Opinión


Este fin de semana he tenido la oportunidad de disfrutar, a distintos niveles, de dos proyectos de ciencia ficción, género que de cuando en cuando nos sorprende con revitalizantes ideas. El primero de ellos, y que me vi el pasado viernes, ha sido In Time (2011) de Andrew Niccol, apuesta del genero con una premisa francamente interesante pero que haciendo honor negativo, por no decir deshonor, a su nombre, acaba siendo un gran pérdida de tiempo. Niccol es responsable de una de las grandes joyas de la historia de la ciencia ficción, la siempre sorprendente Gattaca (1997), y hombre de sobra capacitado para ofrecer films y guiones sugerentes como El show de Truman (The Truman Show, 1998), El señor de la guerra (Lord of War, 2005) o, si me apuráis, S1m0ne (2002). Pero poco ayuda asentar una base robusta, esto de vivir al límite con el tiempo como cruel moneda de cambio es muy atractivo, para acabar construyendo castillos en el aire merced a un deseo de agradar a las masas que prefieren acción sin ton ni son en lugar de algo que haga pensar un poco. Sumemos al grave desvío de atención argumental un reparto claramente infrautilizado encabezado por Justin Timberlake, Amanda Seyfried, Johnny Galecki, Olivia Wilde y Cillian Murphy. De todos los nombrados vale la pena decir que lo de Galecki es de chiste, y eso que esto de comedia tiene poco, mientras que lo de Timberlake y Seyfried es pobre a todas luces… el caso de la Wilde es tan efímero que no vale la pena ni tenerlo en cuenta. Pero ojo, lo actores en este caso puede que no tengan la culpa porque… ¿qué hacer con un guión que va en caída libre?

Cartel español de In Time
Cartel español de In Time

Estamos en un futuro lejano, la raza humana ha sido modificada genéticamente para, además de dejar de envejecer a los 25 años, contar un reloj vital que establece el tiempo de vida que te resta. Pero este tiempo no corre para todos a la misma velocidad… todo cuesta, tiempo, y mientras unos se enriquecen, lo menos, la mayoría vive en ghettos donde las posibilidades de salir adelante radican en como manejes tus cronometradas esperanzas de vida (vicio, ocio y delirantes impuestos marcan el ritmo). Por lo tanto, una sociedad donde conviven, si se puede decir, seres casi inmortales frente a humanos con fecha de caducidad. La vida de Will Salas (Justin Timberlake) transcurre en el lado más siniestro de la sociedad, pero todo cambiará el día que se cruce en su vida uno de esos ricos con cientos de años en su reloj vital pero que ansía a toda costa una muerte inmediata… un cuerpo inmortal no implica una mente igualmente perpetua. Salas dará el salto al high standing y en su vida se cruzarán no solo la cabeza loca Sylvia Weis (Amanda Seyfried), si no el recaudador del tiempo Raymond Leon (Cillian Murphy).

No se en que habrá pensado Niccol, director, guionista y productor de In Time, para tirar por la borda un planteamiento original y llamativo aunque complicado de explotar. ¿Miedo escénico por el currículo que atesora?, ¿temor por la reacción de la taquilla?, ¿la siempre peligrosa imposición del estudio que te gestiona? Sea como fuere In Time apuesta por el corre calles más insustancial en lugar de darle una vuelta de tuerca a su simbólico planteamiento. Porque la verdad sea dicha, si en lugar de tiempo los protagonistas lucharan por dinero el resultado sería, tristemente, el mismo. Las obviedades que traslucen en In Time asustan, mientras que lo manido y previsible de los acontecimientos es muy preocupante… siempre hay tiempo pese a que esto es justo lo que los protagonistas no les sobra. Y es que lo más peligroso de un film con el tiempo como mortífera moneda de cambio es jugar con este factor y sacarte de la manga imposibles atléticos o momentos de la historia donde la incongruencia narrativa provoquen quedarse con cara de WTF. Y claro, una vez entras en esa dinámica pues de perdidos al río… ridículos pulsos por tus últimos minutos de vida, transformaciones en modo Bourne que no se entienden, atracos a lo Bonnie y Clyde con resultados dignos de Robin Hood, y un sinfín de cosas que te dejan claro que In Time es insulsa y muy costosa si valoramos el poco tiempo que tenemos hoy en día para el ocio.

No vale la pena ni los 109 minutos que dura, para perder el tiempo estamos con la que está cayendo!

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Fue en 1982 cuando mis padres nos regalaron a mi hermana mayor y a mi la sexta edición del primer álbum de Tintín editado por Juventud. Desde aquel año, y por cada cumpleaños o celebración especial, teníamos la oportunidad de disfrutar de nuevas aventuras de este intrépido reportero creado por el mítico Hergé. Tintín se ha convertido por lo tanto, supongo que a muchos de vosotros también os ocurrirá, en una de las bases de la imaginación que inundaba nuestras mentes en la denominada como tierna infancia. Muchos años más tarde, a principios de los noventa para ser más exacto, llegaron las aventuras de este personaje en formato serie animada aunque en nuestro caso pudimos también disfrutar de alguna entretenida película en ese mismo formato como fue Tintín en el tempo del sol (Tintin et le temple du soleil, 1969) – siempre le dábamos al avance rápido cuando el puñetero de Zorrino se ponía a cantar. Queda claro pues que a lo largo de todo este tiempo las hazañas de Tintín, Milú, el Capitán Haddock, Tornasol o Hernández y Fernández han sido lectura amena en momentos de añoranza de tiempos más pausados y creativos. Ahora estamos en el 2011 y gracias a las más depuradas técnicas de animación por ordenador los no menos míticos Steven Spielberg y Peter Jackson han unido sus fuerzas para demostrar a las nuevas generaciones que no todo tienen que ser estudiantes picados por arañas, hijos de planetas imposibles o vengadores multimillonarios. Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio (The Adventures of Tintin, 2011) es un paso adelante no solo en el cine de animación, si no también en el de las aventuras más fastuosas y divertidas. Con un reparto que podrá ser disfrutado mucho más en su versión original – Jamie Bell, Andy Serkis, Daniel Craig, Simon Pegg o Nick FrostSpielberg y Jackson se han sacado de la manga una pieza de obligada visión ya sea porque has sido o eres lector de la obra de Hergé, o simplemente porque tienes ganas de pasar un entretenidísimo rato sentado en una butaca del cine como hacía tiempo que no se tenía oportunidad.

El cartel español de Las aventuras de Tintín: el secreto del Unicornio
El cartel español de Las aventuras de Tintín: el secreto del Unicornio

El famoso, curioso e insaciable joven periodista Tintín (Jamie Bell) y su leal perro Milú descubren de casualidad en la maqueta de un barco llamado el Unicornio que han adquirido en un mercadillo un secreto en forma de pergamino de otro siglo. Pero el secreto forma también parte del siniestro Ivan Ivanovitch Sakharine (Daniel Craig), un tipo que cree que Tintín conoce el misterio que rodea a la historia del Unicornio y que por ello hará todo lo posible para recuperar lo que considera como suyo. La verdadera aventura de Tintín ya ha comenzado y esta le llevará a lidiar no solo con un enigma del pasado y un viaje por medio mundo, si no también a conocer al mordaz y cascarrabias Capitán Haddock (Andy Serkis), un lobo de mar borrachín cuyo pasado está íntimamente ligado al misterio del Unicornio, o a compartir indagaciones con los torpes detectives Hernández (Simon Pegg) y Fernández (Nick Frost)…

Y en esas estamos, una historia fresca, que fusiona con maestría y destino cinematográfico las obras "El cangrejo de las pinzas de oro" y "El secreto del Unicornio", aunque, como ha sido mi caso, te deja un pelín frío al encontrarte con que la verdadera continuación de esta aventuras, "El tesoro de Rackham el Rojo", no está presente en el film. Un trabajo de guión igualmente excelso el realizado por Steven Moffat en su práctica totalidad aunque completado por Edgar Wright y Joe Cornish, con el que pude mantener una amena charla en el pasado Festival de Sitges, trabajo que cuenta de paso con la maestría musical de John Williams, probablemente una de sus mejores composiciones de los últimos años con claras referencias a piezas ya clásicas como la trilogía Indiana Jones, los primeros años de Harry Potter o la contemporánea Atrápame si puedes (Catch Me If You Can, 2002). Si todo esto, guión y música magníficos, lo juntas con el universo Hergé pues no queda más que quitarse el sombrero, pero si de paso pones a Weta Digital dándolo todo para gracias a las más modernas técnicas de motion capture lograr un realismo brutal pues apaga y vámonos. Las Aventuras de Tintín: El Secreto del Unicornio cuenta con una escenografía que ya de por si te deja anonadado por su extrema calidad y realismo sin parangón, pero a la que debemos añadir un traslado de los personajes impresionante. Tintín, Haddock, Sakharine, Hernández, Fernández, Allan, Celestino Panza y un largo etcétera que es mejor no desvelar para irse sorprendiendo cada vez que se descubran. Si bien los títulos de crédito del principio nos trasladan al mundo de la viñeta, el paso dado en el film resulta magnífico aportando una increíble viveza de los personajes que sin embargo juega y funciona a la perfección con el aspecto caricaturesco de los mismos. La expresividad es tal que uno no puede ni imaginarse lo que podrás ser dentro de unos tres años el segundo film de las aventuras de Tintín.

Por lo tanto, un producto muy disfrutable, que no he visto en 3D porque no creo que aporte nada, y que si bien puede dejar algo incómodos a los conocedores de la obra de Hergé, hay que reconocer que es la forma idónea de que esto funciones a la perfección como obra cinematográfica. Todos al cine!!!

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Con una semana de retraso con respecto a su estreno en USA ha llegado a los cines de España La cosa (The Thing, 2011) de Matthijs van Heijningen Jr., la precuela con aroma a remake de la insuperable obra maestra del cine de ciencia ficción y terror que es La cosa (The Thing, 1982) de John Carpenter. Con un reparto encabezado por Mary Elizabeth Winstead, Joel Edgerton, Ulrich Thomsen, Eric Christian Olsen o Adewale Akinnuoye-Agbaje, el proyecto de Universal Pictures deja claro desde su inicio que se ha trabajado aplicando el mayor respeto al film del que bebe, pero pese a ese respeto, encomiable trabajo, también se confirma que esta La cosa no es ni por asomo una pizca de lo que Carpenter ofreció hace ya casi 30 años. Escrita por Ronald D. Moore y Eric Heisserer, por decir algo, La cosa descubre y confirma la alarmante falta de ideas originales y creativas que hoy en día masacra a Hollywood salvo en contadas ocasiones. Vale que es una precuela, pero está más cerca del remake y salvo alguna idea curiosa, quizás me guste más la forma de identificar a los infectados en este caso, lo que debía ser un film de asfixiante tensión y desconfianza extrema se transforma en otro producto más de bicho correcaminos con presencia digital global y muy poco truculenta. Grandioso el esfuerzo realizado por Alec Gillis y Tom Woodruff Jr. de Amalgamated Dynamics, Inc., pero exceptuando la secuencia de la primera autopsia post muerte de uno de los miembros investigadores, queda más que claro que no hay suficiente arrestos para parir algo tan viscoso y grotesco como lo que Rob Bottin creo tras un año de intenso trabajo que, todo sea dicho, le llevó a acabar ingresado en un hospital por lo extenuante del reto. Pero bueno, pese a todo Matthijs van Heijningen Jr. y todo su equipo de colaboradores logran un producto dicharachero, muy dinámico y francamente entretenido, y hoy en día estas son fórmulas básicas para que una compañía de el beneplácito al producto creado. Eso si, por ahora y en cuanto a términos de taquilla huele más a fiasco… raro.

Póster patrio para La Cosa de Matthijs van Heijningen Jr.
Póster patrio para La Cosa de Matthijs van Heijningen Jr.

Base Thule, Antártida, 1982. Un grupo de científicos noruegos, guiados por una extraña señal oculta en una frecuencia poco común, ha hecho un increíble descubrimiento bajo el hielo, una monumental nave extraterrestre y, lo que es más sorprendente si cabe, el primer ejemplar de otro planeta llegado a la Tierra. El Dr. Sander Halvorson (Ulrich Thomsen) y su colaborador Adam Goodman (Eric Christian Olsen) acuden raudos y veloces a hacerse con los servicios de la paleontóloga Kate Lloyd (Mary Elizabeth Winstead). Su llegada a la base Antártida les llevará a descubrir de primera mano lo que promete ser un hito para la humanidad. Una vez en el centro científico, y con un bloque de hielo que contiene a la criatura congelada, comienza el desastre… el hielo conservaba en perfecto estado a la cosa, de manera tan perfecta que también la mantenía con vida. Con el calor arranca el fin de todo y tras verse libre llegan las primeras muertes. Los científicos deben hacer frente a algo que no comprenden y que para más INRI logra imitar a la perfección aquello que digiere.

Y es que podría contaros todo lo que se ve porque poca sorpresa os vais a encontrar. La cosa es La cosa y no otra cosa, cosa que por otro lado habría sido difícil de concebir. Bien rodada, con un reparto solvente y que cumple como es su obligación, unos efectos en la línea de lo que se ofrece hoy en día y una historia, que si bien no es nada original, acaba por entretener… todo esto es bueno. Por lo tanto, un producto en la línea mainstream que por otro lado se convierte en algo normal, no sorprendente y para nada innovador. Los grandes estudios no disfrutan con el riesgo y ven más fácil revivir viejas experiencias y explorarlas amoldándolas a los cánones de hoy en día. Ojo, como bien decía la persona con la que fui al cine, falta ese punto visceral, de víscera, que John Carpenter y por lo general el cine de los 80 y de los practical effects lograban insertar en cada una de sus películas. Su punto fuerte, llevará a mucha gente a descubrir el buen cine cuando deseen saber que pasa después de este despiporre, que de paso es infinitamente superior en calidad. Eso y que te llevas unos cuantos sustos logrados por el cansino efecto del ruido de rigor que lleva a la exaltación inmediata. Lo malo, el mundo que se conoce el percal, puede que se entretengan, como es mi caso, pero en el fondo lo que se ve no aporta nada. Eso si, algo que me encantó es el final en modo enlace. Vale la pena verse todos los títulos de crédito que justifican con grandeza el inicio de la película de Carpenter y de paso el desbarajuste que se encuentran en la base sueca, "son noruegos mac", MacReady (Kurt Russell) y el doctor Cooper (Richard Dysart). Dadle una oportunidad, igual no os sentís defraudados…

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No lo voy a negar, esperaba poco o nada de otro más de los mil y un remake que Hollywood se está sacando de la manga en una época de tremenda inseguridad, falta de ideas y acomodo en el pensamiento "porque innovar si podemos recuperar proyectos que perviven en la mente de los fans". Pero mira, este es uno de esos casos donde lo mejor es rendirse ante la evidencia y decir eso de que Noche de miedo (Fright Night, 2011) de Craig Gillespie no tiene nada que desmerecer del ya simpático y clásico film de Tom Holland. El resultado es un viaje fresco y bien renovado por Marti Noxon, generoso en aspectos cómicos y muy agradable si de casquería hablamos. Porque si, hoy en día cuesta disfrutar de cine gore en cines, pero Noche de miedo dentro de su controlada y obligada limitación aporta al respetable notables raciones de hemoglobina y desmembramientos varios, trabajo de la KNB EFX Group aunque ciertos factores digitales podían habérselos guardado para otros menesteres. En fin, si bien la idea es la misma, un remake es un remake, la renovación que se ha hecho de la historia de Charley Brewster y el vampiro Jerry Dandrige ha sido acertada. Más acorde con los testosterónicos tiempos en los que vivimos, Charley está rodeado de novias, vecinas y amigas de buen ver, la evolución de personajes cruciales como Peter Vincent, bien por David Tennat, o el propio Jerry, para chulo mi pirulo, hacen que el resultado sea 100% disfrutable en la sala de cine. Risas y sustos están asegurados.

Cartel español de Noche de miedo
Cartel español de Noche de miedo

Charley Brewster, un divertido Anton Yelchin que sigue confirmando que es un tipo con futuro, vive en un apartado y tranquilo barrio residencial en las desérticas afueras de la colorista ciudad de Las Vegas. Una noche Charley y su madre Jane (Toni Collette) conocen a su desaparecido vecino Jerry (Colin Farrell), un tipo anormalmente pálido que debe dormir por el día porque, al igual que mucha de la población de esa ciudad de vicio, trabaja por la noche. La vida de la familia Brewster seguiría su curso como si tal cosa si no fuera porque Ed (Christopher Mintz-Plasse), hasta hace poco el mejor amigo de Charley, intenta convencer a este de que Jerry es en realidad un vampiro que campa a sus anchas en la zona. El mundo de Charley dará un vuelco el día que Ed desaparece, en ese momento se convencerá de que Jerry es algo más que un mero trabajador nocturno e intentará acudir al maestro del horror en los escenarios Peter Vincent (David Tennant) para que le asesore en temas vampíricos…

Noche de miedo cumple con su propósito que no es otro que entretener. Si además ofreces una evolución rítmica desenfrenada pues perfecto. Porque si bien el film arranca de manera pausada, va ganando velocidad hasta estabilizarse rápidamente y en poco tiempo. En este caso Noxon ha preferido no andarse con rodeos, y en Noche de miedo no hay misterio, cosa que en el film de Holland existía a modo juego al despiste perpetrado por el otro Jerry, aquel genial galán que era Chris Sarandon. Aquí todo es más directo y la evidencia se plasma a los pocos segundos de iniciarse la película. El resto es cumplir con creces ofreciendo secuencias interesantes como el insistente juego que se trae Jerry con la familia Brewster, sobre todo con Charley, o el momento aquí te pillo aquí te mato en el que Jerry se harta de que Charley y compañía le den largas… momento en el que además se cruzan brevemente con Sarandon en un muy acertado homenaje a la fuente de la que beben. Por lo demás bien, el nuevo Peter Vincent es en esencia muy diferente a su referente, cosa que también encaja mejor con los acontecimientos posteriores, y poco más que contar. Buena música de Ramin Djawadi, el mismo de "Juego de Tronos" ("Game of Thrones", 2010-¿?), y notable aportación española con el veterano Javier Aguirresarobe a los mandos de la fotografía en otro proyecto más en tierras más fértiles. La pena de todas formas es el aroma a pifia económica que desprende la película… aunque bueno, al fin y al cabo es un remake, y encima un remake de una comedia de terror de serie B.

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Sigo aprovechando el momento Labor Day en los USA, y una previa meditación, para ponerme manos a la obra con una merecida opinión sobre el último film de Pedro Almodóvar, La piel que habito (2011), película que podría decirse encaja como un guante en géneros tan peculiares como la ciencia ficción, tenue, el terror, psicológico, o el arte de lo grotesco. Es curioso ver como las inquietudes narrativas de Almodóvar, y sus deseos por llevarnos a los extremos sociales más variopintos, ven en La piel que habito la justificación más adecuada para ser utilizados. No lo voy a negar, pero soy de esos que en su búsqueda de abstracción total ve en la filmografía de Almodóvar demasiada explotación de detalles de esta índole… aunque también debo reconocer que mucho se debe a propios prejuicios que tengo contra el director manchego. Lo que si he de reconocer es que esta vez estos factores me han embelesado y sorprendido hasta quedarme estupefacto por lo inquietantes y brutales que resulta ser su utilización. La piel que habito es una película inquietante y aterradora, un viaje a la perturbada mente de su protagonista no exento de esa rareza que, por sumamente retorcida que parezca, acaba por atraparte y mantener enredado en su imaginativa trama, salida a su vez de la novela "Tarántula" de Thierry Jonquet. Pero ojo, tanto para detractores como para incondicionales, y como todo cine de Almodóvar, la obra posee esos clásicos detalles que por grotescos y fuera de lugar acaban por servir para dar un respiro a una historia que no deja para nada indiferente por su malsana osadía y resultado.

Póster de La piel que habito
Póster de La piel que habito

Robert Ledgard (Antonio Banderas) es un eminente cirujano plástico que tras el fallecimiento de su esposa en un accidente de tráfico, acabó completamente desfigurada por el incendio que se produjo tras el choque, ha decidido investigar la forma de evitar estos terribles dramas en las vidas de muchas familias. Tras varios años de trabajo casi en la clandestinidad, y de manera no muy ortodoxa, Ledgard crea una piel que podría haber evitado la muerte de su mujer. Ya solo le quedar dar un paso… probarla en seres humanos. En medio del fregado se encuentra Vera (Elena Anaya), una paciente que vive atrapada en la ahora carcelaria clínica que Ledgard posee en Toledo.

Debería flagelarme por lo que voy a decir, pero todavía sigo sorprendido por el genial trabajo que ha hecho Almodóvar con la obra de Jonquet manteniendo de paso toda la esencia de su particular cine y entrando a su vez en un universo desconocido y arriesgado que no siempre resulta fácil de manejar. Los giros inesperados, las mil y una transiciones en el tiempo que van encajando las piezas de una figura que parece no casar o las inconfesables sorpresas, todo en La piel que habito es bueno y más si de paso recuperas para un papel memorable al bueno de Antonio Banderas, actor referente de nuestro cine que lleva perdido en la marea de Hollywood desde hace ya unos cuantos años y que no apuntaba a resurgir si no fuese gracias al buen hacer de Almodóvar, creador al que de paso le debe su vida cinematográfica. Junto a estas grandezas, el film se completa con notables detalles como las interpretaciones de Elena Anaya y Jan Cornet, los singulares y muy grotescos personajes en los que se enfundan Roberto Álamo y Marisa Paredes, o la inmensa música de Alberto Iglesias, menudos instantes hitchcocketscos y desquiciantes. El resultado merece mucho la pena y dejará con diferentes sabores de boca a todo aquel que se anime a disfrutarla… o padecerla, porque según quien la vea será una delicia o un tortuoso viaje de difícil digestión.

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Son horas de regresar por el blog tras un viernes enfocado a otros menesteres, y nada mejor que comentar algo sobre una de las películas que se han estrenado este fin de semana, Cowboys & Aliens (2011) de Jon Favreau, una adaptación al cine de un curioso cómic obra de Scott Mitchell Rosenberg para Platinum Studios que ha pasado por las manos de varios guionistas… tomemos aire que empiezo a recitar: Roberto Orci, Alex Kurtzman, Damon Lindelof, Mark Fergus y Hawk Ostby. Pues si, cinco nombres a los que deberíamos añadir a Steve Oedekerk porque también hay marca de su trabajo en la adaptación. Y, claro, nuevamente el factor zarpa es lo que ha acabado convirtiendo una historia simpática y original en un producto pasajero que encaja en la lista de consumo rápido y olvido obligado. Cowboys & Aliens es irremediablemente floja, aunque me atrevería a decir que hasta ronda la categoría de mala. Vale que técnicamente se muestra interesante, dispone de buenos efectos aunque para nada cosa del otro mundo, un sonido que te deja sellado a la butaca, grandes exteriores al modo western original, un reparto notable aunque no bien encajado y… ¿y? Y nada más. El hiperactivo estilo cinematográfico de Favreau, demostrado en sus intervenciones marvelitas pasadas aunque de más a menos, se diluye como un terrón de azúcar en una jarra de agua. La cosa llega al punto de resultar hasta cansina su realización por la falta de actividad en un western al que han sazonado con el siempre aditivo condimento de la invasión extraterrestre. Pero ni con esas, Cowboys & Aliens no es capaz de levantar el vuelo porque no aporta nada nuevo, que podría haberlo hecho, y prefiere derivar en un film más de esos que se olvidarán conforme pasen los días. Una película que empieza con un tono notable, el barullo mental del protagonista y cómo va descubriendo sus innatas habilidades mola, pero que decide acabar llamando a la puerta de las rebajas y navega por la normalidad más apabullante y resabida.

Uno de los carteles españoles de Cowboys & Aliens
Uno de los carteles españoles de Cowboys & Aliens

Tras despertar malherido en medio del desierto e incapaz de recordar nada sobre su pasado, Jake Lonergan (Daniel Craig) acaba en el pueblo de Absolución. Allí deberá hacer frente a dos cosas: una su propio pasado, el de un ladrón de diligencias al que acusan, entre otras cosas, de asesinato; la otra la inesperada visita de extraños objetos voladores que no son de este mundo que además de traer fuego y destrucción a la ciudad se dedican a secuestrar a sus habitantes. Pese a que su destino era el de la horca en Santa Fe, Lonergan, unido a un extraño objeto con el que puede hacer frente a los visitantes, se unirá a una cuadrilla encabezada por el terrateniente Woodrow Dolarhyde (Harrison Ford), la bella Ella (Olivia Wilde) y otros habitantes de Absolución. Su objetivo no será otro que rescatar a sus allegados ya que quién más quién menos ha perdido algún familiar en la razia extraterrestre. Pero Lonergan tiene algo más que resolver, descubrir quién era, cuál es su pasado y que significado tienen los recuerdos que le acechan.

Nuevamente me vuelvo a preguntar dónde está el maldito escalón con el que tropieza otra de las apuestas blockbuster del cine llegado de Hollywood ya que la idea es, por lo menos, bastante original. Igual el hecho de que cinco guionistas participen en una historia que no da para mucho más sea un exceso, aunque me sorprende que gente que ha maquinado lo narrado en "Perdidos" ("Lost", 2004-2010), Star Trek (2009), Iron Man (2008) o Hijos de los hombres (Children of Men, 2006) no hayan sido capaces de dar con el ritmo correcto para una base que si parece tenerlo. Aunque bueno, igual todo es por culpa de un reparto repleto de conocidas figuras como Daniel Craig, Harrison Ford, Olivia Wilde o Sam Rockwell, y aderezado con nombres como los de Clancy Brown, Keith Carradine o Walton Goggins. Craig, por mucho que me duela decirlo porque lo considero un actor genial, no está a la altura de las expectativas, aunque lo de Ford es desde hace tiempo caída libre sin fondo. Pero claro, luego ves que el resto de posibles valores son adornos pasajeros y empiezan a encajar las cosas. Si bien a la Wilde se le ve casi tanto como a Ford, poco y sin valor real, lo de Rockwell, Brown, Carradine y Goggins son, si te descuidas, meros cameos. Y si con esto los pilares del proyecto se tambalean, solo queda darles el golpe de gracia para derribarlos con los más manidos tópicos de la historia del cine, esos que antes de que ocurran ya los estás recitando y que cuando ocurren te preguntas… ¿no se les ha ocurrido nada mejor para resolver esta situación? Pues si, Cowboys & Aliens puede resultar hasta insoportable en este aspecto. Y así es todo, película sin sorpresas, salvo una, y excesivamente previsible. Carente de ritmo y en la cual te pasas todo el rato esperando a que el brazalete que viste Lonergan se ponga a brillar y hacer ruiditos… el único indicativo de que la cosa va a cambiar y que llega una nueva ración de acción. Por el resto, paja.

 NOTA  "No tires que no es una polla". Frase recitada por el personaje Clancy Brown y que pasará a los anales del doblaje cañí.

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¡Arrrgh!, ¡Grrrrr!, ¡Whoaaaaa!, "Mujer, ven aquí", ¡Arrrgh!, ¡Grrrrr!, ¡Whoaaaaa!, "Antes de usar la espada tienes que entenderla", ¡Arrrgh!, ¡Grrrrr!, ¡Whoaaaaa!, "Vivo, amo, mato y me doy por satisfecho", ¡Arrrgh!, ¡Grrrrr!, ¡Whoaaaaa!, "¿Qué es más importante antes de forjar una espada?, ¿el fuego o el hielo?", ¡Arrrgh!, ¡Grrrrr!, ¡Whoaaaaa!, "Vaya, se ha olvidado el mapa", ¡Arrrgh!, ¡Grrrrr!, ¡Whoaaaaa!, "Lo encontré robando carteras", ¡Arrrgh!, ¡Grrrrr!, ¡Whoaaaaa!, "Calla mujer", ¡Arrrgh!, ¡Grrrrr!, ¡Whoaaaaa!…

Y así podría seguir hasta mañana rellenando una entrada completita para definir lo que es este intento de adaptación de la obra de Robert E. Howard al cine. Conan el bárbaro (Conan the Barbarian, 2011) de Marcus Nispel es un fiasco y se mire como se mire apesta a leguas. Ya sea por el paupérrimo nivel interpretativo que demuestra el reparto, lo sonrojante del guión escrito a tres manos por Thomas Dean Donnelly, Joshua Oppenheimer y Sean Hood, la desastrosa post-producción plagada de efectos visuales indignos de un proyecto cinematográfico con ansias de llegar al mercado en pantalla grande, y un sin fin de razones que os darían dolor de cabeza. ¿Qué ha pasado? Pues todo. Siendo realistas Marcus Nispel es un tuercebotas peligroso. ¿Qué ha demostrado como director a lo largo de su corta carrera? Pues no mucho por no decir que nada. Un remake de La mantaza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, 1974), un remake de El guía del desfiladero (Ofelas, 1987), un remake de Viernes 13 (Friday the 13th, 1980) y ahora Conan el bárbaro, un no remake pero si una nueva adaptación al cine de algo que comparativamente hablando en 1982 fue una magnífica demostración de cómo debe ser el cine de espada y brujería. ¿Es culpa de Nispel este desaguisado? Pues no del todo aunque alguna tiene. Por ahora no ha dado una a derechas y Conan el bárbaro no sirve para resarcirse de sus anteriores cagadas, todos productos inferiores a las fuentes de las que ha bebido. ¿Que han pergeñado Donnelly, Oppenheimer y Hood? Basura y despojos. Nada mejor para definir un guión completamente aleatorio, indefinido y con muy poca seriedad, tan poca que los chascarrillos que se han marcado te dejan estupefacto de lo poco acertados que han estado. Y así todo, uso de pantalla verde digna de un telefilm de sábado por la tarde, situaciones incomprensibles y sin justificación, licencias de guión de mírame y no me toques o un viaje por los microclimas de Hiboria. No se salva nada.

Cartel español de Conan el bárbaro
Cartel español de Conan el bárbaro

Cimmeria, esa tierra norteña donde los más rudos clanes bárbaros viven y guerrean. En plena batalla Corin (Ron Perlman) asiste al parto del que será su único hijo, Conan. Los años pasan, Conan (Leo Howard) es un joven que debe superar los mismos retos que los jóvenes de su pueblo además de obedecer las órdenes y asimilar las enseñanzas de su padre, el jefe del clan en el que vive. Pero un día todo esto cambia, Khalar Zym (Stephen Lang), guerrero obsesionado por un poder milenario, llega al pueblo de Conan en busca de la última pieza que le acercará más a su deseo. Sangre, destrucción y muerte… esto es lo que espera al pueblo de Corin, del que el único superviviente será el joven Conan. Los años vuelven a pasar y nuestro protagonista (Jason Momoa) se ha convertido en un guerrero de armas tomar. Unido a un grupo de piratas la casualidad le llevará a reencontrarse con aquellos que acompañaron a Khalar Zym en su sangriento periplo iniciático. Conan decidirá en ese momento ponerse de nuevo manos a la obra… acabar con Zym y así vengar la muerte de su pueblo y de su familia.

Y es que la sombra de la obra de Howard en la gran pantalla es demasiado larga. Es imposible no comparar, inmerecido sin lugar a dudas, pero imposible. Jason Momoa se esfuerza, logra un Conan ciertamente convincente, el aspecto físico del personaje es 100% perfecto, pero que se ve lastrado por una historia sin chicha y una dirección triste plagada de primeros planos que solo quieren ocultar la incapacidad del director a la hora de rodar acción. Por otro lado, y para contrarrestar la carga de planos cortos, se hace uso de inmensos montajes que demuestran que el diseño de producción de la película hubiera estado a una gran altura si no fuera por el desastroso uso que se ha hecho de las modernas técnicas en efectos visuales. Además, grandilocuentes castillos y cuevas imposibles que se combinan con escenografía de cartón piedra que clama al cielo. Y hay que seguir repartiendo culpas, porque los compañeros de reparto de Momoa, encabezados por Ron Perlman, Stephen Lang, Rachel Nichols y Rose McGowan, parecen estar ahí para cumplir con el expediente y cobrar a fin de mes sin poner sobre la mesa lo que en verdad merecía el proyecto. Una música que no aporta, un montaje sin ritmo, situaciones grotescas que se te quedan marcadas a fuego en la retina. Conan el bárbaro es la enésima demostración de que el cine es muchas cosas, pero que o se compensa la carencia en algunos apartados o lo que acabas logrando es notablemente insuficiente. Y no hablo del 3D, he preferido abaratar gastos y me la he visto en el formato para el que ha sido creado el cine, pero se dice que otra más que no justifica el aumento de precio de la entrada.

Pero lo peor de todo esto es que Lionsgate ha invertido en la película la friolera de 90 millones de dólares y en poco más de dos semanas ha dilapidado cualquier posibilidad de que Conan regrese a la gran pantalla con mejores mimbres, o por lo menos más maduros. Dudo mucho que esos sueños del Momoa guionista vean la luz y menos a corto plazo. Conan, guerrero cimmerio de gran destreza. Nacido el 19 de agosto del 2011. Fallecido el 19 de agosto del 2011.

 NOTA  "Conan ¿qué es lo mejor de la vida?"… "Aplastar enemigos, verlos destrozados y escuchar el lamento de sus mujeres". De esto hemos pasado a un poco ilustrativo "Vivo, amo, mato… y me doy por satisfecho".

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Encantado. Así me encuentro tras haber disfrutado de una de las películas más completas del año y que para más INRI viene a poner una pica a favor de los siempre discutidos efectos visuales, siempre protesto por ellos, ya que demuestra que cuando se necesitan, y se evolucionan, existe la capacidad de sorpresa mayúscula pese a que podamos creer que no hay demasiado margen de mejora visto lo visto. Mucha historia hay tras la eterna saga de las rebeliones simiescas, y mucho tiempo ha pasado entre la mítica e icónica El planeta de los simios (Planet of the Apes, 1968) de Franklin J. Schaffner y esta El origen del planeta de los simios (Rise of the Planet of the Apes, 2011) de Rupert Wyatt. Es curioso ver como puedes volver a poner por las nubes una franquicia que con la sobreexplotación de ideas había pasado a formar parte de ese selecto grupo de la serie B más respetuosa de la historia, eso si, con una primera parte que sin dudarlo es una de las obras maestras del cine y mucho más del género de la ciencia ficción. Regreso al planeta de los simios (Beneath the Planet of the Apes, 1970), Huida del planeta de los simios (Escape from the Planet of the Apes, 1971), La rebelión de los simios (Conquest of the Planet of the Apes, 1972), La conquista del planeta de los simios (Battle for the Planet of the Apes, 1973) o el fallido intento de reinvención parido por Tim Burton que pese a titularse El planeta de los simios (Planet of the Apes, 2001) y al magistral maquillaje de Rick Baker es mejor olvidar… poco hacía pensar lo que en verdad ha pasado. 20th Century Fox ha apostado por ser respetuoso por las viejas ideas y apoyándose en un introspectivo y generoso guión escrito por Rick Jaffa y Amanda Silver, nos narra el punto de partida de lo que miles de años después será el planeta Tierra dominado por simios humanizados.

Cartel español de El origen del planeta de los simios
Cartel español de El origen del planeta de los simios

Gen-Sys es un laboratorio de San Francisco que investiga una cura para el Alzheimer usando como cobayas a simios. Al mando de la investigación está el doctor Will Rodman (James Franco), un científico que no se mueve por el éxito y si porque el resultado de su trabajo le ayudará a recuperar a su padre Charles (John Lithgow), enfermo por esta terrible enfermedad y en constante declive. Tras un fiasco en el laboratorio Will se verá obligado a llevarse a César (Andy Serkis) a su casa. César es una cría de un simio hembra que formó parte del programa de investigación y que se ha llevado como regalo genético de su madre el efecto del último virus creado en Gen-Sys. Como un miembro más de la familia, y con el paso de los años, César irá demostrando que no es un simio cualquiera y su nivel de inteligencia crece sin parar al tiempo que aprende la convivencia humana. Ante el deterioro de la vida de su padre Charles, Will decidirá probar el virus que César lleva impreso en su ADN y la mejora será latente. Gen-Sys querrá más y mantener a César en casa será cada vez más difícil… los acontecimientos significaran el inicio de la rebelión.

La verdad, uno de los puntos fuertes de toda película, algo que en Hollywood parece costar entender, es el guión. El origen del planeta de los simios destaca mucho por esto. Un guión emotivo, que obliga a la reflexión, que trata con temas presentes y que enlaza mágicamente con acontecimientos que datan ya de un lejanísimo 1968 – fabulosa la noticia en la televisión y no menos genial el titular en el periódico. Junto a ello el trabajo de Weta Digital, estudio hoy en día en primer lugar en cuanto se trata de innovación y sobre todo mocap, dejando más que claro que los límites de la tecnología CGI no se pueden ni preveer ya que la integración de los simios con los escenarios naturales del film no tienen parangón. Sumemos a esto el excelso trabajo de Andy Serkis, mito viviente que ha nacido para esto, que gracias a su gran capacidad a la hora de ponerse en la piel de seres tan dispares como Gollum, King Kong o César, hace qie sintamos lo que en verdad el actor quiere transmitir y sus personajes mostrar. Pero ahí no acaba la cosa, dos ritmos completamente diferentes que encajan como una guante en la narrativa, una primera mitad pausada, que muestra la evolución de los personajes y sobre todo de César, pero que da un giro de 180º en el momento necesario para llevarnos por un vertiginoso carrusel de situaciones y de ahí hasta la primorosa, porque no cabe otro calificativo, fase final. Gran fotografía, gran montaje, buena música… Y esto es todo, a la grandeza del guión y de los efectos visuales solo queda sumar a un reparto más que interesante encabezado por James Franco o John Lithgow y perfectamente compensado con Brian Cox, Tom Felton, Freida Pinto o David Oyelowo. Eso y un ciento de simios que asustan por lo realistas que son, al tiempo que emocionan por sus reacciones más propias de… mejor me callo.

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Marvel Studios ha terminado de presentar a los ases con los que jugará de primera mano en junio del año que viene cuando estrene The Avengers (2012) de Joss Whedon. Ayer llegó a España, y con dos letales semana de retraso con respecto a su estreno en el mercado USA, Capitán América: el primer vengador (Captain America: The First Avenger, 2011) de Joe Johnston, la puesta en largo de uno de los personaje más icónicos de la factoría Marvel que junto con Namor y la Antorcha Humana versión androide, es el personaje más veterano de la casa de las ideas si tenemos en cuenta que nació en un muy lejano 1941 y hoy en día todavía sigue protagonizando historias que son seguidas por auténticas innumerables legiones de fans. De este salto al cine del héroe americano vestido de barras y estrellas, el mejor aunque no el primero, se puede decir que cumple con lo esperado si bien sufre de un triste devenir, alocado y abrupto, que provoca que aquello que durante en una primera fase es realmente interesante y sorprendente acabe perdiendo fuelle hasta completar su periplo con un climax no tan llamativo como esperaba. La verdad, el resultado final me ha dejado un poco indiferente. El arranque de la película creo que es inmejorable, contando la historia de lucha personal contra el sistema de un joven y debilucho Steve Rogers que toma el completo protagonismo dejando generosos espacios para conocer a otros personajes fundamentales en su historia como el doctor Abraham Erskine, Peggy Carter, "Bucky" Barnes o el mismísimo Johann Schimdt. El proceso de demostración de que no hace falta ser un hombretón para ir al frente y si una persona con principios y valor, o la fase de transformación de Rogers en el supersoldado, están genialmente narradas y son entretenidísimas. Incluso la intrahistoria de héroe publicitario y la primera intervención en el frente del que en adelante se conocerá como el Capitán América te mantienen pegado a la butaca ensimismado con el buen guión de Christopher Markus y Stephen McFeely. Pero llegados a ese momento algo pasa. ¿Prisas, ansias de frenetismo, descontrol por temor a que los fans protesten? No se lo que es, pero el aturullamiento hace acto de presencia y el ritmo acelera sin control siendo vertiginosas las diferentes breves secuencias de acción que no dejan que uno se centre en lo que está viendo.

Cartel de Capitán América: el primer vengador por Tyler Stout
Cartel de Capitán América: el primer vengador por Tyler Stout

Estamos en el año 1942. La Segunda Guerra Mundial golpea Europa. Steve Rogers (Chris Evans) es un joven que pese a la determinación que le define y el valor que atesora, nunca se rinde, lo único que logra es que todas sus ansias por ir al frente acaben con un sello de no aprobación para su incorporación al servicio militar. Rogers es débil, enfermizo y no da la talla, tiene todos los ingredientes para no acompañar a su buen amigo "Bucky" Barnes (Sebastian Stan) a Europa. Inesperadamente y gracias al Dr. Abraham Erskine (Stanley Tucci), Rogers entra en un experimento conocido Operación: renacimiento y acaba transformado en un supersoldado, el primero y único ya que el Erskine es asesinado y con ello la fuente de conocimiento sobre la fórmula del suero. Tras dar carpetazo al proyecto Rogers es nuevamente desechado porque "con un único supersoldado no se puede ganar la guerra" y acaba transformado en objeto publicitario para campañas de recaudación de fondos que financie la intervención de los Estados Unidos de America en la guerra contra Adolf Hitler y los nazis. Nuevamente la determinación de Rogers será la que le llevará a tomar el toro por los cuernos y en un acto heroico demostrará que con el si se puede decantar el resultado de la guerra a favor de los aliados. En ese momento nacerá el icono del Capitán América y con ello su primera gran misión, acabar con Johann Schimdt (Hugo Weaving), el Cráneo Rojo, un viejo colaborador de Erskine que en otro tiempo también probó el suero y que ahora dirige HYDRA, una díscola sección científica nazi con un objetivo más terrible que el propio de Hitler… arrasar el mundo.

Y eso tenemos, un reparto donde Evans da perfectamente la talla acompañado de grandes nombres como los de Weaving, Tucci, Tommy Lee Jones como el Coronel Chester Phillips o Toby Jones como el Dr. Armin Zola. De regalo muy interesantes aportaciones de Hayley Atwell como Peggy Carter, buena química la que comparte con Evans, o Dominc Cooper como un simpático Howard Stark que demuestra que de tal palo tal astilla. Y claro, cuando todos estos nombres los pones sobre uno de los puntos fuertes del film, un diseño de producción magnífico con incursiones en la Europa de la Gran Guerra pero donde destaca sobremanera los trabajos de escenografía, vestuario y los efectos especiales, ya sean digitales como de atrezzo, pues te quedas encantado. Otra cosa es luego el ritmo, las prisas o el dar un giro tan grande a una historia que estaba quedando de maravilla por querer contar todo sin lograr contar nada, o al menos de forma convincente y correcta. Algo pasa en Marvel que salvo Iron Man (2008) y, para mi, El increíble Hulk (The Incredible Hulk, 2008), no logran mantener el ritmo, la frescura con la que empiezan sus nuevas películas. Tanto Iron Man 2 (2010) como Thor (2011) y esta se muestran irregulares por alguna razón, ya sea una mala elección del villano, o el no saber explotarlo, – que para nada es el caso de Capitán América – o una diferenciación casi abismal entre las narraciones iniciales y las finales. Aun así vuelven a lograr una buena producción perfectamente enlazada en el universo que están definiendo dejando claro que Thor, salvo sorpresa, será la piedra sobre la que pivotará The Avengers en el 2012.

Un detalle, supongo que será cosa mía, pero ¿no hay un par de guiños al pasado de Joe Johnston? Para mi que El retorno del Jedi (Star Wars: Episode VI – Return of the Jedi, 1983) y En busca del arca perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981) tienen cierta presencia con mensajes hacia ellas.

Vale la pena.

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Esta es la historia de cómo Warner Bros. perdió una nueva oportunidad a la hora de configurar las bases de una franquicia comiquera con grandes posibilidades. Porque si, esto de Green Lantern (2011) de Martin Cambpell es sin dudarlo una de las mayores decepciones que me he llevado en mucho tiempo en esto del mundillo del cine que adapta la viñeta más hiperactiva y vistosa. Pero ojo, esta decepción no es culpa del héroe elegido, a día de hoy sin dudarlo uno de los más apetecibles de la marca DC por las mil y una posibilidades creativas que aporta, tampoco por la factura final del proyecto, los efectos digitales son de primerísimo nivel si bien se la han jugado con eso del traje 100% CGI en la piel del protagonista ya que hay momentos en los que no convence como esperaba, y si me apuras ni el reparto está del todo mal… aunque Ryan Reynolds no aporte ni un ápice de carisma, Blake Lively transite sin generar interés, o que secundarios como Tim Robbins o Angela Basset puedan ser considerados simplemente como un elemento más del atrezzo del proyecto. Eso si, Mark Strong como Sinestro me ha gustado y Peter Sarsgaard como Hector Hammond… pues bueno, tiene un pase aunque acaba decepcionando también cosa fina. La verdadera culpa, la gran cagada, la razón por la que este proyecto se desinfla, nunca llega a estar ni medio hinchado, y se queda en un mal aprovechamiento de posibles buenas ideas es el desastroso guión escrito por Greg Berlanti, Michael Green, Marc Guggenheim y Michael Goldenberg, demasiadas manos para lo que han optado hacer en un limitado espacio de tiempo de hora y tres cuartos que para más INRI cuenta con un montaje alborotado, precipitado e incluso absurdo.

Nuevo cartel de Green Lantern
Uno de los muchos carteles de Green Lantern

La violenta y destructiva criatura / ente Parallax ha permanecido encerrada desde que Abin Sur (Temuera Morrison) la encerrara hace ya muchos años. Por avatares del destino, menuda casualidad, Parallax logra liberarse y ataca por sorpresa a Abin Sur, quien escapa malherido en el último minuto hacia el planeta con vida más cercano de la galaxia en la que se encuentra… la Tierra. Allí, y cerca de la muerte, acabará eligiendo como su substituto a un inconsciente y poco maduro Hal Jordan (Ryan Reynolds), un piloto de cazas amante del riesgo y temeroso de su pasado. Jordan deberá enfrentarse a su nuevo destino, pasar a formar parte de las Green Lantern Corps, una unidad de guardianes del espacio a los que no le hace mucha gracia que un humano sea quien ocupe el lugar de Abin Sur, al tiempo que lidia con sus problemas terrenales… su relación con Carol Ferris (Blake Lively), la mutación en Hector Hammond (Peter Sarsgaard) y la mortífera visita de Parallax a la Tierra.

Igual uno piensa… "joder, ¿con esas sinopsis de qué te quejas?". Pues del reparto que se han hecho de las cosas. Nos voy a desgranar el proyecto minuto a minuto, pero siendo generoso, de la hora y tres cuartos que dura la película podemos simplificar que hay unos 30 minutos de aventura comiquera con Hal Jordan interactuando con Abin Sur, Sinestro, Tomar-Re (Geoffrey Rush) y Killowog (Michael Clarke Duncan), viajando a Oa, o enfrentándose a Hector Hammond o Parallax, y el resto es pura paja. Excesiva importancia a Carol Ferris, que puede que se la merezca, soy lector esporádico de los cómics, y a las vicisitudes familiares del protagonista o del villano cuando es un cerebrito pelele. Ahí es donde el trabajo de Berlanti, Green, Guggenheim y Goldenberg se excede disolviendo por completo a lo que debía tender en realidad el film. El potencial de Green Lantern es Green Lantern, su mitología, sus acciones, conocer el fondo del uso de la voluntad como gran poder de los anillos y presentarnos el lado oscuro que siempre debe existir igual que lo hacen el bien y el mal… en este caso se trata del imparable y siempre creciente poder del miedo. Si por encima divides el ya de por si mal reparto de tiempos y lo decoras con un montaje precipitado, aburrido y excesivamente descontrolado, pues lo que obtienes es esto, una película triste, que tiene cosas interesantes pero demasiado breves y otras muy aburridas y tremendamente dilatadas. Una apuesta fallida que no levanta cabeza en taquilla y que con 200 millones de inversión, que me expliquen donde los han gastado porque comparativamente con otros productos del año de similar o menor precio Green Lantern no justifica el gasto, lleva recaudados 150 y no se yo si superará por mucho su presupuesto.

¿Y el futuro? Esa es otra… Green Lantern como película es demasiado predecible. Lo que ha de venir está claro, darle la vuelta a la tortilla y montar una batalla real con un gran villano, ya lo han fijado y creo que es un error, con segundos de abordo que prometan acción verdadera. Y ojo, el cine es cine, no es cómic, lo que funciona en papel, en una serie regular, no lo puedes concebir para un metraje de menos de dos horas. Ahí es donde el trabajo de Berlanti, Green, Guggenheim y Goldenberg se estrella por completo y más si lo que pretendes que crear una trilogía con posibles. Warner Bros. y DC Entertainment Inc. deberían cuidar más sus productos, valen la pena pero no a cualquier precio.

 NOTA  No me preguntéis por el 3D que la vi en digital 2D. He leído que el 3D no está nada mal, más brillante y luminoso de lo habitual, aunque nuevamente no viene a justificar su uso y su extra de precio.

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