Seguramente que la pregunta que te hagas si todavía no has ido a ver La visita (The Visit, 2015) sea esa de ¿es este el esperado retorno de M. Night Shyamalan o vuelve a meter la zarpa? La respuesta en este punto es bastante sencilla: sí, Shyamalan vuelve, el director que se encumbró con su debut cinematográfico, la excelsa El Sexto Sentido (The Sixth Sense, 1999), que nos dejó atónitos con la mejor obra comiquera adulta de la historia del cine hasta este momento, la increíble El Protegido (Unbrekable, 2000), que siguió rizando el rizo de los giros de argumento con las igualmente fabulosas Señales (Signs, 2002) y El Bosque (The Village, 2004), y que deslumbró, estoy listo para el lanzamiento de tomates, con el cuento de hadas amén de crítica a la crítica La joven de agua (Lady in the Water, 2006), regresa con notables resultados en un film de muy bajo presupuesto, rodado cuando nadie se había percatado, sin artificios y claramente superior a su fallida pero no por ello intrigante El incidente (The Happening, 2008), o sus castañas Airbender, el último guerrero (The Last Airbender, 2010) y After Earth (2013).

La visita, realizada con cuatro duros – a día de hoy 5 millones de presupuesto lo son-, con un reparto desconocido y bajo el abrigo del mogul del cine de terror Jason Blum y su productora Blumhouse, sirve a Shyamalan para visitar un género desgastado como es el del "metraje encontrado", aunque estemos ante una variación de su concepto, pero que en manos del director indio se ve que puede ofrecer mucho más de lo que ya estábamos acostumbrados a ver. La película sirve además para renovar y darle una vuelta a uno de esos clásicos de la literatura universal como es "Hansel y Gretel" de los hermanos Wilhelm y Jacob Grimm. El bueno de Shyamalan junta estos mimbres, todos ellos sobradamente conocidos, y los mezcla con su modus operandi, su visión del cine de misterio, sus tuerca giratoria y sus elaborados sustos. Además de esto su sello está presente, ese que le llevó a que te sintieras enganchado de principio a fin en sus films. El buen trabajo de guión, y pese a que puede que la historia no sorprenda, hace que te interese todo, la situación, los personajes, los momentos, el qué pasará ahora… todo. Eso es lo que lleva a ilusionarse de nuevo, confirmando que Shyamalan no ha perdido la mano y que esos dos errores previos fueron forzados por el momento y la necesidad de aventurarse en ideas lastradas por altos presupuestos y miras mayores de las que en general tienen sus films. Además, ¿es posible que dos actores protagonistas adolescentes te puedan caer bien en el cine de hoy en día? Viendo los antecedentes de los últimos meses la respuesta sería rotundamente no, pero con este director a los mandos la cosa es un simple "pues sí", otra muestra más del buen hacer de M. Night Shyamalan. Ya lo logró con la mencionada El Sexto Sentido, ya los refrendó con Señales, y ahora vuelve a encontrar en Olivia DeJonge y Ed Oxenbould un par de hermanos, cinematográficos, que se quedan contigo. La primera porque inmersa en la adolescencia se esmera en conseguir su objetivo, la cabezonería de la edad, el segundo porque entrando en esa etapa aporta al resultado un tono desenfadado y de niño pedorro que hace romper la tensión de la película de manera constante y agradecida.

No es el mejor de sus productos, pero desde luego es una forma de concienciarse de que con La visita el cine de Shyamalan ha vuelto, y que igual, aunque se encasille un poco, lo mejor era que se dedicara a este tipo de historias para las cuales tiene una mano que no se la iguala nadie de costa a costa.

La Visita de M. Night Shyamalan, regresa el misterio
La Visita de M. Night Shyamalan, regresa el misterio