«Desde lo de New York ya nada ha sido igual«. Tomando como punto de partida esta frase, hay que decir que lo premonitorio de la misma aplica ya no sólo a la historia que se plantea en esta película, si no a su concepción completa. Iron Man 3 (2013) es en toda regla un viaje a los infiernos en la suntuosa vida del millonario Tony Stark, nuevamente un superlativo, desquiciado y temeroso Robert Downey Jr., un viaje que gracias a Shane Black toma un rumbo de goce absoluto donde conviven de igual forma la acción, el drama y retazos de la más divertida comedia. Pero Black, en este caso el engranaje que hacia falta para que el nivel de la aventura repuntara, no sólo demuestra que como director de blockbuster es un acierto total, arriesgada apuesta que le ha salido a Marvel Studios de perlas, si no que su rol de guionista junto a Drew Pearce ha significado que las ideas y objetivos que se planteaba creativamente en el escrito contaban también con una visión previa a su traslado a la gran pantalla. Este singular, pero a la postre importante detalle, ha supuesto el mismo efecto que en Los Vengadores (The Avengers, 2012) tuvo Joss Whedon. Shane Black es un maestro del entretenimiento y por lo tanto ha dado a Iron Man la frescura que con Jon Favreau se había perdido por completo en la descafeinada segunda parte de la franquicia. Su complemento Drew Pearce es otro crack que con una carrera mucho menor sabe como sacar jugo al mundillo de los superhéroes más peculiares gracias a la serie «No Heroics» (2008)… y aquí ese sello también esta muy presente. Por lo tanto, otra demostración más que deja claro que con un gran guión, el de Iron Man 3 lo es, tienes medio camino al éxito ya recorrido. Si a esto añades actores y medios propios del modelo Disney / Marvel pues obtienes un producto muy superior a la media y, en este caso, el mejor blockbuster en lo que va de año. Y ojo, porque el dúo Mandarín (Ben Kingsley) y Aldrich Killian (Guy Pearce) es probablemente el complemento perfecto para una historia inesperadamente sorprendente.

Fucking Awesome!
Fucking Awesome!

Tony Stark (Robert Downey Jr.) se encuentra en horas muy bajas. Tras su crítica intervención en los acontecimientos de New York, no todas las semanas salvas el mundo colándote en un agujero de gusano para evitar una invasión alienígena mientras eres apoyado por un dios, un súper soldado y un gigante verde, la catarsis en la vida del millonario le ha llevado a sufrir crisis de todo tipo. Más inseguro y vulnerable que nunca, el pasado que le definió como Iron Man vuelve a azotarle. El Mandarín (Ben Kingsley) hace acto de presencia y desde ese momento la vida de Stark cambiará drásticamente…

Y esto es Iron Man 3, un acierto que amasará millones, el cierre de un arco argumental que nació gloriosamente en el 2008 y, de alguna forma, la visión más cercana a «El demonio en la botella», visto aquí más como «El demonio en la inseguridad», que podremos disfrutar en cines. Visualmente impactante pero más alejada de la armadura que en anteriores viajes. Y, esto debe decirse, con el villano más genial que se ha sacado Marvel Studios de la manga en este lustro de éxitos… Ben Kingsley es en un plano paralelo y muy diferente la encarnación de El Mandarín más inimaginable y fabulosa que se podía hacer del icónico personaje.