Cine Inclasificable


Sale uno de ver Titane de Julia Ducournau y no sabe si se ha comido una fabada asturiana con su chorizo, su panceta y su morcilla, o si acaban de darle gato por liebre y lo que ha degustado ha sido una hoja de lechuga lacia y revenida.

Agata Rousselle es Alexia, diosa de noche, no sé qué de día
Agata Rousselle es Alexia, diosa de noche, no sé qué de día

Tras dejarnos con el estómago revuelto hace unos años con la muy truculenta Crudo (Raw), carne de festival, la Ducournau nos deja ahora con el culo torcido al juntar en su triunfadora nueva obra, Palma de Oro del Festival de Cannes, cosas tan grotescas como el body horror más enfermizo y disparatado, los asesinos en serie de sota, caballo y rey, el amor mecánico vía palanca de cambio o freno de mano, y la transformación personal, ya sea quirúrgica como queer. La verdad, si te planteas lo enfermizo que resulta todo lo flipas… pero por otro lado, y de alguna forma, lo que ves te engatusa.

En Titane, la versión niña de Alexia (Agathe Rousselle) tiene un accidente de tráfico que le deja con una placa de titanio en el cráneo. Años después, la adulta Alexia luce cuerpo en una feria de automóviles y tunning: allí retoza con su particular Christine, allí se descubre como asesina en serie que aterroriza la Provenza francesa. Alexia es una mujer más (o menos): a sus treinta y tantos vive con sus padres, su cuerpo está poblado de tatuajes y la mala hostia que desprende su cara mantiene a todo el mundo a raya (o no). El tema es que esta aparente normalidad, ser una asesina en serie debería ser lo más normal del mundo visto la que se nos viene encima, se cuela de cabeza en el body horror pergeñado por David Cronenberg en su era gloriosa de Videodrome, La mosca (The Fly) o Vinieron de dentro de… (Shivers).

Vicent Lindon es Vicent, un padre obsesionado y decadente
Vicent Lindon es Vicent, un padre obsesionado y decadente

La Ducournau no se corta, y de forma evidente la relación entre lo orgánico y lo mecánico es parte de Titane. Hay cirugía, hay fluidos, hay transformación, hay lo que tiene que haber y algo más. Hay también una propuesta tan inesperada que es imposible imaginar que es lo siguiente que puede suceder, Ducournau va por libre y por ello Titane e alguna forma te engancha, y puede que hasta te llegue a convencer. El film sigue su ruta plagada de curvas, pero juega también una coherencia emocional merced al destruido personaje encarnado por Vincent Lindon, un jefe de bomberos que vive consumido por el dolor de la desaparición de su hijo 17 años atrás. Si es que al final hasta Titane transmite cierta conmovedora humanidad, pese a lo grotesco y anticlimático que resulta todo.

En definitiva, Titane es, que no es poco, pero cuesta procesar todo lo que ocurre, como ocurre, y como es pasado por la batidora Ducournau. Acojonantemente rara.

Póster de Titane
Póster de Titane

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En 1987, el mítico maestro de los efectos visuales y el stop-motion Phil Tippett (La guerra de las galaxias, El imperio contraataca, Piraña, Willow, RoboCop, Parque Jurásico o Starship Troopers) se embarcó en un ambicioso proyecto personal: Mad God.

Uno de los protagonistas de Mad God, un soldadete que recorre el grotesco y pintoresco mundo siniestro
Uno de los protagonistas de Mad God, un soldadete que recorre el grotesco y pintoresco mundo siniestro

Para dar vida a Mad God el bueno de Tippet fabricó y animó un mundo surrealista y muy siniestro en el que monstruos, mad-doctors loquísimos y señores de una muy bizarra guerra vagaban libremente sin sentido aparente. Tippet creó de la nada docenas de escenarios, cientos de marionetas y elementos de atrezzo, y unos cuantos cuadernos repletos de miles de bocetos y story-boards donde Mad God cobraba vida. Luego vino el éxito de Tippet Studio y el tan ansiado proyecto personal quedó olvidado en un cajón. 30 años después, un grupo de animadores del renovado Tippet Studio ("The Mandalorian" por poner un ejemplo de sus últimos trabajos) animaron al maestro a sacar adelante su sueño y vía KickStarter el plan de Phil Tippet resucitó en forma de conjunto de cortometrajes que, finalmente, se convirtieron, mira tú, en cine… llega por lo tanto Mad God y, tras triunfar en el Locarno Film Festival, ahora la tenéis para comprar y ver en Sitgesfilmfestival.online hasta el domingo 17.

Una de las criaturas de Mad God, de las mejores ortodoncias que podría uno imaginar
Una de las criaturas de Mad God, de las mejores ortodoncias que podría uno imaginar

Mad God es una película grasienta, oscura, siniestra, mecánica, escatológica, purulenta, palpitante y mugrienta. Carente de voz, no así de lloros y gritos, uno no puede más que agarrarse a la partitura que acompaña una historia sangrienta, donde además de notables elementos simiescos y mucho detalle macabro enfermizo, el enfoque es francamente deudor de los sueños más retorcidos que os podáis imaginar si uno es conocedor del universo Silent Hill. De paso Mad God no duda en guiñar el ojo a uno de los iconos de la historia cinematográfica de Tippet: ED-209 (por ahí sale de fondo y medio destrozado). Pero, o estoy muy loco o me lo estoy volviendo, también hay guiño guiño al mismísimo Clint Eastwood, o más bien a las vestimentas de este en la mítica El bueno, el feo y el malo (Il buono, il brutto, il cattivo), habiendo un momento muy surreal donde poncho, camisa y chaleco borreguero de los vestidos por "Rubio" en el film hacen acto de presencia. Lo dicho, Mad God es una rareza absoluta, una obra de arte del stop-motion, curiosa de ver, tediosa por momentos, pero sin lugar a dudas diferente a nada que uno haya podido imaginar en su vida. Totalmente diferente, embaucadora y grotesca.

Póster de Mad God
Póster de Mad God

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Han pasado unos cuantos años ya desde el estreno de No respires (Don’t Breathe) de Fede Álvarez. Un lustro después de asistir con estupor a la batalla por la supervivencia entre un grupo de ladrones de poca monta, perdedores, y un exmilitar ciego con todos los ases bajo la manga, menudo despiporre, llega la inesperada secuela… y nunca fue tan inesperada la verdad.

Stephen Lang como el hombre ciego... una pala, un martillo, un lo que sea
Stephen Lang como el hombre ciego… una pala, un martillo, un lo que sea

En la línea de su predecesora: película de acoso a las bravas modo home invasion invertida ahora adornada con tráfico de órganos, salvajismo a martillazo limpio, y otras barbaridades; llega una nueva experiencia donde el dúo Álvarez / Rodo Sayagues rizan el rizo. La violencia y la brutalidad dan un giro inesperado y se vuelven esta vez contra el extraño e infame personaje ciego encarnado por Stephen Lang allá por 2016. Esto, como podrás comprender, resulta totalmente adecuado dado el pasado de nuestro protagonista, sin embargo, nunca una película anclada en el más oscuro y vil de los lados se pudo percibir como una película de venganza por derecho, o un ser tan despreciable como el ciego protagoniza fue encumbrado al honor de antiheroe y salvador… un "merecido" farewell en toda regla. No respires 2 da por lo tanto un giro más y enfrenta al hombre ciego a una banda de seres deleznables (más que él) que le dejan bien y todo. Así está el tema, nada más que decir.

Rodo Sayagues es el que lleva el mando en No respires 2, se trata ya de paso de su debut como director tras escribir para / junto a Fede Álvarez la futura Texas Chainsaw Massacre, algún episodio de la serie "Calls", No respires, la brutal Posesión infernal (Evil Dead) y el famoso cortometraje Ataque de Pánico. Y no se le puede negar, no lo hace nada mal. Sayagues hace un buen trabajo, cine de serie B, 100% disfrutable y muy pero que muy salvaje. Se apoya en elementos vistosos como el usar poco o nada armas de fuego y derivar la violencia a un entorno más físico, palpable e impactante merced al uso de martillos, machetes, destornilladores, palas, bloques de cemento, etc. Esto da pie a que los niveles de gore sean hasta notables pese a ser un film estrenado en pantalla grande.

En definitiva, No respires 2 no es la quintaesencia del subgénero home invasion, pero con los tiempos que corren se puede ver, disfrutar y más flipar un rato viendo como un cafre de tomo y lomo, el implacable hombre ciego, se torna en héroe inusual. Con dos cojones.

Siguiendo la línea del primer cartel de No respires, No respires 2
Siguiendo la línea del primer cartel de No respires, No respires 2

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Una semana después de verla y disfrutarla hay que comentar que con el estreno de Dune de Denis Villeneuve se ha dado un paso que durante mucho tiempo nadie se atrevió, o se le permitió, dar: realizar una nueva adaptación de la seminal obra de Frank Herbert tras la archifamosa, vapuleada, e icónica versión de David Lynch… calzón verde / torso desnudo de Sting incluido.

Paul Atreides, preparado para practicar con el escudo personal
Paul Atreides, preparado para practicar con el escudo personal

Venga, obviemos innecesarias comparaciones y situémonos de lleno en este 2021 (pretendido 2020). Este es el nuevo Dune, sin dudarlo, la propuesta cinematográfica más arriesgada, con permiso de La llegada (Arrival), de la gloriosa y superlativa carrera del canadiense Villeneuve, y no me quedo corto si somos conscientes que el guión escrito a seis manos por Jon Spaihts (Prometheus), Eric Roth (El curioso caso de Benjamin Button) y el ínclito director, cuenta esta vez parcamente la mitad de la historia prometida. Ahí es nada, nos adentramos en el traidor e inmenso universo de Dune a medio gas (en cuanto a historia claro), pero con un resultado superior y a la altura de quien lleva el mando. El riesgo está servido y, pese a todo lo que pueda pasar, bien merece la pena disfrutarlo.

La gargantuesca propuesta de Villeneuve es en su mayor prioridad una abrumadora sorpresa visual, una fuerza de espectáculo donde uno no tiene mayor opción que quedarse boquiabierto ante la grandiosidad de Arrakis, disfrutando durante unas nada largas dos horas y media de un viaje donde las sensaciones juegan un papel fundamental para acabar siendo, el espectador, parte de esta nueva aventura. Dune es un producto inmersivo, saca provecho de las actuales excelencias técnicas para enriquecerse del rico y sofisticado material original del autor literario, acomodando su narración (mesiánica, profética y manipuladora), a un mundo de grandeza donde todo es basto… se mire por donde se mire. Por ahí tenemos los omnipresentes sueños de Paul Atreides (encarnado por ese muy escuchimizado y ultra pálido Timothée Chalamet, pero que mola), sueños que además de presentarle a su futura compañera Chani (Zendaya también mola), le hacen entrever el destino que le espera como elegido de un pueblo dominado… los Fremen. Las sensaciones son contradictorias, está el malestar de las Bene Gesserit, comandadas por una para nada extravagante Reverenda Madre Gaius Helen Mohiam (Charlotte Rampling), y los constantes intentos del Duque Leto (Oscar Isaac) por ver en su hijo el heredero de su sello de lacre y del legado de la familia Atreides, pese a la artificialidad manipulada de la gestación de su heredero. En medio del fregado una muy sobresaliente Rebecca Ferguson, nueva y decisiva Lady Jessica, o el propio barón Vladimir Harkonnen, un Stellan Skarsgård que viene para mutar en coronel Kurtz pero adornado como si de un zeppelín humano se tratara.

De visita por Dune con Lady Jessica, Chani, Stilgar y Paul
De visita por Dune con Lady Jessica, Chani, Stilgar y Paul

Y hay más: los rituales Sardaukar, la bestia Rabban (Dave Bautista), el uso de la Voz, Gurney Hallek (Josh Brolin), Duncan Idaho (Jason Momoa), los gusanos… etc., etc., etc. Todo cabe en esta primera parte que pese a su inmensidad se nota tocada, cortada por momentos, con secuencias extrañas y ciertamente inconexas como por ejemplo la presentación de Stilgar (Javier Bardem), o la prueba con la Reverenda Madre (algo no encaja…). El film en si no sufre, pero la narración hay momentos que resulta abrupta. Pero bueno, Villeneuve te sigue ganando con su trabajo, con la dimensión de su Dune y con una banda sonora obra de Hans Zimmer donde hay espacio para lo tribal, la ciencia ficción y sus habituales habilidades. En definitiva, Dune es de ver una vez, dos, si cabe tres… y desear que llegue el ansiado resto.

Cartel de Dune, de Denis Villeneuve
Cartel de Dune, de Denis Villeneuve

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No lo voy a negar, conocí a Shinichi "Sonny" Chiba como muchos otros, en esa ya mítica escena de flechazo y amor platónico en una sala de cine de la fabulosa Amor a quemarropa (True Romance) de Tony Scott.

Sonny Chiba como Takuma Tsurigo en The street fighter
Sonny Chiba como Takuma Tsurigo en The street fighter

Fue Clarence Worley (Christian Slater) quien, como a Alabama (Patricia Arquette), me puso gracias a un guión de Quentin Tarantino sobre la pista de este actor de origen japonés e icono del cine de artes marciales de los años 70 merced a violentos títulos (clasificados X) como The street fighter (Gekitotsu! Satsujin ken), Returns of the Street Fighter (Satsujin ken 2), titulada en estas tierras como Duelo en karate, y La venganza de Street fighter (Gyakushû! Satsujin ken)… todas ellas de Shigehiro Ozawa. Con más de 200 papeles a sus espaldas, Chiba vivió siempre a la sombra de otros iconos de su época y años posteriores, lo que no evitó que despuntara con papeles potentes como los de mercenario Takuma Tsurugi o el del asesino Golgo 13 en la adaptación setentera del famoso manga de Takao Saito, y que fuera actor fetiche de Kinji Fukasaku, director de por ejemplo de la maravillosa y brutal Battle Royale, en Kang samurai (Yagyû ichizoku no inbô), Los invasores del espacio (Uchu kara no messeji), Exterminio (Fukkatsu no hi) o Battle Royale 2: Réquiem (Batoru rowaiaru II: Chinkonka). Seguramente uno pueda buscar y buscar cine de Chiba desde su debut en 1961 con Invasion of the Neptune Men (Uchû Kaisokusen) hasta no hace mucho… 2018 más o menos.

Sonny Chiba como Hattori Hanzō en Kill Bill
Sonny Chiba como Hattori Hanzō en Kill Bill

Chiba incluso recorrió Hollywood con curiosa predilección por al serie B rozando la Z. Águila de acero III (Aces: Iron Eagle III), Immortal Combat junto a Roddy Pipper y Meg Foster, o Codename: Silencer junto a Robert Davi, Steven Bauer y Brigitte Nielsen. Fue Tarantino sin embargo el que tras recordarlo en su guión de 1993 lo fichó para un papel en la obra maestra Kill Bill… el del fabricante de katanas milenarias Hattori Hanzō. Hasta fue el gran villano de uno de los episodios de las saga Fast & Furious… la no cuento con nadie del reparto original A todo gas: Tokyo Race (The Fast and the Furious: Tokyo Drift).

En fin, a sus 82 años complicaciones con el COVID-19 son los que lo han traído de nuevo al recuerdo.

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Al fin, ya iba siendo hora. Tras citarla como posible en 2019, esperarla con muchas ganas en 2020 y de nuevo marcarla como favorita para este 2021, ha llegado el primer trailer de Prisioners Of The Ghostland, la nueva epopeya grotesca y única de Sion Sono, con el inclasificable Nicolas Cage como protagonista absoluto. Sono es conocido por sus rarezas, míticas muchas de ellas, como la impagable y aplaudida oda al cine y a los desfases ¿Por qué no jugamos en el infierno? (Jigoku de naze warui?), la multipremiada y ultramítica (además de más larga que el carallo) Love exposure (Ai no mukidashi) o la reciente Antiporno (Anchiporuno).

Protagonizada por el mentado Cage, la bailonga Sofia Boutella (Climax), el ultramítico Bill Moseley (Los renegados del diablo), Nick Cassavetes (Cara a Cara) y Tak Sakaaguchi (Versus), a finales de septiembre se estrenará en USA esta, definida por otros, perfecta y absoluta experiencia gonzo. Prisioners Of The Ghostland nos trasladará a la traicionera ciudad fronteriza de Samurai Town, donde un despiadado ladrón de bancos (Cage) es sacado de la cárcel por un acaudalado señor de la guerra, El Gobernador (Mosley), cuya nieta adoptiva (Boutella) se ha escapado. Atrapado en un traje de cuero que se autodestruirá en cinco días si no encuentra a la chica desaparecida, nuestro bandido favorito emprende un viaje para encontrar a la joven, y su propio camino hacia la redención.

Nicolas Cage en Prisioners of the Ghostland
Nicolas Cage en Prisioners of the Ghostland

En fin, ¿queremos verla? o ¿queremos verla?

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Esta semana ha llegado a Amazon Prime / Prime Video una de las más molonas películas de este 2021… o del pasado 2020 más bien (de hecho, se filtró por la red allá por noviembre del año pasado). Se estrena por lo tanto Boss Level de Joe Carnahan, película genial del director de esa joya de survival horror que es Infierno blanco (The Grey), Narc o la estrambótica Giro inesperado (Stretch).

Titulada en nuestras tierras absurda e innecesariamente como Muere otra vez, Boss Level nos propone un ya clásico entre los clásicos… vivir en un bucle infinito, padeciendo siempre el mismo día y sin opciones aparentes de cambio. Por lo tanto, el espectador dirá que lo que nos cuenta Carnahan, y los coguionistas Chris & Eddie Borey, ya lo hemos visto, y no se engaña. El film tiene evidentes reflejos del germen de esta serie de películas, la obra maestra Atrapado en el tiempo (Groundhog Day), y de las hijas bastardas que tomando su original idea explotaron este ya casi nuevo subgénero: la genial Al filo del mañana (Edge of Tomorrow), las divertidas Feliz día de tu muerte (Happy Death Day) y su secuela, o la no menos intrigante Código fuente (Source Code).

Es sin embargo Boss Level un nuevo giro de tuerca, uno que nos lleva a un momento avanzado dentro del bucle, uno donde está todo el pescado vendido y nuestro "héroe" se enfrenta a las repeticiones con conocimiento. Por lo tanto, no hay sorpresa, no hay fase de "entrenamiento"… Roy Pulver, muy divertido Frank Grillo en el papel protagonista, es un soldado de las fuerzas especiales abocado a morir una y otra vez… pero siempre a manos de peña que lo único que quiere es matarlo violentamente, asesinos profesionales. Como si de un videojuego Pulver tratará de evitar los ataques de personajes tan variopintos como Mr. Good Morning, los Gemelos Germanos, Gunner, Kaboom o Loudmouth. Como todo buen videojuego todos ellos tienen una característica, o modus operandi, cuando asesinan a Pulver. Y así habrá que ir superando cada fase con idea de llegar al gran boss final, el mismísimo Mel Gibson como el coronel Clive Ventor. Junto a estos Naomi Watts, Annabelle Wallis o Michelle Yeoh, particularmente molona esta como instructora de manejo de katana de Pulver, vamos como cuando Bill Murray aprende piano, pero con una espada samurái.

Carnahan se lo pasa teta poniendo a Grillo, actor de acción de los de la vieja escuela, al frente de frenéticas escenas de acción, vertiginosa violencia y un body count sin límites, aunque sea en bucle. La película no tiene grandes pretensiones y ahí es donde acierta Carnahan sin dudarlo. Acción, familia, violencia, amor y muertes por doquier durante hora y media… así a lo bestia. Funciona, sin dudarlo, y por ello es una de las joyitas recomendadas para este año.

Cartel de Boss Level
Cartel de Boss Level

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De cuando en cuando uno no puede más que agradecer a M. Night Shyamalan un poco de frescura en el cine. El director responsable de joyas del género del "te dejo el culo torcido" como El sexto sentido (The Sixth Sense), El protegido (Unbreakable) o El bosque (The Village), se lanza e cabeza con una adaptación comiquera, y no con una idea propia salida de su intrincada mente.

Esta vez llega a la gran pantalla Tiempo, título menos tétrico que Old (el usado en los mercados internacionales y original), adaptación del magnífico cómic "Castillo de Arena" de Frederick Peeters y Pierre-Oscar Lévy, y editado en España por Astiberri. Shyamalan se muestra respetuoso con la obra de Peeters y Lèvy, pero al tiempo no duda en aportar su personal marca de la casa. Ese detalle, este granito de arena tan acertado para completar el castillo del título original, cuaja perfectamente y da forma a una obra que si bien ha sido trasladada con rectitud y respecto mayúsculo, si fuera totalmente fiel no terminaría de funcionar en el medio cinematográfico, o al menos no para el gran público al que va dirigido.

Shyamalan aborda la producción de Tiempo de forma clásica y mínima, puede que forzada por el momento del rodaje (en plena pandemia), donde predomina su personal mano, una plaga de primeros planos desenfocados, o transiciones que van y vienen para dar significado y sentido a la cambiante situación. Todo funciona. Tiempo es una adaptación complicada, pero Shyamalan hace suyo el film y no desentona en su habitual cinematografía. En Tiempo nos vamos a un caribeño resort donde coinciden familias de diversa condición. Tres de estas familias son invitadas a pasar una jornada de relax en una apartada playa donde los segundos se convierten en horas, y las horas en años. No hay escapatoria. Vamos, que el clásico pensamiento de irte a un lugar apartado donde el tiempo no pase y parezca que este se ha quedado congelado, es triturado por completo y convertido en horror. Las reglas cambian y así lo padecen los protagonistas. Lo idílico de la situación se convierte en agonía humana, angustia, momentos de terror, ansias por ser rescatados del incipiente e ineludible desenlace al que nos enfrentamos viendo el film. No hay freno, cada minuto pasa algo, en cada cambio de plano la tensión crece, todo cambia. El grupo de protagonistas sufre, el espectador también pero pegado a su butaca. Shyamalan va poco a poco ahondando en el misterio, tirando del hilo de la madeja que ha creado, se profundiza en el terror que subyace en el hecho del paso acelerado del tiempo. Todo es perfecto hasta… la llegada de una extensión del final torpe cosa fina. Ahí es donde Shyamalan se equivoca por completo, y donde su magia tropieza. Las cosas hay que dejarlas pasar, cerrarlas cuando ya estamos todos con la congoja a cuestas. Pero no, esta vez la decisión nos enfrenta a una sobre explicación y una exposición aparatosa y tristemente ridícula del por qué y el cómo.

Shyamalan se apoya en un reparto exento de grandes estrellas, pero plagado de rostros conocidos como los de Gael García Bernal, Vicky Krieps (gloriosa en la abrumadora El hilo invisible), Rufus Sewell (protagonista de la mítica Dark City), Alex Wolff (sufridor número uno del terror elevado Hereditary), Thomasin KcKenzie, Abbey Lee (una de las reinas de The Neon Demon) o Ken Leung (de los míticos de "Perdidos"). Uno a uno tiene su momento, sufren, aportan matices, proponen y ven pasar el tiempo. Lo malo, nadie te llega a importar del todo, pero lo mismo ocurre con la obra de Peeters y Lèvy, el foco está puesto en la desesperación, el ansia de vivir, en el inevitable paso del tiempo.

En definitiva, Tiempo está bien. No es el mejor Shyamalan, pero es entretenida, perversa y desesperante. Cruel, terrorífica por momentos y de las que te mantienen pegado hasta su verdadero final. Luego unos minutos de innecesario te voy a explicar el cómo que, aunque un tropiezo, no logran dinamitar una película muy notable.

Cartel de Tiempo, Old en original
Cartel de Tiempo, Old en original

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Corría principios de año de 2019, se anunciaba un nuevo slasher independiente titulado Slaxxx, sí, con tres equis. Un film de terror donde unos jeans prometían dar mucho que hablar, y no precisamente porque sentasen tremendamente bien. Pasó el tiempo y, supongo, con idea de evitar entender que el film era porno gore, la última de las equis desapareció. Hoy por lo tanto toca hablar de Slaxx de Elza Kephart, película vista en el pasado Festival de Sitges y que ahora está disponible en Filmin.

Slaxx se une a la lista de films en los que la ropa o algún otro elemento de nuestro día a día toma la delantera y… mata o provoca que gente muera. Por ahí tenemos la muy genial In Fabric de Peter Strickland, la única La chaqueta de piel de ciervo (Deerskin) de Quentin Dupieux o, ya por rizar el rizo y porque también "se viste", El condón asesino (Kondom des Grauens) de Martin Walz (en algunos lados le llaman gabardina). En esta ocasión Kephart nos propone un film de pseudo-terror que apuesta más bien por rondar la comedia, apoyada en el slasher más absurdo e histriónico y, ya de paso, hace mirar el ombligo de la denuncia social. Hay ganas en Slaxx, se notan, pero también problemas evidentes de ritmo y sentido. Los detalles gore son graciosetes, con chorrazos hemoglobínicos, manos amputadas, cabezas cercenadas, pseudo-canibalismo y otras suculencias dignas del slasher más puro, pero lo irrisorio está en la razón de los actos del pantalón, lo variopinto en un mundo cuadriculado donde unos, Craig (Brett Donahue), pretenden pisar a otros para lamer el culo más importante de todos… el CEO titiritero de la grotesca marca de ropa, y donde se pone sobre la mesa lo evidente, el consumismo, la explotación laboral, el mal de los mesias de YouTube, etc.

En fin, Slaxx es entretenidilla, por momentos divertida y no muy larga (ochenta y pocos minutos). Se deja ver y vale la pena dedicarle un rato, más si tenemos en cuenta lo más absurdo de todo… unos pantalones con una SS como "logo" son los responsables de una matanza sin parangón. Tan inconcebible y pizpireta como pegadiza. Aquí os dejo con el cartel de 2019… y un poco más abajo el de 2020.

Cartel de Slaxx
Cartel de Slaxxx… de febrero de 2019!

Cartel de Slaxx
Cartel de Slaxx… 2020

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Llevo sin pasar por el blog desde el pasado 27 de mayo… mucho trabajo, el inicio de unas muy merecidas vacaciones y otras muchas cosas que acaban por consumirte el tiempo. Vamos con Pig.

El otro día apareció el póster, hoy el trailer. Pig de Michael Sarnoski es una película donde Nicolas Cage encarna a un solitario buscador de trufas que tiene en su cerdo no sólo a la clave de su éxito, si no al único que le hace compañía. Todo cambia cuando su amada cerda forrajera es secuestrada. Rob (Cage) debe regresar a la gran ciudad a enfrentarse a los demonios de su pasado al tiempo que busca con desesperación a su cerda… Adam Arkin ("Justified") o Alex Wolff (Hereditary) acompañan al impredecible Cage, que tanto hace una locura de terror como un drama de venganza como este.

Ahora el par de posters, el de Cage normal, el otro, fabuloso…

El cartel más molón de Pig
El cartel más molón de Pig

El cartel menos molón de Pig
El cartel menos molón de Pig

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