Toca hablar de otra de esas que se ha podido ver en la nueva edición del Festival de Sitges. Se trata de Oculus (2013), film de terror sobrenatural del año pasado, aunque se estrenó en abril de este en USA, rodado por Mike Flanagan y que versa sobre un familia que se va al traste por culpa de un espejo con unos antecedentes algo más que siniestros. Protagonizada por tres rostros sobradamente conocidos, Karen Gillan, Katee Sackhoff y Rory Cochrane, además de la posible nueva estrella Brenton Thwaites, la película del señor Flanagan podría ser mucho más resultona si el modo paranoia que con el que arranca en su tercer acto fueran la tónica explotada, tampoco en exceso, a lo largo del resto del film. El tema es que el metraje transita por unos primeros 50 minutos complejos de aguantar donde el espectador es vapuleado sin compasión por dos momentos diferentes en el tiempo… el presente y el pasado de la familia Russell. Igual una dedicación excesiva para explicarnos la problemática del famoso espejo, esos primeros achaques familiares causados por lo que este oculta se dilatan en el tiempo cosa fina, que luego deriva en un inquietante juego de paranoia, una prometedora falsedad visual y mental que ayudan a que uno se desquicie tanto o más que los propios protagonistas. En fin, curiosa, termina más potente de lo que arranca, el momento bombilla te llega al alma, y merece un vistazo aunque tampoco es que sea para echar cohetes.

Uno de los carteles de Oculus
Uno de los carteles de Oculus