La verdad es que este fin de semana había poca opción cinematográfica en lo tocante a géneros propios de este blog. O me volvía a ver El último exorcismo (The Last Exorcism, 2010) de Daniel Stamm, cosa que debí haber hecho, o me pasaba un rato por la sala de cine para ver en 3D la nueva incursión en el cine del dúo sacapuntas formado por Paul Bettany, actor, y Scott Stewart, ¿director? Lo dicho, uno que se va a ver El sicario de Dios (Priest, 2011) sin esperar nada y se encuentra con menos… estamos ante una de las películas más atroces y terribles que se pueden estrenar en cine hoy en día, con permiso de Legión (Legion, 2009). Apoyándose en el concepto creado por Hyung Min-woo en su entretenido y recomendable manwha "Priest", lo que uno se va a encontrar en el cine es ante todo cualquier cosa menos una adaptación (pero esto ya lo sabíamos). La verdad es que no me explico la razón por la que Sony Screen Gems ha optado por cambiar tanto el rumbo de la obra de Hyung Min-woo, mucho más atrayente y seguro que atronadoramente superior a este mediocre pastiche de futuro apocalíptico, criaturas "vampiro" y pseudo-western de medio pelo. Pero claro, luego te sientas en la butaca y te das cuenta de las razones que mueven este despropósito… abaratar costes y hacer rentable la inversión realizada. En la era digital es mucho más sencillo crear mil escenarios digitales, enseñarlos a razón de 1 cada 3 minutos en invertir poco o nada en material real. Está claro que si en lugar de vampiros cuadrúpedos tienes que poner actores maquillados como muertos vivientes o diablos, y si en vez de trenes hipermodernos o motos imposibles debes apostar por locomotoras a vapor y caballos, pues el presupuesto se te dispara. Eso es lo que lleva a El sicario de dios a ser cualquier cosa menos original y diferente.

Póster español de El sicario de dios
Póster español de El sicario de dios

Un sacerdote perteneciente a una raza de superhombres entrenados para combatir a las criaturas vampiros, Paul Bettany debería cambiar de agente ya, se ve obligado a romper su voto de inactividad cuando su sobrina (Lily Collins) es secuestrada por una jauría de "hijos de la noche". Se suponía que estos sanguinarios monstruos estaban todos controlados en cárceles de máxima seguridad, pero queda claro que algo les vuelve incitar a atacar. Traicionando a su líder espiritual el Monseñor Orelas (Christopher Plummer), nuestro sacerdote escapará de la siniestra y contaminada ciudad en la que vive para, acompañado por un joven sheriff llamado Hicks (Cam Gigandet), hacer frente al mal que ha renacido en el abandonado páramo en el que se ha transformado el mundo. Su destino volverá a cruzarse no solo con Priestess (Maggie Q), otra de su misma raza, si no con un viejo amigo al que creía fallecido… el malérrimo Black Hat (Karl Urban).

Y con estos mimbres argumentales Cory Goodman crea una historia que titula El sicario de dios, que dicen adapta la obra gráfica "Priest", y que transita 75 minutos, siendo generoso, donde un 3D plano y carente de sentido decora un film ya de por si oscuro y orientado a demostrarnos que los cuatro escenarios de cartón piedra que te hagan falta para rodar una película como esta, se pueden engrandecer con una jugosa inversión en efectos visuales… atención a los múltiples viajes en moto, a la escena del bar con el rosario hecho trizas o al combate con el vampiro guardián de la colmena. Luego un simpático cameo como el de Brad Douriff, muchos absurdos en la historia, que todo sea dicho es ramplona a más no poder, y un desenlace que, muy a mi pesar, dudo que llegue a significar mucho para esta entiendo que planificada franquicia. Del resto que decir… que Cam Gigandet actúa más tenso que una cuerda de piano, que de rebote te encuentras con agradables visitas como las de Stephen Moyer o Alan Dale, que de tecnología de última generación pasas a motos de motocross, casualidades sonrojantes, etc. etc. Desconozco las razones por las cuales Scott Stewart hace películas, pero tras la atroz Legión, con El sicario de dios se demuestra que esto no es lo suyo. Además, no siempre un veterano técnico en efectos visuales de una reputada compañía como la fenecida The Orphanage está capacitado para llevar adelante proyectos sin ser un pelele en manos de poderes superiores. Ojo, estoy convencido, seguro y pongo la mano en el fuego, porque si en lugar de usar a Paul Bettany, Scott Stewart, Christopher Plummer, Cam Gigandet y Lily Collins, das el proyecto a Genndy Tartakovsky, te sacas de la mano una de las películas de animación más molonas y sangrientas de los últimos tiempos. Otro gallo hubiera cantado, pero El sicario de dios es más bien una cruz y una penitencia que solo se soluciona rezando medio millón de Ave Marías y otros tantos Padre Nuestros.