Opinión


Tras el frenético y alocado paso por la Comic-Con de San Diego 2011, hasta hoy he publicado 24 entradas dedicadas a la feria y creo que tengo para una más de interesantes restos y sorpresas, tenía que llegar este día. Tras muchos años disfrutando de las novelas de J.K. Rowling y tras otros tantos acudiendo al cine para ver sus adaptaciones al cine, el final de una de las sagas más rentables de la historia del cine ha llegado. Hace ahora una semana acudí al cine con muchas ganas a ver Harry Potter y las reliquias de la muerte (2ª parte) (Harry Potter and the Deathly Hallows: Part II, 2011) y así dar carpetazo a esta, en conjunto, sobresaliente saga. La verdad, no se me hubiera ocurrido un cierre mejor para la narración cinematográfica de la obra de la Rowling. David Yates, director, y Steve Kloves, guionista, han logrado montar una segunda parte del último libro rápida, sin freno y repleta de grandes detalles que hacen honor a la novela aunque para ello se hayan visto obligados a pasar por alto historias y momentos puede que emotivamente cruciales. La verdad, apostando más por un dinamismo casi superlativo, y siempre en comparación con la primera parte, este segundo episodio de Harry Potter y las reliquias de la muerte engancha de principio a fin y se coloca muy probablemente como la mejor película de la franquicia, aunque a mi parecer todas estarán siempre por detrás de la magnífica Harry Potter y el prisionero de Azkaban (Harry Potter and the Prisioner of Azkaban, 2004) de Alfonso Cuarón. Yates sigue el camino que inició con Harry Potter y la orden del Fénix (Harry Potter and the Order of the Phoenix, 2007) y otra vez la adaptación juega con factores más adultos, muy presentes en la novela, que la hacen tenebrosa, oscura y notablemente espectacular si hablamos de exploración al mágico universo Potter.

Cartel de Harry Potter y las reliquias de la muerte (2ª parte)
Cartel de Harry Potter y las reliquias de la muerte (2ª parte)

Tras lograr escapar en el último momento de las garras de Lord Voldemort (Ralph Fiennes), la búsqueda de los Horrocruxes por parte de Harry Potter (Daniel Radcliffe), Ron Weasley (Rupert Grint) y Hermione Granger (Emma Watson) continúa. Lo que van descubriendo es que cada vez todo se complica más y que su destino les lleva irremediablemente al punto donde partió toda su aventura en conjunto, el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, aunque antes sin embargo deberán colarse en el infranqueable Gringotts.

A Warner Bros. se le ha muerto su gallina de los huevos de oro más gorda y productiva. Y para ello no han dudado en exprimirla como mejor se puede hacer jugando con los fans a una partida en dos turnos que les ha salido redonda. Las cifras son la mejor demostración de que Harry Potter y las reliquias de la muerte (2ª parte) ha sido una apuesta triunfadora, más si tenemos en cuenta que se presenta como la guinda final para una saga que no ha defraudado a aquellos que sintieron interés por ella desde el mundo novelesco o desde el propio cinematográfico. Recientemente un anuncio de la major indicaba que con la primera semana de recaudación mundial de esta segunda mitad del último episodio, el paquete Potter superaba los 7000 millones de dólares de recaudación, dinero como para comprar dos veces Marvel Studios y dejar una buena propina. La verdad, aunque centrada casi por completo en el enfrentamiento Potter vs. Voldemort, el film resulta bastante completo y entretenidísimo si tenemos en cuenta los tiempos que corren y lo que ha de llegar desde los fondos de la compañía de Burbank, en unos días se estrena Green Lantern (2011) y más de uno ya se ha quedado calvo de tanto tirarse de los pelos. El reparto en su línea habitual, los veteranos mucho más veteranos y sobresaliente como siempre, sobre todo Alan Rickman en su representación del profesor Severus Snape, y los jóvenes, pues bien, tampoco para tirar cohetes y más si tenemos en cuenta que Radcliffe tiene tiempo para intentar darle la vuelta a su incapacidad de mostrar emoción sin parecer forzado. Lo mejor en este aspecto Emma Watson, probablemente la única que veo con posibilidades de seguir dando vueltas por Hollywood tras este gran final.

En definitiva, un gran final, uno que de todas formas debe ser visto en conjunto para mitigar la implacable ausencia de ritmo de Harry Potter y las reliquias de la muerte (1ª parte) (Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 1, 2010).

Hasta otra señor Potter.

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Michael Bay vuelve a desplegar todo su armamento fílmico y como resultado tenemos el estreno palomita CGI de la semana… la exuberante y descontrolada Transformers: el lado oscuro de la luna (Transformers: Dark of the Moon, 2011), tercera parte de una saga cinematográfica a la que Paramount Pictures le debe mucho y una de las que más jugo han sabido sacar a la siempre evolutiva era del efecto especial digital. El retorno a la gran pantalla de las figuras de Hasbro, otrora cómics y serie de televisión animada, cumple con creces si lo que uno espera es aparcar el cerebro y dejarse llevar por casi tres horas de interminables secuencias Michael Bay, adornadas por un guión por momentos más que absurdo, dosis 3D casi imperceptibles – este es el objetivo de la tecnología, no enfatizar si no formar parte – y por el nuevo bellezón encontrado para explotar ad nausean. Transforners: el lado oscuro de la luna es eso y no pretende ofrecer nada más. Porque si, lo que produce esta nueva hiperbólica producción es entretenimiento para todos los gustos, risas flojas en situaciones más que grotescas, ¿desde cuando Shia LaBeouf se ha convertido en Ben Stiller?, y comentarios dignos de regar cualquier charla que se produzca en un intervalo de tiempo cercano al visionado de la película… los temas centrales serán el noble arte de la cámara lenta y el abuso realizado sobre todo lo que significa Rosie Huntington-Whiteley, mujer objeto. Por lo tanto, el retorno de la guerra entre Autobots y Decepticons, esta vez de tintes más que catastróficos, supera con creces la floja Transformers: la venganza de los caídos (Transformers: Revenge of the Fallen, 2009) y se pone a la altura de Transformers (2007). Claro está, para gustos colores, pero si uno va con ganas de entretenerse puede llegar a sorprenderse porque 157 minutos de una película de Michael Bay acaben resultado entretenidos y 100% disfrutables…

Cartel de Transformers: el lado oscuro de la luna
Cartel de Transformers: el lado oscuro de la luna

Resulta que cuando el 21 de julio de 1969 los buenos de Neil A. Armstrong, Edwin E. Aldrin Jr. y Michael Collins, todos embutidos en el Apolo 11, llegaron a la Luna, su misión iba más allá de darse un garbeo por el giratorio satélite. Escacharrado en él estaba El Arca, una nave llegada del mecánico planeta Cybertron donde un grupo de Autobots intentaron ocultar un arma definitiva de los peligrosos Decepticons… por lo tanto, este fue en realidad el verdadero primer contacto que la humanidad tuvo con los Transformers. La carrera espacial que enfrentó a la URSS y a los USA no fue más que una tapadera para investigar más el extraño objeto que yacía sobre la Luna. 2011, el culo de Carly (Rosie Huntington-Whiteley) sube sugerentemente las escaleras del loft que comparte con Sam Witwicky (Shia LaBeouf), un tipo que tras pasárselo teta con Miakela Banes (Megan Fox) ha encontrado consuelo en este otro maniquí de armas tomar salido directamente de la factoría Victoria’s Secret. Carly y su conejo se presentan ante Sam, pero este, como persona responsable, decide ir a buscar trabajo pese a las sugerentes insinuaciones que la joven le hace constantemente. En este punto es cuando la cosa se complica y comienza una nueva batalla entre Optimus Prime y Megatron. Una batalla de tintes dantescos con Sentinel Prime, el único superviviente del Arca y responsable del arma definitiva que puede cambiar el destino de la Tierra, como pieza maestra del embrollo que nos espera.

Rosie Huntington-Whiteley, la nueva musa que Michael Bay... ¿y la nuestra?
Rosie Huntington-Whiteley, la nueva musa que Michael Bay… ¿y la nuestra?

Pues esto es lo que hay. Michael Bay vuelve a demostrar que si se trata de cine de acción antológico, donde las explosiones puede decorar sin problema secuencias infinitas, él es el rey. Con este título ganado a pulso solo le queda sacar a relucir algunas de sus obsesiones más profundas como son el uso abusivo de la cámara lenta o el extremo culto al cuerpo de la musa de turno. Ojo, es su sello y si bien tiene detractores, los hay que disfrutan como enanos del mismo modo que otros ven en las palomas de John Woo algo más que un paranoico uso de las aves en secuencias previas a una minutada donde se consumirá más munición que en una guerra. El resto de Transformers: el lado oscuro de la luna es un poco más de lo mismo, Bay vuelve a reírse de personajes patéticos y dignos del universo American Pie como son los padres de Witwicky, a contar nuevamente con la curiosa participación de John Turturro, esta vez acompañado por un genial Alan Tudyk en una papel tronchante, y a ofrecernos impagables personajes salidos de la retorcida mente de Ehren Kruger como Bruce Brazos, John Malkovich imposible, o Jerry Wang, Ken Jeong mete miedo. Y mucho ojo, porque si uno mira con malos ojos el tercer episodio, y no último, de la saga Transformers, podrá descubrir unos niveles de violencia que rozan lo extremo. En primer lugar estamos ante un film donde nunca me habría imaginado que se cargan hasta el apuntador. Cero sangre, estamos ante un proyecto PG-13, pero muere hasta el tato! Y segundo factor, los Transformers se regocijan con el desmembramiento de sus iguales al tiempo que no dudan con dar tiros de gracia a todo aquel que se lo pueda merecer. Eso es violencia, Transformer si, pero violencia al fina y al cabo.

 NOTA  Primer fin de semana y se estima una recaudación de 162 millones de dólares a nivel mundial. Transformers 4 llegará a los cines en un par o tres de años.

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Bueno, al fin ha llegado el día en el que me explayaré hablando de Insidious (2010) de James Wan, película que junto a Super (2010) de James Gunn y The Ward (2010) de John Carpenter, fue la serie B que más me gustó en el pasado Festival de Sitges. Por mi parte no puedo decir otra cosa que estamos ante una pequeña joya del terror moderno que sumándose a la tendencia de hoy en día, Insidious cuenta con un presupuesto pírrico de 1,5 millones de dólares, se ha encumbrado en lo más alto para demostrar que no hacen falta trillones de inversión en vistosos efectos digitales y que con un guión solvente, un reparto equilibrado y grandes ideas se pueden lograr proyectos de rentabilidad absoluta. La apuesta de Wan, director, y Leigh Whannell, guionista y habitual de Wan con el que ya colaboró en la genial Saw (2004), no es otra que viajar en el tiempo unos 30 años hacia atrás y beber de ese terror de vieja escuela para recordarnos lo que se logró ofrecer con grandes obras del género como son las ya clásicas Poltergeist (1982) o Al final de la escalera (The Changeling, 1980). Wan realiza una película sencilla y la decora con momentos de tensión muy dignos y algunos sustos de esos que te dejan pegado a la butaca tras pasar un mal rato, algo que hoy en día es difícil lograr.

Póster español de Insidious
Póster español de Insidious

Josh (Patrick Wilson) y Renai Lambert (Rose Byrne) son un matrimonio que junto a sus tres hijos acaban de mudarse a su nueva casa. Todo irá como la seda hasta que uno de sus hijos sufre un desgraciado accidente en el desván. Las cosas se complican, muy seriamente, ya que tras el accidente su hijo queda sumido en un coma profundo e inexplicable. Con el paso del tiempo la familia se adaptará a su nueva vida pero empezará a sufrir extrañas experiencias que les llevarán a concluir que la casa en la que viven está encantada. Pero nada más lejos de lo imaginado… pese a cambiar de hogar el mal les acompaña y pronto descubrirán que este no viene asociado a donde viven, si no a con quien viven. El mal está vinculado directamente con Dalton (Ty Simpkins), el hijo que tienen en coma y que sin imaginarlo poco a poco se aleja más de nuestro mundo.

La fórmula parida por Wan y Whannell con Insidious no es para nada nueva. Fusionan viejas ideas del cine de casas encantadas, del terror sobrenatural o de los entes del más allá, y obtienen un resultado sorprendente de terror clásico que además no saca jugo a la moda que marca el ritmo del género hoy en día. Porque, aunque el proyecto está producido por Jason Blum, Steven Schneider y Oren Peli, los padres de la fórmula Paranormal Activity (2007), juega más con las bases que dieron origen a esos horrores y no con las tendencias más modernas de los mismos. Porque si, está claro que Insidious no innova, no ofrece nada que no hayamos visto hasta el momento, pero ¿quién en esta época puede ofrecernos algo completamente original? Y este es uno de los grandes valores del film, que usando viejas fórmulas, muchas de ellas olvidadas por completo y en desuso absoluto, el resultado es muy disfrutable, en parte gracias a los constantes sobresaltos a los que Wan da salida desde prácticamente el inicio de la película, o a planteamientos que en su forma pueden parecer demasiado retro, pero que sentado en tu butaca de cine se disfrutan incluso mucho más. En mi caso, y desde el momento en el que lo vi, me quedé enamorado de la secuencia del viaje de Josh, tan clásica, tan realista y tan concebida como se hubiera hecho hace 30 o 40 años, que vista hoy en día resulta fabulosa y con una presencia que, personalmente, da mucha más calidad al resultado que si esta hubiera sido confeccionada con modernos y no tan gratificantes efectos digitales.

Ojo, es importante dejar claro que Insidious no es una obra maestra del género, pero en una época donde el buen cine brilla por su ausencia, películas como esta son altamente recomendables, en parte gracias a su aroma añejo, a sus efectos clásicos y para nada protagonistas, y sobre todo a ese conjunto de sustos que tanto se echan en falta en el cine de terror de los grandes estudios.

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Los avances promocionales la Paramount Pictures son siempre un evento de obligada visita, aunque solo podamos disfrutar de 15 minutos de metraje. Hoy, día 7 de Junio, en los Cines Proyecciones de Madrid ha tenido lugar un encuentro con medios para promocionar el próximo lanzamiento de Transformers: el lado oscuro de la luna (Transformers: Dark of the Moon, 2011), que llegará a nuestras pantallas el cercano día 29 de Junio.

A apenas un mes de su estreno, la compañía nos ha regalado unas perlas promocionales para aumentar nuestras ganas de ver esta última súper-producción de Michael Bay. El director vuelve a ponerse tras las cámaras en esta tercera película de la saga con un objetivo claro: que todo sea más espectacular. Por ello decidió que era el momento de grabar en 3D y, apoyándose en los aprendido por James Cameron para Avatar (2009), explotar esta nueva tecnología en la gran pantalla mezclando sus robots gigantes con seres humanos. Tanta ha sido la unión entre ambos directores que hace un par de semanas se sentaron a charlar en EE.UU. antes de los minutos que hoy hemos podido ver y hablaron de esta conexión, de las ganas de impresionar y de crear un espectáculo visual más allá de lo imaginable. Y lo han conseguido.

Cartel de Transformers: el lado oscuro de la luna
Cartel de Transformers: el lado oscuro de la luna

Entre lo visto ha habido cerca de 15 minutos de escenas sueltas simplemente mostradas para enseñarnos lo impactante del trabajo en 3D. Los primerísimos primeros planos que Bay siempre nos dedica son perfectos para esta tecnología, permitiendo hacer más capas de profundidad. Siempre algo parece a punto de sobresalir de la pantalla para ver detrás un plano medio sobre una escena en el fondo, tres partes que el 3D potencia y que hacen de Transformers: el lado oscuro de la luna una experiencia digna de verla en este formato. Personalmente me ha impactado mucho una escena en la que un grupo de militares saltan desde un avión, los primeros planos de ellos y el fondo muy lejano de los edificios y el suelo es digno de mención. Por lo demás los Autobots y los Decepticons están cada vez están mejor hechos, sus transformaciones son más fluidas e interactúan mejor con las personas. Pero ahora el enemigo es mucho mayor y tendrán que esmerarse para defender La Tierra y sus nuevos aliados.

Parte del metraje visto han sido los 5 minutos introductorios del filme (hasta los títulos de crédito), un montaje posiblemente final que apenas nos ha permitido ver algo de la historia. Tal como sabemos del trailer definitivo, mostrado hace un par semanas, la historia parte del viaje del Apolo XI y la carrera espacial de los años 60. Según la mitología desarrollada en esta saga Estados Unidos, con John Kennedy como presidente, apoyaron el proyecto por haber detectado un impacto en La Luna. Algo que, sin duda, demostraría la existencia de vida extraterrestre y que daría al primero en llegar al satélite infinitos conocimientos. Neil Armstrong no solo viajará así para hacer historia, si no para encontrar la nave impactada y traer algo de ella, algo que acabará desatando una guerra que podría acabar con el ser humano. Poco sacamos de este avance de lo rescatado de la nave, pero sabemos que en la guerra final entre Autobots y Decepticons ese vehículo transportaba algo clave para acabar el enfrentamiento.

Como último dato curioso del avance mencionar la interacción de imágenes antiguas con nuevas, que nos permiten revivir a Kennedy o Nixon al más puro estilo Forrest Gump (1994). Habrá que estar atentos porque promete ser un blockbuster del verano (si el guión da de sí).

xMeNux (ExpedientesX.es) en representación de Uruloki :: Blog

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No puedo negar que desde el momento en el que vi que X-Men: Primera Generación (X-Men: First Class, 2011) sumaba a Matthew Vaughn como responsable de la dirección del proyecto mi interés por el film subió como la espuma. Las esperanzas siguieron creciendo cuando Jane Goldman, colaboradora de Vaughn, se unió a Ashley Miller, Zack Stentz y el propio Vaughn en la escritura del guión. Más y más me emocioné al ver que 20th Century Fox y Bryan Singer apostaban fuerte por este reboot de la saga mutante cuando actores de peso como James McAvoy, Michael Fassbender o el veterano e indestructible Kevin Bacon se incorporaron a un película comiquera que, poco a poco, ofrecía detalles de su argumento demostrando que iba a ser una concepción diferente al habitual desarrollo de una obra basada en material de cómic. Y en estas se estrenó… ayer llegó a las pantallas de medio mundo X-Men: Primera Generación, un punto y a parte en el universo de la Patrulla X que además deja claro que cuando se tiene un buen guión entre las manos, para hacer buen cine no hace falta ni sobrecarga de efectos digitales ni el cansino 3D. Por que si, X-Men: Primera Generación es muy buena, probablemente de lo mejorcito que se ha hecho hasta el día de hoy dentro del infinito universo que da forma a Marvel, y una obra alejada de la habitual monotonía de la viñeta cinematográfica al fusionar géneros tan apartados de si misma como el político, el de espías e incluso el de la Guerra Fría. Vaughn además saca a relucir sus mejores habilidades y sorprende a todos con un metraje para nada corto, 132 minutos del ala, donde destaca un dinámico montaje que logra mantener al espectador pendiente de cada uno de los acontecimientos que tienen lugar en el film. Encima, y para rizar más el rizo, el director va dejando caer pinceladas que harán las delicias de los fans de los mutantes, detalles que además van surgiendo magistralmente vinculados a una historia fresca y cercana en su práctica totalidad al subgénero de los agentes secretos.

Cartel de X-Men: Primera Generación
Cartel de X-Men: Primera Generación

Mediados de la Segunda Guerra Mundial. Tras demostrar de lo que es capaz, un joven Erik Lehnsherr permanece encerrado en un campo de concentración y allí es estudiado por un despiadado doctor nazi llamado Klaus Schmidt / Sebastian Shaw (Kevin Bacon). Al mismo tiempo en la campiña inglesa un también joven Charles Xavier descubre a una niña mutante llamada Raven que se cuela en su casa para robar comida. Los años pasan, estamos en plena Guerra Fría y mientras Lehnsherr, superior Michael Fassbender, se dedica a dar caza a aquellos que acabaron con su familia en el campo de concentración donde fue descubierto, Xavier, interesante James McAvoy, y Raven, mola Jennifer Lawrence, se dedican a buscar a sus iguales. Al tiempo, una agente de la CIA llamada Moira McTaggert (Rose Byrne) se cuela en el local que Shaw posee y allí descubre el inicio de una extraña conspiración para provocar un enfrentamiento entre las dos superpotencias mundiales del momento, URSS y USA, y a sorprendentes seres con extraños poderes como Azazel (Jason Flemyng), Emma Frost (January Jones) y Riptide (Álex González). Entramos en los prolegómenos de la Crisis de los misiles cubanos y por casualidades de la vida los caminos de Xavier y Lehnsherr se cruzan. Es el inicio de lo que años más tarde será conocida como la Patrulla X, pero por ahora asistimos al nacimiento del levantamiento mutante y su primer gran reto… evitar la Tercera Guerra Mundial y dar caza al mutante conocido como Sebastian Shaw.

La verdad es que iba haciendo falta algo como esto. Vaughn es un director que no para de dar pasos firmes en su corta carrera como director. Primero fue Layer Cake (2004), luego llegó Stardust (2007), el año pasado Kick-Ass (2010) y este 2011 nos sorprende con X-Men: Primera Generación, una revitalización de la saga mutante que tan bajo había caído tras las poco acertadas X-Men: la decisión final (X-Men: The Last Stand, 2006) y X-Men orígenes: Lobezno (X-Men Origins: Wolverine, 2009). Estamos ante un film visualmente espectacular, que aborda una historia poco usual llevando al espectador de la habitual parafernalia comiquera a un entorno más creíble e históricamente familiar. Acompañado por una banda sonora que decora de forma excelente todo el metraje, salida de las manos de Henry Jackman, se demuestra que puedes contar una aventura a la altura de cualquier otra obra de género diferente sin necesitar del apoyo de tecnología que ciegue al respetable y, peor todavía, trate de ocultar las carencias en otros aspectos fundamentales a la hora de ofrecer un buen producto. No, con un buen guión y un reparto compensado, además de un director que sabe lo que quiere ofrecer, es suficiente. Además, Vaughn tampoco quiere centrarse en un público objetivo y además de esos guiños que los incondicionales de los X-Men agradecerán, aprovecha para dar a conocer a otros mutantes que puede que en los verdaderos orígenes no fueran tan conocidos pero que hoy en día han ganado de alguna forma protagonismo. Internamente la película se divide en tres fases, una primera magnífica donde se narran todos los acontecimientos que tiene lugar hasta el primer encuentro entre Xavier y Lehnsherr. Acontecimientos de paso alejados por completo del término "comiquero". Eso si, luego da el salto a la presentación mutante en general para desembocar en el necesario protagonismo de lo que verdaderamente representa la trama de la película.

Lo dicho, de lo mejor de Marvel y nada deudora de X-Men (2000) o X-Men 2 (2003). Hará las delicias de todos los fans de los personajes y sorprenderá a más de uno de los que no veía en este reboot posibilidad alguna de recuperación tras los dos últimos intentos.

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El pasado 9 de febrero, visto así hay que reconocer que ya ha llovido, tuve la ocasión de comenzar a leer la novela "Una de Vampiros" del curioso y dicharachero Martín Piñol. Como bien puntualizo "tuve", porque como me embarco en cien mil proyectos simultáneos la obra pasó a engrosar la lista de debes que crece y crece en mi mesilla de noche, la que ahora mismo parece una Torre de Babel complicada de digerir. Pero nada, hace unos días me marqué una pauta de lectura y fue ese el momento real en el que le llegó el turno a la obra de señor Piñol. Cual vampiro sediento de sangre me abalancé sobre ella y la he ido degustando a lo largo de un número de madrugadas de número indeterminado. Una vez leída lo primero que pensé fue… quiero más, necesito más dosis de ese antihéroe que es Costales, quiero ver actuar otra vez al Adolecedor, necesito más referencias cinematográficas frikis, debo conocer más ese mundo que durante años disfrutas del otro lado pero sobre el que no llegas a profundizar.

Portada de "Una de vampiros"
Portada de «Una de vampiros»

La obra escrita por Martín Piñol nace en una era donde los vampiros están hasta en la sopa, pero a diferencia del romanticismos de dientes largos que nos golpea con dureza a los fans de los señores de la noche deseosos del "no beber vino", tanto vampiro brillante emo está haciendo demasiado mal a la concepción de la criatura, Piñol se une al lado oscuro y se saca de la manga un despiporre que arranca con tonos detectivescos de andar por casa pero que acaba transformada en una sorpresa digna de leerse con gusto, una serie-B en papel que hará las delicias de aquellos que disfrutéis con la mala baba. Aquí los vampiros son como deben ser, primero unos cabrones de tomo y lomo, con un objetivo inclasificable y que no desvelaré porque vale la pena descubrirlo por uno mismo, y segundo, vampiros de esos que se queman con la luz del sol y que cuando el agua bendita les salpica acaban algo más que doloridos y largando improperios de primer nivel. Sumemos a todo esto que Piñol aprovecha al máximo una de las características más brillantes que atesora, un sentido del humor, muy negro en esta ocasión, y una capacidad de escribir diálogos molones que hacen que la lectura sea, además de interesante, divertida e incluso de esas que te obligan a largar una sonora carcajada dadas las situaciones y diálogos que acontecen.

En definitiva, serie-B novelesca, digna del Hollywood independiente y donde no se escatima en sangre, insultos y violencia vampírica de primer nivel. Además, cuando un escritor es un fan, uno de esos que ve y asimila cual esponja permanentemente seca, pues no puedes pasártelo mal con todas las referencias que utiliza. Ahora que se acerca el calor veraniego "Una de Vampiros" se presenta como ideal para animar vuestras lecturas de bajo presupuesto…

Costales, un treintañero de Barcelona, egoísta y despreocupado, es enviado a Hollywood para cuidar de un joven depresivo que estudia cine. Pero el día en que Obama puede convertirse en presidente, el chaval es secuestrado por un grupo de vampiros que ruedan una snuff movie. Ayudado por un homeless ex marine con ansias de venganza, Costales tendrá veinticuatro horas para enfrentarse a estudiantes de cine, actores con pretensiones y otros seres del averno, y encontrar a su amigo.

Retrato de los jóvenes cineastas del Hollywood actual, novela negra narrada con mentalidad europea y relato vampírico muy particular, lo que sí certificamos ante notario es que la lectura de «Una de vampiros» resulta maliciosamente divertida. Y si le hubiéramos puesto fotos y direcciones, también serviría de guía básica para la ciudad de las palmeras y las autopistas. Para que luego se diga que sólo aprendes cosas con las novelas históricas.

Algunos datos informativos…

  • Editorial: Timunmas
  • Colección: Terror
  • Fecha Publicación: 08/02/2011
  • ISBN: 978-84-480-4028-4
  • Páginas: 257
  • Cubierta: Rústica con solapas
  • Precio: 14.00 €
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La verdad es que este fin de semana había poca opción cinematográfica en lo tocante a géneros propios de este blog. O me volvía a ver El último exorcismo (The Last Exorcism, 2010) de Daniel Stamm, cosa que debí haber hecho, o me pasaba un rato por la sala de cine para ver en 3D la nueva incursión en el cine del dúo sacapuntas formado por Paul Bettany, actor, y Scott Stewart, ¿director? Lo dicho, uno que se va a ver El sicario de Dios (Priest, 2011) sin esperar nada y se encuentra con menos… estamos ante una de las películas más atroces y terribles que se pueden estrenar en cine hoy en día, con permiso de Legión (Legion, 2009). Apoyándose en el concepto creado por Hyung Min-woo en su entretenido y recomendable manwha "Priest", lo que uno se va a encontrar en el cine es ante todo cualquier cosa menos una adaptación (pero esto ya lo sabíamos). La verdad es que no me explico la razón por la que Sony Screen Gems ha optado por cambiar tanto el rumbo de la obra de Hyung Min-woo, mucho más atrayente y seguro que atronadoramente superior a este mediocre pastiche de futuro apocalíptico, criaturas "vampiro" y pseudo-western de medio pelo. Pero claro, luego te sientas en la butaca y te das cuenta de las razones que mueven este despropósito… abaratar costes y hacer rentable la inversión realizada. En la era digital es mucho más sencillo crear mil escenarios digitales, enseñarlos a razón de 1 cada 3 minutos en invertir poco o nada en material real. Está claro que si en lugar de vampiros cuadrúpedos tienes que poner actores maquillados como muertos vivientes o diablos, y si en vez de trenes hipermodernos o motos imposibles debes apostar por locomotoras a vapor y caballos, pues el presupuesto se te dispara. Eso es lo que lleva a El sicario de dios a ser cualquier cosa menos original y diferente.

Póster español de El sicario de dios
Póster español de El sicario de dios

Un sacerdote perteneciente a una raza de superhombres entrenados para combatir a las criaturas vampiros, Paul Bettany debería cambiar de agente ya, se ve obligado a romper su voto de inactividad cuando su sobrina (Lily Collins) es secuestrada por una jauría de "hijos de la noche". Se suponía que estos sanguinarios monstruos estaban todos controlados en cárceles de máxima seguridad, pero queda claro que algo les vuelve incitar a atacar. Traicionando a su líder espiritual el Monseñor Orelas (Christopher Plummer), nuestro sacerdote escapará de la siniestra y contaminada ciudad en la que vive para, acompañado por un joven sheriff llamado Hicks (Cam Gigandet), hacer frente al mal que ha renacido en el abandonado páramo en el que se ha transformado el mundo. Su destino volverá a cruzarse no solo con Priestess (Maggie Q), otra de su misma raza, si no con un viejo amigo al que creía fallecido… el malérrimo Black Hat (Karl Urban).

Y con estos mimbres argumentales Cory Goodman crea una historia que titula El sicario de dios, que dicen adapta la obra gráfica "Priest", y que transita 75 minutos, siendo generoso, donde un 3D plano y carente de sentido decora un film ya de por si oscuro y orientado a demostrarnos que los cuatro escenarios de cartón piedra que te hagan falta para rodar una película como esta, se pueden engrandecer con una jugosa inversión en efectos visuales… atención a los múltiples viajes en moto, a la escena del bar con el rosario hecho trizas o al combate con el vampiro guardián de la colmena. Luego un simpático cameo como el de Brad Douriff, muchos absurdos en la historia, que todo sea dicho es ramplona a más no poder, y un desenlace que, muy a mi pesar, dudo que llegue a significar mucho para esta entiendo que planificada franquicia. Del resto que decir… que Cam Gigandet actúa más tenso que una cuerda de piano, que de rebote te encuentras con agradables visitas como las de Stephen Moyer o Alan Dale, que de tecnología de última generación pasas a motos de motocross, casualidades sonrojantes, etc. etc. Desconozco las razones por las cuales Scott Stewart hace películas, pero tras la atroz Legión, con El sicario de dios se demuestra que esto no es lo suyo. Además, no siempre un veterano técnico en efectos visuales de una reputada compañía como la fenecida The Orphanage está capacitado para llevar adelante proyectos sin ser un pelele en manos de poderes superiores. Ojo, estoy convencido, seguro y pongo la mano en el fuego, porque si en lugar de usar a Paul Bettany, Scott Stewart, Christopher Plummer, Cam Gigandet y Lily Collins, das el proyecto a Genndy Tartakovsky, te sacas de la mano una de las películas de animación más molonas y sangrientas de los últimos tiempos. Otro gallo hubiera cantado, pero El sicario de dios es más bien una cruz y una penitencia que solo se soluciona rezando medio millón de Ave Marías y otros tantos Padre Nuestros.

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Pues nada, llegó el día y aquí uno que se pudo acercar con un buen grupo de amigos al cine a ver Thor (2011) de Kenneth Branagh en impuesto, que no obligado, 3D. Marvel Studios sigue dando forma a su particular universo pero ahora al abrigo, no se si muy recomendable, de la Walt Disney Company. Las aventuras más grandes de los personajes con más solera y seguidores de la Casa de las Ideas siguen poblando las pantallas del cine con diferente soltura. Todo con miras a ese verano del 2012 donde el director más fan del mundo mundial, Joss Whedon, estrenará la deseada por muchos The Avengers (2012). En este caso, Marvel Studios nos traslada a Asgard, hogar de Thor, y ofrece como resultado uno de sus productos comiqueros más irregulares del sello. No se cual habrá sido el error, pero igual la cargante y cansina campaña publicitaria, aunque puede que el planteamiento de la historia o incluso el haber contado con un director como Kenneth Branagh, hace tiempo inmerso en una espiral de poca calidad de la que no encuentra el final, sean la causa. Porque si, este Thor que ha llegado a los cines se divide en dos fases muy diferentes. Una de rutilante calidad, natural toque shakesperiano y donde Branagh se ha encontrado como pez en el agua… los gigantes de Jotunheim, Asgard y su drama familiar… genial. La otra es de tedio casi absoluto, apoyada en demasía en la comedia resultona donde ni los personajes encuentran su sitio, ni la presencia de S.H.I.E.L.D. impacta y donde lo que ocurre resulta más mediocre de lo que se debía esperar, vamos, una chufla. La verdad, hay incluso momentos que uno llega a pensar que en lugar de Thor a esto deberían llamarlo Turd.

Cartel español de Thor
Cartel español de Thor

Thor (Chris Hemsworth), hijo de Odin (Anthony Hopkins) y hermano de Loki (Tom Hiddleston), decide actuar de manera arrogante e irresponsable contra los gigantes de hielo de Jotunheim provocando que el reino de Asgard se quede al borde de que una guerra ancestral ya olvidada resurja. Su enorme ego acaba con la paciencia de su padre y este, Rey todopoderoso, decide castigar a su hijo con el destierro en la Tierra. Allí Thor, ahora uno más entre muchos, se cruzará en el camino de un trío de científicos encabezados por Jane Foster (Natalie Portman) y el profesor Erik Selvig (Stellan Skarsgård). Thor buscará por todos los medios volver de nuevo a Asgard pero para ello se verá obligado a madurar y a darse cuenta que con la arrogancia no se va a ninguna parte. En medio del fregado estará Loki, que sacará todo el provecho posible, y algo más, al destierro de Thor en la Tierra.

Marvel Studios vuelve a la carga sacándose de la manga una película desigual y extremadamente dependiente del entorno en el que tengan lugar los acontecimientos. Por un lado tenemos la magnificencia de los mundos de fantasía como Asgard, donde el derroche visual es inconmensurable y donde el trabajo creativo no tiene parangón, o Jotunheim, tierra helada perfectamente imaginada. En esos mundos la historia se desarrolla con mucha soltura encontrando un medio natural para explotar las vicisitudes de los personajes y sus historias. Es en esos momentos cuanto el universo comiquero creado por Jack Kirby y Stan Lee cobra vida y donde uno agradece encontrarse con guerreros de la talla de Volstagg (Ray Stevenson), Hogun (Tadanobu Asano), Fandral (Josh Dallas) o Sif (Jamie Alexander). Así mismo podemos disfrutar del peculiar Puente del Arcoíris protegido por Heimdall (Idris Elba) y de toda la parafernalia que uno se pueda imaginar para representar la tierra de Asgard. La verdad, a nivel artístico Marvel Studios se merece un aplauso porque ha sabido además aportar a ese clasicismo que transmitían los cómics una merecida modernidad, vestuario y tecnología, que encaja sin problemas. Pero claro, si luego desciendes a la Tierra, y los que era una historia de traición, odio, engaño, etc. la transformas en una comedia con ciertos toques de aventura, y donde el actor protagonista comienza a perderse en un entorno que sin dudarlo le queda demasiado grande, pues tiras un poco por la borda todo aquello que habías construido con firmeza minutos antes. Y es que la verdad, pero el destierro al que es sometido Thor lo sufrimos incluso los espectadores. Además, más doloroso es si cabe que personajes que en Asgard tienen chicha en la Tierra se conviertan en meros bufones en busca de provocar la risa fácil. Eso si, tras un segundo acto donde uno puede llegar a aborrecer lo que está viendo, de nuevo los vínculos con Asgard hacen que la película vuelva a recuperar el tono que nunca debió haber perdido. En definitiva, interesante en muchos aspectos pero deudora en otros tantos…

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Tras más de diez años de silencio, y con un tercer episodio de la saga que había "cerrado" el ciclo con mala nota, Wes Craven y Kevin Williamson, ausente en esa deudora tercera parte, vuelven a la carga cogidos de la mano para explotar con acierto la franquicia que en su día fue el renacimiento de las películas de terror slasher. Puede que muchos vean en Scream 4 (2011) un producto que no aporta, pero nada más lejos de lo que podáis imaginar. Craven y Williamson regresan a la saga que les llevó a lo más alto en la década de los noventa con un producto potente, entretenido, repleto de frescura, que riza el rizo de la paranoia ghostfaceiana, y que sabe reírse tanto de sus predecesoras como del terror que nos ha acompañado en la última década. Como bien reza el lema de esta cuarta parte, nueva década implican nuevas reglas. La buena del dúo, y sobre todo la del señor Williamson, se nota ya desde la secuencia inicial, que todo sea dicho es sencillamente magistral y adaptada a los tiempos que corren en esta era donde las relaciones se miden por el número de amigos que tengas en tus redes sociales favoritas, y hasta lo enrevesado de la neura que justifica el regreso de Ghostface a la vida de los protagonistas de la película… una recuperada Neve Cambpell, un siempre genial David Arquette y una surrealista Courtney Cox, mujer botox casi irreconocible que demuestra que la gente no sabe envejecer en la meca del cine, y eso que tiene unos cuarenta y tantos años.

Póster español de Scream 4 de Wes Craven
Póster español de Scream 4 de Wes Craven

Ha pasado una década desde que Ghostface actuara por última vez. Sidney Prescott (Neve Campbell) ha pasado página a todo lo ocurrido y en su regreso a Woodsboro las cosas no pueden comenzar peor. Con la simple idea de presentar su nueva incursión en esto de la literatura, amén de reencontrarse con los poco viejos amigos que le quedan en el pueblo, la pareja Dewey Riley (David Arquette) y Gale Weathers (Courtney Cox), un viejo compañero de fatigas se autoinvita a la fiesta para volver a destripar, pasar a cuchillo, degollar y apuñalar a todo aquel que se le ponga por delante. Nuevamente el mal fario de la Prescott hace acto de presencia en forma del serial killer Ghostface. Pero ojo, esta vez el objetivo del siempre imaginativo, imprevisible y obsesivo asesino cinematográfico es ir amputando las diferentes ramificaciones que crean el entorno woodsbororiano de la sufrida protagonista… ¿a razón de que vuelve a actuar diez años después Ghostface?

Craven y Williamson actúan descaradamente de dos maneras. La primera seduciendo al fandom de la franquicia original con el retorno de los personajes fijos en el universo Scream y decorando el ya veterano elenco con jóvenes actores que, como ocurriera en otra época, acabarán por hacerse un hueco en el cine de dentro de unos cuantos años. Emma Roberts, Hayden Panettiere, Nico Tortorella, Rory Culkin, Adam Brody o Erik Knudsen, son además el equivalente obligado a Skeet Ulrich, Rose McGowan, Matthew Lillard, Ommar Epps, Timothy Olyphant, Jamie Kennedy o Jerry O’Connell, y, salvo sorpresa, carne de productos medios que irán decorando las pantallas de las salas de cine de hoy en adelante. La segunda forma es recuperando el ritmo del primer film, relanzando el sello pero apoyándose, para no tropezar como en terceras partes, en una historia sólida, entretenida y que al nuevo público, cinco lustros son cinco lustros, enganchará porque hace tiempo que no se ve una película slasher de estudio tan divertida como esta. Además, y como ya ocurriera en la memorable Scream, vigila quien llama (Scream, 1996), Craven y Williamson buscan un buen bastón de apoyo con la presencia de actrices de sobra conocidas en el mundillo que otorgan al respetable una efímera pero divertida aparición, que grande el cameo de Anna Paquin y Kristten Bell. En definitiva, una película que gustará a los fans de la saga y que seguro que a algún neófito en estas artes abre los ojos con ansias de mirar al pasado.

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Tras esperar con muchas ganas lo nuevo de Duncan Jones, este pasado viernes pude acercarme entusiasmado al cine a ver Código fuente (Source Code, 2011), el segundo proyecto cinematográfico de ciencia ficción salido de las manos del director de la fabulosa y melancólica Moon (2009), una de las mejores películas del género de los últimos años. Escrita por Ben Ripley, guionista con un bagaje a sus espaldas hasta ahora poco interesante – Species II (2004) y Species IV: El despertar (Species: The Awakening, 2007) -, Código fuente se presenta como un film destinado a envolvernos en una trama recurrente, cambiante en base a las acciones del protagonista, y que debe sacar todo el jugo posible a un período temporal tan escaso, 8 minutos lo es todo, que sorprende el mucho juego que puede llegar a dar ese pírrico espacio de acción. Apoyándose en términos tan complejos como la mecánica cuántica y los cálculos parabólicos, Código fuente se afianza en el siempre disfrutable universo del cine donde se transita por viajes a otros espacio-tiempo además de sacarle fruto a géneros igualmente geniales como el misterio o el suspense. En pocas palabras, estamos ante una versión más ajustada, por eso de los 8 minutos, de Atrapado en el tiempo (Groundhog Day, 1993), aunque con unas implicaciones bastante más complejas que las planteadas en la fabulosa comedia de Harold Ramis.

Póster español de Código fuente
Póster español de Código fuente

El capitán Colter Stevens (Jake Gylleenhaal), piloto de helicópteros en Afganistán, se despierta en un vagón de tren sorprendido y sin saber como ha llegado ahí. Sentado ante una chica llamada Christina Warren (Michelle Monaghan) que le trata como si le conociera de antes, Colter no puede más que alucinar con la situación que está viviendo. No sabe que está pasando, no entiende porqué está en ese tren y se queda conmocionado cuando al mirarse en el espejo descubre que el hombre que se refleja no es él. 8 minutos después de sufrir esta desesperante situación, el vagón en el que viaja explota violentamente. Colter despierta ahora dentro de una especie de cápsula hermética comunicada con el exterior por artefactos electrónicos. Interrogado por la también militar Collen Goodwin (Vera Farmiga) y el doctor Rutledge (Jeffrey Wright), descubrirá que en verdad forma parte de un programa experimental militar llamado "Código fuente" que tiene como objetivo infiltrarse en los últimos 8 minutos de vida de una persona fallecida y tratar de descubrir la razón por la que ha muerto. En este caso su misión es descubrir quién ha provocado el atentado que ha destruido el tren en el que el militar se despertó por primera vez.

Jones vuelve a explorar el género que más le gusta, y mientras sigue trabajando en la futura Mute (¿?), ese homenaje a Blade Runner (1982) que ha prometido a los cuatro vientos, hace prácticas con proyectos como este Código fuente. Porque si, la película es ciertamente interesante. Lo que comienza siendo un viaje de pura investigación se torna en un tortuoso y doloroso intento por descubrir la verdad sobre la existencia del protagonista. La desesperación de Colter Stevens se traslada incluso a sus incursiones en el Código fuente, donde los muy justos 8 minutos le exigen tomar decisiones que acelerarán su establecido final. Porque al final si uno se lo plantea seriamente, la única forma de alcanzar su objetivo es probando diferentes opciones y fallando en casi todas ellas… vamos, como cuando uno desarrolla un programa informático, creas un Código fuente donde la única forma de mejora es mediante ensayos de prueba y error. Eso si, todo lo que se crea con el transcurso de la película, y bajo mi opinión, debería completarse en un momento genial, idílico y básicamente romántico, pero que por alguna extraña razón Jones y Ripley optan por obviar y seguir soltando cuerda para dejar al espectador un poco más perplejo de lo que ya estaba… Porque, ¿qué es en realidad el Código fuente? ¿Una forma de acceder a una consciencia residual de una víctima del atentado durante ocho ajustados minutos? o ¿un método de viajar a un espacio tiempo paralelo al nuestro ocupando la mente de una persona que se verá involucrada en unos acontecimientos que en nuestro momento ya han ocurrido? Todo esto debe analizarse para poder sacar algún tipo de conclusión al respecto. Película enigmática donde las haya, y aunque inferior a la magnífica Moon, debe ser vista en los cines para mayor gloria del género que engloba.

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