que este director se siente tan cómodo y donde tienen cabida formas de comedia cercanas al slapstick o el uso del arte del stop-motion y la animación modo Monty Python.

Además, será por el carisma de Anderson, pero nuevamente una de sus películas vuelve a ser un escaparate de actores que si nos paramos a echar cuentas pocas producciones podrían llegar a reunir si no fuera desembolsando ingentes cantidades de dinero. Destacan sobre manera un supremo Ralph Fiennes, estamos en abril y además de darle ya todos los premios por adelantando deberían hacerle un monumento, encarnando al extremadamente culto, educado y correcto M. Gustave, aunque todos esos maravillosos instantes en pantalla ganan mayor presencia con sus incalificables y aberrantes salidas de tono, y sin dudarlo Tony Revolori, Zero, botones del Gran Hotel Budapest que se gana su presencia de la mejor forma posible y que no es otra que poniéndose al nivel de su compañero de fatigas M. Gustave. Esta buddy movie se completa con un reparto coral donde el espectador disfrutará descubriendo a Edward Norton, al veteranísimo F. Murray Abraham, Jude Law, Willem Dafoe, Adrien Brody, Jeff Goldblum, Tilda Swinton, Tom Wilkinson, Harvey Keitel, Saoirse Ronan, Bill Murray, Léa Seydoux o Mathieu Almaric… ¿Me dejo a alguien?

Y más cosas, a una cuidadísima forma de hacer cine, Wes Anderson es hombre de creatividad desbordante y la técnica le acompaña, hay que añadir un guión como la copa de un pino, frenético, divertido, entrañable o melancólico, pero que no impide que sueltes más una carcajada. Todo esto regado con un trabajo musical de Alexander Desplat que vuelve a demostrar que estamos ante uno de los más grandes del momento y que es poco el reconociendo que se le da.

En definitiva, una joya, en estos momentos el mejor film del año y ya tienen que venir cosas buenas de aquí a diciembre para que haya algo de competitividad en este 2014. Si no la has visto… ¿A qué cojones estás esperando? ¡No me jodas y vete al cine!

Cartel del film