Pues resulta que Marvel Studios lo ha logrado otra vez. El sinuoso rumbo que sigue el estudio cinematográfico cuando hablamos de calidad vuelve a alcanzar un nuevo punto álgido con este generoso estreno que responde al interminable título de Capitán América: el Soldado de Invierno (Captain America: The Winter Soldier, 2014). No lo voy a negar, con lo reluciente que es Iron Man – el valor de Robert Downey Jr. sigue siendo incalculable – comienzo a cansarme de lo poco que disfruto con lo que ofrece Thor y aplaudo con fuerte entusiasmo juvenil el carismático traslado que está teniendo un personaje como el Capitán América a la gran pantalla. Será por la cercanía que transmite el héroe, menos egocéntrico que el ricachón Tony Stark y nada supremo cuando lo comparamos con el dios del trueno, resultando ser un tipo más de andar por casa, con constantes dudas, fuera de su tiempo y al que no le resulta fácil ser tan especial. Gracias a esto, y al muy buen hacer de los hermanos Anthony y Joe Russo, sorprenden, las nuevas aventuras de Steve Rogers resultan ser de lo mejorcito que ha parido Marvel en esta era de universo cinematográfico, aupándose a un puesto más que encomiable, no voy a decir que el más alto de la lista pero se le acerca.

Y el tema es que Capitán América: el Soldado de Invierno da un nuevo paso dentro de la amalgama de situaciones e historias que ha ido adaptando Marvel al cine, ofreciendo un film de acción al modo vieja escuela, desprende aroma a esos ahora lejanos ochenta gracias a unas secuencias ciertamente espectaculares como ese arranque marino, entretenidísimo, o el primero cruce de caminos que enfrenta cuerpo a cuerpo a Rogers con su nueva némesis, combinada con esa nueva guerra fría, o tecnológica, en la que las grandes corporaciones mundiales, países al fin y al cabo, han optado por controlarlo todo y a todos. Y el tema es que entre tanta trama conspiranoica y esa acción más física y clásica, saltamos a un derroche visual que se apoya nuevamente en multitud de efectos que, por otro lado, no resultan tan pintorescos y excesivos como esos de otros mundos de este extenso universo comiquero.

Bravo por Chris Evans que sigue dando el do de pecho encarnando a un personaje tan alejado de lo tecnológicamente estrambótico, bravo por Sebastian Stan y su participación como el Soldado de Invierno, bravo por los giros, los toques de humor, los mil guiños – hay que sacar libreta para ir anotando detalles – y la constante continuidad que está otorgando Marvel a este especie de serial mainstream que se puso en marcha en 2008, y que con films como este por mi puede durar unos cuantos años más. El resto cumple con creces, desde Samuel L. Jackson como el paranoico Nick Fury, atención a la escena de la persecución, pasando por la compañera de fatigas Scarlett Johansson en la piel de una Viuda Negra alcahueta y llegando a un Anthony Mackie que como el Halcón da ese toque más terrenal entre tanto supersoldado, sin olvidar la presencia de un veterano como Robert Redford que aporta lo suyo como Alexander Pierce.

En definitiva, 130 minutos de entretenimiento, buena trama, acción notable y un par de escenas sorpresa finales que merecen ser vistas… sobre todo esa primera que traerá a más de uno/a de cabeza. La siguiente estación se llama Guardianes de la Galaxia (Guardians of the Galaxy, 2014), ¡que no paren!

Edición limitada que solo podrá ser disfrutada por el personal que ha trabajado en el film